En el mundo moderno no solo las condiciones económicas impiden a la gente tener una vida digna, también los prejuicios. Los musulmanes nacidos en Francia denuncian la discriminación generalizada en la sociedad. Principalmente, los barrios periféricos de Francia se reservan para los inmigrantes. Ahí, la mayoría vive en condiciones precarias. “Yo exijo el derecho a vivir como el resto. Si ganas entre 1.000 y 1.300 euros vives en una barraca debajo de los cables de alta tensión con goteras y condiciones poco saludables. La gente muere aquí sin que a nadie le importe. Yo digo ¡basta! ¡Basta! Esto está pasando en Francia y llegará el momento en el que nos revelemos”, dice un inmigrante musulmán.  El descontento ha hecho que algunos usen la violencia como arma, como hizo el joven francés Mohamed Merah, hijo de algerianos, quien a mediados de marzo mató a siete personas en Toulouse. “Este es un caso aislado. La mayoría de los inmigrantes en Francia no tienen este tipo de actitudes. En este caso, creo que se sentía fuera de lugar en Francia. Probablemente humillado, discriminado y odiado: odiado por Francia”, dice la socióloga, Catherine de Wenden.  Las políticas implementadas por la derecha francesa en años recientes han desfavorecido a la inmigración musulmana. Algunos sociólogos aseguran que esto ha generado un sentimiento de no pertenencia al país en esa comunidad. El expresidente Nicolás Sarkozy defendió siempre el discurso antiinmigrante. “Sarkozy ha seguido la línea de la derecha atacando a los inmigrantes y criticando los sacrificios de animales o el uso del velo entre las mujeres musulmanas. Estos temas se han convertido en el centro de atención en Francia, en vez de la creación de puestos de trabajo”, comenta el periodista Barry Lando.  Pese a haber nacido en Francia, muchos de los hijos de inmigrantes encuentran dificultades para integrarse a la sociedad. Advierten que una ola de racismo les impide acceder a una vida mejor. “En los suburbios existe un sentimiento de rechazo a Francia y al Gobierno. Socialmente, cuando alguien dice ‘soy de la periferia’, no es tomado en cuenta. ¿La prueba? Cuando los jóvenes enviamos nuestros currículums para pedir trabajo, si estos llevan una dirección que no está en el centro significa problemas. Algunas empresas favorecen a la gente del centro de París”, expresa Hanane Guedjal, hija de inmigrantes. Así, Francia parece estar lejos de ser el país de la libertad, la igualdad y la fraternidad, tal como predica.

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