Piotr Iskenderov
La Voz de Rusia
La crisis actual en la Unión Europea, de revestimiento financiero, entraña gérmenes políticos peligrosos.
Uno de ellos es el crecimiento de los ánimos separatistas en el espacio de la “Europa unida”. Sin embargo, reviste una amenaza mayor el flanco de Europa oriental con su “herencia” histórica complicada.
Cuando se habla de la amenaza al nuevo reajuste de las fronteras europeas nos referimos, sobre todo, a los Balcanes, ese “barril de pólvora de Europa, (o un “sótano de pólvora”, que suena más alarmante aún). El potencial de la desintegración en el espacio de la antigua Yugoslavia no se ha agotado todavía. Y genera singular espanto el hecho que, el actual separatismo balcánico, a diferencia de los sucesos de la década del noventa del siglo pasado, revista carácter étnico específico.
Surge a la memoria un chiste en forma de pregunta, de los tiempos de Yugoslavia unida entonces: ¿Cuántos países quedarán en el continente europeo para el 2010? La respuesta correcta era: “Nueve”. En alusión a Serbia, Montenegro, Kosovo, Voevodina, Croacia, Eslovenia, Bosnia y Hercegovina, Macedonia y “Europa unida”. Ese escenario estaría a punto de materializarse.
Sin embargo, hoy día, el separatismo en Europa del Este ha descendido al nivel de las comunidades étnicas y territorios. Los albaneses, y no solo ya los kosovares, son la locomotora de ese peligroso e impredecible proceso. Los líderes de los albaneses macedonios sugieren a las autoridades de Bulgaria plantear la división de Macedonia en partes albanesa y búlgara. Varios cientos de miles de habitantes legales e indocumentados del norte de Grecia, de nacionalidad albanesa, están dispuestos a repetir allí el libreto kosovar.
En el espacio de Europa Central y del Este existe también el terreno, creado por siglos, para el separatismo. Los líderes de Hungría y de Eslovaquia interpretan en los últimos tiempos de manera muy antojadiza su pasado histórico, cuando sus territorios formaban parte de la monarquía de los Habsburgo. Por ejemplo, el actual primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, aspira al papel de reunificador de los territorios húngaros, desde el Adrático hasta Bukovina, y desde Viena hasta Transilvania.
Mientras los nacionalistas húngaros abrigan los sueños de la recuperación de Transilvania, Bucarest delibera con no menos energías acerca de la injusticia de sus propias fronteras. Ha cambiado tan solo la dirección del vector geopolítico. Como se dice, lo que para el húngaro es Transilvania, para el rumano es Besarabia, por la que se entiende la actual Moldavia. El deseo de los círculos rumanos nacionalistas, encabezados hoy por el presidente Traian Basescu, de anexar los territorios moldavos, se está materializando en las mismas acciones que la política de Budapest con respecto a los húngaros de Transilvania. A saber, la entrega generosa de pasaportes y de subsidios financieros, matizado con declaraciones sobre la injusticia de los resultados de las guerras mundiales, incluida la segunda. No sorprende que, la dirigencia prorrumana de Moldavia misma acepte a su vez tales señales de la manera que más le conviene. Moldavia está dispuesta, en cualquier momento, a lanzar una pequeña guerra vencedora propia contra Cisdniestría, la que proclamara su independencia.
El listado de los focos separatistas actuales y potenciales en el mapa europeo podemos continuarlo hasta el juicio final. Pero, la causa de origen tiene un carácter integral, y está en el precedente del separatismo kosovar de calaña terrorista armada, con el respaldo de Occidente, léase de la OTAN y la UE, señala Anna Filimonova, experta del Centro de estudios de la crisis balcánica, del Instituto de Investigaciones eslavas de la Academia de Ciencias:
–La amenaza de la actividad terrorista sediciosa para Europa parte, sobre todo, del territorio del cuasi Estado de Kosovo. Ella se intensifica, además, con las acciones de las fuerzas y estructuras correspondientes de Occidente que respaldan a Kosovo. Existen institutos internacionales. Es necesario resolver tales problemas tanto en el plano jurídico como diplomático. Con todo, el derecho internacional debe estar para defender la legalidad.
La UE puso en vigencia, ya en 1999, el “Pacto de estabilidad para el sureste de Europa”, como el intento de frenar el separatismo en los países de Europa Oriental. El documento se basa en el principio de la solución de los problemas socioeconómicos y de otra índole de cada uno de los países de la región, separado uno de otro. El profesor de Derecho Público de la Universidad de Pristina, Enver Hasani, definiendo esta situación señalaba que, se trata de “una política enfocada a un Estado”, y no a un territorio. Sin embargo, el desarrollo de la situación en torno a Kosovo y, la activación del separatismo en otras regiones de Europa del Este, revelan que la UE no ha logrado frenar el virus del separatismo en sus fronteras. Pero, al parecer, muchos en Occidente, ni lo desean siquiera…
sb/kg/ap
http://sleepwalkings.wordpress.com/2012/09/23/el-virus-del-separatismo-se-propaga-por-el-organismo-de-europa/