GUATEMALA, oct (IPS) – «Nuestra situación económica mejoró muchísimo porque logramos más ingresos para nuestras familias» a partir de la conformación de una empresa social, narró Matilde García, una productora de bisutería del municipio de Pastores, ubicado 60 kilómetros al oeste de la capital de Guatemala.
«Ahora mandamos a nuestros hijos a estudiar al área urbana y podemos pagar transporte y comida», dijo orgullosa a IPS esta madre de tres hijos que dejó de ser una empleada doméstica, con un sueldo mensual equivalente a unos 40 dólares, para constituir una fábrica de pequeña escala de collares, brazaletes y accesorios de moda, con 25 mujeres a su cargo.
De esta forma, el empresariado social y el cooperativismo están ofreciendo una oportunidad de generar ingresos a las familias rurales en Guatemala, donde 54 por ciento de sus 15 millones de habitantes viven en la pobreza y 13 por ciento en la indigencia, arraigada especialmente en los territorios indígenas, según la estatal Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de 2011.
El grupo de García es una de las 15 empresas compuestas por 350 personas, en su mayoría mujeres, que funcionan en ocho de los 22 departamentos en que se divide este país, fabricando bisutería para la firma social Kiej De Los Bosques, que en la lengua maya cakchiquel significa «venado de los bosques».
«Esto cambia comunidades enteras», señaló Ligia Chinchilla, directora del grupo Saquil, al cual pertenece la empresa Kiej De Los Bosques (http://www.kiejdelosbosques.com/kiejDeLosBosques.html ) y la no gubernamental Comunidades de la Tierra (http://www.comunidadesdelatierra.org/).
Así, Kiej De Los Bosques es la empresa privada que se encarga de comercializar los productos elaborados por las microproductoras bajo la marca Wakami, mientras que Comunidades de la Tierra desarrolla capacidades en ellos e inicia procesos de incubación para convertirlos en empresas formales en dos años.
«Los problemas del país y la pobreza son muy complejos, y es una labor de todos resolverlos y por eso nosotros nacimos con el objetivo de aumentar los ingresos en el área rural», explicó Chichilla, una de las tres fundadoras de este conglomerado social.
Chinchilla ubicó al empresariado social «un paso más delante de la responsabilidad social empresarial».
«La responsabilidad social es: ‘yo hago negocios y me veo hacia dentro siendo responsable’, y (el enfoque en) el empresariado social: ‘es yo hago negocios y me siento responsable también con los de afuera’», explicó a IPS.
Los productos Wakami (http://www.wakami.net/) elaborados por las artesanas guatemaltecas son exportados en la actualidad a 17 países, entre ellos Alemania, Bélgica, Canadá, Dinamarca, España, Gran Bretaña, Italia y Suecia.
La participación de estos grupos rurales en actividades productivas les ha abierto otras oportunidades de desarrollo en materia de salud, servicios básicos y demás beneficios que les han ayudado a mejorar su calidad de vida.
Rony Mejía, de la no gubernamental Counterpart Internacional, informó a IPS que en alianza con Saquil están trabajando para la incubación empresarial de cinco grupos de mujeres y jóvenes artesanos en el noroccidental departamento de Totonicapán.
Pero el apoyo a estos grupos va más allá. «Una vez que empiezan a generar ingresos había que buscar opciones de cómo invertirlos bien y, como la primer necesidad es mejorar la salud y nutrición, se buscaron alianzas con empresas sociales de filtros para purificar el agua, energía solar y estufas mejoradas», explicó.
«Al final de cuentas, las empresas sociales reúnen un poco los intereses de gobierno, de organizaciones no gubernamentales y sector privado, con la diferencia de que no dependen 100 por ciento de la cooperación, sino de un modelo de negocios» con beneficio social, añadió.
El empresariado social no es la única ventana al desarrollo de las comunidades más vulnerables del país, sino también el cooperativismo, considerado otra clase de organización productiva social que va en aumento.
Esto se debe a que «ofrecemos propiedad, participación y desarrollo humano, principalmente en el área rural, como una empresa con visión social», indicó a IPS el director ejecutivo de la Confederación Guatemalteca de Federaciones de Cooperativas, Rodolfo Orozco.
De ese modo, mientras hace 20 años no eran más de 160.000 cooperativistas que producían, en su mayoría, granos básicos como maíz y frijol, hoy son 1,3 millones, dedicados no solo a eso sino también una larga lista de productos agrícolas y a otros sectores como vivienda, finanzas y salud, según el activista.
Según sus estimaciones, el cooperativismo representa al menos 22 por ciento del producto interno bruto (PIB) del país, una cifra que revela «la importancia de su funcionamiento para la economía nacional».
El cooperativismo ha crecido de tal manera que tiene hoy una importante participación en el Banco de Desarrollo Rural, el tercero más grande del país por activos. «Somos los mayores accionistas, con 80 por ciento del paquete. Eso es desarrollo rural con visión social», apuntó Orozco.
La publicación de 2012 denominada «Visión panorámica del sector cooperativo en Guatemala», de la Organización Internacional del Trabajo, no deja lugar a dudas sobre la importancia del cooperativismo para el desarrollo social.
«La ética y el interés por las personas han guiado a las cooperativas durante sus más de 110 años de existencia, contribuyendo a construir sociedades más justas y más respetuosas de los valores y los derechos humanos», se lee en el documento.
Estos históricos preceptos que sustentan las organizaciones económicas de ayuda mutua centran el análisis en la Cumbre Internacional de Cooperativas (http://www.2012intlsummit.coop/site/home), que se realizará del lunes 8 al viernes 12 en la ciudad canadiense de Quebec.
Esta cita, una más en el marco del actual Año Internacional de las Cooperativas, se propone consolidar la premisa de que este tipo de accionar colectivo es capaz de promover una transición hacia una economía socialmente más responsable
http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=101680
Este ejemplo de Guatemala es una muestra de que la producción pensada en la justa repartición y bneneficio de todos los que trabajan y agrandan el capital, tienen derecho a disfrutar de él y sus beneficios. aqui se pone en evidencia un verdad de Marx, que el capital es colectivo, porque es la masa de trabajadores la que lo aumenta y por lo tanto el capital debe ser de ellos. También evidencia la contradicción del capitalismo que atesora el capital, para el dueño de la empresa, robánole la fuerza de trabajo, la plusvalía al trabajador.
Con este caso de empresas socialistas y cooperartivistas, es que Latinoamérica puede llegar a la autonomía económica, y a la justa repartición de los recursos y de los ingresos y divisas que tenga el país a través del mercado exterior de sus propias producciones.
Nathalie.