Doscientos cuatro años después, a medida que la nave espacial Dawn (Amanecer, en idioma español), de la NASA, se prepara para comenzar a orbitar este intrigante mundo, los científicos saben qué tan especial es, a pesar del debate que existe sobre su clasificación.
Sin embargo, Vesta no es un miembro típico de esta aglomeración de escombros orbitantes. La gran mayoría de los objetos en el cinturón principal son objetos de peso pluma (miden 100 kilómetros de ancho o menos), cuando se los compara con Vesta, que es un coloso de 530 kilómetros de ancho.
«No creo que a Vesta se lo deba llamar asteroide», dice Tom McCord, quien es un investigador adjunto del proyecto Dawn, en el Instituto Bear Fight, ubicado en Winthrop, Washington. «Vesta no solamente es mucho más grande, sino que además es un objeto evolucionado, a diferencia de la mayoría de los que denominamos asteroides».
La estructura dispuesta en capas de Vesta (núcleo, manto, corteza) es la característica clave que hace que Vesta sea más parecido a los planetas como la Tierra, Venus y Marte, que otros asteroides, comenta McCord.
Al igual que los planetas, Vesta contenía suficiente material radiactivo en su interior cuando se formó a partir de la colisión y fundición de fragmentos. Esto liberó suficiente calor como para derretir la roca y permitir que las capas más livianas flotaran hacia la superficie. Los científicos llaman a este proceso «diferenciación».
McCord y sus colegas fueron los primeros en descubrir que Vesta probablemente atravesó este proceso de diferenciación.
El descubrimiento se llevó a cabo en 1972, cuando los detectores especiales de sus telescopios registraron por primera vez las señales características del basalto. Eso quería decir que el cuerpo tuvo que haber atravesado por un estado derretido en algún momento.
Oficialmente, Vesta es un «planeta menor», un cuerpo que orbita al Sol pero que no es un planeta propiamente ni es un cometa. Pero como existen más de 540.000 planetas menores en nuestro sistema solar, esta denominación no lo distingue demasiado.
Los planetas enanos, entre los cuales se encuentra el segundo destino de la nave espacial Dawn, Ceres, están en otra categoría, pero Vesta no se encuentra incluido como uno de ellos. En primer lugar, Vesta no es lo suficientemente grande.
Los científicos del proyecto Dawn prefieren considerar a Vesta como un protoplaneta debido a que es un cuerpo denso, con una estructura dispuesta en capas, que orbita al Sol, y a que se formó de manera similar a Mercurio, Venus, la Tierra y Marte, pero que por alguna razón nunca se desarrolló completamente.
En la bamboleante historia del inicio del sistema solar, algunos objetos se convirtieron en planetas fusionándose con objetos del tamaño de Vesta.
Pero Vesta nunca encontró una «pareja para el gran baile», y el momento decisivo se le escapó. Quizás esto fue debido a la cercanía de Júpiter, la superpotencia gravitacional que habita sus alrededores, cuya presencia pudo haber perturbado las órbitas de los objetos circundantes y pudo haber robado de esta manera todas las parejas de baile.
Otras rocas espaciales que colisionaron con Vesta en el pasado le han desprendido pequeños trozos, los cuales se convirtieron en escombros que ahora forman parte del cinturón de asteroides y se conocen como Vestoides.
Incluso cientos de ellos han llegado a la Tierra en forma de meteoritos.
Pero Vesta nunca colisionó con un cuerpo lo suficientemente grande como para que eso lo afectara seriamente, de manera que permaneció intacto. Como resultado, Vesta es una cápsula del tiempo que remonta a una era pasada.
«Este pequeño y resistente protoplaneta ha sobrevivido al bombardeo del cinturón de asteroides durante 4.500 millones de años, lo que hace que su superficie sea, posiblemente, una de las superficies planetarias más antiguas del sistema solar», dijo Christopher Russell, quien es el investigador principal de la misión Dawn, en la UCLA (sigla en idioma inglés de Universidad de California en Los Ángeles).
«El estudio de Vesta nos permitirá escribir una historia mucho más certera de la juventud turbulenta del sistema solar».
Los científicos e ingenieros de Dawn han diseñado un plan maestro con el fin de investigar estas características especiales de Vesta.
Cuando Dawn llegue a Vesta, en julio de este año, el polo sur se encontrará bajo la plena luz solar, proporcionando de esta manera una vista clara de un gigantesco cráter que se encuentra allí.
Ese cráter podría revelar la estructura dispuesta en capas de distintos materiales dentro de Vesta, los cuales nos dirán cómo evolucionó el cuerpo luego de su formación.
Conforme las estaciones avancen durante la visita de 12 meses, la órbita que se ha planeado permitirá a Dawn confeccionar mapas del terreno previamente desconocido.
La nave espacial realizará diversas mediciones, incluyendo datos de alta resolución sobre la composición, la topografía y la textura de la superficie. La nave también medirá el tirón gravitacional de Vesta, lo cual ayudará a conocer mejor su estructura interna.
«Los propulsores iónicos de Dawn nos están empujando suavemente hacia Vesta, y la nave espacial se está preparando para su gran año de exploración», dijo Marc Rayman, quien es el ingeniero principal del proyecto Dawn, en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, por su sigla en idioma inglés), de la NASA, en Pasadena, California.
«Hemos diseñado nuestra misión con el fin de obtener el mayor provecho posible de esta oportunidad de revelar los apasionantes secretos de este mundo exótico e inexplorado».
Fuente: NASA