Según la tradición navideña, se deben colocar ramas y hojas de acebo, con sus hojas con pinches y pequeños frutos rojos, en los marcos superiores de las puertas. Las parejas que se besan debajo del acebo, se enamoran para siempre.
La tradición dice que la vinculación entre el muérdago y los besos surge del hecho de que la puerta de entrada a la casa es el lugar de intercambio de besos con las visitas. Se considera que trae buena suerte y se dice que el chico que sorprende a una chica bajo el muérdago puede besarla. Si el beso se produce en Nochebuena, la mujer besada encontrará el amor buscado o conservará el que ya tiene. Si el beso se produce entre una pareja, ésta es obsequiada con el don de la fertilidad.
La costumbre de abrazarse y besarse bajo unas ramitas de muérdago se originó en la antigua Britania alrededor del siglo II a.C., entre los druidas, que eran la clase culta entre los celtas. Doscientos años antes del nacimiento de Cristo, los druidas celebraban el comienzo del invierno recogiendo muérdago y quemándolo como sacrificio a sus dioses. También se colgaban ramitas de esa planta de color verde amarillento y de bayas blancas y céreas en las casas, a fin de asegurar la dicha y armonía familiar durante el año. Los invitados a entrar en una casa se abrazaban bajo estas ramitas de buenos auspicios. Otras colocadas en el exterior de la casa daban la bienvenida a los viajeros, y si por casualidad se encontraban unos enemigos debajo de un árbol en el que hubiera muérdago (planta parásita tanto en los árboles de hoja perenne como en los de hoja caduca), se les exigía dejar en el suelo sus armas y olvidar sus diferencias durante un día.Los druidas consideraban esta planta parásita un “curalotodo” y la recetaban para la infertilidad femenina y como antídoto para los venenos. La recogida del muérdago constituía una gran ceremonia, y sólo se cortaban las ramitas que crecían en los robles sagrados. Esta operación la efectuaba el sacerdote de más alto rango con un cuchillo de oro, ceremonial que siglos después dramatizaría Bellini en su ópera Norma. El muérdago era una planta de esperanza, paz y armonía no sólo para los celtas, sino también para los escandinavos, que la llamaban “mistilteinn”. Su nombre procede de mista, “estiércol”, puesto que las semillas de la planta se propagan a través de los excrementos de los pájaros. Para los escandinavos, el muérdago estaba consagrado a Frigga, diosa del amor, y se cree que la costumbre de besarse debajo de ella tiene sus raíces en esta romántica asociación.En la Antigüedad, el muérdago era también una planta decorativa. Durante las fiestas romanas del “Natalis Solis Invicti” y en las saturnales, patricios y plebeyos hacían ramos con ella y colgaban guirnaldas en la casa. Con la fijación oficial de la Navidad el 25 de diciembre, la Iglesia prohibió el uso del muérdago en cualquier forma, a causa de sus asociaciones idólatras, y como sustituto sugirió el acebo. Las hojas puntiagudas de éste hablan de simbolizar las espinas en la corona de Cristo y las bayas rojas, gotas de su sangre. Con ello, el acebo se convirtió en otra tradición navideña. La prohibición del muérdago persistió durante la Edad Media y, aunque parezca mentira, en el presente siglo aún había en Inglaterra iglesias en las que se proscribía lucir ramitas de muérdago durante los servicios.