Todo el mundo recordará que unas semanas después de los ataques del 11-S en EE UU se vivió otro pánico social cuando comenzaron a aparecer sobres enviados por correo postal infectados con ántrax, una bacteria letal cuyas esporas se consideran armas biológicas. ¿Cómo acabó aquella historia?
La respuesta puede leerse con todo detalle en Anthrax Redux: Did the Feds Nab the Wrong Guy? de Noah Shachtman (Wired, anril 2011) un artículo tan largo como excelente sobre los intríngulis de una investigación que requirió más de siete años. Por su complejidad lo denominaron el caso más caro y más difícil en la historia del FBI.
Lo más preocupante del asunto es que la conclusión fue que el autor de estos ataques terroristas fue un «científico loco» de los EE UU llamado Bruce Ivins, que trabajaba precisamente en un un instituto de investigación del departamento de Defensa norteamericano. Una vez que tras miles de análisis y pruebas se supo que el «trabajo» sólo podía haber sido llevado a cabo con alguien con mucha experiencia en ese campo y sobre todo con acceso a diversos cultivos y tipos de ántrax, el problema fue afinar la persona en concreto y conseguir las pruebas.
Como aventura y relato científico-divulgativo el artículo es también absolutamente genial, como suelen ser todos los reportajes de investigación de Wired de este estilo.
Otro desgraciado ejemplo de cómo a veces las más temibles amenazas no provienen de lejanas montañas sino que pueden estar tan cerca que no las veas porque el origen sea uno de los tuyos, en este caso, un simple zumbao pero que causó 5 muertos y 17 infectados… y el pánico total de la población.
Ivins se suicidó hace unos años.
Había sido interrogado varias veces sobre la investigación sobre su extraño comportamiento durante todo ese tiempo y acerca de su vida anterior, desde los tiempos de estudiante. El artículo sostiene que hay quien cree que no actuó solo o incluso que el FBI puede haberle señalado como el autor a pesar de tratarse de la persona equivocada.