La cronología así lo demuestra:
- Senegal
- Malí
- Mauritania
- Guinea
- Burkina Faso
- Argelia
- Níger
- Nigeria
- Chad
- Camerún
- Yibuti
- Eritrea
- Sudán,
Según la ONU, con “menos del 1%” de los fondos económicos que han utilizado los gobiernos capitalistas centrales para salvar al sistema financiero global (bancos y empresas que han desatado la crisis económica), se podría resolver la calamidad y el sufrimiento de miles de millones de personas (casi la mitad de la población mundial) que son víctimas de la hambruna a escala mundial.
¿Y porqué no se hace? Por una razón de fondo:
- En un primer capítulo, en el 2008, y a causa del aumento de los precios del petróleo, hubo una escalada mundial del precio de los alimentos que incrementó el proceso de hambruna que padecen habitualmente las poblaciones más desprotegidas de Asia, África y América Latina.
- En un segundo capítulo, con el desarrollo de la crisis recesiva global, ese proceso se agudizó arrojando a más población desposeída a la marginalidad y a la carencia de alimentos para subsistir aunque sólo sea a escala precaria.
Los datos fueron difundidos casi al mismo tiempo por la directora del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en Londres, y el relator especial de la ONU sobre el Derecho a la Alimentación, Olivier de Schutter, en un foro en México.
La directora del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Josette Sheeran, cifró la cantidad de hambrientos, es decir, personas que no acceden ni siquiera a los requerimientos básicos de alimentación, en 1.020 millones, y advirtió que el flujo de ayuda humanitaria está en “un mínimo histórico”.
Hay que aclarar, a modo de ejemplo, que los US$ 6.700 millones del programa para “combatir el hambre mundial”, equivalen solamente a un 10% de la fortuna personal de Bill Gates, el hombre que encabeza la lista de millonarios a escala global.
La directora del PMA remarcó que, con “menos del 1%” de las inyecciones económicas que han hecho los gobiernos para salvar al sistema financiero global, se podría resolver la calamidad de millones de personas que son víctimas de la hambruna.
Según el director general de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) de Naciones Unidas, Jacques Diouf, la ausencia de los líderes políticos de los países ricos en las reuniones de la Cumbre Mundial sobre Seguridad Alimentaria revela que,
Además, aseguró que,
En las cumbres sobre el hambre, salvo los discursos, nadie pone una moneda para paliar la hambruna que devasta a más de mil millones de habitantes de la Tierra.
Controlados por las corporaciones trasnacionales, y despojados de su condición de “bien social”, el agua potable y los alimentos se convierten en mercancía capitalista con un valor fijado por la especulación financiera, convirtiéndose en la causa principal de las hambrunas y conflictos sociales que ya empiezan a desarrollarse por todo el planeta.
Según la FAO, diez corporaciones trasnacionales controlan actualmente el 80% del comercio mundial de los alimentos básicos, y similar número de mega empresas controlan el mercado internacional del agua potable.
En la realidad, la fuente y producción de alimentos y la industrialización del agua potable está fuera de la órbita del control estatal de los gobiernos.
Esos recursos esenciales para la supervivencia humana están supeditados a la lógica de rentabilidad capitalista de un puñado de corporaciones trasnacionales (con capacidad informática, financiera y tecnológica) que los controlan a nivel global, y con protección militar-nuclear de EE.UU. y las superpotencias.
En este contexto, se plantean diversos escenarios de guerras futuras por el control de las fuentes de estos recursos estratégicos esenciales para la existencia humana.
En el actual escenario, la confluencia de la suba del precio del petróleo y de los alimentos, combinados con la especulación financiera y los conflictos políticos y militares en las zonas calientes del planeta (como África y Medio Oriente) alimenta un cóctel explosivo cuyo desenlace a nivel planetario nadie puede prever o estimar.
El Apocalipsis social
En este escenario, y dentro de los parámetros funcionales del sistema capitalista (establecido como “civilización única”) la “población sobrante” (los desposeídos y famélicos de la tierra) son las masas expulsadas del circuito del consumo como emergente de la dinámica de concentración de riqueza en pocas manos.
- Asia
- África
- América Latina,
Por una estricta valoración de la ecuación “costo-beneficio” capitalista esos seres desposeídos ya fueron abandonados a su suerte y condenados a muerte sin juicio previo.
Pero de esta cuestión estratégica, vital para la comprensión de la crisis global y de su impacto social masivo en el planeta, la prensa internacional no se ocupa. Los medios locales e internacionales están ocupados en dilucidar como la crisis produce la disminución de las fortunas de los ricos y la pérdida de rentabilidad de las empresas.
Tanto el “milagro asiático” como el “milagro latinoamericano” (del crecimiento económico sin reparto social) se construyeron con mano de obra esclava y con salarios en negro. Esto lleva a que, al caerse el “modelo” por efecto de la crisis recesiva global, el grueso de la crisis social emergente con despidos laborales en masa se vuelque en esas regiones.
Además, esa masas expulsadas del circuito del consumo, requieren (para darle una pantalla “compasiva” al sistema) de una estructura “asistencialista” compuesta por la ONU y las organizaciones internacionales que representan una carga y un “pasivo indeseable” en los balances de gobiernos y empresas trasnacionales a escala global.
Durante las crisis (como la que hoy vive el sistema capitalista) las empresas y bancos preservan sus rentabilidad “achicando costos”.
Y las primeras víctimas, las variables de ajuste, son las masas asalariadas y los sectores más vulnerables de la sociedad que pagan la crisis de los ricos con despidos y reducción de sus salarios, mientras que los sectores más desprotegidos sufren el impacto directo de los recortes de los planes sociales y de ayuda a la pobreza de los gobiernos.
Quien trate de quitarles el control de los recursos esenciales a las empresas y bancos trasnacionales, antes deberá derrotar al poder militar nuclear de EE.UU. y de las potencias aliadas de la Unión Europea, gendarmes y reaseguros políticos de las corporaciones capitalistas que han convertido el planeta en una economía de enclave al servicio de la rentabilidad privada.
Dentro de esta ecuación (de un sistema de producción mundial solo orientado a la búsqueda de rentabilidad) se desarrollan dos efectos inversamente proporcionales:
- Un crecimiento récord de las fortunas personales y de los activos empresariales capitalistas
- Un crecimiento récord (como consigna la ONU) de los pobres y hambrientos que ya alcanzan la mitad de la población mundial
Es un dilema que no figura en ningún debate ni discusión internacional, sencillamente, porque el pobre, el hambriento, no es mercancía rentable, está fuera del circuito del consumo y no genera dividendos.
Y el desenlace, no es profético sino matemático:
Casi la mitad de la población del planeta Tierra – según la ONU – sobrevive en estado de pobreza o por debajo de la escala de supervivencia, sin satisfacer sus necesidades básicas de alimentación.
No hace falta mucha imaginación (el fenómeno ya se verifica en la realidad) para mensurar el factor apocalíptico masivo que representaría para el sistema el avance de ejércitos de hambrientos buscando comida para supervivir en las grandes urbes, enfrentando con la violencia a la represión militar o policial.
¿Qué puede detener a un hambriento? ¿Que puede perder un hambriento más allá de su vida que ya casi ni la tiene?
- ¿Acaso se utilizarían tanques, aviones y arsenales nucleares para detener a los miles de millones de pobres atacados de “hambre celular” que se abalanzarían masivamente sobre las ciudades para conseguir alimentos por los medios que fuesen?
- ¿Con qué discurso los políticos del sistema podrían contener a los atacados de incontinencia alimentaria y reencauzarlos por la senda de la “civilización” y de la “gobernabilidad democrática” capitalista?
- ¿Cuánta propiedad privada concentraría un “empresario” capitalista antes de que las multitudes de hambrientos saqueen su casa y destruyan todo lo que encuentran a su paso, incluso su vida y la de su familia?
- ¿Cuántas balas o misiles alcanzarían a disparar las tropas militares antes de ser destrozadas por las multitudes enfurecidas por el hambre y la reacción instintiva de la búsqueda de supervivencia a cualquier costo?.
Se trata, en última instancia, de una reacción inconmensurable de la masa de “población sobrante”, que el estúpido, irracional y criminal sistema capitalista todavía no registra.