LA CRISIS DEL PONTIFICADO DE BENEDICTO XVI
Por Patricio Carvajal Aravena – Universidad de Playa Ancha / Chile
Si la Geopolítica es la ciencia o disciplina del poder en su expresión más pura, entonces la Iglesia y el Papado constituyen una de las manifestaciones históricas más destacadas del ejercicio del poder en la Historia Mundial, desde la fundación de la Iglesia hasta el presente. En efecto, desde el siglo I dC la Iglesia ha sido una institución espiritual-temporal; desde el siglo IV dC el Papado, con la fundación del llamadoCesaropapismo por los Emperadores romanos Constantino y Teodosio, ha sido la institución que ha llevado a cabo la fundación de Occidente, el desarrollo de un orden político (imperio, herencia de la tradición romana) y de un sistema político con pretensiones mundiales (monarquía universal). Una compleja teología se desarrolló para estos fines, desde San Agustin, aunque sus principios se encuentran formulados en los discursos de laPatrología pre agustiniana, hasta las pretensiones del Papa Bonifacio VIII (Unam et Sanctam), Papa este último con el cual termina una larga controversia entre orden espiritual y orden temporal.
La Historia Moderna y Contemporánea europea, a pesar de la división confesional generada por la revolución luterana, tiene en la Iglesia y el Papado uno de los ejes de la política mundial. Dos ejemplos para confirmar nuestra aseveración: la división geopolítica del planeta entre las Monarquías de Portugal y España (Tratado de Tordesillas: 1494); la estructura del sistema político internacional moderno (Tratado de Westfalia: 164, cuyo creador fue el Cardenal Richelieu. Este sistema internacional se prolongará hasta la crisis de la IªGM. En el siglo XVI la Iglesia definió la estrategia geopolítica cultural de la cristiandad. La fundación de la Compañía de Jesús –orden militar al servicio del Papado- fue el instrumento de esa geopolítica. Las epístolas de San Ignacio de Loyola a San Francisco Javier –Apóstol de las misiones- es una pieza magistral de una geopolítica jesuítica que abarca con su estrategia misional los espacios de África, Asia y América; la carta de San Ignacio a San Pedro Canisio, responsable de la Compañía en Alemania, es otro de los testimonios de la estrategia misional de la Iglesia en el período de la llamada Contrarreforma. Por último, para no abundar con más ejemplos, el Padre E. Walsh, S. J, arquitecto de la Geopolítica de la Guerra Fría, evidencia la participación de la Iglesia, el Papado y la Compañía de Jesús en la construcción de un orden mundial. Me parece que estos son ejemplos relevantes de la Historia de la Iglesia, sobre los cuales, entre otros, el jurista alemán C. Schmitt ha escrito páginas agudísimas.
Ahora bien, vamos al Pontificado de Benedicto XVI. En una de sus últimas alocuciones el Papa pidió el cumplimiento del espíritu del Concilio Vaticano II (1962 – 1965). Esta es la Asamblea Plenaria más importante de la Cristiandad Católica contemporánea. La teología conciliar del Vaticano II fue formulada en su esencia por el Padre K. Rahner S. J. junto con otros destacados teólogos como J. Ratzinger y H. Küng. En otras palabras, se trató de un Concilio concebido en clave teológica germana. Este punto no es menor porque diversas corrientes teológicas nacidas del espíritu del Concilio: teología ecuménica, teología de la esperanza, teología política y teología de la liberación, entre otras, son la herencia más fecunda del Concilio Universal Vaticano II. El Cardenal Ratzinger fue uno de los más destacados Padres Conciliares. Fruto de esa participación formulará una doctrina eclesiológica –Iglesia- y Cristológica –naturaleza de Cristo- que lo vincula con las tradiciones más puras de la Patrología. Ratzinger es un profundo conocedor de la Patrología. Sus disputas con los Padres J. Lortz y P. Manns, fundadores del Institut für Europäische Geschichte Mainz(Instituto para la Historia Europea, de Mainz) y padres de la teología ecuménica, son célebres en el ámbito académico germánico. A partir de esta sólida base teológica – histórica concibió Benedicto XVI su magisterio pontificio. En otras palabras, estando en el mundo, siempre ha sido un hombre no del mundo. Dos discursos suyos, a pesar de la controversia comunicacional generada, son expresión de esa sólida doctrina: discurso sobre el Islam y texto sobre los fundamentos cristianos de una Constitución para la Unión Europea. Sobre el Islam la crítica de Ratzinger está plenamente justificada, a pesar de la rabieta de algunos europeos que están siempre dispuestos a pactar con quien sea sobre lo que sea con el propósito de no perturbar su pequeña tranquilidad. En torno al ISLAM bastaría recordar el discurso de O. Falacci –mucho más duro con los fieles de esa Religión- para comprender que las palabras del Papa apuntan en la misma dirección.
Pero también hay sombras en su Pontificado. Los escándalos sexuales de algunos religiosos y el problema de unas finanzas siempre turbias constituyen sin duda un lastre significativo en la imagen pública de la Iglesia. Por otro lado, hay una pugna desatada entre los grupos conservadores de la Iglesia que aspiran al control de la misma, como ocurrió durante el Pontificado de Juan Pablo II, y aquellos que desean una Iglesia eclesiológicamente democrática, tolerante con las minorías y dispuesta a la revisión de normas de carácter administrativo –eclesiológico –no dogmáticas- que sitúan el Cristianismo católico a contracorriente de las tendencias mundiales. Hay en esto un problema de legitimidad grave para el Cristianismo católico. En efecto, si por un lado se castigó severamente toda postura teológica contraria al conservadurismo del Papado: L. Boff(teología de la liberación), H. Küng (teología ecuménica), por otro lado se fue tolerante y hasta cómplice con los escándalos arriba indicados. Como señalara H. Küng, la Iglesia requiere de un Vaticano III y de Juan XXIV. El Conciliarismo como doctrina eclesiológica democrática ha sido en la Historia de la Iglesia una respuesta adecuada para la reforma eclesiástica. Asistimos hoy a una crisis profunda del Neoliberalismo económico que ha llevado las relaciones sociales – laborales a situaciones propias del siglo XIX, las que fueran denunciadas por el Papa León XIII en tres Encíclicas formidables de su Magisterio Pontificio: Libertas, Rerum Novarum e Inmortale Dei. La situación de los trabajadores, especialmente en América latina, donde el abuso laboral ha permitido la creación de grandes fortunas de conspicuos católicos, especialmente vinculados al OPUS DEI, no es congruente con el Evangelio. La Tierra ha sido dada en heredad a todos los hombres y mujeres. Este es uno de los núcleos de la teoría del derecho natural cristiano, fundamento de la teoría ética social y de lateología moral del bien común propuesta por Santo Tomás de Aquino. El camino de la salvación no pasa por los Bancos. Ya Luther lo dejó claro en Alemania en el siglo XVI con su crítica de la venta de indulgencias. El Cristianismo se forjó en el espíritu de las catacumbas y no en las casas de retiro con cristianos mentalizados para la servidumbre doméstica. Finalmente, ¿qué perfil de Papa requiere el Cristianismo Católico? H. Küng ha señalado la necesidad de Juan XXIV. Me parece que en los tiempos de desorden social y moral que vive el mundo se requiere de un León XIV. Como la elección del Papa ha sido siempre una estrategia geopolítica de poderes enfrentados, estimo que el Cardenal brasilero Odilo Scherer es quien tiene el perfil más adecuado para enfrentar como Pontífice los desafíos del siglo XXI. La Iglesia brasilera tiene un claro liderazgo demográfico, pero a la vez doctrinal. Benedicto XVI deberá cerrar ese ciclo histórico y geopolítico abierto por el Concilio Vaticano II y los Papas que sucedieron a Juan XXIII. Así se cumplirá una vez más la sentencia: Ecclessia Reformata semper reformanda secundum verbum Dei. La Geopolítica vaticana es una realidad indiscutible, y hoy la Iglesia juega un papel relevante en el ámbito de las Relaciones Internacionales.
Bibliografía
Carvajal, P; Huesbe. M. A (2003). Los fundamentos políticos del pensamiento moderno: Martin Lutero y Juan Calvino
Küng, H (200. La Iglesia Católica
Lortz, J (2007). Historia de la Iglesia Católica