A pesar de las expresiones culturales ligadas con la actividad sexual, en cierto nivel seguimos siendo esclavos de las reacciones químicas que ocurren al interior de nuestro cerebro durante un episodio orgásmico; aquí un listado de dichos fenómenos.
En cuestiones de erotismo mucho se insiste en la importancia que la mente tiene en una relación sexual, especialmente aquellas que se dan entre personas que han establecido relaciones más o menos fijas y en quienes la imaginación, la fantasía, la seducción mental, son los estimulantes que suplen otras circunstancias de relaciones más esporádicas como el enfrentamiento a lo desconocido, el riesgo, etc.
A un nivel mucho más literal es posible decir que, en efecto, el sexo está en el cerebro, pues a pesar de toda nuestra cultura desarrollada, en cierta medida seguimos siendo sirvientes de nuestras estructuras físicas y biológicas, de los químicos que se agitan en nuestro interior y que nos dictan nuestras reacciones. Neurotransmisores, hormonas, terminales nerviosas a las que es posible reducir la experiencia sexual.
A continuación un listado de algunos de los fenómenos que experimentas gracias a tu cerebro y sus auxiliares cuando mantienes un encuentro sexual.
El tamaño sí importa
El área preóptica del hipotálamo, encargada de regular las conductas de apareamiento, tiene casi el doble de tamaño en los hombres en comparación con las mujeres, y tiene también casi el doble de células, una distinción que al parecer comienza a desarrollarse a partir de los 4 años de edad.
Localización
De acuerdo con investigaciones recientes, el cerebro masculino dedica el doble de espacio al sexo del que ocupa en el femenino. En la mujer la estimulación vaginal, de los pezones y del clítoris enciende el córtex sensorio, aunque en regiones separadas. Esta es la razón por la cual, a diferencia de los hombres, las mujeres encuentran excitante la manipulación de sus pezones, porque esta se encuentra cerebralmente relacionada con la estimulación genital.
“Hoy no: me duele la cabeza”
La renuencia al sexo, que incluso se ha vuelto motivo de chiste y caricatura, podría deberse a niveles fuera de los normal de serotonina, el conocido neurotransmisor. Según una investigación de la Escuela de Medicina de Wake Forest, altos niveles de serotonina están relacionados con un libido disminuido, aunque en ese mismo estudio se encontró que las personas con migrañas recurrente poseen bajos niveles de serotonina.
¿Genera el sexo problemas mentales?
El sexo es una de las fuerzas más básicas de nuestra naturaleza que sin embargo, una vez que se recubre de cultura y civilización, parece generar más problemas que satisfacciones. Según Joseph Shrand, psiquiatra en Harvard, el sexo es intoxicante: literalmente. Su acción genera un cóctel de químicos dominado sobre todo por la dopamina, un poderoso neurotransmisor presente en emociones que pronto se convierten en pasiones como la excitación, el deseo, el placer y la sensación de recompensa. Y, como todos los químicos, este también es potencialmente adictivo.
Obsesionarse con alguien: también un neuro-algortimo químico
El singular fenómeno del equívoco amoroso —enamorarse irremediablemente de la persona equivocada— parece ser efecto, según las investigaciones de Catherine Salmon, de la oxitocina, un neuroquímico que se libera durante el orgasmo y que, en el caso de las mujeres, genera una atracción física para con el hombre con quien lo experimentaron —sin que importe nada más.
“¡Oh, Dios!”
Las alusiones a Dios durante el instante más placentero del clímax parecen no ser del todo casuales, pues de acuerdo con las investigaciones de Andrew Newberg, neurocientífico de la Jefferson University, existe una relación entre la experiencia religiosa y la sexual, al grado de que monjas católicas que rezan y monjes budistas que meditan muestran patrones de actividad cerebral similares a los de personas sexualmente excitadas.
Testosterona: el titiritero de los hombres
La testosterona hace hacer al hombres cosas que en realidad no querían hacer, por ejemplo, tener erecciones involuntarias. Los receptores de esta hormona en el sistema nervioso se encuentran en la médula espinal, los testículos, el pene y, por supuesto, el cerebro, por lo cual es posible reaccionar así sin que medie un deseo sexual o la conciencia misma de la erección.
Testosterona: la diferencia entre la estabilidad y la inestabilidad de pareja y paternal
Por mucho tiempo se creyó que los hombres, en general, no podían sostener por mucho tiempo una relación emocional porque la testosterona los empujaba a la búsqueda de nuevos patrones, lo cual es parcialmente cierto, pero no del todo cuando se comprueba, por ejemplo, que existen muchos padres totalmente capaces de estabilidad y fidelidad. Esto se explica porque los niveles de testosterona disminuyen mientras más tiempo se pase cuidando a un hijo.
¿Cuánto tiempo tarda el cerebro en discernir el atractivo sexual de un desconocido?
Stephanie Ortigue y Francesco Bianchi-Demicheli llevaron a cabo un estudio en el que encontraron que el cerebro tarda apenas .02 segundos en registrar si una persona en traje de baño es deseable o indeseable sexualmente.
¿Hasta dónde llega la capacidad clasificatoria del cerebro?
Ese primer discernimiento no es, en modo alguno, el único. La atracción sexual es solo el primer criterio de otros que forman parte de un cálculo, si no siempre preciso, al menos sí completo sobre las probabilidades de emparejarse con otra persona. Situados en una máquina de resonancia magnética, voluntarios en una investigación del Trinity College acertaron en 6 de cada 10 ocasiones en que seleccionaron a personas con quienes pensaron que podrían salir y que efectivamente consumaron una cita. En este proceso está involucrado el córtex prefrontal dorsomedial, donde se juzga el atractivo físico de una persona.