¿En qué se diferencia el nacionalismo vasco y el catalán? por Pablo Simón

Entre el País Vasco y Cataluña siempre ha habido una cierta admiración mutua. Quizá porque lo conozco más, siempre me ha dado la impresión de que los catalanes han tendido a mirar con algo de envidia a Euskadi. A fin de cuentas, el independentismo catalán – la izquierda independentista sobre todo – tiende a adoptar estética abertzale y el imaginario de los que son los últimos partidos de masas de Europa. Sin embargo, no puede haber dos contextos históricamente más diferentes entre sí, algo que hasta los sectores centralistas más recalcitrantes reconocen implícitamente. No en vano unos tienen unos privilegios forales que arrastran desde el XIX y una larga trayectoria de violencia terrorista mientras que en el otro caso no ha existido ninguno de ellos sino (al menos hasta recientemente) una política de pacto y condicionamiento de los gobiernos centrales.

“La diferencia entre los nacionalistas vascos y catalanes es que los vascos quieren abandonar España y los catalanes quieren gobernarla”. (The Economist, 310, 1989, p21).

Quizá la explicación más persuasiva sobre las diferencias entre el nacionalismo vasco y catalán es la que da Juan Díez Medrano en su tesis doctoral “Naciones divididas: Clase, política y nacionalismo en el País Vasco y Cataluña”. En su libro intenta explicar cómo la variación en los modelos de desarrollo económico, las estructuras de movilización de clase y diferentes factores políticos han llevado a que ambos nacionalismos sean tan diferentes. En general su obra ofrece un recorrido histórico general bastante interesante que parte de las diferencias en la llegada del capitalismo a Euskadi y Cataluña.

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En  el caso de Cataluña el desarrollo económico tuvo carácter endógeno, basado en el capital acumulado de la agricultura y posteriormente invertido en la industria, principalmente la textil. Esto hizo que la economía catalana estuviera muy ligada a la producción de bienes de  consumo y conllevara la creación de una clase burguesa importante, así como la integración gradual de las clases preindustriales en la expansión capitalista. Sin embargo el desarrollo en Euskadi fue muy diferente y se ligo a un modelo “combinado”, el cual se basa en la coexistencia de un sector industrial muy concentrado – en este caso en la siderurgia – y una economía en gran medida tradicional. Este modelo, que se suele dar cuando el capitalismo es tardío y depende de inversión financiera y extranjera, genera una clase capitalista pequeña, poderosa y muy conectada con el Estado. Sin embargo, este modelo “combinado” también dificulta la formación de una burguesía comercial y proletariza rápidamente al campesinado.

Medrano presenta bastante documentación probando que el capitalismo vasco era más poderoso, concentrado, orientado a España y dependiente del Estado que el catalán. Ahora bien, las diferencias en los modelos endógenos y “combinado” de ambos territorios es lo que generó una burguesía local más numerosa en Cataluña. Cuando España pierde sus colonias y los nacionalismos surgen como reacción – fracaso en el nation-building español, centralización del Estado, liberalización de la economía –, lo hacen insertos en esas estructuras económicas. En el País Vasco tendió a imponerse el nacionalismo tradicionalista, que llegaría a ser la espina dorsal del carlismo, dado que el desarrollo industrial de esta comunidad había perjudicado a amplias capas pre-capitalistas, contrarias al liberalismo. Mientras, las élites vascas, castellanizadas, mantenían una alianza con el estado que le garantizó autonomía fiscal y administrativa, luego quedaron al margen de este proceso. Sin embargo, en el caso catalán fue diferente; la burguesía catalana estaba excluida del poder político en el Estado por lo que el nacionalismo surgió con un marcado carácter burgués, incluso en su vertiente progresista, con más fuerza que en el caso vasco.

Tras la Guerra Civil y el franquismo se produjeron diferentes tensiones vinculadas a migraciones internas a ambas comunidades mientras que el nacionalismo vasco tendía a una mayor radicalidad e incluso a la violencia frente al catalán. Rastreando las bases del nacionalismo vasco, el modelo de desarrollo combinado había generado que estas estuvieran conformadas por los grupos sociales desplazados por la industrialización. Eso explica el que estos sectores impusieran un discurso de carácter mucho más secesionista y anti-capitalista en el PNV y HB. Sin embargo, el nacionalismo catalán es más bien fruto de la incapacidad de la burguesía catalana para influir en la política española de acuerdo con sus intereses. Dado que la tensión en el modelo de desarrollo fue más gradual pero su burguesía era menos poderosa que la vasca, las elites catalanes optaron por el nacionalismo tras haber intentado hacer valer sus intereses en el gobierno de España – incluso hasta cuando apoyaron a Primo de Rivera.

Díez Medrano incluso señala que la burguesía más desarrollada de Cataluña explica el rol activo de sus intelectuales en favor de la democracia y la autonomía frente a Franco, en vivo contraste con la relativa pasividad de éstos en Euskadi – aunque aquí tengo mis dudas sobre cómo el contexto de la violencia afectó a su participación en el País Vasco. En todo caso, una sociedad más heterogénea políticamente permitió que en Cataluña no existiera un monopolio del nacionalismo anti-capitalista que sí había en el caso del País Vasco. Por lo tanto, se traza claramente una ligazón entre el modelo de desarrollo capitalista y de clase en ambas regiones con el tipo de nacionalismo históricamente predominante en ambos territorios; anti-capitalista y secesionista en Euskadi, burgués y reformista en Cataluña.

Este enfoque, aunque claramente estructuralista, ofrece una explicación plausible a estas diferencias entre nacionalismos. Resulta curioso, sin embargo, que hoy las tendencias apuntadas entre ambos parecen haberse revertido; mientras que el separatismo parece que está en el congelador en Euskadi, en Cataluña es justo lo contrario.

¿Podemos extrapolar este marco contextual al caso del secesionismo? Aunque el auge del independentismo en Cataluña tiene causas muy diversas parece que su argumentario conecta mucho con lo descrito arriba. Ante la “irreformabilidad” de España para dar cabida a las “aspiraciones de auto-gobierno de Cataluña” (sic) y la negativa a reformar la financiación autonómica para dar a Cataluña un sistema de cupo vasco (de nuevo, emulación) solo quedaría la opción de la salida con “estructuras de estado propio” (sic). Mientras que el argumentario del Plan Ibarretxe, por ejemplo, parte del reconocimiento de Euskadi como sujeto político con derecho a la autodeterminación, la demanda catalana en gran parte se legitima en el fracaso de la negociación. Sujeto nacional sí, pero (hasta la fecha) no necesariamente fuera del Estado.

Eso sí, es indudable que la propia demanda independentista en Cataluña tiene un sesgo económico que no tiene en el caso de Euskadi. País Vasco es una comunidad que dispone de un sistema de financiación que colma en gran medida sus expectativas, pero en el caso catalán se considera que el tratamiento del sistema financiero en Cataluña es una rémora a su crecimiento. En Euskadi hay una concepción de nación al margen del desarrollismo burgués propio del nacionalismo catalán. Uno podría tirar del hilo de Díez Medrano pensando que en la medida en que la burguesía catalana  considera que el statu quo le perjudica, tienda a evolucionar hacia posiciones más maximalistas con una intelligentsiamucho más activa en este caso que en el vasco.

En todo caso este enfoque es solo parcial. Si no consideramos cómo juegan los actores políticos y sus incentivos, es complicado tener un dibujo completo. Ahora bien, esta aproximación sí que es muy práctica para ver como la dependencia de la senda de ambos nacionalismos marca mucho sus estrategias presentes. Algo interesante para poder comparar entre ellos y pensar qué tipo de arreglos políticos podríamos ver en el futuro.

Artículo de Pablo Simón, politologo, Doctor en Ciencias Políticas por la Universitat Pompeu Fabra, ejerce de investigador y profesor en la UPF a la par que desarrolla tareas divulgativas fuera de la academia. Colaborador de la web Politikon.es.

http://sociologosplebeyos.com/2013/01/25/en-que-se-diferencia-el-nacionalismo-vasco-y-el-catalan-por-pablo-simon/

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