Un cuento para que las niñas crezcamos
…y no dejemos de soñar.
(con imágenes originales de la puesta en escena de esta historia)
Romualda es una ama de casa, que lava, plancha, sacude, trapea, tiende camas, barre, hace la comida, recoge la ropa tirada de sus dos hijos y su esposo, además de la suya, prepara los desayunos de todos y lava los platos de todos, de la mañana, la tarde y la noche. También lava ollas, tiende la ropa, la destiende, la dobla y la guarda, sacude y acomoda, jugetes, … Estas actividades no son todas las que hace, porque cuando sus hijos o esposo se enferman, además no duerme por cuidarlos, casi siempre se siente cansada, pero duerme menos que todos. Es la última en acostarse y la primera en levantarse, ¡nadie se ha dado cuenta cuanto trabajo hace Romualda en su casa!. Y ella misma se ha acostumbrado a decir que “no hace nada, solo se dedica a la casa”.
Un día, Romualda tiene un sueño muy significativo que la ayudará a conocer a las mujeres que han sido brillantes y sobresalientes. Y que la inspirará a buscar una vida donde sus propios sueños sean importantes y sucedan en la realidad. Primero se le aparece la Diosa griega Démeter, divinidad adorada por proveer el cereal, y las cosechas abundantes. También era la protectora de los matrimonios. Pero ante la disputa ocasionada por un nuevo y ambicioso hijo de Zeus, Dionisio, Dios del alcoholismo y el desenfreno, ella se vio expulsada de la mesa de los doce Dioses del Olimpo. Y condenada al olvido. Entonces le advirtió en su sueño, que las mujeres habían sido relegadas desde la antigüedad tal y como ella. Y que es importante no despreciar el sitio de una mujer protectora, ni favorecer el vicio por encima de la virtud.
Después se aparece en su sueños Hipatía. Una matemática, filósofa, astrónoma e inventora griega, que enseñaba en la Biblioteca de Alejandría, y le cuenta sobre la incomprensión ante la sabiduría femenina, por parte de un Obispo, que ocasiona que la maten injustamente, acusándola falsamente de bruja. Y advirtiéndole que en el pasado las mujeres eran amenazadas si decidían estudiar o crear. Pero Hipatía la anima a reconocer que una mujer inteligente y valiente, como ella, pasa a la historia.
También se aparece en su sueño Eva, la segunda esposa de Adán. Y le platica que Adán tuvo una primera esposa llamada Lilith, pero que decidió dejarlo y buscar su propia vida, en vez de permanecer solo en la obediencia y subordinación. Lilith no era hecha de una costilla, sino en igualdad de condiciones que Adán, y en esa condición, decide libremente buscar su propia vida y no limitar sus sueños permaneciendo en una condición limitante sumisa e inferior ante un compañero que era igual a ella. Ni superior, Ni inferior, solo igual. Tal y como los son todos los hombres y las mujeres actualmente. Por eso Yaveh insiste en crear una acompañante para él y crea a Eva. Ahora de una costilla tomada de Adán, para prevenir que fueran iguales y con ello, que Eva fuera independiente. Advirtiéndole al crearla que su deber es subordinarse a Adán. A ella se le acuse del ridículo pecado ¡de comerse una manzana!, por lo tanto comprende que Lilith haya escogido la libertad y no haya hecho caso a Yaveh. Siguiendo un destino de de encuentro consigo misma y renunciando acertadamente al desprecio injusto.
Además sueña también con Sor Juana Inés de la Cruz, ella le cuenta que fue una famosa escritora y poetiza mexicana, y que sin embargo los curas y la iglesia, de su época, no la dejaron continuar siendo creativa. Le prohibieron el acceso a sus libros y murió de peste contagiada dentro del convento donde vivió, y cuidando a sus compañeras. Sin embargo, le contó durante el sueño que ahora hay prestigiosos premios en su nombre, y que son otorgados a mujeres que siguiendo su ejemplo estudian y crean conocimientos. Tal y como ella lo hizo con la poesía, donde dejó una creativa crítica hacia una sociedad que juzga la conducta de las mujeres, recitándole una frase de su poesía que dice “queredlas cuad las haceis o hacedlas cuad las buscais”.
Finalmente se le aparece en sueños, pero ahora a su esposo Apolonio, la diosa Démeter, quien le advierte que lo va a convertir en Romualda y a ella en Apolonio si continúa sin brindar ayuda y apoyo en todos los quehaceres domésticos posibles. A ver si así le gusta cómo se comporta él y cómo se siente Romualda. En ese mismo sueño llega también una cantante llamada Paquita “la del barrio”, quien le canta diciéndole que es “infrahumano” por no entender que Romualda tiene derecho de alcanzar sus sueños libre del cerco doméstico y la servidumbre.
Al despertar de ese extraordinario sueño, Romualda se decide a compartir y delegar labores entre los miembros de la familia, pues aprende que lo justo es “dar a cada cual lo que corresponde”. Y valientemente encamina sus pasos fuera de casa. Se dirige a hacer ejercicio, para estar sana primero, y después a trabajar para ganar sus propios recursos y financiar sus anhelados estudios. Porque, aunque es adulta, ¡nunca es tarde para estudiar y realizar deporte! Ahora ella también vive una vida en que caben sus propios sueños. Y una jornada de trabajos domésticos equilibrados, así puede dar un buen ejemplo también a sus hijos, y construir una sociedad equitativa, gracias a que ahora vive en una familia donde todos sus miembros son solidarios.
http://hablemosdefilosofia.wordpress.com/2013/01/06/el-sueno-de-la-mujer/