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Una lluvia de estrellas caerá sobre la Tierra en la noche del 3 al 4 de enero. Se trata de las Cuadrántidas, una de las más activas lluvias de meteoros del año. En la parte norte del cielo se podrá contemplar hasta dos estrellas fugaces por minuto. Popularmente se cree que el deseo concebido en la noche de las Cuadrántidas se cumple sin falta.
Un observador atento se dará cuenta de que todos los meteoros radian, a manera de abanico, de un mismo punto en el cielo ubicado en la extinta constelación Quadrans Muralis que hoy en día es considerada parte del Boyero. Tanto la lluvia como su constelación radiante deben su nombre al antiguo instrumento astronómico llamado “cuadrante”. Los meteoros no son otra cosa que pequeñas partículas de la cola de un cometa desintegrado. Siguen su propia órbita que una vez al año se cruza con la de la Tierra, explica el astrofísico Vadímir Surdin, del Instituto de Astronomía Sternberg de la Universidad Lomonosov de Moscú.
Al pasar muy cerca del Sol, el cometa pierde su envoltura externa, porque el gas se evapora llevándose las corrientes del polvo que la conforman. Estas pequeñas partículas irrumpen en la atmósfera terrestre a una velocidad de más de cuarenta kilómetros por segundo y se queman de inmediato por fricción en el aire dejando estelas de luz. Ninguna alcanza la superficie del planeta ni es peligrosa para personas o aviones.
Después de cada lluvia de meteoros, varias toneladas de material cometario se asientan sobre la Tierra. En forma de bolitas diminutas medio quemadas lo contienen los hielos de la Antártida. Son objeto de estudio muy valioso para determinar el material originario de las áreas periféricas del Sistema Solar, donde nacen los cometas. Vladímir Surdin afirma que el propio brillo de las estrellas fugaces es muy informativo desde el punto de vista científico.
Al quemarse en la atmósfera, estos escombros de cometas revelan su composición química. Podemos fotografiarlos y hacer su análisis espectral identificando el material de las partículas que los componen y, por consiguiente, el del cuerpo progenitor.
Antes de ser incinerado por el aire atmosférico, estas partículas atraviesan las rutas de la Estación Espacial Internacional y los numerosos satélites orbitales, dejando abolladuras microscópicas en su revestimiento externo. El problema no es muy grave, asegura Vladímir Surdin.
Las lluvias de meteoros jamás han causado daños importantes a ningún aparato espacial. Por otro lado, sí afectan el cristal de las ventanas que pierde su transparencia y los paneles de las baterías solares que empiezan a generar menos electricidad. Por eso es preferible evitar los impactos directos dándole vuelta a la nave para que la mayoría de las partículas pasen sin tocarla.
La intensidad de la lluvia de las Cuadrántidas varía de año en año. No sabemos si va a ser muy activa o no este año. La materia cometaria suele distribuirse por la órbita de manera muy irregular, aclara el astrofísico Ígor Vólkov, del Instituto de Astronomía Sternberg, de la Universidad Estatal Lomonosov de Moscú.
Por lo general, el cúmulo de meteoros se encuentra ubicado en el lugar del antiguo núcleo del cometa. La Tierra atraviesa cada año una zona distinta de la corriente. Si pasa cerca del lugar del núcleo, la lluvia de meteoros resulta muy activa.
Así ocurrió en 1966 con las Leónidas, otra lluvia de estrellas famosa. La intensidad fue de treinta meteoros por segundo. El insólito caso quedó registrado en la literatura especializada. Es un fenómeno muy raro.
Con el tiempo, las Cuadrántidas, las Leónidas, las Perseidas y las Gemínidas, van a ir perdiendo poco a poco su brillo e intensidad junto con las lluvias de estrellas notables que son aproximadamente una veintena, porque la Tierra les está quitando masa cada vez que atraviesa sus órbitas. El proceso se extenderá por cientos o miles de años, pero nuestros lejanos descendientes también tendrán la oportunidad de contemplar lluvias de meteoros, porque nuevos cometas van a ir apareciendo en las cercanías del Sol perdiendo su materia superficial que origina este brillante espectáculo estelar.
nv/mo