Jaimas y versos en español

Por: Lola Huete Machado | 22 de octubre de 2012

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«Un beso, solamente un beso, separa la boca de África de los labios de Europa». Fotografías de L.H.M.

Eso dice el poeta saharaui Limam Boisha en su libro Los versos de la madera. Un beso apenas. Y sin embargo la distancia es infinita. Mucho más si miramos allá, al lugar donde está su pueblo, hacia los campamentos de refugiados de Tindouf, en Argelia, la esquina del mundo adonde fueron exiliados sin remedio, hasta ahora que se sepa o se intuya o se suponga. Limam tiene sólo dos obras publicadas en solitario. Ese y Ritos de Jaima, que acaba de presentar. Otras en antologías, junto a otros que conforman la Generación de la Amistad saharaui. Dos obras. Suficientes para hablar de lluvia deseada, de saludos, de ceremonias del té, de arena incansable, de camellos y tiendas y cielos estrellado y beduinos (y verlos y sentirlos a través de sus palabras).

Beduinos españoles. Los hubo, y los hay pero están olvidados en mitad de un desierto esteril, la Hamada argelina, desde hace casi cuatro décadas ya. De todos los olvidos contemporáneos (qué paradoja) hay dos bien dolorosos, el de los refugiados en Tinduf y el de Cachemira (engullida entre India y Paquistán), donde la gente de la calle se desangra hoy por estos, máñana por aquellos (siempre más por unos, el Ejército indio, que por otros).

«Existiría la Hamada si no nos hubieran intentado enterrar en ella? / ¿Existiría si no nos hubieran dicho que existía? / ¿Existiría para otros antes de sabernos parte de su geografía¿ / ¿Y para los que lo ignorar? / ¿Existiría el Sáhara sin la envidia de la memoria del viento, sin las señales del fuego, la libertad de los pastos, la sombra de las acacias? / Sin el muro que separa nuestra carne, sin los hilos que siembran la muerte, sangre nuestra, ¿existiriamos?» (Di que no me lo has contado).

«A veces los deseos / son inmensos / como los latidos / de este espectro vacío». (del poema Cómo atraer a la lluvia)

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Para hablar de poetas que hablan español en el Sáhara, la única literatura en castellano en el continente (junto a la de Guinea Ecuatorial) nos reunimos con Limam en una esquina del pabellón 5 de la Feria de Frankfurt, que celebró hace una semana. Un diálogo en público organizado por el Instituto Cervantes en la ciudad y el Weltempfang, Centre for Politics, Literature and Translation. Hablamos de desiertos, de refugiados, de política y de versos con Limam Boisha. Él es un saharaui escueto, un poeta que opina que la poesía es como los granos de arena, que en todos sitios se encuentran «porque en todos sitios se cuelan». Y él debió tragárse muchos porque «la esencia del Sáhara» la va soltando ahora en palabras, está impregnada en cada una de sus actividades y actos.

Como tantos cubarauis, a los diez años Boisha abandonó los campamentos pera irse a estudiar a la Isla Juventud, en Cuba, con los programas de becas abundaantes que existían en los años ochenta. «En primaria estábamos juntos por nacionalidades, luego nos mezclaban. Teníamos todo pagado, todo».

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El prólogo de Ritos de Jaima (ediciones Bubisher) lo escribe Javier Reverte, quien dice: «La técnica de Limam es muy sencilla en apariencia, y como todo lo sencillo en apariencia, extremadamente difícil de conseguir. A partir de una referencia cultural del pueblo saharaui, acuña un verso. Y a renglón seguido explica qué significa esa referencia. ¿Antropología cantada, poemario antropológico? Poesía en todo caso. Y claro está, una lucha incansable y teñida de lirismo por recuperar la memoria de un pueblo al que se quiere condenar al olvido y al desarraigo… A veces, la dulzura de la lírica ese un arma mucho más poderosa que la ferocidad de los cañones». Poesía a cuerpo desnudo, dice él, esa es la batalla de Boisha.

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Diez años mas tarde regresó a la Hamada argelina, a esa esquina perdida de un mundo perdido donde el horizonte nada tiene de voluptuoso o caribeño, donde el mar no se huele y se ve sólo en espejismos, en cuyo cielo «Dios sólo sembró estrellas y deseos…». Un mundo donde la espera ha dejado una estela de humanos desesperanzados y desechos de la solidaridad internacional en cada esquina. Ya lo contamos en Sáhara, desierto y (des)esperanza. No sólo la tierra es inerte en Tindouf, también lo es la ilusión de marchar de allí un día. Un total de 36 años llevan unas 165.000 personas esperando en vano que una decisión internacional les deje celebrar referendum, les de la razón, les restituya la tierra que un día tuvieron. Ya lo contamos también aquí en el post El ventanuco en Tindouf.
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Limam Boisha lo escribe en su primer libro publicado en 2004, ‘Los versos de la madera’. Dice así….

«Tanta arena insaciable / es una estación perpetua» (tanta arena)

Por su belleza, incluyo aquí

Galb

Me pregunta un viajero qué significa galb. Digo yo, por ejemplo, que Miyek es un lunar en el vientre de esta tierra.

Que Ziza, por ejemplo, es pecho en lengua bereber, y que el ala de una duna puede tocar el mar del cielo.

Digo yo, por ejemplo, que en los altos picos de prismáticos amaneceres -frotando su piel- hay mucha vida dormida.

Que en la piedra pasajera hay platillos estacionados, islas que emergen desde el oceáno de la nada.

Un galb puede ser por ejemplo, el nombre de una muchacha esculpida entre las pestañas de una cueva.

Como Tiris es es el ombligo del Sahra, galb es un corazón, corazón de piedra…

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Un comentario en “Jaimas y versos en español

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