Detrás de cada tableta de chocolate está el trabajo, la explotación, la miseria, la desgracia de miles de niños esclavos.
En toda Costa de Marfíl, en África, cientos de miles de niños trabajan esclavizados en las plantaciones de cacao. Los cultivos son de muy difícil acceso y están fuera del control y el censo internacional. Los productores ‘tiran’ de esta mano de obra barata ante la asfixia del precio convenido con sus intermediarios, directamente vinculados a las multinacionales. El precio que reciben los aldeanos no se ha modificado en 40 años mientras que en el mercado internacional ha subido -según algunas fuentes- hasta un 300% sólo en los últimos 10 años [fuente «Bitter Sweet» (Dulce amargo) documental de la BBC]
En el 2000 informes de la administración norteamericana hablaban de más de 15.000 niños de entre 9 y 12 años vendidos como esclavos en las plantaciones de café y cacao de Costa de Marfil. Más de la mitad del cacao que se consume procede de África. Allí hay plantaciones donde trabajan todavía casi 300.000 niños subyugados por la influencia de las multinacionales y fuera del comercio justo. Probablemente lo hayas oído alguna vez con cierta incredulidad. Hoy te voy a contar el pasado y el presente de esta iniquidad. De como algunas compañías como Nestlé han demorado y diferido su gran responsabilidad en los acuerdos establecidos para solucionar, de raíz, el problema de esclavitud en estas plantaciones.
El “Theobroma cacao“, árbol del cacao o “Alimento de los Dioses” es una planta nativa de América del Sur que es ‘criolla’ en el continente americano y ‘forastera’ en el africano. Esta última variedad, por sus componentes taninos y mejor precio, se ha convertido en la familia más solicitada para la industria alimenticia occidental, transformando a Costa de Marfil, Ghana, Nigeria y Camerún en los principales productores mundiales de cacao.
El subterfugio de Nestlé, amparado por la libertad de comercio y de formulación de sus productos, ha sido -históricamente- comprar chocolate en aquellos mercados internacionales donde se mezcla con otras variedades perdiendo entonces su identidad como producto “hecho por esclavos” y haciendo imposible su catalogación y procedencia exacta. Conforme crecía la empresa y su monopolio en el sector, sus brutales necesidades de materia prima hicieron imposible la selección de productos más controlados y, por tanto, más caros en mercados de calidad. ¿Para qué molestarse pudiendo comprar bueno, bonito y barato?
Además, la (no) ley internacional por un comercio justo ha avalado con sus carencias estas prácticas. En septiembre de 2001, demostrado el mal hecho durante tanto tiempo con el cacao africano, las principales multinacionales y explotadoras del cacao de África occidental se vieron obligadas a firmar por la presión de la opinión pública y la insistencia de los jueces estadounidenses Tom Harkin y Ellot Engel, un acuerdo internacional o “Protocolo del Cacao” para hacer frente a las peores formas de trabajo infantil y trabajo forzado de adultos, en las plantaciones de cacao en África Occidental. La mayoría pidió una prorroga de cuatro años para confirmar los compromisos. Los resultados en 2008 no fueron los deseados.
Poco después, el periodista holandés Tony van der Keuken, levantó ampollas con un impresionante reportaje sobre el ‘trapicheo’ de Nestlé y otras compañías con el cacao de Costa de Marfil. La respuesta a la campaña orquestada por Tony de un directivo de la multinacional Nestlé fue: “Está bien, llamadlo esclavitud; pero todos sabemos que seguirán siendo pobres de todas formas”
A pesar de todo ello, Nestlé ha trabajado y destinado muchos recursos, intentando acabar con el problema -más desde un punto de vista mediático que efectivo- suscribiéndose siempre a todas y cada unas de las organizaciones que promueven el comercio justo del cacao. Y con un pequeño goteo de inversiones mediáticas y teledirigidas a ablandar la mellada opinión pública. Los esfuerzos de otras compañías por garantizar el etiquetado “free-slavery” demuestran que es posible certificar la procedencia ‘limpia’ del cacao dentro de sus marcas. Así mientras empresas como la multinacional inglesa Cadbury, se están empezando a adherir al “Comercio justo” en sus marcas originales.
Nestlé tira balones fuera creando un único producto (entre más de 8.500, y no es chocolate) que sí se suma a la iniciativa del ‘Fair trade‘ pero no se sabe por qué no lo hace con sus marcas más tradicionales ¿Tendrían que cambiar las formulaciones de sus productos para adaptarse a los cacaos limpios? La impresión es que después de varios lustros de comercio más-que-injusto han creado una dependencia del cacao esclavo y sus pingües beneficios difícil de contrarrestar hoy en día. Según el irónico código empresarial de conducta de Nestlé “[…] la integridad, la honestidad, el trato justo y el pleno cumplimiento de todas las leyes aplicables han guiado las prácticas comerciales de Nestlé [..]“.
Entonces: ¿Por que es tan difícil cumplir los compromisos firmados al mismo tiempo que otras empresas que con menor tamaño son capaces de sacrificar sus beneficios en virtud del acuerdo? ¿Por qué Nestle es una de las multinacionales con más acusaciones públicas y denuncias contra la salud pública y el medio ambiente de la historia reciente?
………….que gran miseria ………. tratar gente como mierda ………espero que este mundo en que vivimos se acabe de una vez …………. es insoportable saber que niños , adolescentes y adultos tengan esa vida maldita y miserable ……….mi primera medida es no comprar y hacer campaña para que nadie mas compre los productos de nestle hechos con sangre y sudor de esta pobre gente …….
Me parece muy fuerte,yo no lo compro hace años pues es muy caro y esto no lo sabia.Ojala algun dia se acabe tanta injusticia lo sospechaba pero creo que hay mas casos de estos en otros productos.Pobrecitos niñ@s pues no les dejan tener infancia.