Si la mente es el motor y el cuerpo el vehículo.
Así cómo la música depende de la calidad del instrumento, la inteligencia corporal resuena en las emociones y las creencias.
Los sabios griegos decían “mente sana en cuerpo sano” y desde aquellos tiempos ancestrales se reconocía la conexión entre el cuerpo y la mente.
Sin embargo, el cuerpo se descuida al no darle un buen mantenimiento, incluso con la edad, se tapa, se cubre con ropa holgada para que nos e noten las imperfecciones o los malos hábitos de comida o de una vida sedentaria.
El cuerpo puede ser algo pecaminoso para algunas formas de pensar, no se debe ver, no se debe tocar, solo hay que prestarle atención cuando se quiere agradar a alguien.
Yo crecí con esas creencias, fui educada en escuelas de religiosas que tenían la mejor intención de educar, pero una forma de pensar muy cerrada en cuanto al cuerpo.
A través de una búsqueda constante de respuestas, he aprendido que en el cuerpo está la sabiduría de nuestro ser, el cuerpo no es sólo un medio para lograr algo, sino que en sí mismo se encuentran todas las respuestas.
Estar consciente de la forma en que respiras, de tus pies, tu cabeza, tus brazos, sentir como irriga la sangre por tus venas, sentir los latidos de tu corazón, dejar de pensar y meterte al cuerpo, es la forma más efectiva que conozco para sentirse bien de inmediato… estar conectado con esa fuerza vital que tenemos, que siempre está ahí, que al reconocer lo que le duele y meterse ahí, no desde la mente, sino desde la emoción… es liberar el dolor.
Cuando hay dolor real, lo más importante es reconocerlo, darle espacio y sentirlo en toda su magnitud. El dolor no es algo agradable y no deberíamos esperar que lo fuera. Al darle espacio y sentirlo, le damos la posibilidad de que se mueva, circule y se transforme.
La reacción condicionada de negar y resistir el dolor no hace más que profundizarlo y terminamos guardándolo en nuestro cuerpo para más tarde. Ignorar el dolor o alejar nuestra atención de él sólo hace que se perpetúe. (“La Memoria en las Células” Luis Diaz)
La forma tradicional de actuar frente al dolor es evitarlo, y al evitarlo lo resistimos, y al resistirlo lo hacemos más fuerte.
Aceptar lo que es y más que evadirlo, darle la bienvenida, abrirse y ver que hay detrás de eso, es la forma de sanar de raíz aquello que nos hace deprimirnos, enojarnos o distanciarnos de nuestros seres queridos.
El cuerpo nos alerta sobre lo que pasa en la mente sub-consciente, nos manda señales, lo unico malo es que en lugar de ver que hay detrás de una molestia, de inmediato tomamos medicina para calmar el dolor, y así, perdemos toda pista que la Inteligencia Corporal nos está dando.
Meterse al cuerpo implica silencio interior, dejar a un lado los pensamientos, las interpretaciones, los razonamientos… unicamente estar ahí da mucha paz y surge la creatividad para nuevas posibilidades, nuevos caminos, desde aquí y con lo que tengo, no necesito nada mas.
Mente sana en cuerpo sano…qué es primero? la mente o el cuerpo?… de acuerdo a esta frase, la pista está en el cuerpo , cuánta razón tenían los griegos!
Aurora Cruz
Tenemos que tratar nuestro cuerpo con el tabernáculo de nuestra mente, cuidarnos y amarnos pensando que si exteriorizamos nuestra alegría ¿porqué no hacerlo con nuestro dolor? Tanto físico como psíquico.
en momentos de mucho dolor solo te importa buscar la medicina que te alivie, pues no conoce aun el hombre algo mas eficiente que la medicina contemporanea producto de siglos de ciencia firme. creo que la meditacion y el conocimiento de unno mismo puede servir para reducir el riesgo de enfermarnos y vivir mas sanos pero una vez enfermos solo la ciencia te cura y creo que eso es incontrovertible
no?
saludos!