Investigaciones posteriores a la confirmación de existencia del bosón de Higgs, la “partícula de Dios”, sugieren que, por la masa de esta partícula, una fluctuación cuántica proveniente de un universo alterno destruirá el nuestro dentro de decenas de miles de millones de años.
A mediados del año pasado el mundo científico, particularmente el de la física, vivió una enorme excitación por la confirmación de existencia del bosón de Higgs, la “partícula de Dios” que, se suponía desde hace varias décadas, era una suerte de eslabón perdido entre el Big Bang y la formación del universo tal y como lo conocemos, el factor que hizo a la materia obtener masa.
A partir de este descubrimiento, las investigaciones han continuado, pero probablemente no con los resultados más promisorios para nuestro mundo, pues de acuerdo con Joseph Lykken, físico teórico en el Fermi National Accelerator Laboratory, que se encuentra en Chicago, la masa del bosón de Higgs sugiere que “el universo en el que vivimos es inherentemente inestable y, en algún punto dentro de miles de millones de años a partir de ahora, todo será borrado”.
Según Lykken, este fenómeno obedece a la inestabilidad del vacío, un fenómeno que podría fundir un universo alterno con el nuestro y para el cual se han realizado cálculos a partir de la masa del bosón de Higgs (126 mil millones de electronvoltio o 126 veces la masa de un protón). Si Lykken no se equivoca, existe la posibilidad de que nuestro universo sea consumido por una fluctuación cuántica, esto es, una burbuja de baja energía que se expande a la velocidad de la luz y en cuyo crecimiento arrasa con todo lo que encuentre.
“Una pequeña burbuja de lo que se podría considerar como un “universo alterno” aparecerá en algún lugar y se expandirá hasta destruirnos”, explicó el científico. Su predicción, por cierto, se fija en varias decenas de miles de millones de años en el futuro.
Este desolador escenario se explica porque siendo el bosón de Higgs una especie de partícula primordial, su campo se encuentra por todos lados (según explica Clara Moskowitz), por lo cual afecta el vacío del espacio-tiempo vacío del universo. “Su masa es justo lo que se necesita para hacer el universo fundamentalmente inestable”, dice Moskowitz.
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