Recreación de los cinturones de radiación de Van Allen con las sondas que los estudian / NASA
En 1958, la NASA, tratando de comprender la naturaleza del descomunal campo de batalla inaugurado por los soviéticos con el Sputnik, descubrió que el espacio era radiactivo. Los instrumentos de los satélites Pioneer 3 y Explorer IV mostraron la presencia de dos anillos con forma de donut y llenos de electrones superenergéticos que arropaban la Tierra. El fenómeno, predicho ya en el siglo XIX, se debía a la formación de una especie de callejones magnéticos con forma de C que unían los polos magnéticos de la Tierra. A través de ellos circulan rebotando de polo a polo las corrientes de viento solar formadas por electrones y protones. Por ajenos que nos puedan parecer, estos chorros son visibles desde la Tierra: ellos son los causantes de las hermosas auroras boreales.
Hasta ahora se creía que estos anillos de radiación, bautizados con el nombre de su descubridor, James Van Allen, eran solo dos. Sin embargo, en un estudio que hoy se publica en la revista Science, se anuncia que durante el mes de septiembre del año pasado un tercer anillo de los también llamados electrones asesinos cubrió nuestro planeta. El descubrimiento llegópocos días después del lanzamiento de las sondas Van Allen de la NASA, el 30 de agosto de 2012. Estos artefactos tienen el objetivo de estudiar ese campo radiactivo para comprender mejor la amenaza que supone tanto para otros satélites como para los astronautas que se quieran aventurar más allá de los primeros kilómetros de la órbita terrestre.
Cuando comenzaron a enviar información, las Van Allen solo detectaban dos cinturones radiactivos. Sin embargo, unos días más tarde el cinturón exterior empezó a comprimirse y una tercera banda de electrones apareció creando un tercer cinturón. Durante unas tres semanas, los tres anillos convivieron hasta que a finales de septiembre, después de un tiempo en el que el más lejano a la Tierra se fue debilitando, una tormenta solar barrió lo que quedaba de él e hizo desaparecer también el segundo anillo. Desde entonces, la estructura original se ha vuelto a formar y la Tierra ha vuelto a tener el doble cinturón que se descubrió en 1958.
Los científicos sabían desde hace tiempo que los cinturones de Van Allen fluctúan dependiendo del clima espacial. Cuando el flujo del viento solar los alimenta, pueden incrementar su caudal, pero una erupción solar también puede superar la capacidad del campo magnético terrestre para encauzar las partículas y barrer uno de los cinturones, como sucedió en septiembre del año pasado.