La refinería cubana de Cienfuegos, reactivada con fondos venezolanos para convertirla en centro petroquímico Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
|
RÍO DE JANEIRO, mar (IPS) – La crisis económica de Venezuela, más que las incertidumbres de su sucesión presidencial, amenaza la diplomacia del petróleo que desplegó el fallecido mandatario Hugo Chávez, poniendo en riesgo el bienestar de distintos pueblos.
Cuba es el caso más evidente. El petróleo que despacha Caracas cubre la mitad de su consumo de combustibles, una cuenta que colocó primera a Venezuela entre los socios comerciales de la isla caribeña.
El comercio exterior cubano se multiplicó por más de cuatro entre 2005 y 2011, alcanzando 8.325 millones de dólares en ese último año. Y la participación venezolana saltó de 23 por ciento en 2006 a 42 por ciento en 2011, según un artículo en Internet del economista cubano Carmelo Mesa, residente en Estados Unidos.
Esa dependencia activa el temor de que se reiteren las brutales carencias de bienes esenciales que sufrió Cuba, incluyendo prolongados apagones, en el “período especial” de los años 90, tras el colapso de la Unión Soviética en 1991.
Pero el economista cubano Pável Vidal, profesor de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, Colombia, maneja otros datos. “Venezuela representa hoy alrededor de 20 por ciento del intercambio total de bienes y servicios (de Cuba), mientras que con la Unión Soviética la dependencia llegaba a 30 por ciento”, dijo a IPS por correo electrónico.
De esa forma, el riesgo actual es menor, pero aun así “una disminución (incluso gradual) de los vínculos con Venezuela provocaría una recesión”, evaluó.
Su modelo econométrico apunta, simulando escenarios, una contracción de hasta 10 por ciento del producto bruto interno, en una recesión de dos o tres años, por una merma de ingresos de divisas, depresión de inversiones, restricciones financieras externas e importaciones más caras, sin facilidades de pago de la factura petrolera. Tal crisis demandaría un ajuste “complejo y doloroso”.
La dependencia tecnológica no es tan grande como con la Unión Soviética, el comercio externo cubano se diversificó y Cuba cuenta ahora con turismo, antes casi inexistente, y nuevos instrumentos para el manejo macroeconómico.
Pero el país perdió algunas condiciones para aguantar un sacudón. “Los asalariados y pensionados estatales soportaron y pagaron el ajuste ante la crisis” de los 90, pero no pueden hacerlo hoy, pues su poder adquisitivo “es apenas un 27 por ciento del existente en 1989″, advirtió Vidal.
Además, el Estado, presionado por “una incrementada deuda externa”, redujo su presupuestodel área social y eso se refleja en el deterioro de los servicios de salud y educación. En tal cuadro, es difícil identificar “quiénes podrían pagar el costo de una nueva crisis”, concluyó el economista.
Pero el investigador Carlos Alzugaray confía en que las relaciones económicas bilaterales seguirán firmes, porque “se han ido institucionalizando, con beneficios para ambas partes”, y la oposición venezolana no sería “tan irresponsable” como para destruirlas, en el caso improbable de que triunfe en las elecciones presidenciales del 14 de abril, afirmó.
En contrapartida al petróleo, más de 50.000 cubanos trabajan en Venezuela. Solo la exportación de servicios médicos, con unos 30.000 profesionales, rinde unos 1.200 millones de dólares al año. Un regreso súbito de tanta gente a Cuba es otro riesgo, de momento pura especulación.
Seis años más de gobierno chavista serían vitales para que Cuba buscara nuevos proveedores petroleros dispuestos a acuerdos similares al venezolano, como Angola y Argelia, avanzara en la producción propia de hidrocarburos y ampliara reformas ya iniciadas, evalúan analistas cubanos.
En Nicaragua, otro país beneficiado por el petróleo venezolano, no se esperan cambios drásticos tras la desaparición de Chávez, muerto de cáncer el 5 de este mes.
El suministro de crudo, que desde 2007 equivale a 500 millones de dólares anuales, permitió a ese país centroamericano estabilizar su economía y sanear viejos déficit financieros, según el economista independiente Adolfo Acevedo.
Esa fortaleza, alcanzada también por el cumplimiento de las recomendaciones de organismos financieros internacionales, permitiría soportar bien cualquier cambio en Caracas, comentó Acevedo a IPS.
La cooperación –que representó aportes venezolanos de 2.560 millones de dólares entre 2007 y junio de 2012, según el Banco Central nicaragüense– no se vería afectada pues se basa en acuerdos anteriores a la llegada de Chávez al poder, en 1999, coincidieron Bayardo Arce, asesor económico de la Presidencia de Nicaragua, y el embajador venezolano en Managua, José Arrúe.
El Acuerdo de San José, que estableció el suministro blando de crudo de México y Venezuela para apoyar el desarrollo de países centroamericanos y caribeños, se firmó en 1980, recordó el diplomático.
Pero Chávez amplió drásticamente esa cooperación con la creación de Petrocaribe en 2005.
En Nicaragua también se duda de que avance lafinanciación de una refinería, por más de 5.600 millones de dólares, si no es mediante una renegociación con las nuevas autoridades venezolanas.
En Brasil, que no depende del crudo venezolano, la crisis del vecino afecta las exportaciones, que se sextuplicaron en los últimos 10 años, y las inversiones de empresas transnacionales.
El comercio con Venezuela representa 1,3 por ciento de lo que Brasil intercambia con el mundo, pero es importante por su rápido crecimiento y por el superávit, que fue de 4.059 millones de dólares el año pasado y es solo superado por el obtenido con China, observó Rubens Barbosa, embajador brasileño jubilado que hoy preside el Consejo de Comercio Exterior de la Federación Industrial de São Paulo.
La crisis venezolana puede afectar intereses brasileños, porque “algunas medidas tendrá que adoptar” Caracas ante la elevada inflación y el déficit público, incluyendo iniciativas impopulares, como subas de impuestos y de la gasolina, vaticinó Barbosa a IPS, si bien descartó un colapso económico mientras se mantengan altos los precios del crudo.
Barbosa estima en 20.000 millones de dólares el valor de los proyectos ejecutados por constructoras brasileñas en Venezuela y en 7.000 millones de dólares anuales la suma del petróleo subsidiado y la asistencia financiera que Caracas presta a Cuba.
Los intereses económicos son uno de los factores que acercan a Brasil y Venezuela, por encima de cualquier adversidad política, además de la vecindad, la Amazonia compartida y el acento en la integración regional, opinó otro embajador retirado, Marcos Azambuja.
Con el virtual sucesor de Chávez, Nicolás Maduro, debería sobrevenir un gobierno “más racional”, sin daños para Brasil. “La economía venezolana es un subproducto del petróleo” y Caracas podrá “seguir cometiendo imprudencias” sin hundirse mientras el barril del crudo cueste más de 100 dólares, opinó Azambuja.
Pero Brasil ya sufre pérdidas por esas “imprudencias”. La refinería Abreu e Lima, en construcción en el nororiental estado de Pernambuco, lleva un atraso de al menos tres años y costos ocho veces más elevados que el presupuesto inicial.
Parte de esos problemas obedecen a un acuerdo incumplido por la estatal Petróleos de Venezuela, que debía aportar 40 por ciento de las inversiones.
La crisis sepultó esa asociación y es “mejor así para Petrobras”, la empresa mixta de Brasil que se libra de problemas futuros, sentenció Adriano Pires, economista especializado en energía y director del Centro Brasileño de Infraestructura.
El atraso en la construcción, que debe concluir en 2016, tiene otros costos para Brasil, que debe importar gran cantidad de gasolina y gasóleo a altos precios, incluso teniendo crudo que exporta a precios inferiores.