Cada año millones de visitantes llegan a Jerusalén ansiosos por conocer Tierra Santa. Sin embargo, muchos se ven obligados a volver sobre sus pasos debido a los controles severamente rigurosos que establece el Estado hebreo. Sandra Tamari, una estadounidense de origen palestino, llegó a Israel procedente de Illinois con un viaje en mente saturado de expectativas. Sin embargo, su odisea no fue mucho más allá de las paredes del aeropuerto. «Entregué mi pasaporte y una mujer joven me miró y me preguntó cuál era el nombre de mi padre y el de mi abuelo, y cuando se lo dije me pidió sentarme en la sala de espera», relata Sandra a RT. Sandra fue interrogada siete veces mientras esperaba la decisión final. «Después las preguntas se centraron en mi correo electrónico y me pidieron entrar en mi cuenta de Gmail. Cuando me negué a hacerlo, me acusaron de ocultar algún suceso, y me preguntaron de una manera muy clara si era terrorista. No sabía si tomármelo en serio o reírme”, explica la mujer. Agentes de seguridad del aeropuerto no se creyeron lo que les conto Sandra, que venía a Israel para visitar a su familia y participar en una conferencia sobre religiones. También se enteraron que participaba en campañas a favor de boicots a Israel, lo que resultó ser determinante. Un día después, ella tuvo que regresar a EE.UU. Para los expertos las obligaciones y requisitos impuestos por el servicio de seguridad del aeropuerto israelí, que obligan a mostrar información privada de las cuentas en Facebook y del correo electrónico, son exageradas y no están justificadas. «Seguramente no tienen ningún fundamento legal para pedir a la gente sus contraseñas y nombres de usuarios, y entrar en sus cuentas de Gmail. A mi me parece que es muy difícil creer que puedan obtener la orden para realizar estas búsquedas, por lo que resulta muy difícil encontrar algún punto de referencia en la legislación israelí para este tipo de búsqueda”, opina Lila Margalit, defensora de derechos humanos. La existencia del problema la confirman los operadores turísticos, que han encontrado su propio remedio para esta situación. “Básicamente en el aeropuerto exhortamos a todos nuestros grupos a declarar un itinerario ficticio y también a decir que llegan para pasar todo el tiempo en Jerusalén y el resto de Israel, y que no viajarán a ningún sitio de Cisjordania”, explica George Rishmawi, representante de una agencia turística. Con este control severamente riguroso de los visitantes extranjeros se esfuma una buena parte de los ingresos para el sector turístico. «Lo que hacen sobrepasa todos los límites, es como si le pidieran a uno mostrar lo que guarda en su casa dentro de la caja fuerte. Ellos pueden encontrar su lista de contactos, pueden conocer sus planes, a donde se disponen a ir, casi todo. Sin embargo, un terrorista astuto puede blanquear su portátil, puede tener una cuenta ficticia, así que nadie jamás tendrá acceso a su correo”, denuncia el jurista Jonathan Klinger. Debido a la cantidad de trámites y de barreras que impone Israel para acceder a su territorio algunos ya contemplan la alternativa de hacer un viaje virtual por el país a través de su ordenador, antes que dejar que violen su privacidad.
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Israel de estado democrático no tiene nada, es mas bien un estado diablocratico, seria el ultimo lugar de la tierra en ir.