La música triste estimula el cerebro en los pacientes que sufren Alzhéimer u otras demencias, según un trabajo de investigación realizado por científicos del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Salamanca en el Centro Nacional de Referencia del Alzhéimer de Salamanca.
Esa es una de las conclusiones que presenta la nueva terapia no farmacológica realizada por estos científicos para ralentizar el desarrollo de esta grave enfermedad dentro del Programa de Actuación Cognitiva Integral en Demencias, que ha sido ensayado durante los dos últimos años por profesionales del Instituto de Neurociencias en dicho centro.
La propuesta realizada por los científicos salmantinos consiste en una terapia multifuncional cognitiva que pretende estimular la llamada plasticidad central haciendo hincapié en aspectos básicos como la atención o las emociones.
De las terapias realizadas, la que mejor resultado ha dado ha sido la de estimulación de la memoria autobiográfica mediante música. El director del proyecto Juan José García Meilán, ha explicado que «hemos comprobado que la música es eficaz para estimular los recuerdos, sobre todo las músicas tristes».
La música también ha funcionado muy bien en otra terapia, de estimulación sensorial, auditiva y visual, que consiste en hacer escuchar al paciente ritmos repetitivos, de Vivaldi o Mozart, que obligan al cerebro a aprenderlos.
También han creado un ejercicio de retroalimentación cerebral, que consiste en mover elementos de un ordenador gracias al mantenimiento de la atención, mientras que otro de los ejercicios propuestos está vinculado con la estimulación aeróbica mediante pequeños ejercicios físicos para oxigenar el cerebro.
El programa es resultado del trabajo de 10 personas durante dos años con unos 35 pacientes de entre 60 y 80 años, según explicó Juan José García Meilán, miembro del Grupo de Investigación en Neuropsicología Cognitiva de la Universidad de Salamanca.
El director del Instituto de Neurociencias, Miguel Ángel Merchán, destacó el trabajo realizado por los científicos porque «si conseguimos retrasar unos años los efectos del alzhéimer sería un avance enorme y eso pasa por dos aspectos, un diagnóstico precoz y un retraso en la evolución de los síntomas y, precisamente, este segundo punto es el que objeto de este programa de intervención«.