Después de un intenso viento y granizo sobresalen los árboles dañados: ramas partidas, troncos caídos, bosques completamente devastados, hasta casi convertirse en llanuras. Después del desastre, los terratenientes, municipios y agencias gubernamentales se enfrentan a decisiones medioambientales y económicas importantes.
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Harvard, apoyado por National Science Foundation (NSF) y publicado en un artículo de la revista Ecology, revela un resultado sorprendente: cuando se trata de la salud de los bosques, de las plantas autóctonas y de la flora y fauna, la mejor decisión puede ser no hacer nada.
Las medidas de salvamento son la respuesta común para afrontar los desastres provocados por las tormentas que dejan miles de hectáreas de árboles caídos, rotos y cortados.
Generalmente, los dueños de las tierras y poblaciones afectadas se recuperan económicamente vendiendo la madera dañada. Pero para lograr un bosque estéticamente recuperado, se elimina el crecimiento y la biodiversidad original del bosque, de los cuales muchos animales y procesos ecológicos dependen.
En su lugar, se desarrollan bosques de sucesión temprana (proceso evolutivo de un ecosistema por su dinámica interna y factores externos en un espacio determinado) y crecimiento denso compuesto de especies de árboles amantes de la luz. Pero, ¿qué pasa cuando los bosques arrasados son abandonados a su propia suerte?
El artículo proporciona los resultados de un estudio llevado a cabo durante 20 años en el emplazamiento de NSF para la Investigación Ecológica a Largo Plazo del Bosque de Harvard (LTER), Massachusetts. El bosque de Harvard es uno de los 26 ecosistemas que LTER tiene alrededor mundo, entre ellos arrecifes coralinos, desiertos, praderas y regiones polares.
“Para gestionar ecosistemas sostenibles, debemos entender cómo se recuperan de los eventos naturales extremos, como huracanes, incendios e inundaciones”, afirma Matt Kane, director del programa en NSF para LTER. “Este proceso puede durar décadas. El programa LTER de NSF es excepcionalmente capaz de apoyar experimentos importantes en la escala de tiempo necesaria”, añadió.
En 1990, en el bosque de Harvard, un equipo de científicos recreó un gran huracán en una parcela de unos 500 km2 de bosque de roble maduro. El 80% de los árboles quedaron aplastados por postes y cables. La mitad de los árboles murió en tres años, y los investigadores dejaron las especies muertas y la madera dañada en el suelo.
En los 20 años transcurridos, los investigadores vienen vigilando desde la química del suelo hasta la densidad de las hojas de los árboles, descubriendo una extraordinaria historia de recuperación.
Inicialmente, el sitio era una mezcla casi infranqueable de árboles caídos. Pero los brotes de árboles supervivientes, junto con muchas nuevas plántulas de abedul negro y arce rojo, especies originales del bosque, crecían entre la madera muerta.
Aunque las plantas invasoras inicialmente trataron de colonizar la zona, pocas persistían por mucho tiempo.
Según David Foster, coautor del artículo y director del sitio de LTER del bosque de Harvard, dejar un bosque dañado intacto, significa recuperar las condiciones originales más fácilmente.
Foster explica que los bosques se recuperaron de procesos naturales como huracanes, incendios y heladas durante millones de años. “Lo que nos aparece como devastación, para un bosque es un una situación importante y natural”.
Después de graves tornados en Massachusetts en junio de 2011, la División de Pesquería de Flora y Fauna de la Comunidad de Massachusetts, buscó una medida de “mirar y esperar” en un emplazamiento de Southbridge, Massachusetts.
Allí, el trabajo de recuperación se limita a proporcionar rutas de acceso para la seguridad pública, no obstante, la zona está recuperando rápidamente la exuberante vegetación autóctona. Con esta iniciativa se mantiene todo, desde los invertebrados hasta las salamandras y los osos negros que hibernan en gruesos montones de maleza y buscan insectos en troncos en descomposición.
Mientras que una variedad de razones estéticas, económicas y de seguridad pública parecen forzar a los terratenientes a recuperar los árboles dañados por la tormenta, la coautora del artículo Audrey Barker-Plotkin del bosque de Harvard, sugiere que mejorar la salud del bosque no debería basarse en alguno de estos argumentos.
“Aunque un bosque arrasado parece caótico”, comenta, “está funcionando como un bosque y no nos necesita para limpiarse”.
http://www.lagranepoca.com/26145-nuevas-miradas-para-recuperacion-bosques-devastados