Tuvo su origen en la Reforma del siglo XVI, sus principales ramificaciones históricas han sido:
Iglesia anglicana. La Iglesia de Inglaterra se convirtió en autocéfala al romper Enrique VIII con el papa Clemente VII, porque éste se oponía al repudio de Catalina de Aragón. Mediante el Acta de supremacía (1534), el rey se autoproclamó cabeza suprema de la Iglesia de Inglaterra. Derogó los privilegios de la Santa Sede, pero mantuvo la jerarquía y el dogma católicos, y persiguió a los protestantes. Hizo ejecutar también a quienes se negaban a aceptar el Acta (como Tomás Moro y el obispo Fisher). Bajo su sucesor, de influencia calvinista, se instauró una nueva profesión de fe y una liturgia en lengua inglesa. El reinado de María Tudor significó un reencuentro con Roma, pero esto hizo que fuese objeto de intrigas. De este modo, Isabel I pudo consolidar y organizar de forma definitiva el anglicanismo dentro del espíritu de un calvinismo moderado. La liturgia permaneció casi católica y se mantuvo la estructura jerárquica y feudal de la Iglesia, aunque, desde fines del s. XVII, existan dos tendencias dispares: la alta Iglesia (high Church), catolizante (en cuyo seno se originó, en el s. XIX, el movimiento de Oxford), y la baja Iglesia (low Church), de tendencia calvinista. A partir del s. XVIII, surgió la tendencia de la Iglesia amplia (broad Church), orientada hacia la unidad protestante. Las especiales características del anglicanismo crearon un talante cultural no sólo religioso, a medio camino entre el tradicionalismo católico y la rigidez calvinista, que acabó de diferenciar al inglés del resto de los europeos. El anglicanismo es un interlocutor favorable al diálogo ecuménico con Roma, instaurado de forma solemne cuando el doctor Fisher, arzobispo de Canterbury, visitó a Juan XXIII (2 de diciembre de 1960), encuentro que han repetido sus respectivos sucesores.
Iglesia luterana. El luteranismo (a diferencia del calvinismo, que era un sistema teológico) fue un movimiento religioso que hizo frente a la decadencia religiosa de fines de la Edad Media. Se propuso fundar la enseñanza de la Iglesia sólo en la autoridad de la Sagrada Escritura, aun reconociendo validez a los testimonios de la Iglesia primitiva. Este propósito aparece muy explícito en la confesión de fe luterana, la llamada Confesión de Augsburgo (1530), que junto con la Apología, los catecismos de Lutero y la Fórmula de Concordia de 1580, fueron las piedras angulares doctrinales del movimiento. La fecha clave del luteranismo fue el 31 de octubre de 1517, día en que Lutero fijó en las puertas de la iglesia de Wittenberg sus 95 tesis, redactadas en latín, contra el principio y la práctica de las indulgencias y que fueron el comienzo de la Reforma. Favorecido por los príncipes alemanes, que se unieron contra el emperador en la Liga de Smalkalda (1531), se difundió por toda Europa y dio origen a otros movimientos reformadores, como los de Zwinglio y Calvino. Gracias a la paz de Augsburgo, que instauró en Alemania el principio cuius regio, eius religio (1555), el luteranismo logró echar fuertes raíces en Alemania central y del norte y en la Alsacia septentrional. En la actualidad cuenta con unos 75 millones de fieles, de los cuales la mitad aproximadamente residen en Alemania.
Iglesia calvinista. El calvinismo es la doctrina religiosa que predicó Calvino. Su obra fundamental es la Institución de la religión cristiana, primera dogmática sistemática protestante, que se opone tanto al luteranismo como al catolicismo. En ella, Calvino se atiene de manera exclusiva a la Escritura, aunque acepta los cinco primeros concilios ecuménicos y la doctrina de Agustín contra Pelagio. La Escritura en la Iglesia goza de poder absoluto y basta el buen sentido junto con el testimonio interior del Espíritu Santo «para inquirir sobriamente acerca de los misterios». Jurista por formación, Calvino pone de relieve el papel de la ley, cuya disciplina es absolutamente necesaria a causa del estado de corrupción del ser humano, y se entrega a la glorificación de la Trascendencia divina, cuya soberanía se ejerce en la predestinación, incluso en la predestinación al mal. La reprobación es positiva y, por ende, la condenación. Signos de predestinación positiva son la piedad, la vida austera e incluso el éxito en las empresas. La altura dogmática de Calvino, arrastrada por una lógica tan implacable como fuera de lugar (la arbitrariedad se incrusta en el seno mismo de Dios), se hunde en el más craso moralismo, aunque hayan sido excluidos la confesión, los votos y el celibato obligatorio y los sacramentos se hayan reducido al bautismo y a la eucaristía. Aquí, en esta búsqueda de signos de predestinación, hay que buscar la raíz del celo calvinista y de su rigidez moral, que desembocó en el más rígido puritanismo. Por otra parte, la expansión del calvinismo en Suiza se vio limitada por la fuerte oposición de los discípulos de Zwinglio. En cambio, encontró las puertas abiertas en Francia, a pesar de las sentencias de muerte que pesaron sobre sus seguidores, llamados hugonotes, y de la violencia que suscitó (Noche de San Bartolomé de 1572) y causó. Las sangrientas guerras de religión entre hugonotes y católicos concluyeron con el Edicto de Nantes (1598), que reconoció la existencia legal del calvinismo. En 1540 penetró en los Países Bajos y se convirtió en su religión oficial en 1579. En Escocia, John Knox, discípulo de Calvino, fue llamado (1547) por algunos nobles a enseñar en la Universidad de Edimburgo y convirtió este país en uno de los focos más activos del calvinismo. La expansión marítima y colonial de Gran Bretaña y de los Países Bajos lo llevaron hasta América del Norte y África del Sur. En la actualidad, cuenta con unos 40 millones de fieles. Su éxito hay que buscarlo tanto en su amedrentadora doctrina sobre la predestinación, como en su doctrina sobre la santidad del trabajo, bueno cuando se asume no por placer, sino por «el oro y la plata, criaturas de las que se puede hacer un buen uso», y en su legitimización del interés, hasta entonces prohibido a los cristianos. No es de extrañar que la creciente burguesía mercantil prestara sus oídos, y más, a la Reforma que venía de Ginebra y viera en ella tanto un factor como una legitimización de su presente y de su futura prosperidad.
Otras divisiones menores son:
Congregacionalismo. Dentro del protestantismo es doctrina que reivindica la autoridad de la iglesia local como única forma auténtica de la Iglesia invisible, y atribuye a la asamblea de los miembros la dirección de la iglesia local.
Puritanismo. El puritanismo, fundado en el culto a la Biblia y en la vivencia de la predestinación, floreció en Inglaterra en los ss. XVI-XVII. Aborrecía el arte, el teatro (cuyas salas llegó a cerrar, 1642) y, en general, todo aquello que sirviera de distracción o de entretenimiento. Los puritanos llegaron a sentirse elegidos por encima de la masa de los pecadores. El puritanismo apareció en 1564, al rebelarse algunos miembros de la Iglesia anglicana contra los restos de catolicismo. Influido por el calvinismo, anticatólico y presbiteriano («ni rey ni obispo»), desempeñó un activo papel en tiempos de Isabel I por medio de la Universidad de Cambridge. Perseguidos los puritanos por la Alta Comisión Eclesiástica emigraron a Países Bajos y luego a América del Norte. Al insistir en la austeridad de vida, sosteniendo que la prosperidad en los negocios era señal de elección divina, su doctrina contribuyó a la formación de la burguesía capitalista en Inglaterra y EE UU y a la expansión del régimen parlamentario.
Cuáqueros. También conocidos como Sociedad de los Amigos. El término cuáquero proviene de las palabras con las que George Fox, fundador del cuaquerismo, exhortó a un juez a «honrar a Dios y a temblar (en inglés, to quake) ante su palabra». El zapatero George Fox predicó su doctrina por primera vez en 1647. Los Amigos profesan los siguientes puntos: autoridad suprema de la palabra interior del Espíritu Santo (las Escrituras no son, pues, criterio determinante), supresión de todos los sacramentos, prohibición del juramento, negación del derecho a la legítima defensa, abolición del ministerio ordenado, sustituido por el sacerdocio universal, extendido incluso a las mujeres, culto facultativo y ausencia de todo dogma. Se caracterizan por un tuteo generalizado, por su oposición a descubrirse ante los superiores y por no llevar distintivos. Se propagaron a partir de 1650 y sus misioneros llegaron, entre 1654 y 1656, a América del Norte, donde se asentaron, sobre todo, en Pennsylvania, territorio que W. Penn recibió en propiedad (Carta de 1681) y que se convirtió en su principal centro de actividad. En 1947 sus comités británicos y estadounidenses recibieron el premio Nobel de la paz. En la actualidad, cuentan con alrededor de 200.000 adeptos, coordinados por un comité mundial.
Presbiterianos. El presbiterianismo es un sistema eclesiástico, preconizado por Calvino, que confiere el gobierno de la Iglesia a un cuerpo mixto (pastores y laicos) denominado presbyterium. El presbiterianismo comprende las Iglesias calvinistas de habla inglesa, todas ellas de origen británico, y las Iglesias reformadas, de origen continental. En 1877 se constituyó una alianza de las Iglesias presbiterianas que en 1921 se convirtió en la Alianza Reformada Mundial. Las Iglesias presbiterianas tienen en común un culto litúrgico muy sencillo, constituido por oraciones y cánticos que no siguen un plan preconcebido, aunque algunas recientes reformas litúrgicas han enriquecido y complicado el culto.
http://www.arconet.es/ecumenismo/105las_religiones/Cristianismo/El_protestantismo.html
Provechosa información.
Muy interesante. Todas las religiones son válidas mientras no se busque un provecho propio, por desgracia pocos son los puros de espíritu.
Durante mi búsqueda espiritual formé parte de una congración protestante, específicamente una evangélica cristiana, durante unos meses. Me llamó mucho la atención y sentí gran admiración por la labor de «rescate y liberación» de personas de la indigencia, el alcoholísmo y la drogadicción. Estuve muy involucrado en ése «ministerio» y fué una experiencia enriquecedora, tanto en lo humano como en lo espiritual.
Aprendí también el valor y el poder de la oración y el ayuno, como herramientas para el crecimiento y fortalecimiento espiritual. No obstante, ha pesar de todo lo anterior, me retiré y segui mi propio camino, mi voz interior y mi conciencia. Las razones de éste » corte y retiro » fueron las siguientes:
1°) DEBIA ser totalmente obediente y sumiso a la autoridad de los pastores de la congregación o la iglesia. No se permitia cuestionamientos ni críticas a cualquier decisión o directriz.
Me pareció absurdo tener que ser absolutamente sumiso y obediente a un ser humano de «carne y hueso», cuando notaba que el mismo tenía sus propios gustos, preferencias y prejuicios personales. La rebeldia era rechazada con firmeza y se consideraba una influencia demoniaca.
2°) Eran muy común y frecuente usar el MIEDO y la CULPA como estrategías de control y manipulación de las «ovejas», para que nadie se atreviera a disentir, contradecir o desertar de la congregación.
Sentía que muchas cosas no marchaban bien dentro de la iglesia, además de la falsedad e hipocresía de algunos personajes importantes, sino que además NADIE se atrevia a exponerlo, por el miedo o la culpa que sentian si lo hacian.
3°) La ostentación, la riqueza económica y el alto poder de alguno de sus dirigentes o fieles me resulto, muchas veces, muy sospechosa y repugnante. Se exaltaba, se admiraba y se reconocía a todos aquellos fieles que habían tenido progreso económico y material, durante su afiliación a la congragación o la iglesia, «supuestamente» todo ello producto de las «bendiciones de Dios».
Todo ésto me pareció contradictorio ¿ qué tiene que ver el progreso económico o la riqueza material con el crecimiento espiritual ?, ¿ por qué tanto «énfasis» en predicar las famosas «bendiciones materiales» ?. Muy sospechoso..!
4°) NADA, absolutamente NADA que no estuviera contemplado, contenido o sugerido por La Biblia, era considerado válido ni verdadero. La Biblia era seguida casi, al pie de la letra, ya que ésta era «La Palabra de Dios». En especial, los concilios Pentecostales y otros, son muy rígidos e inflexibles en esto.
Esta situación me valió el calificativo de «rebelde» dentro de la congregación, ya que muchas cosas de La Biblia me parecian contradictorias, injustas o sin sentido. Por ello, discutí mucho con el pastor y la pastora, por lo que terminé siendo ignorado e injustamente mal calificado, según ellos.
Bueno…, después de ésta larga «perolata», me cansé..!, ya no me queda más que decir de éste breve, pero intenso período de mi vida dentro de los «Protestantes».
Les deseo un hermoso y feliz dia para todos..!
¡Eres un gran humano Mariano! No quice nunca ser adepta de ningún movimiento supuestamente religioso: detesto que me obliguen a traves del corazón y el pensamiento pero íbamos a escuchar y siempre sacábamos algo positivo. Nada es todo malo ni bueno y aparte de no tener el derecho a juzgar no podemos meter a tod@s en el mismo saco, también hay puros de espíritu.
Hola lalunagatuna,
Tienes razón, no podemos meter todos en el mismo saco. Conozco y comparto todavia con algunos pocos protestantes, y éste compartir es muy grato y enriquecedor. Esta relación se da porqué éstos no tienen esa «obsesión o manía» de convertirlo a uno, cosa muy «típica y común» entre los evangélicos crisitianos. Ellos me acepta como soy y yo los acepto a ellos como tal, y disfrutamos mucho compartiendo, no metemos la religión ni nuestras creencias en ello, es de humano a humano…de corazón a corazón.
Honestamente lalunagatuna, no me siento cómodo ni a gusto rodeado de personas religiosas que tratan, por todos los medios, de imponerte sus dogmas y doctrinas y, por si fuera poco, tratan de convencerte de que si no lo aceptas, eres un alma perdida o te iras al infierno.
Por eso me inclino mucho más por la Espiritualidad, me siento más identificado y a gusto escuchando y seguiendo mi voz interior y la sabiduria interior, fruto de las experiencias de vida. No me gusta imponerme o tratar de covencer a los demás pero, tampoco me agrada que me lo hagan a mi. Trato de aplicar el «Vivir y dejar vivir». Esto por supuesto, no excluye el poder compartir tus valores y creencias con cualquiera, siempre y cuando se haga dentro de un ambiente de cordialidad y respeto mutuo.
Un fuerte abrazo..!