“Las cuotas para mujeres en ciencia pueden ser contraproducentes”

Un investigador y dos investigadoras durante su participación en la Expedición Malaspina, liderada por el CSIC / CSIC

En un concurso por una plaza en un centro de investigación, entre dos científicos con un curriculum idéntico, tener nombre de hombre o de mujer marca la diferencia en el sueldo o el estatus ofrecido. Por absurdo que pueda parecer, es algo que sucede incluso en un mundo supuestamente menos proclive a los prejuicios como el científico. Es lo que mostraron en un artículo publicado el año pasado en la revistaPNAS dos investigadoras de la Universidad de Princeton. En ese estudio se observaba un sesgo favorable a los hombres que no era exclusivo de los hombres sino que era compartido también por las mujeres.

“La mayoría de nosotros tenemos un sesgo”, reconoce Jennifer Raymond en un artículo que publica hoy la revista Nature dentro de un apartado especial sobre mujeres y ciencia.Ella incluso lo comprobó realizando un test diseñado para identificar estos prejuicios inconscientes. Raymond, neurocientífica de la Universidad de Standford, anima a que todo el mundo, tanto hombres como mujeres, trate de identificar y reconocer ese sesgo a favor de los hombres que los estudios indican que existe. Ese es en su opinión el primer paso para comenzar a corregir el actual desperdicio del potencial femenino en el ámbito de la ciencia. En Europa, solo un 36% de los profesores de rango intermedio son mujeres y solo un 18% alcanza las posiciones más elevadas, pese a que entre los estudiantes las proporciones por sexo sean similares.

En el ERC no se ha encontrado correlación entre paneles de selección con más mujeres y mayor éxito femenino

Este sesgo compartido por hombres y mujeres podría explicar en parte la ineficacia de algunas medidas planteadas para incrementar la presencia femenina en puestos decisivos. Dos de estas medidas consisten en formar paneles de selección con más mujeres o con presidentas en lugar de presidentes, pero, según reconoce Isabelle Vernos,  jefe de grupo senior en el Centro de Regulación Genómica y presidenta del grupo de trabajo en igualdad de género en el Consejo Europeo de Investigación (ERC), al menos en su institución, no se ha encontrado una correlación entre estas iniciativas y la tasa de éxito femenina.

Además, indica Vernos, “hay otros estudios, como el realizado por el EMBO (Organización Europea de Biología Molecular, de sus siglas en inglés), en los que se han analizado los resultados de evaluaciones sin que se conociera el género de los participantes y las mujeres también resultan peor paradas”. Una explicación, según esta investigadora, es que “donde las mujeres tienden a hacer mucha más autocrítica, a pensar que no se es lo suficientemente buena y no alardear, los hombres se lanzan”. Situaciones como la descrita por Vernos son una muestra más de la complejidad del problema, que es un reflejo de la misma sociedad, y no tiene soluciones simples.

Las comisiones quitan tiempo de investigar

De hecho, la investigadora del CRG muestra en otro de los artículos publicados en Naturesu preocupación por los efectos contraproducentes que pueden tener las cuotas para quitar trabas al acceso de las mujeres a la cumbre. La escasez de mujeres en puestos de máximo nivel, entre los que se seleccionan los paneles de evaluación, pone a científicas como Vernos en una posición complicada, porque de media tienen que participar en muchos más comités que los hombres. “El de la investigación es un entorno muy exigente, necesitas mucho tiempo para reflexionar, para obtener financiación, para publicar, y estar presente en estos paneles supone quitarle tiempo a la investigación”, explica. “En esto es posible que la ciencia se diferencie de la política o la empresa, en la que pertenecer a un consejo determinado es parte del trabajo y no un extra”, plantea.

«Uno de los grandes avances por la igualdad de oportunidades es que hay ya una conciencia, que es internacional, de que algo ocurre»


INÉS SÁNCHEZ DE MADARIAGA
Directora de la Unidad de Mujer y Ciencia del Ministerio de Economía y Competitividad

Si a esta circunstancia se suma el hecho de que las mujeres suelen dedicar más tiempo a tareas domésticas y al cuidado de los hijos, las cuotas, además de no tener un efecto tan beneficioso como cabría esperar en las nuevas generaciones de científicas, podría suponer un lastre para el avance de la carrera de las investigadoras más prestigiosas. Pese a las dificultades para encontrar soluciones eficaces, Vernos está convencida de que es necesario continuar con el esfuerzo para seguir encontrando a mujeres cualificadas para los puestos más importantes. Entre otras medidas, la investigadora señala la utilidad de programas de apoyo de científicas consagradas a jóvenes investigadoras para que, entre otras cosas, superen sus posibles reticencias para competir por buenos puestos y buenas becas y lo hagan con la misma confianza que los hombres.

Inés Sánchez de Madariaga, directora de la Unidad de Mujer y Ciencia del Ministerio de Economía y Competitividad, afirma que ”algunas estadísticas muestran que las investigadoras dedican más tiempo a la docencia y a la gestión que sus compañeros varones, lo que, sumado a la mayor dedicación que también muestran las estadísticas a las tareas domésticas, resulta una sobrecarga excesiva para algunas que lleva a rehusar nombramientos para comités”. Sin embargo, cree que recomendaciones como las delproyecto de la Comisión Europea genSET pueden ayudar a gestionar esa carga y facilitar “a las mujeres asumir la importante tarea de estar presentes en los comités donde se toman decisiones relevantes”.

Pese a que la brecha entre hombres y mujeres es aún importante, en opinión de Sánchez de Madariaga ya se ha avanzado mucho para reducirla. “Para empezar, hay ya una conciencia, que es internacional, de que algo ocurre”, señala. “La publicación de este número de Nature es prueba de ello y también lo es que el nuevo programa marco de investigación de la UE, Horizonte 2020, y la Comunicación de la UE sobre el Espacio Europeo de Investigación, aprobados en julio del año pasado, hacen especial hincapié en ello”, añade. Para el futuro, la Comisión Europea, el ejecutivo comunitario, propone tres medidas fundamentales para acercarse a la igualdad: la elaboración de datos e indicadores que muestren la realidad y su evolución; la difusión, concienciación y creación de conocimiento experto en torno a las diferencias entre hombres y mujeres, y, por último, el apoyo desde los niveles altos de decisión.

Una guardería en el centro de investigación

Brigitte Mühlenbruch, presidenta de la Plataforma Europea de Mujeres Científicas y Maren Jochimsen, directora de la Facultad para Estudios de Género de la Universidad de Duisburgo, también en Nature, ofrecen cinco recomendaciones más sobre cómo transformar la realidad de la ciencia europea. En primer lugar piden que la UE introduzca criterios de género vinculantes en los programas europeos de financiación de la ciencia. En segundo lugar, demandan que se fijen objetivos para la presencia de mujeres en los proyectos financiados por la unión desde el momento en que se propongan. En tercer lugar, reclaman que se tenga en cuenta a la hora de la evaluación la sensibilidad de género en el diseño de la investigación de todos los proyectos. En cuarto lugar piden que el objetivo de contar con un 40% de presencia de mujeres no solo incluya, como hasta ahora, los consejos asesores y los paneles de evaluación, sino que se lleve a todas las estructuras de Horizonte 2020. Y en quinto y último lugar reclaman que se eduque a los evaluadores sobre asuntos de género.

La mujer intenta compatibilizar vida familiar y profesional mientras el hombre prioriza la segunda

Una recomendación extra de Jochimsen y Mühlenbruch incluye incrementar la financiación para investigaciones que tengan como objetivo mejorar las estructuras sociales dentro de su estrategia de innovación. Esta petición muestra el alcance de los cambios necesarios para lograr una verdadera igualdad de oportunidades, una sensación que también comparte Vernos. “Tiene que haber una sociedad que permita conciliar la vida familiar y la profesional. Ahora, ocuparse de los hijos y después volver a un nivel profesional elevado es muy complicado y la mujer suele intentar afrontar todo en paralelo mientras el hombre prioriza su carrera profesional”, asegura.

En este sentido, la investigadora cuenta un ejemplo concreto que, junto a las propuestas más generales, puede ilustrar el tipo de medidas que ayudarían a que muchas mujeres de talento no tengan que elegir necesariamente entre la ciencia y la familia. “En el EMBL (Laboratorio Europeo de Biología Molecular, en Heidelberg, Alemania), tienen una guardería y yo tuve allí dos hijos”, cuenta. “Eso fue una gran ayuda para compatibilizar estas dos facetas, además de que mi pareja tuvo un papel activo. Poder bajar un piso y solucionar el problema que surja en el momento hace posible un montón de cosas que de otra forma no son posibles”, concluye.

http://esmateria.com/2013/03/06/las-cuotas-para-mujeres-en-ciencia-pueden-ser-contraproducentes/

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