Hay días que parecen escritos por los hermanos Marx, por una divinidad bufonesca asidua a los libros de Tom Sharpe o las películas de Woody Allen o de los hermanos Coen, a las comedias de equivocaciones barrocas, un trickster que se complace en crear situaciones absurdas para hacer dudar sobre la veracidad de los hechos.
En Nápoles, por ejemplo, un conductor (o conductora, el género no es claro) decidió dar una vuelta en U con su pequeño automóvil, en una de las calles estrechas calles que caracterizan esta tradicional ciudad italiana.
El hecho, anodino en sí, pronto se transformó sin embargo en un trastorno cuando, ante la imposibilidad de ejecutar la maniobra, a la previsible fila de automóviles que necesitaban pasar por la zona se sumó un convoy de motociclistas y, sí, una procesión religiosa integrada por una docena de fervientes feligreses escoltando la imagen de una Virgen.
El alboroto provocado por la impericia del chofer mereció la atención de los vecinos, las autoridades de tránsito, sus colegas conductores e incluso el sacerdote que dirigía a los fieles de la Virgen, quienes montaron espontáneamente una escena surreal que quizá a más de uno de los involucrados le hizo pensar si no participó inadvertidamente en la falsificación de un fragmento de su vida.
[Guardian]