Dos años después de la “primavera árabe”: Planes y resultados

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Фото: EPA

Hace dos años en Túnez fue derrocado el régimen del presidente Zin Al Abidin Ben Ali. Aquello fue el detonante de acontecimientos que fueron sucediéndose en el Oriente Próximo y en el Norte de África con el nombre de “primavera árabe”. Posteriormente, las revueltas afectaron cada vez a más Estados. Pero, ¿Recibieron los países árabes la democracia característica de Europa y la estabilidad económica propia de ella?

Los expertos discuten sobre la naturaleza de esos sucesos. Algunos consideran que las multitudinarias manifestaciones populares fueron el producto de problemas económicos exclusivamente internos, y de la ausencia de derechos y libertades políticas elementales. Otros indican que la “primavera árabe” fue fraguada largo tiempo, antes de su explosión y que fue promovida íntegra, o por lo menos parcialmente, por fuerzas externas. Al parecer, la verdad hay que buscarla en el medio. Sería absurdo negar la mala situación económica en la mayoría de los países afectados por la “primavera árabe”, así como la falta de libertades políticas. Pero, resulta igualmente injusto cerrar los ojos ante los bombardeos de las tropas de la OTAN a Libia, y el respaldo a los rebeldes en Siria por regímenes que distan de ser democráticos.

Ahora si leemos, por ejemplo, los telegramas de los embajadores estadounidenses publicados por WikiLeaks, queda claro que Washington tuvo relación directa en la marcha de los hechos en Túnez, en Egipto y en otros países.

Como fuese, la sucesión de golpes de Estado se deslizó por una serie de países del mundo árabe. Es tiempo ahora de hacer un balance parcial. Sabido es que los hechos de la “primavera árabe” ocurrieron animados por la consigna de la democratización y de la salida de regímenes divorciados de su pueblo. Zin Al Abidin Ben Ali, Hosni Mubarak, Muamar Gadafi y Ali Abdullah Saleh fueron derrocados o abandonaron sus cargos. Pero, ¿mejoró con ello la situación? He aquí la opinión del orientalista ruso Viacheslav Matuzov:

—Si analizamos los resultados de los hechos en Yemen, Egipto, Libia, e incluso Sudán, (porque la denominada “primavera árabe” comenzó, a mi juicio, antes de los sucesos en Túnez) veremos que están del todo desprestigiadas las palabras sobre democratización y lucha por los derechos humanos. Si tomamos la nueva Constitución egipcia, el presidente recibió allí, en los hechos, el poder absoluto, mayor del que tenía Mubarak. En Yemen, no obstante la salida de Saleh, la situación se mantiene inestable, pues continúan los asesinatos y las explosiones. Y no se divisa el final de ello. Sudán quedó dividido en dos y se ha generado un nuevo foco de tensión, ahora ya entre los independientes Norte y Sur. En Libia, en muchas ciudades se libran combates hasta hoy y, las autoridades no controlan de hecho el país. Túnez está sumido también en una vorágine de contradicciones internas. Además, no hay que olvidar tampoco los problemas económicos de los países de la “primavera árabe”. Los pueblos, allí donde ocurrieron golpes de Estado, han perdido en el plano económico y social considerablemente más, en comparación con el período anterior.

La marcha de la “primavera árabe” está frenada actualmente en dos países, en Siria y Bahréin. Pocos prestan atención a la situación en el país insular, aunque sea por la razón que allí se encuentra una base de la V flota de EEUU. De ahí que la mirada de la mayoría de los países está clavada en Damasco, cuyo régimen nadie se atreve a llamarlo aliado de EEUU. En tanto, la cuestión no es solo el de la lealtad a Occidente. Por ejemplo, los regímenes en Túnez, Egipto, Libia y Yemen no eran antinorteamericanos. A menudo eran incluso lo contrario. Y sin embargo, ello no impidió a Washington dar la espalda a sus aliados de otros tiempos, en aras de nuevos planes. Por consiguiente, se plantea la interrogante con respecto a la suerte de los otros países que, de momento, no han sido alcanzados por los hechos de la “primavera árabe”. Viacheslav Matuzov opina sobre el particular:

—Los planes de los conservadores estadounidenses conciernen, prácticamente, a todos los Estados árabes, incluidas las monarquías del golfo Pérsico. Y en este caso, no se trata tanto de aquellas reservas de petróleo y de gas que poseen. Esta región sigue siendo, en el plano estratégico y geopolítico la encrucijada de todas las civilizaciones. De ahí que los norteamericanos van a rehacer también las fronteras de las monarquías árabes del Golfo, no obstante los estrechos lazos que lo unen a sus regímenes. En primer lugar se trata de Arabia Saudita. Aquellos hechos desestabilizadores, que observamos ya hoy día en el Reino, son provocaciones no de parte de Estados de la región, y sobre todo de Irán, sino fruto de los servicios secretos occidentales que, a fin de cuentas, ven a Arabia Saudita desgarrada en tres partes: la sunita, la chiita y el “Vaticano islámico”, con su centro en La Meca y Medina.

A juicio del experto, los planes de los estrategas norteamericanos están empantanados en Siria. Y, de cómo termine el conflicto allí va a depender cuándo llegue la “primavera árabe” a otros países de la región.

sb/as/sn

http://spanish.ruvr.ru/2013_01_16/primavera-arabe-dos-anos/

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