Esta mañana me levanté muy temprano para prepararle el desayuno a mi hermano menor antes de que se fuera a la escuela”, escribió recientemente la alumna de sexto grado Yang Hajiao en su diario. El gobierno estaba distribuyendo agua a un costado del camino, y tuvo que faltar a clases para conseguir un poco.
“En los últimos dos días, el agua se acabó completamente”, escribió. “Hace días que la abuela está enferma. No puede ir a buscar el agua”.
Al igual que muchos de los 85 millones de los otros “niños dejados”, la pequeña alumna de la provincia de Guizhou falta seguido a la escuela para asumir las responsabilidades de un adulto, mientras sus padres viven y trabajan en una ciudad lejana. Es uno de los costos del modelo de crecimiento económico del régimen chino, que provoca impresionantes cifras de PBI, pero también más de 30 años de familias fracturadas y niños con secuelas emocionales.
En la lucha por mantener a sus familias, millones de padres campesinos dejan sus pueblos en busca de trabajo en las fábricas de las ciudades. Sus hijos se quedan en casa con sus abuelos u otros familiares, o incluso solos. El cuidado que reciben los niños generalmente se limita a las necesidades básicas, y cuestiones como educación, comportamiento y necesidades emocionales suelen ser desatendidas.
Debido a los bajos ingresos y al estricto sistema de registro de domicilio en China –el cual dificulta que los niños asistan a escuelas que no pertenezcan a su localidad– la mayoría de los hijos de los trabajadores migrantes no pueden irse con sus padres, informa el Deutche Welle. Hay pocas escuelas de internado en los pueblos y pocas escuelas para hijos de trabajadores migrantes en las ciudades.
En sus palabras
“El diario de los niños dejados de China”, una colección de reflexiones escritas por 26 niños de la provincia de Guizhou, al sudoeste de China, documenta la difícil situación de estos niños con sus propias palabras. Su maestra, Yang Yuansong, compiló y editó las narrativas, las cuales describen lo que estadísticas y estudios nunca incluyen.
Cargando las responsabilidades de un adulto, Yang Haijiao falta a clases cada tanto para cuidar de su abuela o de la granja familiar. “El clima es terrible. La sequía ha durado demasiado tiempo. Si lloviera, tendríamos agua y no tendríamos que faltar a la escuela. ¡No quiero seguir faltando a la escuela!”
Cuando finalmente llovió, tuvo que plantar maíz.
A las abrumadoras responsabilidades se suma el sufrimiento por la separación. Yang Haijiao escribe sobre lo que sufrió al ver partir a su padre: “No podía dejar de llorar cada vez que pensaba que cuando el autobús llegara, mi padre se iría y nosotros nos quedaríamos con muchas tareas para hacer en casa, y sin saber cuándo volvería”.
Cuando su padre le preguntó por qué lloraba, no respondió. Él le dijo que “estudiara mucho”. Yang escribe: “Seguí llorando hasta que mi padre subió al autobús”.
Otra alumna, Xia Min, escribió sobre Xia Congli, su compañera que quedó sola en casa, “Un día, cuando íbamos a la escuela, Xia Congli me contó que su mamá y papá se iban a ir a trabajara un lugar lejano, y comenzó a llorar. Le dije que no se pusiera mal y que sus padres también debían estar tristes”.
La nota seguía: “Solíamos jugar juntas cuando íbamos a su casa y esperábamos que se olvidara de las cosas tristes. Pero no podía. Sigue igual de triste que antes. Estoy tan mal”.
Problemas psicológicos
La presión diaria de una vida tan dura ha provocado problemas psicológicos a muchos niños. De acuerdo con una encuesta deMujeres de China, el 57% de los niños dejados que cursaban la escuela secundaria sufrían de problemas mentales. Cuanto más tiempo habían pasado sus padres lejos de casa, más serios eran los problemas psicológicos que los niños desarrollaban.
La encuesta señalaba que la mayoría de los niños dejados son propensos a los problemas psicológicos debido a la falta de afecto o supervisión y contención familiar. Se vuelven débiles, introvertidos y con baja autoestima. El estar separados de sus padres suele causarles resentimiento y soledad.
Las dificultades en el aprendizaje son comunes en los niños dejados. Las frecuentes ausencias en la escuela y la escasa –o nula– ayuda con los deberes, sumado al trauma emocional por la familia separada, dejan a estos niños con pocos recursos para obtener una educación apropiada. Una encuesta de la Federación de Todas las Mujeres de China informó que el 45% de los abuelos nunca habían asistido a la escuela, y que el 50% solo contaba con educación de nivel primario, por lo que no podían ayudar a los niños con sus tareas escolares.
Los niños dejados del pueblo de Youji en Guangxi asisten a una escuela con internado. La directora de la escuela Lu Lipengexplicó al Deutsche Welle: “La responsabilidad es inmensa. Todos sus padres se han ido por trabajo y dejaron a sus niños en la escuela. Como directora, su seguridad personal es mi prioridad número uno. Segundo, su alojamiento y comida. Debo cuidarlos como si fueran mis hijos”.
Otros niños dejados no son tan afortunados, y deben enfrentar situaciones difíciles, e incluso peligrosas, solos. Algunos de estos niños vulnerables llegan a perder la vida. En 2005, una inundación en el condado de Hetang, provincia de Hunan, se llevó la vida de 12 niños, 11 de los cuales habían sido dejados