Los zombies y la muerte vudú: cultos antiyupi.

“El temor de los zombies enHaití, es temor a convertirse en uno de ellos” 

Wade Davis, antropólogo.
“El estado normalmente se presenta como una entidad más allá y por encima de los individuos, teniendo como uno de sus atributos algo llamado “soberanía”, y algo de que se habla como si tuviera una voluntad o como si diera órdenes. El Estado en este sentido no existe en el mundo de los fenómenos; es una ficción.” 
A.R. Radcliffe Brown, antropólogo.
En La rama dorada, el antropólogo escocés James G. Frazer contaba esta historia: un jefe neozelandés dejó sobras de su almuerzo en un camino y un esclavo comenzó a comérselas. Antes de acabar, alguien le informó de quién eran y, presa de pánico, el hombre murió con convulsiones al anochecer.
La muerte vudú es lo contrario al placebo. Se trata de mecanismos psico-sociológicos para conseguir la muerte por conjuro.
En “la muerte vudú” (1942) Walter B. Canon, fisiólogo estadounidense, estudió el proceso del embrujo y su naturaleza psicofisiológica. Tienen que darse para ello dos condiciones: que el sujeto lo sepa y que lo sepa la comunidad que le rodea. La fe ciega en el poder del hechicero provoca en el embrujado un sentimiento agónico de ansiedad, que es de continuo reforzado por el resto de los habitantes, los cuales evitan al condenado como si ya estuviese muerto (al igual que el ostracismo griego). El embrujado se queda a solas con su agonía, pensando que se muere sin remedio por estar sometido al conjuro. Esta creencia desencadena una gran crisis deansiedad que produce alteraciones viscerales en el sujeto en cuestión.
Si a esto le añadimos el profundo rechazo social al que el embrujado está siendo sometido y lo reforzamos con las historias de horror que ha oído contar desde niño, el resultado es una grave disminución del volumen sanguíneo, caída brusca de la presión arterial debida a la permeabilización de los capilares y deshidratación. Es resultado es que toda esta sintomatología termina por provocar una alteración homeostática mortal, una muerte sin lesión, debida al miedo.
Es lo que Levi Strauss llamó shock sociocultural: ”la integridad física no puede soportar la disolución del ser social”
A veces, no es necesario la eliminación total de la persona, sólo su alma.
“Parece que los zombies son reales. Realmente existen.” escribe el antropólogo Nigel Barley en su libro “Bailando sobre la tumba”.
“Un etnobiólogo, Wade Davis, ha conocido a algunos. Poseemos una fotografía de un zombie, sentado tan ricamente sobre su propia tumba, con los brazos cruzados en un gesto de aparente resignación. James Bond y cientos de novelistas de terror han implantado en nuestras mentes una iconografía más salvaje: calaveras sonrientes, obscenos ritos de medianoche, los andares torpes y los ojos vidriosos del cadáver homicida con los brazos abiertos para estrangular. Sin embargo, en el relato de Davis, la sociedad secreta Bizango, el principal culto vudú, termina pareciéndose bastante a una rama del Rotary Club, con su hincapié en los valores del grupo y la familiatradicional.
La zombificación se logra pocas veces y conlleva la administración de la ortodoxina, el veneno delpez globo japonés, para simular la muerte de la víctima. Tras el entierro, los maestros vudú sacan de la tumba al zombie, consciente pero paralizado, y le condenan a una vida de esclavitud drogodependiente en un país saturado de mano de obra barata. Pocos casos de éstos bastan para convencer a la población del poder de la asociación y guiar sus pasos por el camino de la virtud.
Lo asombroso de las zombificaciones de Haití es lo poco que se parecen a las creencias africanas sobre los zombies. Edwin Ardener, que estudió a los bakweri (África), demostró que a aquellos que gozan de un éxito notable a expensas de sus parientes, se les acusa de ser amos de zombies. Zombifican a su parentela, enviándolos a trabajar en minas y fábricas en las montañas. Sus jornales van a parar a sus amos.
Son lo que podíamos llamar “cultos antiyupi”Mientras el haitiano reduce a la esclavitud al egoísta en una sociedad que consiguió la libertad por una rebelión de esclavos, el camerunés le acusa al egoísta a una acusación de hechicería y zombificación en un país donde no resulta extraño que los líderes vendan a sus seguidores. En ambos casos, la excesiva riqueza individual, el pecado del salario, puede acarrear al muerte.”
Ligado a esta idea, el mismo Edwin Ardener, en 1963 escribe:
“La palabra zombie significa “dar en prenda o empeñar”. Así, en las nuevas condiciones de una economía de plantación, se creía que los parientes se convertían en peones o prendas para que unos pocos podrían obtener riqueza”.
“Se corrió el rumor de que los ancianos habían ordenado que el dinero no debía ser recogido del suelo, ya que estaba dispersa como un señuelo para atraer a los hombres a la orilla del agua. Allí, los “franceses” los usarían para obligarles a trabajar como zombies en un nuevo puerto de aguas profundas, o utilizarlos para apaciguar a los espíritus del agua. Desde hace algunos meses era común ver las monedas y hasta billetes de bajo valor sobre las calles de la capital.”
En su estudio de la brujería djambe del Maka, Peter Geschiere describe la aparición de un nuevo tipo de hechicería que les transforman en una especie de zombi y les ponen a trabajar en “plantaciones invisibles”.
Añade que “las narrativas sobre djambe son sorprendentemente similares a los temas capitalistas. “Hablan de las brujas como empresarios que están siempre en alerta y listos para apropiarse de nuevas riquezas y poderes. ” “Los brujos africanos son convertidos en la personificación de los productos caprichosos, las sirenas de los deseos egoístas.” La gente habla indistintamente de mágicas “brujas” y los ricos “grandes hombres” que “comen” las almas de la gente:
La consumición de almas se cree que está impulsada por un apetito por el dinero, un hambre desatada por el colonialismo europeo.
Estas narrativas recuerdan a muchos los cultos cargo y su necesidad de explicar las razones de todos estos bienes y las desigualdades sociales que acarrea, a través de la creencia de que las riquezas de los forasteros provenían de sus antepasados. De hecho, Gerchiere comenta la anécdota de una mujer que confesó a su pastor que había pilotado un avión de noche para llevar comida a su pueblo, añadiendo que los aviones pertenecen al mundo de la brujería y cuando los blancos se la arrebatan a los negros, éstos lostrasladan al mundo real.
Josep Martí, antropólogo, apostilla:  “No tan solo en el sentido de querer explicar el porqué de lasdesigualdades de riqueza, tal como y con razón se ha afirmado a menudo, sino también en el sentido de ayudar a articular potentes fuerzas emocionalescomo las correspondientes al miedo ante la desgracia inesperada o al ansia de poder.(…) La razón surge de la misma reflexión sobre las emociones”
Es una idea común de la antropología que la demonología moderna a menudo refleja un sentido similar, cuando una persona siente que todo lo que le da una identidad (es decir, su actividad, su vida, su coche…) puede ser fácilmente derrumbado. Hoy más que nunca, nos sentimos inseguros a ese respecto, aunque no sabemos contra qué demonios luchar. Ni siquiera si son reales.
Van Binsbergen hace una sugerente distinción entre la esclavitud y el trabajo asalariado. En la esclavitud, todo el ser de una persona está alienada, de modo que una persona se convierte en la propiedad de otro. El esclavo deja de existir como sujeto legalmente autónomo. En el trabajo asalariado, sin embargo, sólo la parte de la vida de una persona que se vende como “trabajo” está alienado. La persona sigue siendo un tema jurídicamente autónoma, pero le da una porción de su vida – es decir, de su ser – a cambio de un símbolo de esa porción.
Este símbolo, que es el dinero, luego alcanza un poder subjetivo, por lo que determina la vida de las personas cuya actividad representa. Una economía monetaria es aquella en la que las personas se rigen por una representación fetiche de sí mismos. Las economías de mercado se rigen por estemuerto fantasmal, (pero activo sobrenatural) poder llamado dinero.
También existen las ideas zombie: ideas políticas que fácilmente pueden ser destruidas por la evidencia, pero no obstante andan arrastrando los pies hacia adelante sin descanso, esencialmente porque se adaptan a una agenda política. Un buen ejemplo puede ser “Para salir de pobre hay que trabajar más” o el “Estado de bienestar” incluso el propio Estado, con E mayúscula.
A.R. Radcliffe Brown, antropólogo, no dudó en llamar ficción al propio Estado:
“En la escritura sobre instituciones políticas hay mucha discusión sobre la naturaleza y elorigen del Estado, que normalmente se presenta como una entidad más allá y por encima de los individuos que componen una sociedad, teniendo como uno de sus atributos algo llamado “soberanía”, y algo de que se habla como si tuviera una voluntad (la ley normalmente definida como la voluntad del Estado) o como si diera órdenes. El Estado en este sentido no existe en el mundo de los fenómenos; es una ficción.”
“Lo que sí existe es una organización, una colección de seres humanos individuales conectados a un complejo juego de relaciones.” “Hay en realidad solamente poderes de individuos (reyes, primer ministros, magistrados, policías, jefes de partido, votantes)”.
Philip Abrams va más allá en este análisis:
“El estado no es la realidad que existe detrás de la máscara de la práctica política. Es en sí mismo la máscara que prohíbe que veamos la práctica política tal como es.”
El antropólogo australiano Michael Taussig ha analizado el terror político por el que los hombres se hacen más vulnerables y maleables. En nuestra era, nadie se encuentrapsicológicamente a salvo. La seguridad, en este sentido, se ha transformado en un bien preciado de cambio: se vende, se intercambia y compra seguridad como hace siglos atrás lo hacían con la felicidad.
El mundo jerárquico de antes de un temor que imponía autoridad, se ha convertido en una nueva sociedad en donde la tragedia constante prima sobre el orden. Así, el Estado-de-emergencia lleva continuamente a la guerra al desorden amenazante, y al Otro amenazante, enfatizando los prejuicios y las desigualdades entre los hombres.
Y es la guerra más muda de la historia:


“Por sobre todas las cosas, la guerra sucia es una guerra de silenciamiento. Oficialmente no hay guerra alguna. No hay prisioneros. No hay tortura. No hay desapariciones. Sólo el silencio que consume en gran parte el lenguaje del terror, intimidando a todos para que no se comente nada que pueda ser interpretado como una crítica a las Fuerzas Armadas… es la presencia de lo no dicho lo que logra el más simple de los comentarios de la esfera pública se vuelva asombroso en esta época de terror”

“Nuestros padres nos cuentan cosas sobre la guerra, nosotros tenemos ahora nuestra propia historia del patrocinio” Hombre cartel.

Fuentes:

http://jorgealbertoaguiar.blogspot.com.es/2007/01/el-estado-como-fetiche-el-fetichismo.html

http://jdeanicite.typepad.com/i_cite/2005/02/already_zombies.html

http://emc.eserver.org/1-4/hawkes.html

Nigel Barley, ”Bailando sobre la tumba”
Edwin Ardener, “Witchcraft, Economics, and the Continuity of Belief” in Douglas (1970), 141-160, quotation from 154.
Wim van Binsbergen, “Witchcraft in modern Africa as virtualised boundary conditions of the kinship order.”
Peter Geschiere, The Modernity of Witchcraft: Politics and the Occult in Postcolonial Africa trans.
A.R. Radcliffe-Brown, Prefacio a African Political Systems.
Philip Abrams, “Notes on the Difficulty of Studying the State.

http://digital.csic.es/bitstream/10261/8225/1/Jornades12_Marti%C3%8C%C2%81.pdf

http://www.psikeba.com.ar/articulos03/10-01/el-terror-en-michael-taussig-y-jean-baudrillard-del-estado-de-emergencia-al-no-evento.html

http://unaantropologaenlaluna.blogspot.com.es/2013/02/los-zombies-y-la-muerte-vudu-cultos.html

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