“LA REINA MARGOT”

Pelicula que Muestra La noche de san bartolomé, en que fueron asesinados en Francia miles de Hermanos Hugonotes por el Papismo!! Según estimaciones prudentes se masacraron en París, aquella noche, unos 3.000 hugonotes, y como la orgía de muerte pasó en las semanas siguientes a las provincias, unos 20.000 en todo el país.
LA NOCHE DE SAN BARTOLOMÉ:

La noche del 24 de agosto de 1572 –el día de san Bartolomé- era tormentosa. Después de un breve pero violento chaparrón atravesaban el cielo las nubes oscuras, dejando ver sólo de tarde en tarde alguna estrella o la luz de la luna. Hacia las tres de la madrugada empezaron a tañer las campanas de alarma. De todas partes salió la gente a la calle. Al parecer, los hombres habían estado esperando la señal, porque estaban totalmente vestidos, provistos de armas y comenzaron inmediatamente a reunirse en grupos.Toda esa hecatombe había sido puesta en escena por la reina Catalina. A la boda de Enrique de Navarra y Borbón con su hija Margarita de Valois habían venido a París muchos de los más notables hugonotes; ahora podía deshacerse de casi todos de un solo golpe. El único jefe hugonote que consiguió salvar la vida fue el recién casado Enrique (el después rey Enrique IV). Huyó al Louvre a la cama de su recién casada esposa (sería, por cierto, la única vez que fue a ella), donde estaba seguro ante los asesinos que merodeaban por el palacio.

Según estimaciones prudentes se masacraron en París, aquella noche, unos 3.000 hugonotes, y como la orgía de muerte pasó en las semanas siguientes a las provincias, unos 20.000 en todo el país.

Con esta masacre creían la real casa de Valois y la liga católica acaudillada por los loreneses duques de Guisa haber resuelto definitivamente la cuestión de los hugonotes. La reforma que se extendía por todo Occidente había llegado también, en su forma calvinista, a Francia. Como llegaba de las regiones suizas, se llamaba a los herejes “eidgenossen” (conjurados, como se llaman a sí mismos los suizos) o “hugonotes”. Los católicos se agruparon alrededor de jefes poderosos como Francisco o Enrique de Lorena-Guisa. La reina madre Catalina de Médicis los apoyaba plenamente. Cuando Francisco de Guisa asaltó el 1 de marzo de 1562 a los hugonotes reunidos para un servicio religioso en un granero de Vassy y los quemó conjuntamente con el granero estalló la primera de las ocho guerras hugonotes. Comenzó una época de terrores y crímenes formidables. Como que la unidad de Francia amenazaba romperse a causa de la cuestión religiosa se había organizado el matrimonio de Margarita y Enrique de Navarra. Debía ser un símbolo para la reconciliación, pero se convirtió, merced a la conjura, en el verdadero principio de los grandes asesinatos en masa.

La noche de San Bartolomé (o «bodas de sangre parisinas») provocaron las 4ª-8ª guerras hugonotes; porque todavía había numerosos nobles hugonotes en el país, en las ciudades y en las plazas fuertes, que ahora se alzaron con sed de venganza. Las campañas arrasaron amplias regiones de Francia. En 1574, cuando subió al trono Enrique III de Valois, dejando los asuntos de gobierno en manos de su madre Catalina de Médicis, en el otro bando se puso al frente de los hugonotes Enrique de Navarra-Borbón. Por temor de que la liga católica bajo el duque Enrique de Guisa pudiera arrancar el poder a la casa de Valois, enferma de sífilis y en vías de extinción, Enrique III hizo asesinar, en 1588 en el castillo de Blois, al de Guisa, aunque tuviera que huir después ante el Borbón victorioso y fuera apuñalado también, en 1589, por un monje fanático. Según la ley de sucesión sálica, el heredero de la corona francesa era entonces el hugonote Enrique IV. Este se mostraba lo suficientemente inteligente para comprender que un rey hugonote era inconcebible en la católica Francia. De modo que en el asedio de París pronunció la famosa frase de que “París bien valía una misa», se pasó al catolicismo y consiguió la paz, la corona y el poder. En favor de los hugonotes promulgó, sin embargo, en 1589 el famoso edicto de Nantes, que les concedía lugares de residencia fijos y libertad religiosa. Con ello, Francia volvió a recobrar un estado normal.

El país había superado la reforma cuando en el vecino imperio germánico todavía se enfrentaban, con enemistades a muerte, los partidos protestante y católico.

La tolerancia se mantuvo hasta los días de Luis XIV, quien por influencia de los jesuitas revocó en 1685 el edicto de Nantes e impulsó a los hugonotes a la emigración a Holanda, Suiza, Inglaterra y Brandenburgo. Allí se convirtieron en un componente valioso de sus nuevas patrias. “SOLI DEO GLORIA”

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