Kurdos de Siria discuten su futuro Por Karlos Zurutuza

QAMISHLI, Siria, 12 sep (IPS) – Qehreman Meri traza una superficie oblonga que se extiende a lo largo de la línea limítrofe turco-siria. «Queremos una región autónoma y de fronteras claramente definidas», explica este portavoz de Yeketi (Unidad), uno de los partidos políticos kurdos de la atribulada Siria.

«Existen diferencias entre los distintos partidos kurdos, pero todos apostamos por permanecer unidos y ser dueños de nuestra propia revolución», añade el activista.

Los rumores de que países árabes y organizaciones yihadistas están ayudando al Ejército Libre de Siria (ELS), el principal grupo armado de la oposición al régimen de Bashar Al Assad, generan mucha incertidumbre en la minoría kurda.

«No tenemos nada contra ellos, pero deben quedarse en su zona», dice tajante Meri.

Fundado en 2000, Yeketi es uno de los 15 partidos integrados al Congreso Nacional Kurdo (CNK). Massoud Barzani, presidente de la vecina Región Autónoma Kurda de Iraq, apoyó su creación en octubre de 2011, ante la nueva coyuntura de guerra interna en Siria.

En julio, también bajo el auspicio de Barzani, dicha coalición cerró un acuerdo con la fuerza política kurda dominante en Siria, el Partido de la Unión Democrática (PYD). De allí surgió el Comité Supremo Kurdo, sobre el que cierran filas la mayoría de los sirios de esta minoría étnica.

Otro de los integrantes de esta alianza es Azadi (Libertad). Desde la dirección ejecutiva de este partido fundado en 2005, Majid Hanush coincide en la necesidad de unidad en aras de conseguir los derechos de los kurdos sirios a través de un Estado federal.

«Los kurdos lo merecemos más que nadie, ya que somos las principales víctimas del tratado de Sykes-Picot», explica Hanush. El activista se refiere al acuerdo secreto firmado en 1916, durante la Primera Guerra Mundial, por Francia y Gran Bretaña para la partición del Imperio Otomano y el reparto de Medio Oriente según unas fronteras aún vigentes.

Con unos 40 millones de personas, los kurdos son hoy la mayor etnia sin Estado del mundo. Entre dos y cuatro millones viven en Siria.

Como la mayoría de los disidentes locales, Hassan Syfaldin también conoció la clandestinidad y la cárcel. Asegura que lleva más de 10 años trabajando para el Partido Democrático Progresista de los Kurdos de Siria (PDPKS), pero discrepa con sus pares sobre cuál ha de ser la fórmula que otorgue a su pueblo unos derechos hasta ahora negados.

«Dividir Siria en regiones autónomas traería un escenario similar, o incluso peor, al que se vive en Iraq», apunta Syfaldin en su recién inaugurada sede en la localidad de Girke Lege, 700 kilómetros al noreste de Damasco.

El activista aboga por «tender manos hacia todos» los sectores, incluso fuera de las fronteras. Se refiere, sobre todo, al apoyo que su formación recibe de la Unión Patriótica del Kurdistán, uno de los dos principales partidos de la vecina región kurda iraquí y cuyo jefe histórico, Jalal Talabani, es hoy presidente de Iraq.

Una gran multitud se ha concentrado en la pequeña localidad de Darna, en el extremo noreste y a cinco kilómetros de la frontera turca. Escuchan a Ismail Ali Sheref, el líder local del Partido Democrático de los Kurdos de Siria (PDKS).

«Hemos sobrevivido a un régimen brutal –el de la familia Al Assad–, y hoy la revolución kurda es de los kurdos y para los kurdos», arenga Sheref con un micrófono y bajo un retrato de Mustafá Barzani, dirigente histórico y padre del actual presidente de la Región Autónoma Kurda de Iraq, Massoud Barzani.

Pero Sheref lamenta no poder importar el modelo federal iraquí a su región. «La geografía no lo permite; a diferencia de los kurdos de Iraq, nosotros no tenemos montañas donde refugiarnos de los árabes y los turcos».

Por el momento, la mayor parte de la región nororiental de Siria está bajo control kurdo, y al margen de una guerra interna que arrasa las principales ciudades del resto del país. Muchos, como Sheref, atribuyen este nuevo escenario a un pacto entre el PYD y Al Assad.

En la ciudad de Qamishli, situada en la frontera con Turquía y 680 kilómetros al noreste de Damasco, el PYD niega tal extremo.

«Damasco es plenamente consciente de que ni siquiera exigimos una región autónoma, tan solo nuestros derechos constitucionales. Es por ello que no tiene miedo de nosotros», dice a IPS el presidente del PYD, Salih Muslim.

«Sabíamos que Al Assad no caería en tan solo dos meses, así que organizamos a nuestro pueblo en comités de defensa civil, y ya contábamos con algunos puestos de control hace más de un año», añade el líder del partido kurdo más importante de Siria.

Turquía insiste en que el PYD no es más que la «franquicia» siria del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), en guerra contra Ankara desde 1984 y considerado una «organización terrorista» por Estados Unidos y la Unión Europea.

Muslim asegura que el PYD es sirio y no tiene ningún vínculo orgánico con el PKK.

«Turquía dice al resto del mundo que somos terroristas simplemente porque tiene miedo de que consigamos finalmente nuestros derechos. Hemos integrado la oposición siria desde el principio, por lo que Ankara no debería interferir en asuntos que conciernen únicamente a los sirios», agrega.

Varios analistas no descartan una eventual operación militar turca en la zona, o incluso que Ankara intervenga a través del opositor ELS, al que da cobertura.

La también kurda Organización para una Nueva Sociedad rechaza tal hipótesis. «Debemos esperar a que lleguen nuestros hermanos sirios del ELS para liberar nuestra región y conseguir nuestros derechos», argumenta Bave Sipan, miembro ejecutivo de este colectivo surgido al calor de las revueltas contra Al Assad, hace casi año y medio.

Sipan asegura no tener contacto con el PYD, pero sí con el ELS. No en vano su residencia es el único lugar de la región en el que IPS ha visto una enseña siria rebelde: tres bandas, negra, blanca y verde, y dos estrellas rojas en el centro.

«El futuro de Siria pasa por cuatro regiones autónomas: árabe sunita, kurda, alawita y drusa», asegura convencido Sipan.

A su lado se sienta Azad, amigo de la familia, miembro de Avahi (Reconstrucción), una organización civil «comprometida con la sociedad kurda de Siria», y trabajador petrolero. Él discrepa con su anfitrión.

«Estamos todos debatiendo sobre el federalismo, pero nadie sabe explicar en qué consiste realmente», dice Azad. «Lo que necesitamos son derechos, educación… somos muy pobres, ¿sabe usted?».

http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=101544

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