Foto: La Voz de Rusia
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En la víspera de la Navidad, según el calendario gregoriano, que celebran junto con católicos y protestantes de todo el mundo los creyentes de la mayoría de las iglesias nacionales ortodoxas, el arzobispo Hilarión, de la diócesis de Volokolamsk, presidente del Departamento de relaciones exteriores eclesiáticas del Patriarcado de Moscú, saludó a los radioescuchas y lectores de La Voz de Rusia con motivo de las fiestas venideras:
—¡Queridos radioescuchas y lectores de La Voz de Rusia . Quiero saludarles cordialmente con motivo de las fiestas próximas del año nuevo y de la Navidad. El año nuevo es la fiesta en que la que las personas se reúnen en familia, hacen un balance del año que se va y dan la bienvenida al que llega. Pienso que, cada uno de ustedes tuvo muchas cosas buenas en el año transcurrido, y por todo ello hay que agradecer a Dios. Porque, muy a menudo recibimos aquello que es bueno para nosotros en la vida como algo natural, y vivimos sin dar las gracias al Altísimo. Mientras que la gratitud es aquel estado espiritual fundamental del ser humano que nunca debe interrumpirse. El oficio divino principal de la Iglesia ortodoxa se denomina Eucaristía, o sea, agradecimiento. Y su contenido principal consiste en dar las gracias a Dios por todo lo que hace a diario y a cada minuto por nosotros. Cada uno de nosotros pueda plantearse tareas para el año próximo que deberemos cumplir, y plantearse metas, hasta las que cabe avanzar. Pero, lo principal es que avancemos hacia ese objetivo con la ayuda de Dios, confiando no solo en las fuerzas propias, sino también en que el Señor mismo va a ayudarnos en las dificultades. Y para ello debemos, por cierto, verificar nuestra vida con el Evangelio y con los mandamientos divinos.
—La fiesta del nacimiento de Cristo que llega a nosotros recuerda, a todos y cada uno, la responsabilidad que tenemos de nuestra vida, y la del prójimo. Esta fiesta nos recuerda que no hemos llegado sin un fin a esta vida, sino con un objetivo concreto, con una misión concreta. El Señor invistió a cada uno de nosotros esa misión. Y es de suma importancia sentir esa predestinación, a fin de ser conscientes de para qué nos trajo el Señor a este mundo y, qué espera de nosotros. Y para que nuestra voluntad humana esté siempre en armonía con la voluntad divina. Y de ahí que sea indispensable abstenerse de los malos actos, renunciar a los vicios y preocuparse siempre del perfeccionamiento moral. El Señor no espera de nosotros que seamos santos gracias a los esfuerzos personales. El Señor nos ayuda en la vida en la Tierra. Y si queremos hacer el bien, Dios mismo acude a ayudarnos.
Con estos sentimientos y pensamientos quisiera saludar a todos, queridos hermanos y hermanas, con las magníficas fiestas que se avecinan.
¡Que Dios los guarde a todos!
sb/rl/sn
http://spanish.ruvr.ru/2012_12_24/Mensaje-de-Navidad-del-Arzobispo-Hilari-n/