La chimpancé que ayudó a hablar por primera vez a un niño autista

Un niño ante un chimpancé en el Zoo de Colywn Bay (Gales, Reino Unido). | EM
Un niño ante un chimpancé en el Zoo de Colywn Bay (Gales, Reino Unido). | EM
Pablo Herreros | Madrid
Es común que los niños con autismo no comiencen a hablar hasta pasados varios años tras su nacimiento. En una ocasión, un grupo de chicos con esta enfermedad visitó a Gina, una hembra de chimpancé que vive en el Zoo de Sevilla, a la que ya dedicamos un blog anterior debido a su sorprendente afición a ver ciertos programas de televisión. Los padres estaban acompañando a sus hijos cuando pasado un buen rato llegó la hora de marcharse. Los chicos comenzaron a recoger, pero Gina y uno de los niños autistas se quedaron inmóviles, pegados contra el cristal sin dejar de mirarse fijamente el uno al otro.
El padre le intento apresurar:”¡Vamos, ya es hora de irnos!” Fue entonces cuando se produjo un hecho asombroso. El niño, que nunca había pronunciado palabra, giró la cabeza y le dijo al padre: “quiero quedarme un rato más papá…“. En aquel instante, se erizaron los pelos de emoción a todos los asistentes y su padre comenzó a llorar de emoción. Hasta entonces nadie sabía cómo era su voz.
Esta semana se ha publicado en la revista ‘Plos ONE’ una investigación cuyos resultados demuestran que los niños con autismo mejoran sus interacciones sociales con otros compañeros cuando estos están en contacto con conejillos de indias (cobayas) frente a los datos obtenidos cuando solo tenían juguetes.
Otros estudio publicado en el ‘Journal of Psychoneuroendocrinology’ en 2010 también concluía que los perros ayudaban a estos niños a sentirse mejor, ya que se relajaban más a la hora de expresar sus sentimientos y necesidades.
Esto es fundamental para que se socialicen con su entorno familiar y de amistades, además de desarrollar habilidades psicomotrices. Los niveles de cortisona en saliva -una hormona asociada al estrés-, se medían antes y después de la interacción con los perros. Los resultados ponían de manifiesto que los niveles de esta hormona descendían enormemente gracias a la presencia de los canes.
¿Pero por qué sucede esta increíble conexión entre los animales y las personas con autismo? La profesora de conducta animal de la Universidad Estatal de Colorado, la doctora Temple Grandin, sufre de síndrome de Asperger, que es una variante de autismo. Al igual que otras personas con este diagnóstico, Grandin mantiene relaciones estrechas y afectuosas con los animales.

Vídeo 1: Temple Grandin (en inglés)
Sus investigaciones han provocado en el pasado cambios drásticos en algunas granjas y mataderos de Estados Unidos para convertirlos en lugares un poco menos aterradores. Ella misma probó algunos de los mecanismos que se utilizan con el ganado para comprobar qué sentían los animales. Los detalles que los que es capaz de percibir nos ayudan a desvelar algunas claves del por qué de esta habilidad para conectar con otros seres vivos.
Grandin sostiene que al igual que los autistas, los animales tienen emociones sin contradicciones, lo cual genera una comunicación sin interferencias. Los animales no son capaces de usar metáforas o dobles sentidos que los humanos solemos crear mediante el lenguaje. Estos son difíciles de interpretar para las personas con esta problemática. Es sabido que en algunos casos los niños autistas toman de manera literal expresiones que son inofensivas para el resto, como por ejemplo “te voy a comer”, las cuales les aterra hasta que aprenden que no se trata de algo real.

Vídeo 2: Perros de asistencia para niños autistas
Según Grandin, su habilidad se basa en el pensamiento visual, manera en la que probablemente piensan muchos animales. Debido a que su memoria se basa en fotografías, el pensamiento mediante imágenes le permite percibir detalles que aterrorizan o agradan a los animales, como sombras, refugios, pasadizos, reflejos metálicos o instalaciones oscuras. Esta manera de percibir la realidad de algunos autistas les sirven de puente para conectar con un mundo de criaturas de cuatro patas los cuales proporcionan confianza y seguridad.
Pero los efectos beneficiosos de los animales sobre las personas no se restringen al autismo. Del mismo modo, ya se ha probado en numerosas ocasiones que la presencia de animales provoca grandes mejoras en casos de depresión, baja autoestima o fobia social.

Vídeo 3: Monos entrenados para ayudar a parapléjicos (en inglés)
En la actualidad también se están llevando a cabo innovadoras investigaciones basadas en habilidades animales que hasta ahora desconocíamos, como por ejemplo el diagnóstico del cáncer. Existen perros entrenados para diagnosticar casos de cáncer mediante el olfato, siendo la eficacia sobre el 90%, incluso en fases precoces que sólo un escáner podría detectar. También son excelentes en la anticipación de ataques epilépticos e hipoglucémicos, avisando de antes de que ocurran. En la misma línea, se están entrenando a monos capuchinos para asistir a personas con parálisis total, para los cuales son capaces de calentar comida, cambiar de cd o servir un vaso de agua.
Llevamos millones de años conviviendo con animales de todo tipo. La vida humana hubiera sido imposible en muchas latitudes sin la cooperación de especies como el lobo o el camello. La capacidad de conectar con otros animales, como por ejemplo perros, gatos, grandes simios e incluso delfines abre en este siglo infinitas posibilidades para los humanos. Es por esta razón que se están entrenando a debemos un especial respeto al resto de animales con los que compartimos el planeta Tierra.
Estamos en deuda con ellos y eso debería implicar ciertos cambios en nuestra manera de tratarlos. Proporcionan satisfacción, ayudan en enfermedades graves y hacen un poco más felices a personas con y sin problemas. Como declaró la propia Grandin en más de una ocasión: “el autismo hizo que la escuela y la vida social fueran difíciles, pero los animales facilitaban mucho las cosas”.

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