Los brotes estelares pueden convertir la Tierra en una bola de nieve


Hace algo más de 650 millones de años la Tierra era una gran bola de nieve. En aquel planeta helado buena parte de los seres vivos que lo habitaban luchaban para salvarse de la extinción. Según la teoría que sostiene que aquella glaciación extrema, que alcanzó incluso las regiones ecuatoriales, sucedió en realidad, el origen de las penurias de todos aquellos seres se encontraba en algunos fenómenos terrestres, como el estallido de un gran volcán que redujo la llegada de luz solar o la desaparición de gases con efecto invernadero como el metano o el dióxido de carbono que facilitaron el enfriamiento. Sin embargo, entre los críticos se afirma que este tipo de fenómenos, o un ligero cambio en la inclinación del eje terrestre, no serían suficientes para desencadenar la congelación planetaria.

III EN ESTA NOTICIA

Ahora, tres investigadores japoneses han elaborado una propuesta que podría explicar cómo se alcanzó aquella situación. El cataclismo, según su planteamiento, llegó del espacio exterior. En torno al periodo en que se produjo la gigantesca glaciación que convirtió la Tierra en una bola de nieve, tuvo lugar también un brote estelar, una especie de estallido creativo por el que el ritmo al que aparecen las estrellas y estallan las supernovas en una galaxia se acelera azuzado por las interacciones con otras galaxias. M82, la Galaxia del Cigarro, es un ejemplo de un mundo en el que se está produciendo uno de estos brotes. Allí abundan las nebulosas oscuras en las que se agolpan los restos de estallidos de supernovas.

Estas nubes serían capaces de transformar primero el Sistema Solar, después la atmósfera terrestre y finalmente el clima del planeta, y, según la propuesta de los investigadores, este tipo de brotes habrían tenido lugar en nuestra galaxia, la Vía Láctea, al menos dos veces a lo largo de la historia de la Tierra. La más reciente sucedió entre hace 550 y 770 millones de años, en los albores de la vida animal. Antes, hace entre 2.200 y 2.400 millones de años, se produjo otro estallido que también se puede relacionar con una edad de hielo global. La edad de las estrellas y las glaciaciones planetarias que se pueden inferir de los registros geológicos coinciden, según los investigadores japoneses.

Tres oleadas de ataques acabarían con tres grandes defensas que protegen la vida en la Tierra

El encuentro con las nebulosas oscuras y los restos de los estallidos de supernovas se habría producido en sucesivas oleadas que acabaron por romper el equilibrio climático de la Tierra, sometida así a periodos consecutivos de frío y calor extremos. Según explican los autores del artículo, que se publicará en julio de este año en la revista New Astronomy, la llegada de una nebulosa oscura habría dañado la heliosfera, la primera línea de protección con que cuenta la Tierra frente a los muchos peligros que acechan en el medio interestelar. Esa enorme burbuja magnética, producida por el Sol y que delimita su reino, detiene buena parte del polvo y los rayos cósmicos que una vez derribado ese muro verían expedito su camino hacia la Tierra.

En condiciones como las actuales, nuestro planeta aún contaría con la importante protección de una segunda burbuja magnética, en este caso la producida por el núcleo de hierro de la Tierra. Pero este campo geomagnético fluctúa cada varias decenas de miles de años, y en aquel tiempo ese escudo solo tenía entre un 10 y un 20% de la fuerza actual. La interacción de los rayos cósmicos con la troposfera y la ocultación de la radiación solar producirían un enfriamiento de la atmósfera. Además, con la segunda línea de defensa debilitada, los rayos cósmicos y las partículas de polvo de estrellas tendrían fácil el ataque a la última esfera protectora, la capa de ozono. La vida terrestre se quedaría así a merced de los peligrosos rayos UV-B y UV-C, producidos por el Sol, que, además de dañar a los seres vivos, son capaces de paralizar la fotosíntesis de las algas marinas y detener su consumo de dióxido de carbono. De esta manera, después de un tiempo de glaciación, el incremento de los niveles de este gas con efecto invernadero produciría un periodo de altas temperaturas.

El asteroide y los dinosaurios

Los autores del artículo reconocen que su hipótesis está dando los primeros pasos y explican que será necesario seguir investigando para poder sustentarla con pruebas. Estos indicios se pueden encontrar, explican, en los sedimentos de materiales extrasolares que pudieron quedar depositados en el fondo del mar durante los encuentros con las nebulosas. Si se hallasen cantidades infrecuentes de determinados tipos de hierro que no se suelen encontrar en la Tierra, como el isótopo Fe60, durante el periodo geológico en el que el planeta estaba helado, se podría relacionar con el estallido de unasupernova y lo mismo sucedería con algunos tipos de plutonio. Por otro lado, la presencia de iridio o de otros parientes del platino casi inexistentes en la Tierra proporcionaría indicios del paso de una nebulosa.

Lograr una evaluación y una datación precisa de todas las pruebas, edades de las estrellas, cantidades de los materiales extraterrestres presentes en nuestro planeta, desaparición de determinados fósiles o sucesos como las glaciaciones globales, podría cambiar la manera de entender nuestro pasado. Los investigadores japoneses, liderados por Ryuho Kataoka, del Instituto Tecnológico de Tokio, plantean incluso al final de su artículo la posibilidad de que los dinosaurios no se extinguiesen por culpa de un cometa o un gigantesco asteroide, tal y como proponen las teorías más aceptadas.

Si tienen razón, sería posible que un suceso quizá menos espectacular, pero probablemente más letal, como el encuentro con una nebulosa, pudo acabar con la segunda especie más célebre que creyó dominar la Tierra. Además, como explica el propio Ryuho, “los encuentros con las nebulosas, además de producir grandes extinciones, puede ser lo suficientemente poderosos como para acelerar la evolución biológica”. Esto podría ayudar a explicar la gran explosión de la vida sucedida hace algo más de 530 millones de años, al final del brote estelar estudiado, cuando en un periodo relativamente corto de tiempo aparecieron los antecesores de casi todas las especies animales que habitan hoy el planeta. Eventos como aquel, pueden volver a suceder y de hecho está previsto un encuentro de nuestra galaxia con la de Andrómeda. Pero aún habrá que esperar 4.000 millones de años.

REFERENCIA

‘Snowball Earth events driven by starbursts of the Milky Way Galaxy’ DOI: 10.1016/j.newast.2012.11.005

http://esmateria.com/2013/02/23/los-brotes-estelares-pueden-convertir-la-tierra-en-una-bola-de-nieve/

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