El Druidismo tiene su origen en la tradición de los pueblos Celtas.
Los celtas fueron una serie de tribus europeas con características y cosmología en común. La cohesión de este grupo no se trataba de un lazo sanguíneo o racial, sino un lazo cultural, religioso y lingüístico.
La diáspora Celta abarcó diversos puntos geográficos, en territorios como el norte de Iberia (Galicia y Portugal principalmente), la Galia (Francia y el Norte de Italia), los territorios de los Gálatas (Turquía) Britania (Inglaterra) Gales, Escocia e Irlanda.
Los inmigrantes Celtas se combinaron con las tribus que originalmente vivían en esos territorios y que son conocidos dentro de los círculos académicos como proteceltas, cuya cultura estaba también intrínsecamente relacionada con la naturaleza y sus ciclos, y tenían grandes conocimientos de astronomía y matemáticas, como se pueden encontrar en los asentamientos de Lascaux en Francia o Altamira en España, o los monumentos neolíticos de Stonehenge en Inglaterra o New Grange en Irlanda.
Creando lo que evolucionó en la cosmovisión Celta que prevaleció hasta la conquista Romana a partir de la época de Caio Lulius Caesar.
Los únicos asentamientos que quedaron libres fueron los de Escocia, Gales e Irlanda, donde los pueblos celtas continuaron su evolución, no sin tener invasiones esporádicas de los pueblos nórdicos (vikingos y sajones) e intentos de Roma de expandir su imperio.
Los Druidas eran una orden de sacerdotes que existieron en Bretaña y las Galias (Francia). La palabra Gaélica Druish significa hombre sabio o sagrado y en otro término mago.
Este rito vino de originalmente desde Grecia a través de Escandinavia, el Druidismo se dividía en tres ordenes que comenzaban con los bardos, quienes eran los poetas que componían himnos y cantaban en las ceremonias del culto, los Profetas o Eubages eran los augures o adivinos, tenían a su cargo el gobierno civil y la agricultura, y los Druidas o Vates quienes eran los depositarios de los dogmas de la religión y la filosofía, llenaban las funciones de sacerdotes y jueces.
Los sitios de adoración eran también de iniciación, generalmente eran circulares porque esa era la forma del universo, y no tenían techo por cuanto consideraban absurdo reducir al Omnipotente a la permanencia bajo un techo común, entre otros instrumentos se sabe que tenían un altar triangular, la espada de Belino y un cofre sagrado.
Se dice que sus ceremonias de iniciación requerían mucha purificación física y preparación mental, en el Primer Grado se representaba la muerte simbólica del aspirante, culminando en el tercero con su regeneración, donde este era colocado dentro de un bote.
Sus doctrinas eran similares a las de Pitágoras, sostenían la creencia en un Ser Supremo, la reencarnación, el estado futuro de las recompensas y los castigos, la inmortalidad del alma. El objetivo de sus ritos místicos era comunicar estas doctrinas empleando un lenguaje simbólico.
Muchas leyendas señalan que el cristianismo fue introducido en Inglaterra en los primeros años de la era cristiana, mucho antes que las misiones de san Patricio y San Agustín.
Algunos historiadores cristianos como Clemente de Roma y Eusebio confirman que San Pablo y otros Apóstoles visitaron las Islas Británicas. Lo cierto es que no fue sino hasta el s. XII cuando la Cristiandad Céltica fue puesta de acuerdo con los usos del Cristianismo Romano.
Se cuenta que la antigua Iglesia Británica poseía una profunda y mística forma de cristianismo derivada de fuentes orientales provenientes de los Essenios, quienes estaban muy vinculados a Jesús por haber sido uno de sus miembros.
Además de los sacramentos cristianos se practicaban ritos de línea Mitraica, también usados por los Essenios y puede que haya habido alguna sucesión de Misterios Judíos, no vinculados con los Colegios Romanos. Estas varias líneas de tradición fueron retocados con los locales Misterios Druidas. Así los Culdeos de York amalgamaron el misticismo cristiano con los ritos nativos, eslabonándolos a la Masonería Moderna.