Las violentas manifestaciones en el mundo árabe contra una película que denigra el islam podrían aumentar la influencia de los salafistas, dispuestos a movilizarse para defender la religión y que disponen de un mayor margen de maniobra desde la Primavera Árabe.
La Primavera Arabe posibilitó a esos grupos, adeptos a un retorno a las fuentes de los «piadosos ancestros» (Al Salaf Al Salih en árabe),ocupar un importante espacio político, especialmente en Libia, Túnez y Egipto.
Los salafistas tienen «la voluntad de crear una relación de fuerzas en la calle, tomando como pretexto los ataques contra lo sagrado» explica Jean-Pierre Filiu, profesor en Ciencias Políticas en París. Son sobre todo las cadenas de televisión religiosas saudíes las que contribuyeron a propagar el discurso salafista en los países árabes en los últimos 20 años.
Ciertamente, fueron reprimidos en varios países árabes. Pero otros regímenes los alentaban de forma soterrada «para dividir a los islamistas» y debilitar en particular a los Hermanos Musulmanes, aseguraBasheer Nafi, investigador del centro de estudios Al Jazeera basado en Qatar. Y algunos países agitan aún el espectro salafista, sobre todo el régimen sirio, enfrentado a una insurrección popular, que exagera su presencia entre los opositores armados, según los especialistas.
A diferencia de los Hermanos Musulmanes –organizativamente bien estructurados, y con vocación política– los salafistas se agrupan en pequeñas formaciones heterogéneas, y tienen un mensaje más religioso y social, centrado en la defensa del dogma. «Su discurso político es embrionario. Su prioridad es la reforma socio-religiosa», explica Stéphane Lacroix, autor de varias obras sobre el salafismo. Filiu subraya que el término salafista es utilizado para «distinguir a los islamistas apoyados por Arabia Saudita, de un lado, y a los Hermanos Musulmanes, del otro. Hoy, Qatar apoya a los Hermanos Musulmanes y Arabia a los salafistas», afirma.
Reprimidos por el régimen de Muamar Gadafi, los salafistas libios empezaron a darse a conocer tras la destrucción de mausoleos musulmanes. Varios de ellos están organizados en grupos armados. Una organización salafista radical libia, «Katibat Ansar Al Sharia», fue acusada por la prensa local del ataque el martes por la noche contra el consulado estadounidense en Bengasi –en el que murieron cuatro estadounidenses, entre ellos el embajador–, pero este grupo negó cualquier responsabilidad.
El ataque fue llevado a cabo durante una manifestación contra la película«Innocence of Muslims» cuyos extractos fueron divulgados por internet.Considerado insultante para el islam, la película generó disturbios y manifestaciones callejeras en varios países árabes.
«Los salafistas son mas proclives a alentar estos disturbios callejeros en los países donde no están asimilados en el panorama político», como Túnez o Libia, asegura Stéphane Lacroix. En cambio, en Egipto, donde «parte de los salafistas se han integrado en el escenario político (…), tienden a moderar su discurso», afirma por su lado Filiu.
Los salafistas irrumpieron de forma espectacular en el escenario político en Egipto al lograr cerca del 25% de los escaños en las legislativas del pasado invierno boreal, en segundo lugar detrás de los Hermanos Musulmanes. Para Basheer Nafi, sin embargo, «la emergencia de los salafistas es un fenómeno transitorio. La libertad y la democracia les devolverán su peso real», afirma.