A principios de este año, el Interstellar Boundary Explorer de la NASA, una pieza central de la misión de 169 millones dólares, que estaba mapeando la frontera de influencia del Sol, detectó unos átomos del espacio interestelar fluyendo por la Tierra distintos de la composición química del sistema solar.
«Nuestro sistema solar es bastante diferente del espacio que lo rodea, lo que sugiere dos posibilidades», señaló David McComas, investigador principal de IBEX, en el Instituto de Investigación del Suroeste en San Antonio. «O el sistema solar evolucionó separadamente, en la parte más rica en oxígeno de la galaxia donde actualmente reside, o según muchos críticos, ese vivificante oxígeno se encuentra atrapados en los granos de polvo interestelar, o helados, incapaz de moverse libremente a través del espacio.»
El satélite IBEX observó átomos de hidrógeno, oxígeno, neón y helio que se originaron en el espacio interestelar, en el medio vacío entre las estrellas de la galaxia de la Vía Láctea, y hallaron 74 átomos de oxígeno por cada 20 átomos de neón de material interestelar, en comparación con los 111 átomos de oxígeno por cada 20 átomos de neón del interior del sistema solar. La mayor parte del medio interestelar se compone de hidrógeno y helio. Los elementos más pesados, como el oxígeno y el neón, se extendieron por la explosión de supernovas, al final del ciclo de vida de la estrella, según la NASA.
«Hemos medido directamente cuatro tipos diferentes de átomos procedentes del espacio interestelar y la composición no se corresponde con lo que vemos en el sistema solar», añadió Eric Christian, científico de la misión IBEX, en el Centro Goddard de Vuelo Espacial en Greenbelt, de la NASA. «Las observaciones de IBEX arrojan una nueva luz sobre la misteriosa zona donde acaba el Sistema Solar y empieza el espacio interestelar.»
Las pistas de datos que aporta la región del espacio interestelar de las afueras del sistema solar, deficiente en oxígeno, comparado con la abundancia dentro de la heliosfera, una burbuja con forma de lágrima deformada por la fuerza de los vientos solares que impide que la radiación cósmica más peligrosa llegue a Tierra.
El Sol y los planetas viajan a través de la galaxia a más de 804.672 km/h. El sistema solar está ahora viajando a través de una región conocida como la nube interestelar local, y se espera que salga de ésta y se introduzca en una nueva región del espacio interestelar en unos pocos cientos o miles de años, según McComas.
Los científicos dicen que esta nube local es particularmente débil. Es menos densa que las nubes circundantes interestelares, tan delgada que los átomos de un puñado de aire podrían extenderse a lo largo de una columna de cientos de años luz de longitud.
Las medidas previas de átomos interestelares de helio, por la nave espacial Ulysses, indican que el sistema solar podría estar saliendo de la nube local. Sin embargo, los últimos datos de IBEX, detectaron átomos entrantes que se mueven a una velocidad más lenta, y muestran que la heliosfera está todavía sumergida dentro de la nube local.
«La medición de la presión de nuestra heliosfera con el material de la galaxia y los campos magnéticos externos, ayudará a determinar el tamaño y la forma de nuestro sistema solar a medida que viaja a través de la galaxia», indicó Christian.
Sólo los átomos interestelares neutrales pueden entrar en la heliosfera, perforando los confines del sistema solar y recorriendo la distancia hacia el Sol durante 30 años, hasta llegar a las proximidades de la Tierra donde se produce la detección de IBEX. Los átomos cargados son desviados por el campo magnético del Sol y no llegan a entrar al interior del sistema solar.
El IBEX, lanzado en octubre de 2008, se encuentra en una estrecha órbita a poco menos de 322.000 kilómetros de la Tierra, fuera del campo magnético del planeta, un requisito para detectar partículas de alta energía que entra desde el exterior de la heliosfera y del espacio interestelar.
La imagen en la parte superior de la página muestra que muchos de los ingredientes para la vida se formaron en el espacio exterior. La Tierra se formó a partir del polvo de estrellas, y más tarde, meteoritos y cometas también entregaron más materiales a nuestro planeta. Pero los científicos aún no están seguros qué moléculas juegan ese importante papel en el origen de la vida.
– Vía la NASA/IBEX y spaceflightnow.com
– Imagen crédito: European Space Agency.
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