Un documento impulsado por la OTAN, e incluye tanto a la Cruz Roja como al Cibercomando de Estados Unidos, habla de futuros ataques con armamento real sobre hackers civiles (asesinatos) que se encuentren involucrados en ataques cibernéticos sobre plataformas fundamentales de cada país, entre las que se encuentran las relacionadas al abastecimiento eléctrico o la salud.
El concepto de ciberguerra ya no pertenece únicamente al ámbito de la ciencia/ficción, sino que está muy arraigado al mundo real, y en tal campo de batalla se desarrollan varios ataques que han sido documentados e informados por los medios de comunicación.
Tales son los ejemplos de Stuxnet, que aparentemente intentó atacar una central nuclear iraní o el malware Gauss de origen israelí, que robó información de cuentas bancarias de ciudadanos libaneses.
A pesar de que el manual no es oficial, el impulsor del mismo es la propia OTAN, por lo que, aunque no exista ningún tipo de obligación para proceder de una manera tan violenta sobre civiles, la presión será bastante alta.
Parte del procedimiento habla de que, si el origen y la culpabilidad del ataque pueden comprobarse, y provienen de un gobierno extranjero, el procedimiento a seguir sería el mencionado, así como respondiendo con otro ciberataque sobre el país en cuestión.
De averiguarse las identidades de los hackers que participan en los ataques, señala el manual, es factible que se proceda al asesinato de los responsables como forma de contraataque, además de la ya mencionada respuesta cibernética.
De esta forma, los procedimientos de guerra convencionales están siendo modificados, y los próximos blancos podrían ser ciberactivistas tildados como hackers.