En tiempos de la Unión Soviética los niños no podían presumir de una amplia colección de juguetes, pero los pocos que tenían no eran tóxicos, al menos. Los de hoy, en cambio, contienen importantes niveles de sustancias nocivas que ponen en peligro a millones de niños de los países postsoviéticos.
El 29% de los juguetes que se venden en Rusia, Ucrania, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguizistán y Armenia contienen sustancias peligrosas que pueden provocar diversos problemas de salud.
Así lo evidencian los resultados de un estudio realizado a partir del análisis de 569 juguetes adquiridos en centros comerciales, mercadillos y tiendas-online de dichos países.
“Sometimos a pruebas 569 juguetes y en el 29% hallamos metales tóxicos: plomo (18%), antimonio (13%), arsénico (8%) y mercurio (3%)”, reveló la científica Olga Tsiguleva.
En algunos juguetes analizados las concentraciones de metales pesados superaban miles de veces las cantidades inocuas.
Los juguetes que no cumplen unas mínimas normas de seguridad presentan especial peligro durante los primeros años de vida, cuando los pequeños conquistadores suelen llevarse a la boca todos los artículos a su alcance.
Según expertos rusos, no hay que relacionar la presencia de materiales tóxicos con algún fabricante específico o lugar de adquisición del juguete, pues el 80% de los objetos peligrosos e inofensivos fueron producidos en China.
El papel de los juguetes en la vida de los niños es enorme, con su ayuda los pequeños exploran el mundo que les rodea y encuentran a sí mismos. Hay juguetes para todos los gustos y edades, pero antes de comprarlos, hay que asegurarse bien de que no harán daño a sus destinatarios y se adaptarán a las necesidades individuales del niño.
En todo caso, los especialistas recomiendan ir de compras a tiendas especializadas y no elegir juguetes en los mercados callejeros, donde hay más posibilidades de encontrar artículos que no pasaron por ningún tipo de control de calidad.
Y aunque la mayoría de las sustancias nocivas se detectan solo en un laboratorio, el olor también puede delatar la presencia de metales pesados como fenol y formaldehído. Si es fuerte, los expertos recomiendan resistirse a la tentación y buscar otro juguete y, a ser posible, en otra tienda.