Antropóloga refuta la teoría largamente sostenida de la gestación humana

Referencia: ScienceDaily.com, via Universidad de Rhode Island.
Contacto: Todd McLeish, 27 de agosto de 2012

En una reciente investigación de un profesor de la Universidad de Rhode Island, sugiere que la duración de la gestación humana está limitada principalmente por el metabolismo de la madre, no por el tamaño del canal del parto. La investigación, publicada en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias de 27 de agosto, desafía la noción largamente sostenida de una solución de compromiso evolutivo entre el parto y la pelvis adaptada para caminar erguidos. 

Hay dos rasgos que diferencian a los humanos de otros primates, los cerebros grandes y la habilidad de caminar erguidos, que podrían estar comprometidos en lo que respecta al parto. Un cerebro y la cabeza grande que lo encierra resulta difícil de pasar por el canal del parto humano, ya que una amplia pelvis podría comprometer el caminar bípedo. Los científicos han postulado que la solución natura a este problema, que se conoce como el «dilema obstétrico», fue la de acortar la duración de la gestación para que los bebés nacieran antes de que sus cabezas fueran demasiado grandes. Como resultado, los bebés humanos son relativamente impotentes y aparentemente poco desarrollados en términos motores y de capacidad cognitiva, en comparación con otros primates.

«Estos son fenómenos fascinantes de la evolución humana, el bipedismo, dificultad de nacimiento, amplias caderas femeninas, grandes cerebros, bebés relativamente indefensos, han sido tradicionalmente relacionados con el dilema obstétrico», señaló Holly Dunsworth, antropóloga de la Universidad de Rhode Island y autora principal de la investigación. «Durante décadas se ha enseñado en los cursos de antropología, pero cuando miré las pruebas contundentes sobre su certeza, se vino abajo.»

El primer problema con la teoría es que no hay ninguna evidencia de que unas caderas suficientemente anchas para entregar un bebé más desarrollado iría en detrimento del caminar, contaba Dunsworth. Anna Warrener, una investigadora post-doctoral de la Universidad de Harvard y co-autora del documento, ha estudiado cómo la amplitud de cadera afecta a la locomoción de las mujeres en cintas deslizantes. Y pudo comprobar que no hay una correlación entre las caderas más anchas y una economía locomotora disminuida.

«Esto arroja serias dudas sobre el supuesto de que el tamaño del canal del parto está limitado por el bipedismo», subrayó Dunsworth. «Tener caderas anchas no significa que no se pueda caminar de manera eficiente.»

Entonces buscó las evidencias de que el embarazo humano esté reducido en comparación con otros primates y mamíferos. La investigación descubrió todo lo contrario. «Según el tamaño del cuerpo de la madre, la gestación humana es un poco más grande de lo esperado en comparación con otros primates, no menor», dijo. «Y los bebés son un poco más grandes de lo esperado, no menores. Aunque los bebés se conporten igual, no nacen antes».

Para los mamíferos en general, incluyendo a los seres humanos, la duración de la gestación y el tamaño de la descendencia se predice por el tamaño del cuerpo de la madre. Debido a que el tamaño del cuerpo es un buen indicador de la tasa metabólica de un animal y su función, Dunsworth comenzó a preguntarse si el metabolismo podría ofrecer una mejor explicación para el momento del nacimiento humano que la pelvis.

Para investigar esta posibilidad, contó con la ayuda de Peter Ellison, de la Universidad de Harvard, y de Herman Pontzer, del Hunter College de Nueva York, dos expertos en fisiología humana y energética. Partiendo de un trabajo previo de Ellison sobre el embarazo y el parto humano, los investigadores desarrollaron una nueva hipótesis para ese momento del nacimiento humano, llamado EGG (energetics, gestation, growth) [energética, gestación y crecimiento].

«Desde el punto de vista EGG, los bebés nacen porque la madre no puede poner más energía en la gestación y el crecimiento fetal», explica Dunsworth. «La energía de la madre es la principal limitación evolutiva, no las caderas.»

Usando los datos metabólicos de las mujeres embarazadas, los investigadores muestran que las mujeres dan a luz justo cuando están a punto de cruzar la zona de peligro metabólico.

«Hay un límite para el número de calorías que nuestro cuerpo puede quemar cada día», señala Pontzer. «Durante el embarazo, las mujeres se acercan a su techo energético y dan a luz justo antes de alcanzarlo. Esto sugiere que hay un límite energético para la duración de la gestación humana y el crecimiento fetal».

Esas limitaciones metabólicas ayudan a explicar por qué los bebés humanos están tan indefensos frente a nuestros parientes primates, como los chimpancés. Un bebé chimpancé comienza a gatear en un mes, mientras que los bebés humanos lo hacen alrededor de los siete meses. Pero para que un ser humano diera a luz a un recién nacido al mismo nivel de desarrollo que un chimpancé, se necesitaría un período de gestación de 16 meses. Eso colocaría a las madres mucho más allá de sus límites energéticos. De hecho, incluso un mes más de gestación podría cruzar la zona de peligro metabólico, según los investigadores.

«Sería fisiológicamente imposible, independientemente de la anatomía del hueso pélvico, parir un bebé más desarrollado», aseguraba Dunsworth. «Nuestra impotencia al nacer es sólo un signo de que cuánto más crece el cerebro que tenemos que conseguir una vez que empiezan a vivir fuera de nuestra madre».

La hipótesis de la energética, gestación y crecimiento restaría importancia a la implicación del dilema obstétrico que tan extraño encuentra Dunsworth.

«Estamos haciendo antropología con la visión deformada de la pelvis masculina como forma ideal, mientras que la pelvis de la mujer se ha visto como menos ideal porque da a luz», reseñaba. «Los nacimientos de bebés pertenecen a las hembras. Así que si hay un ideal, ese debe ser el femenino, y no es más comprometido que cualquiera otra cosa que haya por ahí. La selección mantiene su adecuación para la locomoción y para el parto.»

«Si no, ya nos habríamos extinguido», concluyó.


– Imagen: Holly Dunsworth. Fotografía de Michael Salerno, cortesía de la Universidad de Rhode Island)

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