Los investigadores policiales sugieren que los 248 fetos descubiertos en un bosque de la región rusa de los Urales estaban destinados al uso en investigaciones científicas. Según la Policía, las pruebas forenses mostraron que la mayoría de los embriones eran producto de abortos de embarazos de entre 22 y 26 semanas, pese a que inicialmente se suponía que tenían entre 12 y 16 semanas de gestación. Fueron hallados en un estado momificado. Las fuerzas del orden siguen investigando el origen de los fetos, que fueron almacenados en barriles de plástico y abandonados al borde de la carretera que une las ciudades de Ekaterimburgo y Nizhni Taguil. La teoría más probable señala que los restos estaban destinados a ser utilizados en la investigación científica, pero la Policía insiste en que esta es solo una de las líneas de investigación que están siguiendo. La edad de los embriones lleva a pensar que se trata de un crimen coordinado. Elena Mizulina, jefe del Comité de la Duma Estatal en asuntos de la Familia, la Mujer y el Niño, cree que se trata de un caso de abortos ilegales sistemáticos que, según ella, no son poco comunes en el país: “Lo que se encontró en los contenedores no son embriones, son seres humanos no nacidos que fueron asesinados”, aseguró. La legislación rusa permite a la mujer interrumpir el embarazo hasta la 12ª semana. Posteriormente, el aborto solo se puede realizar por razones médicas, si la vida de la madre se encuentra en peligro.
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