III Acto. La misión parte 2

Una colaboración de Saya

La raza malévola evolucionó a un ritmo que no se pudo, o no se quiso, prever. La cuestión es que se transformaron en expertos en ingeniería, en genética, y eran, y son, guerreros por antonomasia. Desconocían dónde estaban. Aunque lo que lamentaban era no conocer el camino de vuelta a su planeta y sistema de origen. En el viaje fueron sedados y borraron ciertos recuerdos, uno de ellos el que les permitiría regresar. Así que lo lógico fue empezar por explorar los alrededores del mundo que los contenían y donde los habían arrojados sin miramientos.

   La exploración también tenía un objetivo añadido que traían consigo antes de ser trasladados a la fuerza. Sus estudios genéticos sobre su raza, la única que conocían hasta esos instantes, había descubierto que había un metal, que en una disolución concreta, e inhalado, haría que sus cuerpos fueran inmortales, de fácil regeneración y reparación en caso de necesidad por factores como accidentes o incidentes. El miedo a desaparecer como especie era tremendo, más cuando desconocían de dónde venían y mucho menos el origen de la existencia. Obviamente tampoco alcanzaban a darse cuenta de que estaban en la Nada, y que eran Esencias que al encarnar en tales cuerpos habían olvidado por completo Quienes Eran en El Todo. Pero su miedo se incentivaba al experimentar, pese a su gran longevidad, que al final la muerte les llegaba, siempre, y no querían desaparecer de un mapa que desconocían existía a su alrededor. Pero si se le une el factor de venganza que habían jurado realizar, la inmortalidad era necesaria para poder ejercer su propósito sin tener que morir en el intento.

Todo cambió cuando la Tierra fue descubierta, no por ser un planeta concreto con una raza determinada, cosas que les importaban poco o nada, sino por el hecho de encontrar enormes cantidades de oro, de una pureza tal, que no podía ni compararse con las muestras hasta ese momento encontradas en otros planetas. Esa pureza haría que su eternidad se materializara mucho más rápido. Así que el esfuerzo por conseguir el oro fue la orden prioritaria, y en ello se dispusieron hasta que se cansaron de extraer el mineral, y protestaron, con razón, a sus jerarquías. Ellos no eran mineros, y las condiciones de trabajo eran tremendamente exigentes y duras. Sus mandos lo tuvieron muy fácil en solucionar el problema. Sabían de la existencia de la raza que habitaba el planeta y se dedicaron a apresarlos y forzarlos a sacar el oro de donde fuera que existiera. Al ser la raza humana benevolente, no les hubiera parecido mal ayudarles a extraer oro, pero fueron forzados y por primera vez la maldad invadió a la Perfección que estaba sembrada en la Tierra. La maldad se iba a experimentar a la perfección, tal y como exigía el guión (NE-23).<em “mso-bidi-font-style:=”» normal”=”»> Y así fue cómo la maldad se instaló en la Tierra y sus habitantes hasta el momento actual.

(NE-22) Hay que explicar que en aquel traslado a la fuerza, la raza malévola desconocía quiénes les habían creado y qué habían creado sus creadores. Sólo sabían que existían, pero no conocían de su procedencia o de dónde venían. Eso sería algo que luego sabrían a la perfección. Añadir que esta raza está tremendamente jerarquizada, cosa que no ocurría en el resto de las razas, tenían, y tienen cadenas de mando muy severas, lo que no quita que protejan a su especie sin reparos de otras especies, pero entre sí no existe el maltrato o la hostilidad que eximen esgrimen contra los que no son como ell@s, es decir, contra el resto del Cosmos.

(NE-23) Perdón por esto que voy a decir: de tan buenos que eran los humanos en sus orígenes, eran de fácil convencer para que hicieran algo por los demás, más cuando comprobaron que aquellos recién llegados tenían unas capacidades que les hizo creer que eran dioses, y les sirvieron sin mucho más quejarse, aunque tampoco les quedó más alternativa dado que fueron esclavizados desde aquel entonces sin piedad, compasión o misericordia alguna. La Tierra era posesión privada, desde ese momento, de la raza malévola, que empezó con su acción a realizar una acción regresiva sobre la evolución de la raza humana, empezaban a involucionar. A partir de ese momento, se les llamaría la Raza Regresiva, y los Seres Humanos serían de su propiedad, pues entendían que ellos los habían conquistado y que aquello no pertenecía a nadie, ni nadie reclamó derechos algunos. Nadie de los que hasta entonces, en sus exploraciones, habían conocido. Entiéndase por regresivos que impiden el desarrollo evolutivo procurando una constante involución.  

Pasado el tiempo, las condiciones de trabajo se tornaron infrahumanas, y los humanos se rebelaron. Por primera vez supieron lo que era la rabia, rabia que habían aprendido de ver a sus dioses en sus actuaciones desproporcionadas, y por similitud las aprendieron y las expusieron contra los dominadores. Entonces, ante la resistencia y vigor mostrado en la lucha por no ceder en seguir de mineros, los Regresivos tuvieron miedo, pues la muestra de poder que mostraban los humanos, en esas circunstancias, eran temibles.

   Llegados a este punto, los Regresivos decidieron dar tregua y dejar pasar el tiempo, aunque el oro era vital para ell@s. Tenían que estudiar mejor esa raza que en principio parecía dócil y domesticable (y totalmente despreciable, pues los Regresivos se consideraban superiores), pero que a poca presión ejercida se había mostrado muy peligrosa para sus intereses. La solución más rápida fue secuestrar a unos cuantos especimenes y analizarlos. El descubrimiento, tras los resultados, fue sorprendente, y en modo alguno les cuadraba en absoluto. Así que las investigaciones continuaron. Sus adelantos les habían permitido descubrir y acceder a los Registros Akásicos, cosa que desconocían l@s 22 iniciales. De ello descubrieron lo que los 22 acaban de descubrir al mismo tiempo. (1) Comprobaron, para su desagrado, que l@s 22 iniciales eran los creadores de su raza; y (2) que al observar sus características decidieron exterminarlos. (3) Pero que posteriormente los habían vuelto a crear con un fin concreto. Tres puntos que animaban su sed de venganza con más ahínco.

  Así que si ya se sentían traicionados por todo lo que les hicieron, ahora tenían muchos más motivos. Se sentían usados y maltratados desde los inicios de su primera creación anulada. Esto motivó una ira absolutamente descontrolada hacia los 22, y, por ende, hacia el resto de las sociedades. Se sentían un experimento asesinado, resucitado, utilizado, desplazado de su planeta origen y forzados a vagar en solitario como especie desprestigiada por todas las demás civilizaciones. Pero el descubrimiento que destrozó todos los esquemas fue (4) averiguar, desde los Registros Akásicos, que los 22 iniciales tenían un Creador Primario del que desconocían su existencia y del que jamás habían oído hablar. Así que si ya se sentían un despojo, esto hizo aumentar el rencor hacia los 22, el resto de razas, y al Creador Principal que había permitido tal discriminación contra ell@s, al otorgarle el poder de hacer lo que quisieran a los llamados Dioses Menores. 

   El vilipendio experimentado produjo que entraran en cotas de vileza y depravación inusuales que se evidenciaría muy pronto contra todo el que no perteneciera a los Regresiv@s. 

   Pero si se cree que todo lo averiguado había quedado aquí, (5) la sorpresa fue mayor cuando descubrieron toda la trama universal que se estaba desarrollando, y que ellos sólo habían sido creados con un fin concreto y con fecha de caducidad, pues serían eliminados una vez cumplieran el objetivo por el que fueron creados, tal y como hicieron con el primer experimento genético de su raza, que fue fumigada y extinguida. Así que ni siquiera se podían sentir hermanos de nadie, hijos de nadie, ni parientes de nadie. Se sentían la escoria más abominable contra la que se planeaba un final real. Y si la raza regresiva buscaba la eternidad en ese cuerpo físico, ahora tenían más motivos para ello, pues el resto de las razas, por sus peculiares genéticas, no podrían alcanzar la inmortalidad corporal como la genética regresiva. Si conseguían la inmortalidad, conseguirían el dominio de todo, ya que todo estaba contra ellos. Incluso el saber que eran Esencias del Todo encarnadas en tal raza no consiguió un poco de reflexión, al contrario, también querían vengarse del Todo, del Creador Primario. 

   Descubrieron, así, que estaban en una guerra, no declarada, contra todos los seres del Cosmos.

    ¿Creéis que todo lo descubierto quedaba ahí? No. Y es que lo que voy a relatar, en breve, lo descubrieron los 22 iniciales al mismo tiempo que los Regresivos. El experimento de crear la Raza Humana para arreglar las líneas de tiempo estropeadas, y advertidas por el Creador Supremo a los 22, había conducido a crear una raza PERFECTA: la Humana. Tal perfección contenía el códice exacto de la Esencia Divina al haber unido el ADN, tan favorable, de los 22 iniciales. Era el códice del Todo en la Nada. Lo que los 22 iniciales consiguieron sin saberlo, fue crear el cuerpo o vehículo perfecto para que lo Perfecto, el Todo, ingresara, se encarnara en la Nada para experimentar en primera instancia todo lo que no era. (5) Así que de aquellas, tod@s, entendieron que la Esencia encarnada en la Tierra era el mismo Creador Supremo, el Todo, lo Eterno, lo Insondable, la misma Fuente; el Dios que había permitido a los 22 iniciales que les crearan (a los Regresivos) sin que les presentaran a su auténtico creador. Así que si el odio por los 22 iniciales y el resto de razas era evidente, el que adoptaron contra el Todo era incalculable. Y llegados a este punto, la guerra llamada de las galaxias estaba servida.  

  Se quisieron conciliar las posturas, pero fue inviable. Los Regresivos reclamaban el dominio de la Tierra, y los 22 también. Los primeros, con razón, dijeron que habían dejado a la Tierra a la suerte de que ellos (Los Regresivos) la encontraran, y que legítimamente les pertenecía pese a que ellos fueran quienes pusieran vida inicial en el planeta. Pero el argumento de peso fue que la humanidad fue creada con un objetivo que tenía que alcanzar mediante el propósito por el cual había sido creada la raza Regresiva. Por tanto, estaban en el derecho de hacer aquello para lo que había sido creados: procurar toda la maldad posible a la perfección en la humanidad. 

   Pero los argumentos estaban algo torcidos, pues de lo que se trataba es que la Tierra se había constituido en el punto de equilibrio (o el botín) entre los que unos se autoproclamaban las fuerzas de la luz de la Oscuridad contra  los designados como fuerzas de la Luz. Así que quien controlara la Tierra, controlaría la Nada, y muy posiblemente el Todo, pues el Ser Humano era el cordón umbilical entre ambos planos.

    Eso es tal cual, pues si la Esencia Divina, El Todo, era el Ser encarnado en la Tierra y poseía el códice exacto de toda Creación y Existencia, quien tuviera el ADN mitocondrial y la Tierra en su poder, controlaría la existencia del Todo y de la Nada, inclinando, unos la balanza hacia el Todo, y otros hacia la Nada. 

Solo hubo acuerdo para una cosa: pelear. Y ahora sí que todo ser vivo de cualquier planeta estaba experimentando las secuelas de la maldad: el miedo a desaparecer si los Regresivos tomaban el poder de la Esencia Divina encarnada en la Tierra. Lo de menos eran los humanos en todo esto. La clave, el botín, era la Tierra. Un pequeño y perdido mundo olvidado de tod@s, se había constituido en la llave que inclinaría las fuerzas a la oscuridad o a la luz. Dios estaba en manos de la Nada. Pero eso era lo que se quería experimentar, Lo inmenso, con el libro que Lo Eterno entregó a sus Esencias.  

   Mientras las batallas se sucedían sin fin y sin ventajas hacia ningún lado, aunque sí se podía decir que los Regresivos tenían el control de la Tierra, de Dios, y las fuerzas de la Luz no podían arrebatársela, esto hacía que la balanza estuviera ligeramente inclinada hacia los Regresivos, aunque también hacia los de la Luz que impedían que el dominio de los Regresivos se extendiera más allá de sus fronteras iniciales. Aunque los Regresivos, teniendo el control de la Tierra, no necesitaban conquistar nada más en la Nada. 

   Todo terminó en unas tablas incómodas. No más guerras que no llevaban más que a una especie de guerrilla de trincheras en las galaxias sin avances hacia ningún lado y el progresivo extermino de miles de vidas de ambos bandos sin que tales sacrificios redundaran en nada positivo para ninguno de los dos bandos. No habría más agresiones mutuas, eso se pactó. La humanidad quedaba en manos de los Regresivos y las fuerzas de la Luz  quedaban vigilantes a la expectativa de encontrar alguna brecha por la que poder vencer a sus criaturas en rebeldía eterna. Era el eterno conflicto que se experimenta en las relaciones humanas en la Tierra entre padres e hijos, muchas veces, no todas. 

   Mientras, los Regresivos, ante el poder descubierto en el ADN humano, decidieron mermarl@s lo suficiente como para tener una raza que les sirviera  como esclavos eternos con las mínimas capacidades necesarias para sus objetivos. Para ello fue necesario descubrir en el laboratorio el equilibrio que buscaban, y ello se encontró al unir los doce codones del ADN (que el Ser Humano posee en su genética, con todo el códice divino instalado en el mismo)  en dos, y desconectar los 46 pares de cromosomas (que tanto poder les otorgaba) dejándolos en 23. Por debajo de esto se convertían en meros animales de carga que no les eran muy útiles, pero en la forma inicial, especificada, la Raza Humana era fácilmente manipulable y controlable para los fines que necesitaban. Además, descubrieron, para colmo de bienes de los Regresivos, que el Ser Humano en esos mínimos podría ofrecer niveles energéticos de miedo de alta calidad de los cuales podían servirse a modo de alimento. Pues la energía predominante en los Regresivos, tras todo lo que había pasado añadido a su genética,  es la más baja, es decir una energía negativa (NE-24). Pero si a ello se le unía que el oro en la Tierra era el más puro, al estar la Esencia del Todo encarnada en la misma Tierra dándole a todo lo que lo formaba la mayor de las purezas, también tenían otro motivo para luchar por el botín estelar: un oro de altísima calidad que les permitiría con el tiempo, y en mezcla con su ADN obtener un cuerpo eterno, tal y como perseguían. Y la venganza podría estar asegurada, por toda la eternidad. Y la eternidad podría transformarse en un golpe de estado en el Todo, haciendo que el Todo, no fuera más que la Nada en control de los Regresivos.

(NE-24) Al descubrir que el ADN Divino del Ser Humano podía expresar niveles energéticos de amor absolutamente maravillosos en su estado normal, que para ellos – los regresivos – no eran asimilables, o más bien les producía dolor, evidenciaron que al disminuir el ADN, como lo hicieron, la pureza la energía se podrían transformar en negativa con una calidad mucho más alta de la inimaginable. Y desde entonces tener al Ser Humano experimentando el miedo continuado producía la energía de la que se alimentaban con gran placer. Así que el Ser Humano se convirtió en el más espléndido y exquisito alimento energético de la raza Regresiva. Obvio, que no pensaba soltar el caviar encontrado. Tenían un manjar que no pensaba perder de ninguna manera. 

  La tregua parecía, en estas circunstancias, ser tremendamente favorable para los Regresivos, y así lo creían con todas su fuerzas. Es más, no había nada en contra que les hiciera pensar en otra alternativa. Además se le sumaba que al ADN humano le añadieron parte del suyo (del Regresivo) para conseguir que su nivel energético (el del Humano) fuera más colérico como el de ellos, y así la facilidad de ser un alimento energético a poco que se le azuzara se convertía en una fuente energética fácil de obtener en cualquier momento, y de cualquiera de ell@s. 

  No todo quedaba aquí. La Tierra había asimilado tal cambio genético, por lo que se había enriquecido del único ADN que le faltaba (el de los Regresivos), y eso la hacía más fuerte, sin que ello fuera percibido por los Regresivos. Esto es debido a que al tener el ADN de los Regresivos, le daba una información genética de sus virtudes y defectos. Pero los dominantes tardarían mucho en darse cuenta de que su enemigo principal, El Todo, al que, suponían, tenían en su poder, les conocía a la perfección, y tenía las mismas características de ellos pero en control; sin el descontrol de los Regresivos. 

    La Tierra se había convertido en la biblioteca genética del Cosmos. Además, la Noosfera, propia del planeta, registraba todos los sucesos que se realizaban en su espacio, y estos datos estaban disponibles a quienes supieran conectar con la misma, aunque por aquellos momentos no se conocía este detalle tan importante ni por parte de los Seres Humanos ni por parte de los Regresivos.

L@s malévol@s no podrían azuzar a la Tierra como lo hacían con los Seres Humanos de forma directa, pero sí indirecta porque la Tierra recibía todas las experiencias de sus seres vivos, eso era obvio para ellos a esas alturas; así que el conocimiento del control de la Tierra  por los Regresivos era absoluto, o así lo creían. Pero la Tierra tenía un as en la manga, y esa era una grandísima ventaja, en una partida futura que se tendría que jugar sin que los Regresivos adivinaran tal movimiento.

  Lo que los Regresivos no se habían planteado es que los Seres Humanos podrían tomar un día la iniciativa y negarse a cumplir con los mandatos de sus señores dueños y propietarios. Y así ocurrió. Por más padecimientos, castigos, vilezas y crueldades a las que fueron sometid@s, no consiguieron doblegarles, solo tenerlos bajo su yugo, pero no vencid@s. El Ser Humano llegó a un límite en que preferían morir a vivir con aquella tremenda falta de dignidad siendo esclavos sin vías posibles de cambio de estatus. 

  Los Regresivos que para la resolución de múltiples facetas poseían una inteligencia fabulosa, y para otras eran algo nefastos se reunieron para dar solución a los problemas encontrados para la ejecución de sus planes de venganza. La decisión tomada fue muy clara:

      (1) Ante este problema irresoluble, decidieron que murieran tod@s. 

      (2) Ellos tenían ADN suficiente en sus laboratorios para reproducir de nuevo la Raza Humana, esta vez sin que poseyeran recuerdo de dónde venía, de qué había pasado con sus antecesores y lo mejor: inculcarles que los Regresivos eran sus dioses creadores y que tendrían que obedecerlos. 

      (3) Aquello sería fácil de hacer con una educación conductual hacia las prácticas que se pretendían. 

      (4) Así que decidieron limpiar la Tierra de Seres Humanos.

    Iban a fumigarlos como hicieron con ellos hacía eones, y lo harían sin piedad.   

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