“Los animales y vegetales que consumimos son auténticos “mutantes”, y la agricultura y ganadería se alejan cada vez más de la naturaleza para acercarse al laboratorio y a la industria..”
“Los nuevos hábitos alimentarios se basan más en el marketing que en prácticas tradicionales o nutricionales” Jesús Contreras, antropólogo.
Los pueblos occidentales muestran repugnancia frente a la idea de comer insectos, pero no vacilamos en degustar caracoles y ostras vivas, al igual que los chinos de la provincia de Hunan que comen gambas cuando todavía pernean. También encontramos poblaciones asiáticas que prefieren consumir alimentos putrefactos. Los inuit comen grandes cantidades de carne cruda para conservar su valor nutritivo, lo que compensa la falta de alimentos vegetales y evitan el escorbuto. También gustan de la carne pasada, ya que la bacteria que la provoca produce vitamina B1 y otras. Nosotros, en cambio, cuando hervimos los vegetales, añadimos bicarbonato a las legumbres o pelamos las patatas antes de hervirlas, disminuimos sus vitaminas y nutrientes. Y tampoco nos falta los productos putrefactos, el casu marzu es un queso típico de Cerdeña, Italia, conocido por estar infestado de larvas vivas de insectos. Casu marzu significa “queso podrido” en un dialecto del sardo. Los catalogados como quesos azules (Cabrales, Roquefort…) tienen este característico color por el moho.
Otros platos deliciosos pueden ser los fetos de roedor, feto de pato, lenguas de alondras, ojos de cordero, desove de anguilas, tarántulas fritas, grillos, escorpiones, cucarachas, hormigas, sesos de mono, sesos de cordero, el contenido del estómago de las ballenas y la traquearteria del cerdo… El haggis escocés se trata de cocer en el estómago de un cordero pulmones de vaca con sus intestinos, su páncreas, su hígado y su corazón, condimentado con cebolla, grasa de riñones de buey y gachas de avena. El foie gras es un producto alimenticio hecho del hígado hipertrofiado de un pato o ganso que ha sido especialmente sobrealimentado por sonda (alimentación forzada con maíz) estando vivo. La sangre es también una de las prohibiciones más extendidas, aunque no de manera universal, pues es un alimento fundamental para pastores centroafricanos nómadas, ya que es muy nutritiva. Aunque en la religión católica está prohibida, son famosas la sangre de cerdo en las morcillas.
Aún así, los factores hereditarios también nos dictamina los alimentos. Un buen ejemplo es el de la tolerancia a la lactosa (la leche) tiene que ver con factores genético. Por ejemplo, los americanos blancos y los daneses, finlandeses, húngaros, tusi y fulani nómadas son descendientes de pueblos que vivieron en áreas “lecheras” y han mutado durante 10.000 años para tolerar la lactosa, al contrario que los americanos negros, los aborígenes australianos, los inuit de Groenlandia, los thai, los bantú, los indios pima… Los chinos y otros habitantes de países del Asia Oriental, muestran su aversión llamándola “sangre blanca”. Los griegos de los tiempos heróicos remarcaban la barbarie de los otros pueblos a través de su predilección por la leche. En realidad, los “desviados” son los tolerantes, que son la minoría.
Teniendo en cuenta este dato, conviene reflexionar sobre las campañas de ayuda a pueblos hambrientos, pero intolerantes a la lactosa, que consiste en leche en polvo que producía vómitos y diarreas en los niños. Sin contar con el agua donde se mezcla esa leche, en algunas zonas un recurso muy difícil de conseguir o contaminada, o que no hay recursos con los que calentar la leche, etc etc. El caso es que a estas multinacionales realmente les interesa más la dependencia a sus productos que la “ayuda humanitaria”. Un ejemplo es NESTLÉ.
En cuanto al sabor amargo, es decisivo ya que la mayoría de los venenos naturales poseen este sabor. Quizás por eso, los niños aguantan menos este sabor, mientras que con la edad vamos tolerándolo mejor, al igual que muchas de las verduras que la contienen (brócoli, coliflor, col de Bruselas…)
El modo en que los japoneses insisten en el aspecto estético no es una mala adaptación, sino todo lo contrario. Faltando a la vez alimentos en abundancia y combustibles para prepararlos, los japoneses se adaptaron a su alimentación y su preparación a la pobreza de sus recursos. Lo mismo ocurrió en China: cuando la población estaba en aumento y las calamidades naturales traían hambrunas, todo alimento potencial era probado, incluyendo ratas (“gamos domésticos”), serpientes (“anguilas de los matorrales”) o saltamontes (“gambas de los matorrales”)
Curiosa es también la predilección de los países occidentales por los cereales, anteponiéndose a la patata y aún sabiendo que un campo de 0.40 hectáreas de este tubérculo podía alimentar a una familia numerosa durante todo un año. Esto no era sólo por prejuicios, sino también por razones políticas. Los cereales sólo fructifican al año siguiente de su siembra, se reproducen por semillas y se multiplican por granos. Sin embargo, la mayor parte de losfeculantes tropicales son perennes que viven durante varios años, se multiplican fácilmente por retoños o esquejes y se recoletan fácilmente los frutos, hojas o incluso raíces… Cabe preguntarse si las diferentes formas detributo y diezmo de la Europa medieval hubieran sido posibles con este tipo de cultivos. Hoy, habría que añadir a Monsanto y sus semillas transgénicas en esta misma lógica.
“—¿Todos los días viene a la milpa?, le preguntamos.
—Sí; si todos los días como. ¿Y usted va a leñar?- nos preguntó en su lengua materna.
—Sí, en un tiempo fuimos a leñar, pero ahora tenemos otro trabajo- respondimos.
—Es una vergüenza que no trabajes lo que comes- dijo.
Es don José Isabel Tuz, hombre maya de 91 años, quien después de desyerbar en su milpa regresa a su casa que se encuentra a 6 kilómetros de distancia.
Cuando intentamos ayudarlo, don José nos rechazó cortésmente mientras nos indicaba dónde debíamos caminar para salir de la milpa.”
(Foto y texto de José Luis Quintal Catzín)
http://unaantropologaenlaluna.blogspot.com.es/2013/02/ostras-vivas-o-cucarachas-fritas.html