Phiona Mutesi, una chica analfabeta de Uganda se convirtió en los últimos años en una jugadora de ajedrez de nivel mundial.
Phiona creció en una de las zonas más pobres del mundo. No sabía leer ni escribir y vivía con hambre casi todos los días. Su padre y su hermana mayor murieron y su madre no estaba en la casa. Ni siquiera sabe la fecha exacta de su nacimiento, aproximadamente entre 1993 y 1995.
Era una vida muy dura. Yo dormía en la calle
Su talento es tan raro que cuando en 2011 apareció su biografía titulada “La Reina de Katwe” llamó la atención en todo el mundo.
El hogar de Phiona está en Katwe, que corresponde a los barrios pobres de la capital de Uganda, Kampala. Sus andanzas comenzaron en 2005 cuando a la edad de nueve años deambulaba por las calles.
En Katwe hoy en día no hay electricidad, ni agua corriente, y sus calles están hechas de arcilla apisonada. Los hogares son más bien chozas temporales hechas a partir de los desechos. Ratas, perros y otros animales conviven con las personas. El 50% de las madres son jóvenes adolescentes.
“Era una vida muy dura. Yo dormía en la calle”, dijo Phiona sobre su vida en ese momento. A la edad de tres años su padre murió de SIDA, al igual que muchos padres en Katwe.
Poco después, la hermana mayor también murió, probablemente de malaria. Su madre era su único sostén, pero no estaba en casa durante días. No tenía dinero para ir a la escuela, sin embargo conoció a Robert Katende, un misionero y maestro de ajedrez. Le ofreció comida, pero le advirtió que debía recibir una lección de ajedrez y llegó a un acuerdo con Phiona.
Este fue el momento en que cambió su vida. Pronto Phiona sintió curiosidad, “Cuando vi por primera vez el ajedrez, sólo pensé ¿otros niños pierden la cabeza por esto? Entonces los vi jugar y estaban felices y emocionados, y yo también quería tener la oportunidad de ser feliz”.
El ajedrez me dio la oportunidad de regresar a la escuela y me enseñó que hay otra vida
Ella corría todos los días 6,5 kilómetros de las chozas al lugar donde Katende tenía sólo siete tableros de ajedrez con algunas piezas faltantes reemplazadas por trozos de escombros.
Katende se dio cuenta de que Phiona tenía talento y decidió probarla haciéndola jugar con los jugadores más fuertes de su escuela.
“Cuando conocí a Phiona, pensé que la niña era débil y no sería capaz de mostrar un buen juego. Pero enseguida me di cuenta de que era una digna oponente”, dijo Ivan Mutezazira.
A ella le gusta atacar, y durante el juego intenta conducir a una trampa a sus oponentes para abatirlos rápidamente. “Cuando yo estaba en un ambiente con niños y niñas de más edad me di cuenta de que estaba jugando mejor”, declaró Phiona.
Por supuesto, ella quiere enseñar y ya van tres veces que venció como junior y ganó los campeonatos de su país. En sus fotos muestra las numerosas medallas de oro recopiladas. Ahora se conduce como una jugadora profesional para representar a su país en el plano internacional.
Viajó a Sudán, Turquía, Estados Unidos, e incluso a Siberia. “Cuando vi la nieve, pensé que estaba en el cielo”, escribió en una carta a su madre.
A pesar de que mucha gente en Uganda cree que la actividad de ajedrez es exclusivamente masculina, a Phiona no le importa. Junto al juego, ella no sólo aprendió a leer y escribir, sino que llegó a hablar inglés y quiere estudiar y convertirse en doctora.
“El ajedrez me dio la oportunidad de regresar a la escuela y me enseñó que hay otra vida”, dice Phiona.
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