Al Assad dedica su discurso a denunciar la «conspiración» contra Siria y no anuncia ninguna reforma concreta

Afirma ante el Parlamento que los acontecimientos de Deraa se deben a una «minoría que ha sembrado el caos»Asegura que ha impartido «órdenes muy claras» a las fuerzas de seguridad para que «no causen daño a los ciudadanos sirios»  El presidente de Siria, Bashar al Assad, declaró este miércoles ante el Parlamento que los disturbios que vive su país responden a una «conspiración» sectaria organizada en el extranjero cuyo propósito es hundir al «último baluarte fronterizo del mundo árabe», y concluyó su discurso sin anunciar ninguna de las reformas que se esperaban, concretamente el levantamiento de las leyes de emergencia que rigen desde hace medio siglo.

«Pertenezco al pueblo sirio y quien pertenezca al pueblo sirio siempre mantendrá la cabeza alta», aseveró el mandatario en el comienzo de su discurso, que fue interrumpido varias veces por los jaleos y declamaciones de apoyo de algunos de los parlamentarios.

«Sé que el pueblo sirio ha estado esperando este discurso desde la semana pasada, pero estaba esperando a tener una perspectiva amplia a fin de evitar una postura más emotiva que hubiera sido más fácil para el pueblo pero no tendría un efecto real en un momento en que nuestros enemigos han decidido atacar a Siria», declaró.
Los actuales disturbios, aseveró, son «un momento excepcional» que servirá para probar la «unidad nacional». Varios legisladores empezaron a gritar expresiones de apoyo al régimen, como «¡Solo Dios, solo Siria y solo Bashar» o «Sacrificaremos nuestras almas y nuestra sangre por ti, Bashar».
Bashar al Assad afirmó que la población de Deraa (sur), epicentro de las revueltas, «contendrá a cierta minoría que ha intentado sembrar el caos» y aseguró que ha impartido «órdenes muy claras» a las fuerzas de seguridad para que «no causen daño a los ciudadanos sirios» durante las protestas.
Al Assad manifestó también que las actuales movilizaciones responden a una «conspiración» organizada en el extranjero cuyos instigadores pretenden crear «inestabilidad en Siria y en los países árabes». Siria no está «aislada» de lo que está sucediendo en el mundo árabe, advirtió.
Según el presidente, estos «conspiradores» han intentado reforzar las diferencias sectarias para incitar al odio y «hundir Siria», con el objetivo de debilitar «el último fuerte fronterizo del mundo árabe», pero «han elegido el país equivocado». La población «nacionalista» de Siria no aceptará una «conspiración» que comenzó «hace semanas a través de los canales de televisión por satélite».
Bashar al Assad admitió que «no todos los manifestantes que han salido a las calles son conspiradores». No obstante, advirtió, el Gobierno puede aceptar las «demandas del pueblo» pero no puede apoyar «el caos». «Es importante que se reconozca la diferencia entre las necesidades y las reformas beneficiosas para el pueblo y la malicia de los conspiradores», manifestó.
El Gobierno está «contra la conspiración y a favor de las reformas», aseguró. «Si hay reformistas, los apoyaremos», aseveró Al Assad, quien declaró que, en todo caso, su país ya inició «un proceso gradual de reformas hace diez años».
NINGUNA ALUSIÓN A LAS LEYES DE EMERGENCIA
El mandatario no hizo una sola alusión a las reformas concretas que supuestamente iba a anunciar en este «importante» discurso, tan cacareado en las últimas horas por los medios de comunicación estatales y que, según el vicepresidente, Faruq al Shara, iba a servir para «tranquilizar al pueblo».
Diversos observadores occidentales esperaban que Al Assad anunciara la anulación de las leyes de emergencia que rigen en el país desde hace medio siglo –que otorgan amplios poderes a las autoridades para detener sin juicio y torturar impunemente a los disidentes– e incluso se llegó a barajas la posibilidad de que prometiera el fin del monopolio político del partido único, el Baaz, y la puesta en marcha de medidas concretas para acabar con la corrupción.
El discurso de este miércoles ha sido la primera comparecencia pública de Al Assad desde que estallaron las revueltas populares en Deraa hace dos semanas, que se han extendido a otros puntos del centro y de la costa y en las que al menos 60 personas han muerto a causa de la represión por parte de las fuerzas de seguridad. Los manifestantes exigen a Al Assad –quien sucedió en el año 2000 a su padre, Hafez al Assad– una apertura democrática similar a las de Túnez y Egipto.

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