Las razas humanas han sido un intento de clasificación de los seres humanos. Tal clasificación ha variado según la época, la cultura, el contexto y los prejuicios. Se basaban mayoritariamente en aspectos físicos visibles como el color de piel, características del cabello, forma del cráneo, etc. Por ello la ciencia encargada de ello fue la antropología física, que algunos llaman ahora antropología clásica. Para evitar estudiar a las personas solo por sus caracteres físicos, se desarrolla en el siglo XX la antropología biológica, pero no hay una definitiva diferencia entre estas disciplinas. La agrupación en razas humanas no está exenta de polémicas que cuestionan su uso; incluso los antropólogos especialistas no se han puesto de acuerdo con la existencia misma de las razas humanas, pues muchos sostienen que la raza humana es una sola. Lamentablemente el racismo ha manipulado los estudios históricos y ha usado conclusiones pseudocientíficas para el enfrentamiento o discriminación de los grupos humanos diferentes al suyo, produciéndose en el siglo XX los peores genocidios étnicos que se registran en la historia. No es de extrañar que la clasificación de los seres humanos haya tenido en la actualidad un gran declive, y que muchas veces sea tratado como tema tabú. Carlos Linneo definía ya la posición de los humanos en el marco general de las especies naturales, en correlación con las especies zoológicas y botánicas, además de incluir a la especie humana y a los monos en el orden especial de los primates. En realidad Linneo no utilizó el concepto de raza sino que se limitó a dividir al género humano en variedades. Linneo tuvo el mérito de dar origen a un nuevo e inmenso campo epistemológico, el de la antropología, si bien se limitó a enunciarlo y no lo cultivó. A él tendrán que remitirse todos los científicos posteriores, tanto para retomar sus definiciones como para criticarlas. En 1758 se definió al Homo sapiens linneano como una especie diurna que cambiaba por la educación y el clima, comprendía diversas variedades, entre las qu erpodríamos distinguir el americano, el europeo, el asiatico y el africano.
El antropólogo francés Joseph Deniker estableció una clasificación más compleja. Hizo más de 20 mapas de las razas europeas donde incluía seis razas primarias: nórdica, litoral (o atlanto-mediterránea), oriental, adriática (o dinárica), ibero-insular y occidental (o cevenole), con cuatro razas más secundarias, y sostuvo un extenso debate con el sociólogo/economista William Ripley sobre la naturaleza y número de las razas europeas, ya que este último sostenía que eran tres razas. Criticó clasificaciones anteriores, pues sostenía que solo se basaban en caracteres somáticos (físicos). En cambio él se extendió y detalló caracteres étnicos, sociales, culturales y lingüísticos, usando a veces el término “grupos étnicos” antes que razas. La segunda edición de su obra Les races et les peuples de la Terre (Las razas y los pueblos de la Tierra, 1926), sirvió de base a muchas más clasificaciones del siglo XX. Otros autores de inicios del siglo XX fueron Stanley M. Garn, que clasifico nueve razas, y William Henry Boyd, que definió seis razas. Desde los años sesenta, algunos antropólogos y profesores de antropología han reconcebido “raza” como una categoría cultural o construcción social. En otras palabras, como una manera particular que la mayoría de gente tiene de hablar de sí mismos y de los otros. Por eso se afirma que el término “raza”, por si solo, debe ser analizado. Y el cómo y el por qué la gente usa la idea de raza, está más explicado por la historia y las relaciones sociales que por rasgos físicos o biológicos. Paralelamente se desarrolla la antropología biológica para un estudio humano más profundo, aprovechando el desarrollo tecnológico de nuestra era. El resultado de ello ha debilitado el concepto de razas humanas, por la complejidad de las conclusiones al momento de cruzar datos con los diferentes métodos usados. De tal manera que la tendencia es de reemplazar raza, por etnias, con inclusión de los caracteres culturales, y finalmente por poblaciones. Incluso en un pequeño grupo poblacional se puede encontrar gran complejidad de resultados. Algunos de los métodos usados en el siglo XX son los análisis genéticos a través del estudio de los grupos sanguíneos y, más recientemente, de los haplogrupos del ADN de mitocondrias y cromosomas de nuestras células, mostrando que lo que denominamos razas tienen en realidad una herencia compleja y dependiente de muchos genes.
Gran importancia para la explicación de la actual diversidad humana recae en nuestro material genético. El ADN o ácido desoxirribonucleico, contiene la información genética usada en el desarrollo y el funcionamiento de todos los seres vivos y es el responsable de la transmisión hereditaria. Forma parte de los cromosomas que están en el núcleo de las células y también hay ADN en las mitocondrias pero en pequeña cantidad. El ADN o genoma mitocondrial, cuya estructura fue descifrada en 1981 por Anderson y su equipo, tiene herencia matrilineal. Es decir, que heredamos nuestras mitocondrias solo de nuestras madres. Una característica importante es que no se recombina. Ello implica que los únicos cambios que podrían haber ocurrido, se deben exclusivamente a mutaciones a lo largo de multitud de generaciones. En el ser humano se calcula que cada 5000 a 10000 años surge una mutación en una de las bases del ADN mitocondrial. Según esto se obtienen dos importantes conclusiones: primero que se logra demostrar el origen africano de los humanos modernos, calculando que toda la humanidad desciende matrilinealmente de una sola mujer, la Eva mitocondrial, mujer africana que habría vivido hace aproximadamente 190 000 años. Y, en segundo lugar, se demuestra que no existen razas puras, ya que todos los pueblos descienden de la mestizaje de un conjunto de linajes diferentes. Para tener una mejor visión de nuestro árbol genético fue necesario buscar la herencia patrilineal. El cromosoma Y cumple bien esta función, ya que es el cromosoma que determina el sexo masculino y por lo tanto se hereda del padre a hijos masculinos. Su potencial para el análisis evolutivo humano fue descubierto en 1985 por dos trabajos independientes, de Casanova, en 1985, y Lucotte, en 1985. El cromosoma Y es muy estable por su baja recombinación y nos ha permitido conocer que todos descendemos de un único hombre, a quien se denomina Adán cromosómico. También es africano y tiene una antigüedad de unos 140 000 años. Se pueden ver tablas que resumen geográficamente la relación genética entre grupos humanos, usando datos promedio de los grupos de ADN más frecuentes, que han sido recogidos en los últimos años entre las poblaciones nativas. Dentro de cada región hay cierta cohesión en los resultados, aunque de una etnia a otra cercana puede haber importantes diferencias.
La Paleoserología es una variante de la la Paleontología que se enfoca al estudio de los restos esqueléticos, o restos físicos de personas que murieron durante los períodos de tiempo bajo estudio. Como diferentes grupos raciales tienen diferentes características físicas, es un asunto relativamente simple el determinar la composición racial de los habitantes de una región particular, estudiando los contenidos de sus sepulcros. Hoy en día esta técnica es usada a menudo por los patologistas de la policía moderna, para identificar la raza de cuerpos no identificados. Y esta ciencia ha probado, del mismo modo, ser muy útil en excavaciones históricas. El proceso de exámenes de sepulcros y cuerpos ha demostrado su valor para cimentar la comprensión de la constitución racial de las personas que vivían en diferentes áreas en diferentes épocas, cuando no hay otros indicadores de sus orígenes raciales. Según Concepción de la Rúa: “La reconstrucción de la estructura y dinámica de las poblaciones humanas del pasado es uno de los retos más interesantes con el que se enfrenta en la actualidad la Antropología biológica (o física). Las perspectivas que ofrece la investigación en este campo, requieren la utilización de nuevos métodos. Por un lado trataremos de los análisis químicos del hueso (paleodietas) y por otro de análisis paleo- genéticos moleculares (Paleoserología y caracterización de secuencias de ADN procedente de tejidos humanos antiguos). Los principales problemas que presentan los análisis químicos e inmunológicos en tejido óseo, son la diagénesis, contaminación y degradación. El estado de conservación de diversas moléculas (antígenos, ADN, etc.) se ve afectado por condiciones ambientales que están fuera del control del investigador. Sin embargo un control adecuado de la metodología, puede reducir en gran medida las fuentes de error experimental y permitir establecer procedimientos dirigidos a reconocer las reacciones falsas“.
Spencer Wells, con sus colegas de la National Geographic, y el Proyecto Genográfico de IBM, han estado cuatro años recogiendo ADN en muestras de sangre e hisopos de las mejillas de cientos de grupos de indígenas. El objetivo era volver sobre la antigua historia de las migraciones humanas, desde que nuestra especie se originó en África hace unos 200.000 años. El Proyecto Genográfico se centra en el cromosoma Y en hombres. El cromosoma Y es uno de los cromosomas sexuales (gonosomas o heterocromosomas) de los animales heterogaméticos. Está presente sólo en los individuos machos, en caso de que el animal sea mamífero. Si es ovíparo será el propio de las hembras. En el resto de los animales, normalmente, carecen de cromosomas sexuales ya que el sexo no está condicionado por ellos. Sólo en el caso de algunos insectos el sexo está determinado en si tiene diploidía (XX) o haploidía (X), hembra y macho respectivamente. Por filogénesis el cromosoma Y surge en la evolución con bastante posterioridad al cromosoma X, tratándose de una mutación de dicho cromosoma X. La pérdida de uno de los segmentos de X dio lugar a la forma estructural del cromosoma Y. Así, por lo general, las dimensiones de los cromosomas Y son bastante más reducidas que las de los cromosomas X. El cromosoma Y dado a su menor tamaño incluye también menos información genética que el resto de los cromosomas. El cromosoma Y forma, junto al cromosoma X, el sistema de determinación del sexo XY. En los animales con este tipo de diferenciación sexual cromosómica, la sola presencia de pares cromosómicos XX significa la expresión genética que da por resultado un individuo hembra, mientras que la asociación y combinación XY significa la expresión genética que resulta en un individuo macho; de hecho, existe un gen en el cromosoma Y, denominado SRY (del inglés Sex-determining Region Y), que produce una proteína denominada TDF (del inglés, testis-determining factor), o factor determinador de los testículos, que es el responsable de que el embrión desarrolle los testículos y se convierta en masculino. No existe un gen equivalente para la diferenciación de los ovarios, de manera que el embrión será por defecto femenino a no ser que posea el mencionado gen.
Los gametos con cromosomas Y son producidos en las gónadas masculinas (los testículos), lo cual supone una activación a partir de hormonas; más precisamente a partir de un nivel suficiente de testosterona. De este modo se pueden hacer rastreos filogenéticos (muy precisos si se combinan con estudios con el ADN mitocondrial), ya que el cromosoma Y pasa exclusivamente de padre a hijo, a través de toda la progenie masculina. Si el espermatozoide que realiza la fecundación es portador del cromosoma X, el bebé será niña (un X del padre y un X de la madre), pero si es Y será un varón. Tal como hemos dicho, el cromosoma Y se transmite intacto de padre a hijo, y en el ADN mitocondrial (ADNmt), que una madre pasa a su descendencia. Durante generaciones, pequeñas e inofensivas mutaciones se acumulan en estos dos fragmentos de ADN. Estos marcadores genéticos constituyen un libro de historia. Cada individuo hoy día mantiene un patrón. Y así se puede reflejar la historia desde que las poblaciones humanas emigraron de África adentrándose en nuevas tierras. En genética humana trabajamos con los haplogrupos determinados por las variaciones encontradas en el ADN mitocondrial humano (ADNmt). Estos haplogrupos trazan la ascendencia matrilineal hasta los orígenes de la especie humana en África y, desde allí, a su subsiguiente dispersión por toda la superficie del planeta. La mujer africana de la cual provienen estos grupos, se considera como el más reciente antepasado femenino común de todos los humanos vivos y se le denomina Eva mitocondrial. Esto no quiere decir que antes de la Eva mitocondrial africana no hubiesen existido otros seres humanos. Lo que queremos decir es que los seres humanos actuales descienden de esta Eva mitocondrial africana. Para los diversos linajes se utilizada una nomenclatura con letras de la A a la Z, designadas aproximadamente según el orden de su descubrimiento, independientemente de su relación filogenética. Su distribución geográfica, rutas migratorias y antigüedad pueden resumirse aproximadamente en un mapa. Los principales haplogrupos están actualmente designados así: A, B, C, CZ, D, E, F, G, H, HV, I, J, JT, K, L, L0, L1, L2, L3, L4, L5, L6, L7, M, N, P, Q, R, R0, S, T, U, V, W, X, Y, y Z.
Se han formulado hipótesis de las migraciones humanas, basadas en el estudio del ADN mitocondrial, que coinciden en localizar el origen de los humanos modernos en el África subsahariana hace menos de 200 mil años. De los haplogrupos de ADN mitocondrial humano, el más antiguo es L0, con unos 150 mil años, que es muy frecuente entre los khoisán(bosquimanos, khoikhoi) y otros grupos del África Oriental. Le sigue en antigüedad el L1, que es predominante entre los pigmeos binga. Los haplogrupos L2 y L3, se difundieron por toda África con la expansión bantú. L2b y L2c surgieron en África occidental y L2d en Mauritania. L3 se originó en África oriental y se difundió por el continente. Descendientes de este haplogrupo salieron de África y poblaron los demás continentes. Restos de una anterior migración humana desde el norte de África al Asia occidental han sido encontrados, pero no se han registrado descendientes de ella, tal, vez porque pereció durante la desertificación del Medio Oriente durante un cambio climático. Los haplotipos L4, L5 y L6, son pequeños grupos que se han encontrado en algunas poblaciones africanas, principalmente al Este de África. Los primeros humanos modernos salieron de África portando el haplotipo L3 hace unos 65 mil años y se dirigieron con mayor probabilidad hacia el Sur de Asia según la Teoría de la migración costera. Es probable que desde el Cuerno de África pasaran por un istmo en el estrecho Bab el-Mandebhasta el actual Yemen, llegando luego hasta la India donde surgió el haplotipo M. El mismo proceso colonizador de la migración costera, habría originado al haplotipo N, que conjuntamente con el haplotipo R, colonizarían Eurasia Occidental. Entre quienes poblaron Eurasia tempranamente, están los descendientes de M, los cuales se extenderían hacia el Oriente de Asia y Sahul, en Australia y Nueva Guinea, donde encontramos al haplogrupo Q. En el Oriente de Asia se originaron los haplogrupos C, Z, E, D y G, en tanto que en austronesios se ha encontrado el haplogrupo E, lo que sugiere una difusión a partir del Sureste de Asia. El haplogrupo Z se difundió en el norte de China y Corea y hacia el norte de Europa, donde se encuentra entre los sami. Portadores de C y D llegaron hasta Siberia y desde allí pasaron a América. La predominancia de estos haplogrupos en el extremo Sur de América puede ser una prueba de que llegaron con los primeros pobladores del continente (paleoamericanos).
En sentido opuesto, entre quienes regresaron desde la India hacia occidente hace 45.000 años surgió el haplogrupo M1 que se encuentra hoy al Este de África. Los portadores de N originaron al haplogrupo A e Y en Oriente; A se difundió por Siberia y América y es muy frecuente entre los Inuit, Na Dene, Sioux, Aztecas, Mayas, Taínos y Chibchas. Por otra parte entre los portadores de R que migraron hacia Oriente, surgió el haplogrupo B, que llegó hasta la Polinesia, Insulindia, Taiwán, Madagascar y América, especialmente en los Andes, a donde pudo haber llegado con una migración bordeando el Pacífico norte, ya que no se ha encontrado en el Norte de Siberia, Alaska ni Canadá. Proceden directamente de R el haplogrupo F, común en China y Japón, y P que se difundió en Sahul. El haplogrupo N se desarrolló hace unos 65.000 años entre los migrantes que pasaron de África a Asia, pero no hay acuerdo entre los expertos si proviene de una única migración que se escindió. Y en el Sur de Asia se originó N, o si se trató de otra migración por Sinaí, posterior. Los portadores de N poblaron Asia Occidental donde se originaron los haplogrupos X, I y W. el haplogrupo W se difundió por los Urales y el Báltico. Se debate actualmente si X llegó a América procedente de Asia o de Europa Occidental, pero no hay duda de que arrivó en el Paleolítico superior y se ha encontrado en poblaciones nativas actuales y en restos precolombinos al Oriente de Norteamérica. Otros haplogrupos N de India originaron el haplogrupo R que tuvo gran expansión. Por una parte, por el Medio Oriente se originaron los haplogrupos U y K, que se difundieron hacia Europa. Este último tuvo amplia difusión durante el Paleolítico superior europeo, desarrollando variantes como la U8a, propia del País Vasco; y las variantes U5 y U6 encontradas en Europa y norte de Africa respectivamente. La variante U6b1 es característica de los primeros pobladores de las islas Canarias. La rama HV de R, originó el haplotipo V que se encuentra actualmente entre los sami y los vascos y el haplotipo H que es común en todo Eurasia Occidental y regresó a África. Durante el Neolítico la rama JT de R se expandió, encontrándose actualmente al Occidente del Caspio. El haplotipo T originario de Anatolia o Mesopotamia se encuentra tanto en Medio Oriente como en el Báltico y los Urales, la variante T2 es predominante entre los samaritanos; en tanto que J se expandió por Europa y el norte de Africa, en donde también se ha encontrado el haplotipo N1a, que introdujeron migrantes de regreso.
“¿De dónde venimos?” Esta ha sido una de las preguntas fundamentales que se han hecho los humanos por miles de años. En los últimos cien años, los antropólogos físicos han provisto respuestas por medio del estudio de las características morfológicas, tales como la forma del cráneo, de los restos fosilizados de nuestros ancestros humanos y protohumanos. Existen dos hipótesis principales sobre el origen de los humanos. Una de ellas hace referencia a una evolución multiregional y la otra contempla una única localización geográfica (África), en la que comenzó la evolución humana. Estas dos hipótesis están argumentadas, principalmente, en función del estudio de caracteres morfológicos de los restos encontrados en los diferentes yacimientos. Sin embargo, desde hace tiempo, los científicos están utilizando el análisis del ADN mitocondrial para obtener argumentos de peso que apoyen una u otra teoría. Pero, ¿por qué el ADN mitocondrial? Bien, existen ciertas características particulares del ADN localizado en estos orgánulos celulares que lo hacen “especial”. En primer lugar, el ADN mitocondrial solamente se transmite de la madre y las mitocondrias poseen su propio genoma que, además, no se recombina con el ADN nuclear, lo que hace que los linajes de parentesco y evolutivos obtenidos de su análisis no esté “mestizado”, sino que se obtiene un linaje genético continuo y puro. Además de esto, la elevada cantidad de mitocondrias localizadas en las células facilitan que se necesite una menor cantidad de muestra para su estudio. Esto, en el caso de restos tan antiguos, es algo que resulta fundamental. Por último, hay que tener en cuenta que la tasa de mutación del ADN mitocondrial es superior a la del ADN nuclear, por lo que es más fácil y resolutivo encontrar diferencias significativas entre dos muestras analizadas. Dentro de las casi 17 kilobases de nucleótidos que posee el ADN mitocondrial, existe una secuencia, relativamente pequeña, que es la principal región analizada por contener la mayor cantidad de polimorfismos, denominada lazo D-loop.
Según el genetista médico australiano Max Ingman, en los últimos 15 años aproximadamente, los antropólogos moleculares han estado comparando el ADN de humanos provenientes de regiones diversas con el fin de producir árboles evolutivos. Las mutaciones ocurren en nuestro ADN a una tasa regular y, a menudo, son pasadas a nuestros descendientes. A nivel del genotipo, estas diferencias, o polimorfismos, nos hacen únicos. El análisis de estas diferencias muestra cuán emparentados estamos. Sin embargo, los diferentes métodos usados por los antropólogos físicos y moleculares han producido puntos de vista opuestos sobre cómo los humanos modernos pudieron evolucionar a partir de nuestros ancestros arcaicos. Las dos hipótesis principales están de acuerdo en que el Homo erectus evolucionó en Africa y se dispersó al resto del mundo alrededor de 1 a 2 millones de años atrás. Donde no se ponen de acuerdo es en la historia más reciente. La Evolución multiregional, o Teoría multiregional, indica que los humanos modernos evolucionaron de homínidos tempranos en diferentes partes del mundo. Esta hipótesis sugiere que los humanos modernos evolucionaron simultáneamente y en varias regiones del mundo a partir de formas arcaicas, tales como el Neanderthal y el Homo erectus. Esta hipótesis está apoyada por evidencias físicas, particularmente la continuidad de características morfológicas entre los humanos arcaicos y los modernos. La hipótesis es apoyada hoy en día por una minoría. La otra hipótesis llamada Origen reciente en Africa, o basada en el ADN mitocondrial o ADN materno, es utilizada para construir árboles evolucionarios. Esta hipótesis propone que los humanos modernos evolucionaron solo una vez en Africa hacen 100 a 200 mil años. Subsecuentemente, los humanos modernos colonizaron el resto del mundo sin mestizaje genético con las formas arcaicas. Esta hipótesis está apoyada por la mayoría de la evidencia genética.
El ADN está presente dentro del núcleo de cada célula de nuestro cuerpo. Pero es el ADN de las mitocondrias de la célula el que ha sido usado más comúnmente para construir árboles evolutivos. El ADN mitcondrial muestra tasas de mutación altas. Las mitocondrias tienen su propio genoma de alrededor de 16.500 bases, que existe fuera del núcleo de las células. Cada genoma contiene 13 genes que codifican proteínas, 22 tARN y 2 rARN. Grandes cantidades de mitocondrias están presentes en cada célula, lo cual requiere un menor número de muestras. Tienen una tasa de substitución o mutaciones, donde un nucleótido es reemplazado por otro, más alta que el ADN nuclear, lo cual hace más fácil la resolución de diferencias entre individuos cercanamente emparentados. Ellas se heredan solo de la madre, lo cual permite trazar líneas genéticas directas, que no se recombinan. El proceso de recombinación en el ADN nuclear, con la excepción del cromosoma Y, mezcla secciones de ADN de la madre y del padre, creando así una historia genética mestiza e ilegible. Ahora que el genoma entero puede ser secuenciado, deberíamos obtener una imagen más clara de los orígenes de los humanos modernos. La evidencia de los estudios del ADN por lo general apoya la hipótesis del origen reciente en Africa, pero estas conclusiones han sido criticadas por falta de apoyo estadístico. Una posible razón es que estos estudios se han enfocado principalmente en los polimorfismos de una sección pequeña del genoma mitocondrial, llamada el lazo D (D-loop en inglés), que contiene alrededor del 7% del genoma mitocondrial. La razón de la popularidad de esta región se basa en su tasa de mutación particularmente alta. Esto permite a los científicos analizar una región relativamente pequeña pero suficiente para resolver las diferencias entre secuencias estrechamente relacionadas. Desafortunadamente, se está haciendo más patente cada día que esta alta tasa de mutación está en realidad obscureciendo la información útil. Se han identificado tres problemas específicos con los datos provenientes del lazo D: Retro-mutaciones, o sitios en donde ya ha ocurrido una substitución y que regresan a su estado original; Substitución paralela, en donde mutaciones ocurren en el mismo sitio en linajes independientes; Heterogeneidad de la tasa, en donde hay una gran diferencia en la tasa de mutación de ciertos sitios al ser comparados con otros sitios en la misma región; los datos muestran evidencia de ciertos “sitios calientes” para mutaciones.
Un nuevo estudio muestra que los humanos modernos aparecieron hace 171.500 años en África. Aunque el genoma mitocondrial es uno de los primeros genomas que fue secuenciado en su totalidad, no fue sino hasta hace poco que la tecnología permitió la obtención de secuencias, tan largas como éstas, con relativa facilidad y que se hiciera un estudio lo suficientemente grande que utilizara genomas enteros. Este estudio se convirtió en un estudio clave importante en el campo de la genética de poblaciones y quizás será el precedente para un nuevo campo de estudio llamado “genómica de poblaciones”. Estos investigadores encontraron que, a pesar de que secueciar un genoma completo es mucho trabajo, tiene varias ventajas importantes: A pesar de que el lazo D estuvo evolucionando a tasas mucho más altas, el estudio del genoma completo, con su ampliada longitud, permitió el análisis del doble de información en sitios polimórficos. Es decir, sitios que muestran el mismo polimorfismo en por lo menos dos secuencias. El número de retro-mutaciones y mutaciones paralelas fuera del lazo D fueron prácticamente cero. La tasa de evolución del resto del genoma fue sorpresivamente uniforme entre sitios diferentes, genes diferentes y también entre complejos genéticos diferentes. La historia evolutiva de las poblaciones aborígenes se mantiene aún como un misterio. El robusto árbol filogenético reconstruido con esta base de datos de genomas mitocondriales completos da un apoyo fuerte a la teoría del “origen relativamente reciente en Africa”. Determinando la tasa de substitución de las secuencias genómicas, es posible derivar fechas para cada punto del árbol y construir una cronología de eventos en la evolución y migración de las especies. La fecha más importante, en relación a las teorías evolucionarias compitientes, es la fecha en que todas las secuencias coalecen en una sola: la “Eva mitocondrial”. De este estudio se obtuvo la fecha de 171,500 años atrás, fecha que encaja admirablemente bien con la propuesta por la hipótesis del origen reciente en Africa. Pero esta fecha debería ser mucho más antigua, ya que representaría al ancestro común de Homo erectus, en vez del de Homo sapiens. Este es solo el primer estudio y la genómica de poblaciones está en su infancia.
El futuro proveerá más estudios con un número creciente de secuencias de poblaciones aún no analizadas y quizás una interfase entre datos genéticos de procedencias diferentes. Por ejemplo, un estudio de restos humanos antiguos en Australia integró datos genéticos con la información recolectada por antropología física. Hay muchas preguntas importantes que esperan ser resueltas, como por ejemplo, cómo y cuándo llegaron los aborígenes a Australia, así como la historia evolucionaria y las interrelaciones entre los indígenas del Norte y Sudamérica. Pero desde un punto de vista más clásico podemos distinguir tres grupos predominantes en Europa, tales como como Nórdicos, Alpinos y Mediterráneos que, en general han sufrido mestizajes con otras razas procedentes de distintas partes del mundo .Los únicoc lugares en Europa donde parecen existir herederos del grupo mediterráneo de la antiguedad lo podemos observar, sorprendentemente, en los confines célticos de Bretaña, y más notablemente en Gales y Devonshire y en el territorio vasco de la Península Ibérica. Arthur Kemp es el autor de una interesante obra titulada “La Historia de la Raza Blanca“. Obviando la ideología que subjace en su obra sobre la supremacia de la raza blanca, creo que tiene aspectos dignos de ser tenidos en cuenta y que intento reflejar en este artículo. El alto nivel de mestizaje nos indica la gran movilidad geográfica que ha habido por parte de las distintas razas del globo. Las formas de arte también proveen de significantes indicadores de la composición racial de sus habitantes. Cada civilización retrata muy a menudo en sus obras de arte, imágenes de sus propios tipos raciales, basados en la realidad de sus propios modelos humanos. El estudio de las formas de arte es un confiable indicador del tipo racial de las comunidades. También el estudio del lenguaje es otra importante pista en el estudio de la dispersión de los pueblos, ya que las semejanzas en las formas de lenguaje dejan huellas identificables en las culturas. Las palabras similares, las frases o las formas idiomáticas, son una clara indicación de un único origen para las civilizaciones, debido al hecho que los pueblos en esas culturas habrían tenido, en cierta etapa, un origen común. De este modo, la ruta de una cultura puede trazarse siguiendo un lenguaje. Como ejemplo podemos ver el cuadro siguiente.
INGLES | ALEMAN | LATIN | GRIEGO | PERSA | SANSCRITO |
brother | bruder | frater | bhrater | brater | bhrater |
mother | mutter | mater | meter | matar | matar |
father | vater | pater | pater | pitar | pitar |
La arqueología y su ciencia aliada, la paleoserología, han revelado que las formas de vida con forma humana aparecieron en diferentes lugares alrededor de la tierra, aproximadamente hace unos dos millones de años. Estos fueron el “homo erectus“, descritos por los evolucionistas como los “ancestros del hombre“. Estas criaturas han sido encontradas desperdigadas por Europa, Africa, Asia y Australia. Permanece sin embargo como una especulación, el afirmar, con alguna certeza, que el hombre moderno descienda de cualquiera de estos tipos raciales del “homo erectus“. Una comparación entre el cráneo de un Homo Erectus y el de un Homo Sapiens muestra diferencias en el tamaño craneal y el ángulo facial, que sirve como un excepcional registro de la inmensa distancia entre los dos tipos raciales. La época del Homo Erectus es conocida como la era paleolítica. Se dice que esta época llegó a su fin coincidiendo con la aparición del hombre de Neanderthal, un nuevo tipo racial, tipificado en la imaginería moderna como el “hombre mono“. A pesar de que el Neanderthal se supone que era poco evolucionado, era más avanzado que el “homo erectus“. Las características físicas del hombre de Neanderthal fueron resumidas en un cráneo de prominentes arcos superciliares y en brazos generalmente más largos en relación con su talla corporal. Era prognato, lo que significa que su frente es huidiza y sus dientes sobresalían significativamente, usualmente más allá que el más extremo punto de la nariz o el mentón. El primer y moderno Homo Sapiens solo emergió entre aproximadamente el 40.000 a.C.y 15.000 a.C., en diferentes partes de Europa y el Cercano Oriente. Este período de tiempo es conocido como el período paleolítico superior, o generalmente denominado edad de piedra. Este primer tipo racial es conocido como el hombre de Cro-Magnon, debido al lugar, en la región francesa de la Dordoña, donde sus primeros restos esqueléticos fueron encontrados.
Los primeros tipos identificables como similares al hombre de Cro-Magnon aparecieron por vez primera en partes de Europa, Rusia meridional y el Oriente Medio, durante el período entre el 30.000 al 15.000 a.C., siguiendo el final de la última era glacial, situada alrededor del 40.000 a.C. Los recién llegados son conocidos como Homo Sapiens como manera de diferenciarlos de otras formas humanas, como el Homo Erectus y el hombre de Neanderthal. Los restos físicos de esta raza a son muy numerosos, en la medida que se esparció por todo el mundo. Habitaron una amplia extensión que abarcaba, desde la Península Ibérica, y a través de toda Europa, hasta el Asia, donde sus restos esqueléticos han sido encontrados. Uno de los más remarcables hallazgos de la era del paleolítico superior es un adulto vestido, descubierto en Sungir, Rusia, enterrado hace unos 25.000 años. Este era el tipo de persona que originó los primeros vestigios de la civilización del actual período interglacial, que empezó aproximadamente el 40.000 a.C. Lo intrincado de sus collares y el material conque el cuerpo fue sepultado, evidencia que el hombre del paleolítico superior era, en esta etapa, ya claramente avanzado. Los tipos mediterráneos y proto-nórdicos también habitaron las mismas áreas geográficas, particularmente en el medio y cercano oriente, pero también extendiéndose por Europa Occidental y los Balcanes. Una cierta cantidad de mestizaje tuvo lugar, pero como los tipos mediterráneos eran la apabullante mayoría, la incidencia de los caracteres nórdicos entre estos primeros blancos fue relativamente baja, con la mayoría de los tipos nórdicos formando la elite reinante en aquellos pueblos. Este período de tiempo, alrededor del 25.000 a.C., es conocido como la era paleolítica superior y está marcada por dos características: la etapa del cazador-recolector y la extinción del hombre de Neanderthal, se supone que debido a los conflictos con los recién llegados.
Los proto-nórdicos del paleolítico superior vagaban de área en área, nunca estableciéndose por mucho tiempo, y a menudo empujados por los elementos, o a veces siguiendo las nuevas tierras que aparecían bajo la entonces últimas capas de hielo en retroceso. Como resultado de la naturaleza nómada de estos pueblos, generalmente viajaban en grupos familiares, que a menudo variaban entre cinco a veinte individuos. Pequeñas cantidades de ganado y piezas de caza eran sus principales medios de supervivencia. Mientras ninguna edificación de tamaño o estructuras complejas se ha descubierto para este período, son relativamente abundantes pequeños artefactos domésticos. Excavaciones alrededor de Europa y Rusia han mostrado que esos antiguos pobladores conocían el fuego, la pintura, las hojas de piedra y la habilidad para transformar los huesos de animales en armas y herramientas. Las agujas de coser fueron desarrolladas durante ese período. Los instrumentos musicales también hicieron su aparición, como en el sur de Francia, encontrándose flautas que databan del 27.000 a.C.. El carbón también fue usado por vez primera como combustible durante aquella época. Las regiones de Europa meridional debieron haber sido los primeros puntos de contacto entre los proto-nórdicos del Norte y los tipos mediterráneos. Estos antiguos pobladores también desarrollaron la cerámica cocida, con estatuillas y otros objetos cocidos que datan aproximadamente del 26.000 a.C., habiendo sido encontrados en la actual república Checa. También se desarrollaron en esos tiempos dos tipos de armas significativas, que marcaron un gran perfeccionamiento en la, hasta entonces, básica lanza: el lanzador, que era un instrumento hecho de hueso, que daba al proyectil una mayor ventaja en velocidad y distancia, y que hizo su aparición alrededor del 12.000 a.C.; y el arco y la flecha, que aparecieron por primera vez cerca del 9.000 a.C. Pueden verse imágenas de un lanzador tallado como un caballo al galope, en Montastruc, Francia, alrededor del 12,000 a.C., en el período paleolítico superior. También pueden observase en pinturas murales, en Lascaux, France, alrededor del 20,000 a.C., también en el período paleolítico superior.
Fue en este período en que se produjeron, en Europa, una cierta cantidad de voluptuosas figuras femeninas que llegaron a se conocidas como “Venus primitivas“. Se ha especulado que estas figurillas eran símbolos de la fertilidad. La Venus de Willendorf es una estatuilla antropomorfa femenina de 20.000 ó 22.000 años de antigüedad. La estatua lleva el nombre de un pueblo junto al Danubio, donde fue descubierta en 1908 por el arqueólogo austriaco Josef Szombathy. Es una figura obesa, de vientre abultado y enormes senos. Esta imagen de la mujer gorda que esta completamente desnuda también era usual en las esculturas egipcias, griegas y babilónicas del Período Neolítico. Es la más conocida de las Venus paleolíticas. ¿Quién creó esta estatua hace unos 20.000 años? Al parecer, la mayor dificultad para estudiar a los pueblos del paleolítico superior fue que no dejaron pruebas escritas de sus logros, solo pinturas en las paredes de rocas. Uno de los ejemplos mejor preservados es también uno de los más intrigantes: las pinturas en roca encontradas en las cavernas de Mes d’Azil, en el sur de Francia. Aquí las piedras fueron encontradas con lo que parece ser algún tipo de escritura. A pesar que nunca han sido descifradas, si fueran realmente escritura, entonces serían la primera y más antigua forma de comunicación escrita conocida en el mundo. Las piedras con el “alfabeto” Aziliano, de unos 9.000 años de antigüedad, descubiertas en el sur de Francia, aún forman parte del debate entre los arqueólogos sobre si son o no escritura. Muestran una semejanza asombrosa con las escrituras que se desarrollaron muchos miles de años más tarde. Si es escritura, entonces es la más antigua conocida. Los tempranos restos de construcciones datan de la época de los cazadores del paleolítico superior, que habitaban las áreas ahora conocidas como la república Checa, Eslovaquia y la Rusia meridional. Para soportar el frío clima, los grupos de cazadores del paleolítico superior hicieron ropas con pieles cosidas, restos de las cuales han sobrevivido en sitios de la república Checa y Eslovaquia. Los mamuts, paquidermos ahora extintos, eran cazados durante este período y las casas eran construidas con las costillas de estas bestias, que eran usadas como soportes para los techos. Hay también evidencias de que la gente del paleolítico superior habría usado las cavernas de rocas de la Europa occidental como refugios. Las primeras casas fueron construídas con huesos y piel de mamút. Esta reconstrucción está basada en evidencias halladas en Rusia meridional, hacia el 30.000 a.C.
Con todo, la vida del paleolítico superior debió haber sido dura y cruel, con todas las energías de los miembros de la sociedad enfocadas al objetivo de sobrevivir. La naturaleza nómada de la sociedad de esa época fue la causa primaria de la inexistencia de algún gran asentamiento. Esto sería un desarrollo que vendría con el establecimiento de la agricultura, que sobrevino en la época posterior al 10.000 a.C. Alrededor de esa época, aparece el sub-grupo alpino, posiblemente como resultado del mestizaje de razas entre los tipos proto-nórdicos y mediterráneos. Estos tres grupos, proto-nórdicos, mediterráneos originales y alpinos, colonizaron grandes regiones de Europa y del Cercano y Medio Oriente, una situación que continuó estable hasta que el continente entero fue sujeto a invasiones de las tribus nórdicas, de los denominados pueblos Indoeuropeos, las cuales empezaron alrededor del 5.000 a.C. Los pueblos nórdicos indoeuropeos y los actuales alpinos forman la base de la raza blanca que habita Europa. Como ejemplo del arte en el paleolítico superior podemos reseñar una pequeña cabeza de marfil de una figura femenina, con delicados caracteres tallados y estilizado pelo largo, encontrado en Brassenpouy, Francia, alrededor del 22.000 a.C. Esta pieza es excepcionalmente valiosa al mostrar las características raciales, claramente identificables en el rostro. Los tres sub-grupos – nórdico, alpino y el original mediterráneo (proto-europeo), se unieron eventualmente para dominar juntos una porción de territorio que abarcaba desde Gran Bretaña hasta los montes Urales, y desde Escandinavia hasta el Norte de Africa y el cercano oriente, extendiéndose por Egipto, Palestina y la actual Jordania, Siria, Irak e Irán. Con el paso del tiempo, el medio y cercano oriente se convirtió en un “caldero racial“, con oleadas de colonizadores blancos, arábigos, semitas e incluso mongólicos, sucesivamente o al mismo tiempo, dominando la región y estableciendo sus propias culturas y civilizaciones.
Los actuales habitantes del Cercano y Medio Oriente son el producto de miles de años de mestizaje entre estos grupos, y pueden observarse rasgos de cada uno de los grupos originales. Palestinos rubios o iraquíes de ojos azules no son la excepción, como evidencia genética de la presencia de tribus de raza blanca que ocuparon la región en épocas antiguas. A medida que el clima mejoraba con el retroceso de la última gran era glacial, el hombre del paleolítico superior gradualmente se hizo sedentario y comenzó a quedarse en sitios favorecidos por el clima durante más largo tiempo que previamente. Estos primeros asentamientos artificiales produjeron el cambio de una sociedad de recolectores a una basada en la agricultura. Y las cosechas y la domesticación de animales llegaron a ser características de su forma de vida. Este cambio cultural fue denominado Era Neolítica. Un flujo regular y continuo de alimentos creado por el uso de la agricultura significó que poblaciones mayores podían vivir en áreas más seguras y colonizadas. Y esto marcó la primera vez en que la manufactura de productos no alimenticios fuera posible en la sociedad. Este cambio de cazadores-recolectores a sedentarismo agrícola ocurrió simultáneamente en toda la Europa y el cercano oriente. Los más antiguos entornos agrícolas en Europa septentrional pueden ser ubicados en Irlanda, sucediendo aproximadamente al mismo tiempo que los cultivos agrícolas de Mesopotamia en el cercano oriente. Como regla general, los primeros asentamientos neolíticos se puede decir que aparecieron alrededor del 10.000 a.C.; y el cultivo de vegetales y la domesticación de animales fueron comunes en toda Europa, el cercano y el medio oriente durante el 5.000 a.C.
En muchas partes de Europa ya existían sociedades relativamente avanzadas con anterioridad o simultáneamente con las civilizaciones de Mesopotamia y Egipto. Si bien es cierto que las grandes urbes y estados del cercano y medio oriente pueden verificarse, es incorrecto tratarlas como los únicos frutos de la civilización, en el mundo de aquella época. Hay numerosas e inmensas edificaciones – llamadas megalitos – y antiguos establecimientos neolíticos y sepulturas, e incluso la creación de formas de escrituras, que demuestran que los habitantes de Europa ya estaban bastante desarrollados. Esta antigua civilización europea duró aproximadamente 3.000 años, y entonces cayó ante las oleadas de nuevos invasores, tales como las tribus indoeuropeas o nórdicas, que surgieron del área que conocemos actualmente como Rusia. Esto no quiere decir que los originales habitantes europeos, mayoritariamente del tipo mediterráneo, con una minoría proto-nórdica, fuesen de una raza diferente a aquellos que habitaban el medio y cercano oriente en aquella misma época. Es más, las primeras civilizaciones del Valle del Tigris y el Eufrates, Mesopotamia (en el actual Irak), fueron creadas por poblaciones de tipo mediterráneo y proto-nórdico, como puede verse en el gran número de restos rescatados. El cultivo de cereales fue establecidas en Europa central hacia el 8.000 a.C., casi simultáneamente con el cultivo de cereales en el “Creciente Fértil” de Mesopotamia. Algunos de los asentamientos agrícolas mejor preservados, existentes en Francia y Bretaña, han sido fechados con anterioridad al 4.000 a.C.
Significativamente, el trabajo en cobre ha sido establecido en los Balcanes hacia el año 5.000 a.C., unos 2.000 años antes que la primera civilización del valle fluvial de Mesopotamia. En la Europa neolítica, donde los bosques eran abundantes, se construían casas rectangulares de madera. Algunas tenían dos piezas e incluso tejas de madera. Los restos encontrados en Suiza datan de alrededor del 5.000 a.C., y demuestran que incluso en terrenos blandos y pantanosos, los constructores pudieron erigir casas, colocando primero cimientos de madera o clavando pilares en el suelo. Para el año 5.000 a.C., los asentamientos neolíticos habían tomado la forma de aldeas establecidas, pueblos e incluso, en algunos casos, ciudades; desperdigadas por toda Europa, oeste y sur de Rusia. Estos antiguos campesinos neolíticos cultivaban cereales, y mantenían animales domesticados tales como cerdos, carneros y perros. Las granjas fueron instaladas a través del continente europeo, con algunos de los sitios encontrados en Irlanda. Sus herramientas y armas de caza eran mayoritariamente de sílex, y sus casas de madera. Sus vestimentas eran de cuero y hay también evidencia de lana. Otros pequeños utensilios eran de cuerno y hueso, y dejarondo numerosos ejemplos de fina y sofisticada cerámica. Los líderes de esta primitiva sociedad eran enterrados de acuerdo a sus rituales religiosos, los cuales, desafortunadamente, se han perdido. Pero las tumbas en sí son una buena fuente de conocimiento sobre la sociedad como un todo. Los líderes importantes eran enterrados en montículos especialmente construidos denominados túmulos. La existencia de estos sepulcros, así como descubrimientos de tumbas menos importantes, han servido como valiosos indicadores de la composición racial de aquellos europeos primigenios. La regla general es que mientras más al norte, más dominantes eran los nórdicos o proto-nórdicos, mientras en lugares como Bretaña y Europa central, habían significativos números de tipos alpinos y mediterráneos. Los habitantes originales del continente europeo también desarrollaron una forma de escritura, denominada antigua escritura lineal B, que es el sistema de escritura usado para escribir el griego micénico, desde el 1600 hasta el 1110 a. C. Precedió en varios siglos al uso del alfabeto para escribir la lengua griega. El lineal B consiste de signos silábicos, es decir, que cada uno de los signos representa una sílaba, y de un gran número de signos ideográficos. En 1900, sir Arthur Evans encontró los primeros vestigios en Cnosos (Creta). El arquitecto inglés Michael Ventris descifró este sistema de escritura en julio de 1952. M. Ventris llevaba investigando desde joven y en 1940, con sólo 18 años, publicó su primer artículo sobre la materia, titulado Presentación de la lengua minoica.
El desciframiento fue posible debido a tres factores: la reunión de un gran volumen de material, unos 30.000 signos; el uso de un método sistemático de chequeo, o cuadrícula silábica, con el que se analizaba la repetición de signos; y la casualidad de que la lengua escrita en lineal B era un antepasado del griego, una lengua ya conocida por los filólogos. En 1950 Ventris ya había identificado nueve signos, había detectado el empleo de las vocales muertas y el parecido del lineal B con el silabario chipriota. El desciframiento de Ventris se completó con la ayuda de John Chadwick, profesor de Cambridge y filólogo especialista en griego arcaico, y con las aportaciones de otros estudiosos, como Alice Kober, Emmet L. Bennet Jr.. El mismo Ventris anunció el desciframiento, en la BBC de Londres, en 1952. Su alocución fue seguida por John Chadwick, quien se animó a colaborar con él. El desciframiento fue corroborado por el arqueólogo Carl Blegen, quien poseía una tablilla desconocida para Ventris (PY Ta 641) y cuya interpretación, según el entonces reciente descubrimiento, fue sorprendentemente exacta.Los orígenes exactos de este lenguaje se han perdido, aunque hay evidencia de que algunos o todos provendrían de los invasores indoeuropeos o nórdicos que penetraron en Europa desde sus bases en la Rusia meridional en aquella época. Este lenguaje es seguramente la base para la escritura conocida como rúnica. Los alfabetos rúnicos son un grupo de alfabetos que comparten el uso de unas letras llamadas runas, que se emplearon para escribir en las lenguas germánicas principalmente en Escandinavia y las islas Británicas, aunque también se usaron en Europa central y oriental, durante la Antigüedad y la Edad Media, antes y también durante la cristianización de la región. Las variantes escandinavas del alfabeto se conocen también comofuthark o fuþark, término que deriva de las seis primeras runas, que se transliteran como F, U,Þ, A, R y K. La variante anglosajona se conoce como futhorc, debido a los cambios producidos en la pronunciación de estas mismas seis letras en el inglés antiguo. Las inscripciones rúnicas más antiguas encontradas datan de alrededor del año 150 d.C., y a grandes rasgos, el alfabeto fue reemplazándose por el latino con la cristianización, alrededor del año 700 en la Europa central y al finalizar la época vikinga, alrededor de 1100, en Escandinavia.
Sin embargo, el empleo de runas persistió en Escandinavia hasta entrado el siglo XX, especialmente en la Suecia rural, empleándose especialmente en la decoración con runas y en los calendarios rúnicos. La cerámica hecha a mano y cocida fue producida en los Balcanes alrededor del 6.500 a.C.. Ciudades de más de 1.000 habitantes, muy grandes para los estándares de la época, fueron fundadas aproximadamente para el año 5.000 a.C. Hay yacimientos cupríferos, algunos de 20 metros de profundidad, aún existentes en los Balcanes, que datan de antes del año 4.000 a.C. La orfebrería en oro, descubierta en los Balcanes, antecede a las técnicas de trabajo en oro de los egipcios en más de 1.600 años. Para el año 2.500 a.C., el trabajo en cobre se había extendido por toda la Europa continental, encontrándose evidencias arqueológicas de un nutrido comercio entre asentamientos en Inglaterra, Francia, Holanda y Europa central. La introducción al uso del hierro en Europa occidental y septentrional, alrededor del año 1.000 a.C., desde Europa central y el cercano oriente, fue el umbral de una nueva era. Y es de aproximadamente en esta época cuando los antiguos europeos occidentales empezaron a construir fuertes en la cima de las colinas, los cuales evolucionaron más tarde en castillos. Estos fortines de las colinas están esparcidos por toda Europa, y algunos permanecieron activos hasta la primera época de la Cristiandad, unos 1.600 años más tarde. En muchas partes de Europa, los restos más perdurables de esta era son los Megalitos (“piedras enormes“), que debieron haber tenido un propósito religioso o astronómico. Masivos bloques de piedra y a veces madera, fueron acarreados por largas distancias y erigidos en áreas escogidas dentro de Europa, desde Bretaña hasta los confines del mar Negro, en Rusia meridional. El más famoso de estos sitios megalíticos es el de Stonehenge, que es un monumento megalítico, tipo crómlech, de la Edad del Bronce, situado cerca de Amesbury, en el condado de Wiltshire, Inglaterra, a unos trece kilómetros y medio al norte de Salisbury.
Stonehenge está formado por grandes bloques de piedra metamórfica distribuidos en cuatro circunferencias concéntricas. La exterior, de treinta metros de diámetro, está formada por grandes piedras rectangulares de arenisca que, originalmente, estaban coronadas por dinteles, también de piedra, quedando hoy en día sólo siete en su sitio. Dentro de esta hilera exterior se encuentra otro círculo de bloques más pequeños de arenisca azulada. Éste encierra una estructura con forma de herradura construida con piedras de arenisca del mismo color. En su interior permanece una losa de arenisca micácea conocida como «el Altar». Todo el conjunto está rodeado por un foso circular que mide 104 m de diámetro. Dentro de este espacio se alza un bancal en el que aparecen 56 fosas conocidas como los «agujeros de Aubrey». El bancal y el foso están cortados por «la Avenida», un camino procesional de 23 metros de ancho y 3 kilómetros de longitud, aproximadamente. Cerca se halla la «Piedra del Sacrificio». Enfrente se encuentra la «Piedra Talón». Está compuesto de un gran círculo de grandes megalitos cuya construcción se fecha hacia el 2500 a. C. El círculo de arena que rodea los megalitos está considerado la parte más antigua del monumento, habiendo sido datada sobre el 3100 a. C. En su comienzo era un monumento circular de carácter ritual rodeado por un talud y un foso, de modo similar a muchos otros situados en el sur de Inglaterra. Finalmente el monumento tomó su aspecto actual, para lo cual transportaron 32 bloques de arenisca desde las montañas de Preseli, al suroeste de Gales y la piedra del «Altar» fue traída desde una región cercana a Milford Haven. Se especula actualmente con la posibilidad de que se hubieran movido utilizando bolas de madera o piedra o cojinetes a modo de rodamientos, y no con troncos como se pensó originalmente. Stonehenge era parte de un complejo grande, que incluía círculos de piedra y de madera y avenidas ceremoniales.
Las excavaciones realizadas por el proyecto Stonehenge Riverside, dirigido por el arqueólogo Mike Parker Pearson, de la Universidad de Sheffield, permitieron encontrar muy cerca de Stonehenge, un asentamiento de cerca de mil casas. De acuerdo con las evidencias encontradas, estas casas solamente se usaban unos días al año y no se trataba de una aldea habitada permanentemente. A poco más de tres kilómetros de Stonehenge, en Durrington Walls, fue encontrado un amplio trabajo circular en el terreno, veinte veces más extenso que Stonehenge, rodeado por una zanja y un banco. Allí estuvo levantada una construcción de madera, ahora denominada Woodhenge, con un diseño similar al de Stonehenge y construida en el mismo siglo. Woodhenge estaba unido al río Avon por una avenida ceremonial construida con piedras. Para poner esto en perspectiva, debemos decir que la primera etapa de Stonehenge fue construida alrededor de 1.000 años antes que cuando se supone fueron erigidas las grandes pirámides egipcias. La última parte de Stonehenge fue hecha alrededor del año 1.000 a.C., cientos de años antes que aparecieran las civilizaciones griegas y romanas. Los granjeros neolíticos en Europa crearon un gran número de otras impresionantes estructuras, precediendo incluso a Stonehenge. Uno de los más antiguos está situado bastante cerca de Stonhenge, y se le llama la bola de Robin Hood. Consiste en lo que parece ser unos cimientos circulares de algún enorme salón, o un gran número de construcciones, y un sepulcro, a juzgar por los restos humanos encontrados en los fosos circundantes. Esta estructura data de los mismos inicios de la era neolítica, alrededor del 4.000 a.C., e indica el establecimiento de importantes estructuras sociales en esta temprana época de la historia europea.
Una evidencia histórica de la habilidad tecnológica de los pobladores de los asentamientos neolíticos, son las cámaras sepulcrales y las tumbas que están dispersas por grandes partes de Europa. Algunas de las más viejas cámaras mortuorias megalíticas han sido fechadas con radiocarbono hacia el 6.000 a.C., unos 2.300 años más viejas que las famosas pirámides egipcias. Hay cuatro tipos de megalitos. uno es el menhir, o monolito, una única piedra erecta a menudo de gran tamaño; otro lo forman un conjunto de menhires en círculo, como en Stonehenge en Inglaterra; también tenemos hileras de menhires como los encontrados en Carnac, en Francia; finalmente tenemos la cámara mortuoria, o mausoleo, a menudo llamado dolmen. Los mausoleos son los más comunes tipos de megalitos y más de 50.000 han sido encontrados en el continente europeo. Algunos de los interiores de estas tumbas estaban decorados con intrincados tallados en roca y patrones geométricos, asombrando incluso miles de años después de haber sido creados. El lema “Lux et orient” o “Toda luz viene del Oriente” que el Cristianismo introdujo, sostuvo que el progreso y civilización vino del medio oriente. Pero los métodos de datación y la investigación arqueológica apuntan a que algunas civilizaciones surgieron en Europa. Una de las pirámides más antiguas fue encontrada cerca de la actual ciudad de Marlborough, en Wiltshire, Inglaterra. Llamada la colina Silbury, que es el túmulo prehistórico más grande de Europa, elevándose unos 40 metros de altura. Data de alrededor del 2.660 a.C., precediendo teoricamente a las grandes pirámides de Egipto, aunque sobre este punto hay investigaciones recientes que indican una antiguedad mayor de algunas de las pirámides egipcias. A pesar que la pirámide de la colina Silbury hoy está cubierta de tierra, las excavaciones han revelado una pirámide escalonada, cuidadosamente construída, bajo la capa de sedimento. El propósito exacto de la pirámide es desconocido, pero forma parte del gran complejo de anillos de piedra de Avebury, que incluye un círculo de piedras más grande que Stonehenge y una serie de tumbas excavadas. La enormidad de la construcción se yergue como un monumento a las habilidades intelectuales de los pobladores de la antigua Gran Bretaña. No eran bárbaros incivilizados los que erigieron estas estructuras técnicamente sofisticadas.
El crecimiento de los asentamientos neolíticos en Europa fue imitado por el crecimiento de similares asentamientos en el medio y cercano oriente. Nuevamente con una mayoría de la población perteneciente al tipo racial mediterráneo y con un número no insignificante de proto-nórdicos acompañándolos, a menudo como líderes tribales, una tradición aún más pronunciada en Egipto. Para el 7.000 a.C., una ciudad de casas de ladrillos de barro y muros exteriores había sido construida por los mediterráneos, en un sitio conocido ahora como Jericó, en Palestina. En Anatolia, Turquía, los restos de otra gran ciudad, Catal Huyuk, han sido excavados, fechándose aproximadamente en el 6.200 a.C.. Esta ciudad también poseía fábricas de ladrillos, así como cultivos de cereales. Alrededor del 5.000 a.C., en todo el cercano oriente se fundaron pequeñas aldeas agrícolas, en las cuales pudieron surgir las profesiones no-productivas. En esta época la cerámica hizo su aparición en grandes cantidades en todas las áreas de asentamientos neolíticos. En el medio y cercano oriente, estos tipos raciales fueron eventualmente desplazados y sujetos a mestizaje con masivas oleadas de semitas y árabes, junto a poblaciones de raza negra e incluso invasores procedentes del asia central. Es de este mestizaje que descienden los modernos egipcios y muchos otros norafricanos. Con la creación de asentamientos fijos y de los continuos, y a veces lentos, avances tecnológicos, fue inevitable que esas comunidades subieran un nuevo gran peldaño. Se produjo el establecimiento de un sistema alfabético y un contrato social formal entre los individuos que componían las comunidades, o sea, la creación de leyes y normas. La creación de asentamientos fijos en Europa y el cercano oriente, como resultado de la revolución agrícola de la era neolítica, sentó las bases para el nuevo gran salto de la población. Se produjo la fundación de las antiguas civilizaciones europeas en Europa central y el cercano oriente.
A medida que la revolución neolítica se expandió y empezaron a surgir mayores asentamientos fijos, se hizo inevitable que estos tipos proto-europeos y proto-nórdicos empezaran a establecer sociedades formales. Aparecieron las denominadas civilizaciones “proto-europeas“, fundando los cimientos para su posterior desarrollo en la Grecia clásica y Roma. Y a pesar que estas antiguas civilizaciones europeas eran, en efecto, muy distintas a la Grecia clásica y Roma, son a menudo confundidas con aquellas. Las poblaciones originales, o proto-europeas, dominaron inmensas áreas de Europa y Rusia, extendiéndose desde Italia hasta el mar Negro, incluyendo Austria, Hungría, Bulgaria y parte de Ucrania. Sin embargo, la diferencia crucial es que las civilizaciones proto-europeas fueron creadas por los originales europeos continentales, proto-nórdicos, alpinos y mediterráneos, con los dos últimos siendo la mayoría, mientras que las civilizaciones clásicas de Grecia y Roma, recibieron los ímpetus de las invasiones indoeuropeas o nórdicas que empezaron alrededor del 5.000 a.C. Las civilizaciones proto-europeas en el Egeo fueron la civilización cretense, centrada en Knossos, en la isla de Creta; la ciudad-estado de Troya, situada un poco al sur del Bósforo en Asia menor; ciertas ciudades menores en territorio griego; y los Etruscos en Italia. Estas ciudades-estado fueron las primeras en caer ante las grandes invasiones indoeuropeas, de gentes que dominaban el arte metalúrgico del cobre. Absorbidos entre los pueblos indoeuropeos, los proto-europeos desaparecieron totalmente, y este mestizaje de pueblos echó las raíces de la cultura micénica, que reemplazó a la civilización cretense como fuerza dominante en el Egeo. La isla de Creta, situada al sur de Grecia, fue el hogar de la civilización cretense, también conocida como la civilización minoica, por Minos, el legendario y más poderoso de los reyes cretenses. La composición racial mediterránea de esta primera civilización cretense ha sido confirmada por los anatomistas Bowdy Dawkins, W.L.H. Duckworth y Felix von Lauschan, todos los cuales exhumaron y examinaron restos esqueléticos en Creta. Y su conclusión fue que los cretenses eran todos miembros de la ahora virtualmente extinta sub-raza mediterránea.
Estas evidencias esqueléticas estan respaldada por los ejemplos artísticos dejados por los mismos cretenses, particularmente en las descripciones de los eventos sociales que aún existen entre las ruinas del gran palacio de Knosssos. Para el año 3.000 a.C., Creta mantenía contacto con su civilización hermana de Egipto, y muchas de sus costumbres religiosas y hábitos sociales fueron tomados directamente de Egipto. Los cretenses eran gobernados por un rey-sacerdote que tenía su residencia en Knossos. Este palacio generó numerosas historias y era lo más sofisticado en lujo para su época. La ciudad de Knossos parece haber sido destruida por un terremoto en el 1.400 a.C., como resultado de una fuerte erupción volcánica que destruyó la civilización de la vecina isla de Santorini. Sin embargo, han sobrevivido suficientes vestigios como para tener una clara imagen de los tipos raciales que habitaron la isla. La mayoría de los muros estaban pintados y decorados con elaborados frescos, siendo el más famoso el del deporte nacional cretense, “elsalto sobre el toro“, donde bravos atletas cogían por las astas a un toro en embestida, y efectuaban un salto mortal invertido sobre el cuerpo de este. El arte minoico nos provee de fascinantes visiones de la naturaleza de su sociedad en aquella época. Hombres y mujeres ataviados para el tibio clima. Las mujeres con sus senos desnudos y los hombres afeitados. Los antiguos cretenses seguían las convenciones artísticas de los egipcios, al pintar a los hombres con pieles rojizas y a las mujeres con pieles blancas. Flores, plantas, criaturas marinas y delfines caracterizan mayoritariamente sus formas artísticas, indicando que su sociedad era lo suficientemente avanzada y rica, como para concebirse más allá de solo las actividades básicas de subsistencia. Un interesante descubrimiento en el palacio cretense de Knossos fue el primer sistema sanitario de aguas en movimiento.
Desafortunadamente no sabemos la fecha exacta del colapso de la civilización cretense. Pero terminó de funcionar como una unidad cultural cuando la isla fue invadida por una tribu de nórdicos indoeuropeos, los micénicos, alrededor del 1.500 a.C.. Los cretenses fueron, por lo tanto, físicamente absorbidos por los micénicos, y más tarde se transformaron en parte integral de la civilización griega clásica. En 1900, un arqueólogo británico, Sir Arthur Evans, redescubrió Knossos y encontró tablillas de barro cocido con dos tipos de escritura, datadas alrededor del 2000 a.C. Estas fueron llamadas escrituras lineales A y B, posiblemente las más antiguas formas identificables de escritura continental europea, si se desecha la “piedra escrita” de las cavernas de Mes d’Azil, en Francia, y la tablilla Tatria de Rumania. Investigaciones posteriores demostraron que la escritura lineal B era una forma de alfabeto micénico, que fue descifrado, mientras que el lineal A era el alfabeto original cretense, aún no descifrado. Alrededor del año 750 a.C., fueron escritas dos grandes épicas, la Ilíada y la Odisea, atribuidas al poeta Homero. La Ilíada describe la guerra entre las ciudades-estado griegas y la ciudad de Troya; mientras la Odisea habla de las aventuras de rey jonio Odiseo, durante su viaje de retorno, después de finalizada la guerra con Troya. Por muchos años se pensó que la ciudad de Troya solo existió en los poemas de Homero, y fue asociada a la famosa historia del caballo de madera. La ciudad de Troya, sin embargo, fue descubierta en 1870 por el arqueólogo amateur, Heinrich Schliemann. En vez de descubrir solo una ciudad, Schliemann desenterró un total de nueve ciudades, todas construidas una sobre otra, enseñando un inmenso período de historia del cual se sabía muy poco. Heinrich Schliemann, en el prólogo de su libro sobre Ítaca escribía: «En el año 1832, a los diez años, regalé a mi padre, con motivo de la Navidad, una composición sobre los acontecimientos principales de la guerra de Troya y las aventuras de Ulises y Agamenón, sin sospechar aún que treinta y seis años después ofrecería al público todo un tratado sobre el mismo tema, después de haber tenido la dicha de ver con mis propios ojos el teatro de aquella famosa guerra y la patria de los héroes cuyo nombre inmortalizó Homero…Las primeras impresiones que recibe un niño le quedan grabadas para toda la vida».
Según la mitología griega, la familia real troyana fue iniciada por la pléyade Electra y por Zeus, padres de Dárdano. Éste cruzó hasta Asia Menor desde la isla de Samotracia, donde conoció a Teucro, que lo trató con respeto. Dárdano se casó con Batiea, hija de Teucro y fundó Dardania, posteriormente gobernada por Eneas. Tras la muerte de Dárdano, el reino pasó a su nieto Tros. Zeus raptó a uno de sus hijos, llamado Ganimedes, a causa de su gran belleza, para convertirlo en copero de los dioses. Ilo, otro hijo de Tros, fundó la ciudad de Ilión y pidió a Zeus una señal. Casualmente encontró una estatua conocida como Paladio, que había caído del cielo. Un oráculo decía que mientras el Paladio permaneciera en la ciudad, ésta sería inexpugnable. Luego Ilo construyó el templo de Atenea en su ciudad, en el mismo lugar donde había caído. Los habitantes de Troya son denominados teucros, mientras Troya e Ilión son los dos nombres por los que se conocía la ciudad; por tanto Teucro, Tros e Ilo eran considerados sus fundadores epónimos. Los romanos relacionaron el nombre de Ilión con el de Iulo (en latín Iulus), hijo de Eneas y antepasado mítico de la gens Iulia o Iulii, a la que pertenecía Julio César. Los dioses Poseidón y Apolo construyeron los muros y fortificaciones alrededor de Troya para Laomedonte, hijo de Ilo. Cuando Laomedonte se negó a pagarles el salario convenido, Poseidón inundó la tierra y envió un monstruo marino que provocó estragos en la zona. Como condición para que cesaran los males sobre la ciudad, un oráculo demandó el sacrificio de Hesíone, hija del rey, para ser devorada por el monstruo, así que fue encadenada a una roca del litoral. Heracles, que había llegado a Troya, rompió las cadenas de Hesíone e hizo un pacto con Laomedonte. A cambio de las yeguas divinas que Zeus había entregado a Tros, abuelo de Laomedonte, en compensación por el rapto de Ganimedes, Heracles liberaría la ciudad del monstruo. Los troyanos y Atenea construyeron un muro que debía servir como refugio a Heracles.
Cuando el monstruo alcanzó la obra defensiva, abrió sus enormes mandíbulas, y Heracles se arrojó armado en las fauces del monstruo. Después de tres días en su vientre causando destrozos, salió victorioso. En otras versiones, el enfrentamiento con el monstruo se situaba dentro del camino de ida de la expedición de los argonautas, y el modo en que Heracles mataba al monstruo era arrojándole una roca en el cuello. Pero Laomedonte no cumplió su parte del pacto, sustituyendo dos de las yeguas inmortales por dos yeguas ordinarias y como represalia Heracles, encolerizado, le amenazó con atacar Troya y embarcó de vuelta a Grecia. Pasados unos años encabezó una expedición de castigo de dieciocho naves, después de reclutar en Tirinto un ejército de voluntarios entre los que se encontraban Yolao, Telamón, Peleo, el argivo Ecles, hijo de Antífates, y Deímaco, el beocio. Telamón tuvo una actuación destacada en el asedio de la ciudad al abrir brecha en las murallas de Troya y entrar el primero. Capturada Troya, Heracles mató a Laomedonte y a sus hijos, excepto al joven Podarces. Hesíone fue entregada a Telamón como recompensa y se le permitió llevarse a uno cualquiera de los prisioneros. Ella eligió a su hermano Podarces y Heracles dispuso que antes debía hacerse esclavo y luego ser rescatado por ella. Hesíone se quitó el velo de oro de la cabeza y lo dio como rescate. Esto le valió a Podarces el nombre de Príamo que significa «rescatado». Después de haber quemado la ciudad y devastado los alrededores, Heracles se alejó de la Tróade con Glaucia, hija del dios-río Escamandro, y dejó a Príamo como rey de Troya, en virtud de su sentido de la justicia, pues fue el único de los hijos de Laomedonte que se opuso a su padre y le aconsejó que entregara las yeguas a Heracles. Durante el reinado de Príamo, y a causa del rapto de Helena de Esparta por el príncipe troyano Paris, los griegos micénicos, comandados por Agamenón, tomaron Troya tras haber puesto sitio a la ciudad durante diez años. Eratóstenes fechó la Guerra de Troya entre el 1194 y el 1184 a. C., la Marmor Parium entre el 1219 y el 1209 a. C., y Heródoto en el 1250 a. C.
La mayoría de los héroes de Troya y de sus aliados murieron en la guerra, pero unos pocos, liderados por Eneas, lograron sobrevivir y navegaron hasta llegar primero a Cartago y luego a la Península Itálica, donde llegaron a ser los ascendientes de los fundadores de Roma. A los primeros asentamientos de estos supervivientes en Sicilia y en Italia se les dio igualmente el nombre de Troya. Los barcos troyanos en los que viajaron fueron transformados por Cibeles en náyades, cuando iban a ser quemados por Turno, el rival de Eneas en Italia. Según narran Tucídides y Helánico de Lesbos, otros troyanos supervivientes se establecieron en Sicilia, en las ciudades de Erice y Egesta, recibiendo el nombre de élimos. Además, Heródoto comenta que los maxies eran una tribu del oeste de Libia cuyos miembros afirmaban ser descendientes de los hombres llegados desde Troya. Algunos de estos relatos míticos, a veces con contradicciones entre sí, aparecen en la Ilíada y la Odisea, los célebres poemas homéricos, y en otras obras y fragmentos posteriores. El problema de la autenticidad histórica de la guerra de Troya ha suscitado conjeturas de todo tipo. El arqueólogo Schliemann admitía que Homero fue un poeta épico y no un historiador, y que pudo exagerar el conflicto en aras de la libertad poética, pero no que lo inventara. Poco después, el también arqueólogo Dörpfeld defendió que Troya VI fue víctima del expansionismo micénico. A esta idea se sumó Sperling en 1991. Los estudios de Blegen y su equipo admitieron que una expedición aquea debió haber sido la causa de la destrucción de Troya VII-A hacia el 1250 a. C. Actualmente se suele fijar el fin de esta ciudad más cerca de 1200 a. C. Sin embargo, hasta ahora no se ha podido demostrar quiénes fueron los atacantes de Troya VII-A. Hiller, en cambio, también en 1991, señaló que debió haber dos guerras en Troya que marcaron el fin de Troya VI y Troya VII-A. Mientras, Demetriou, en 1996, insistió en la fecha de 1250 a. C. para una histórica guerra de Troya, en un estudio en el que se basó en yacimientos chipriotas.
La más antigua de las ciudades data de alrededor del 3000 a.C., y varias ciudades (llamadas Troya I hasta Troya IX) fueron destruidas alternativamente por terremotos, incendios o guerras, como lo descrito en el poema de Homero. Es difícil sostener con certeza cuán cierto es lo de la historia del caballo de madera, en la que los soldados griegos, se supone, se infiltraron en la ciudad de Troya, escondidos en un falso caballo de madera, después de un fracasado sitio a la ciudad de casi diez años. Pero es posible que tenga alguna base en el hecho que Troya y muchas ciudades-estado griegas estuvieron en guerra unas con otras alrededor del 1200 a.C.. La última ciudad de Troya, la número IX, parece haber sido una ciudad griega y, más tarde, romana, conocida como Ilium. Y como Creta, la fecha exacta del fin de Troya, también se ha perdido con el paso del tiempo. Una vez se pensó que existió solo en la imaginación del poeta Homero, pero la ciudad de Troya en efecto existe y, tal como hemos dicho, fue descubierta por el arqueólogo alemán Heinrich Schliemann. Nueve diferentes ciudades fueron construidas en el sitio, una sobre otra, y muy poco se sabe de algunas de las más antiguas. Troya fue originalmente fundada por las civilizaciones proto-europeas (mediterráneas) y fue ocupada diversas veces durante su historia, siendo esa la razón que fueran encontradas nueve diferentes capas. Para la época de la caída de Troya, las grandes invasiones indoeuropeas del territorio griego ya habían empezado. Y es posible que la misma ciudad, en alguna de sus etapas, haya sido destruida durante una de estas invasiones.
Los etruscos fueron uno de los pueblos mediterráneos y proto-nórdicos que vivieron en la península itálica antes que los invasores indoeuropeos alcanzaran esa parte del mundo. Originalmente llamados “villanovas” por el lugar donde vivieron, los etruscos parecen haber penetrado en Italia desde algún lugar al norte de los Alpes. Y parecen haber tenido contacto con algunas civilizaciones proto-europeas del mar Egeo, porque adoptaron los caracteres griegos para escribir su lenguaje.Los sitios sepulcrales de Villanova han revelado una rica herencia de impresionantes armaduras hechas de metal y artefactos personales, algunos del 1000 a.C., una época en que el trabajo en hierro llegó a expandirse por toda Italia. Etruria, antaño también llamada frecuentemente, en textos griegos y latinos, Tyrrhenia o Tirrenia, fue una antigua región histórica situada en el centro de Italia, en las regiones de Toscana, Lacio y Umbría. El topónimo deriva de los etruscos o tirrenos, los pobladores que se asentaron allí, creando una poderosa confederación. Tal confederación lo fue de las ciudades-estado independientes más importantes de Italia central y septentrional, hasta su caída ante Roma, en el siglo III a. C. Etruria fue dominante en la península itálica desde el año 650 a. C. Su expansión incluyó el valle del río Po, y se extendía hasta las colonias griegas situadas al sur de Italia. Los reyes etruscos conquistaron y dominaron Roma por un siglo, hasta que en el 509 a. C. fue expulsado el último rey etrusco Tarquinio el Soberbio y la República Romana fue establecida. Se considera que los etruscos son los responsables de transformar Roma de un pequeño pueblo a una gran ciudad. También son responsables de crear la primera gran vía de Roma, la Vía Sacra, así como templos y mercados. Los etruscos influyeron en gran medida en la difusión de la cultura griega en Roma, en los dioses del Olimpo y en el alfabeto fonético. También influirían notablemente en el marcado carácter supersticioso del pueblo romano. Entre 1801 a 1807 Napoleón Bonaparte creó el estado vasallo denominado Reino de Etruria, que comprendía el Ducado de Parma y la Toscana. Dos siglos de investigación y excavación de sus ciudades sepultadas es el tiempo que los arqueólogos llevan intentando destapar los enigmas acerca del origen de los etruscos.
Se conoce muy poco acerca del surgimiento de este pueblo, y la mayoría de las fuentes que nos pueden guiar son los textos escritos. Es el caso de Herodoto, quien nos habla ya en el siglo V a.C. sobre su historia. Relató que habían migrado del Asia Menor alrededor del año 1000 a.C., como refugiados que huían de la hambruna que había en Lidia. Heródoto, en su Historia, dice:“Y he aquí como (los lidios) se defendían contra el hambre con sus inventos: de cada dos días pasaban uno entero jugando para no pensar en la comida, y al día siguiente dejaban los juegos para alimentarse. De este modo vivieron hasta dieciocho años. […] se hicieron a la mar en busca de sustento y de una patria, hasta que, después de pasar de largo muchos pueblos, llegaron al país de los umbrios, donde fundaron ciudades y han habitado hasta el presente. Pero cambiaron su nombre de lidios por otro derivado del que tenía el hijo del rey que los había guiado; de él tomaron su nuevo nombre y se llamaron tirrenos” . La denominación que recibieron los etruscos de los griegos fue la de tirrenos, mientras que los romanos los denominaban tuscos o etruscos. Por otra parte, ellos se autodenominaban rasenna. Actualmente existen tres teorías sobre el origen de los etruscos: Tesis autóctona: Según este estudio, las costumbres y la lengua etrusca son propias y por tanto no derivan de otras culturas como los griegos u otros pueblos. No obstante, esta teoría no tiene muy presente las influencias orientales o europeas que los etruscos pudieran tener. – Tesis oriental: Es la más debatida. Defiende una posible relación con los tursha. Los Pueblos del mar son un grupo de pueblos de la Edad del Bronce que migraron hacia Oriente Próximo durante el 1200 a. C. Navegaban por la costa oriental del Mediterráneo y atacaron Egipto durante la dinastía XIX y especialmente en el año octavo del reinado de Ramsés III, de la dinastía XX. Algunos estudiosos los hacen responsables del hundimiento de la civilización micénica y del Imperio hitita, a finales del siglo XIII a. C., dando lugar al comienzo de la Edad Oscura, pero esta hipótesis es controvertida.
Entre estos Pueblos de Mar tenemos a los teresh o tursha, a los que se ha puesto en relación con el topónimo mencionado por los hititas de Taruisha y también con los tirrenos o etruscos. Algún autor, en cambio, pone su nombre en relación con el hebreo Tarshish y con el hispánico Tartessos, pero esta hipótesis goza de poca aceptación. También se aprecia una influencia en la escritura etrusca de pueblos orientales. – Tesis septentrional: Esta hipótesis sitúa los orígenes en el norte de Italia y los relaciona con los pueblos del norte. A pesar de estas hipótesis y los múltiples estudios que se han realizado, aún sigue siendo un tema por resolver de los tantísimos que hay. Lo que si se puede afirmar es la convivencia que tuvieron con griegos y la influencia que tuvieron de éstos. Muchos de los utensilios que importaron y de las técnicas que utilizaron fueron más tarde inspiración de los romanos, quienes lo imitaron, lo perfeccionaron y lo introdujeron en su civilización. Parece que el misterioso origen de los Etruscos, el pueblo que habitaba la Italia central hacia el siglo VIII a.C. y dominó la zona hasta la llegada de los romanos, empieza a desvelarse. En la península Itálica en la que Roma apenas había empezado a dar sus primeros pasos, reinaban los etruscos, pueblo fascinado por el lujo y la vida en el Más Allá . Su influencia se extendería a todos los ámbitos de la civilización romana. Hablar del “enigma etrusco” es un tópico que se arrastra desde la Antigüedad .Pero el nivel de conocimiento que tenemos acerca de este pueblo y de la civilización que desarrolló en la Italia del primer milenio a.C., si no alcanza el que tenemos de griegos y romanos, si es muy superior al que poseemos de los demás pueblos “históricos” que habitaron en esa península por la misma época (ligures, vénetos, umbros, sabinos, volscos, samnitas, etc.),y no digamos de los “prehistóricos” (aborígenes, pelasgos, ausonios, sículos, etc.).Lo mismo podría decirse de los pueblos que, a lo largo de ese milenio. hicieron notar su presencia en la parte occidental del Mediterráneo, tales como los cartagineses, galos o íberos. Es verdad que la cuestión de su origen plantea problemas aún sin resolver.
Pero lo mismo ocurre con otros pueblos antiguos, como el latino. Su eclosión cultural y política en el siglo VII a.C.se produjo en la región de Toscana (de tuscus, etruscos en latin), entre los Apeninos y el mar Tirreno y desde el Arno al Tíber. No obstante, los rasgos orientales de origen fenicio, lidio, chipriota o egipcio, que dominan en sus muchas y lujosas manifestaciones artísticas de esa época (bronce, cerámica, marfiles, joyas) siguen asombrando a los historiadores. Como subsisten también hipótesis diferentes sobre su prosperidad económica excepcional, que podían ser debidas a las minas de hierro de la isla de Elba, al dominio del comercio marítimo de la región o a la fertilidad de los valles toscanos. Ello les permitió convertirse en la potencia hegemónica en Italia ,desde el valle del Po hasta el golfo de Nápoles durante aproximadamente un siglo y medio (VI-V a.C.). Tampoco se ha desvelado del todo su desaparición de la escena histórica a partir del siglo III a.C., absorbidos en el proceso de unificación política, cultural y lingüística de Italia, impuesta por Roma. Una de las cosas que más han contribuido a la fama enigmática de los etruscos es el misterio que se cierne sobre su lengua. Su alfabeto es conocido, ya que es un alfabeto griego ligeramente transformado, del que procede el llamado alfabeto latino, lo cual permite leer los más de diez mil textos escritos conservados de su escritura. Pero su sistema lingüístico aún no ha sido descifrado satisfactoriamente. La inmensa mayoría de esas inscripciones tienen carácter funerario y son muy breves.. Hay dos o tres más largas, pero ninguna supera el centenar de palabras. El único texto conservado que recuerda a un libro de la época es un rollo de tela empleado para envolver a una momia egipcia de la época romana. Tiene unas 1500 palabras y, por lo que se ha podido entender, tras exhaustivos análisis, se trata de una especie de calendario litúrgico. Tito Livio nos dice que “hay testimonios escritos de que en el siglo V a.C. los hijos de buena familia romana eran instruidos en las letras etruscas del mismo modo que las letras griegas“. Hoy en día resulta difícil interpretar lo que se puede entender por “letras etruscas“, dado que de la supuestamente rica literatura en lengua etrusca no queda prácticamente nada. Con el agravante de que todavía no ha aparecido su “piedra Rosseta”. Pero ,a falta de fuentes propias, contamos con información derivada de fuentes griegas y ,sobre todo, romanas. Destacan las de Heródoto, de quien arranca la teoría sobre el origen lidio de los etruscos, y las de Dionisio de Halicarnaso quien defiende su origen autóctono.
Además de las civilizaciones proto-europeas en el continente europeo, los grupos sub-raciales mediterráneos y proto-nórdicos, hacia el 4000 a.C. habían ocupado parte de lo que es hoy conocido como el medio oriente, desde Egipto hasta la región entre el Tigris y el Eufrates, ahora Irak. Estos antiguos mediterráneos fueron los responsables de muchas de las civilizaciones en esa región. Ellos estuvieron sujetos a casi constantes invasiones, tanto oleadas de indoeuropeos nórdicos desde el norte, u oleadas de invasores semitas, desde el sur. A veces, estos proto-europeos se las arreglaron para derrotar a los invasores, pero más a menudo les fue imposible resistirlas. De este modo, fueron gradualmente absorbidos por sus conquistadores. Uno de los más lejanos asentamientos proto-europeos se encontraba centrado en la actual India. Fue conocida como la civilización del valle del Indo o la cultura Harappa, por la antigua ciudad de Harappa, en el actual Pakistán. Esta civilización se mantuvo desconocida hasta 1927, cuando se efectuó la primera gran excavación. Los restos de asentamientos pertenecientes a esta cultura han sido encontrados en el valle del Indo, en Pakistánn y en los estados noroccidentales indios, hasta Nueva Delhi, así como a lo largo del río Oxus, en el Afganistán septentrional. La composición racial proto-europea que creó la civilización del valle del Indo, ha sido respaldada por el examen de los cráneos y otros restos esqueléticos, hechos por el coronel R.B.S. Selwell y el doctor B.S. Guha, de la sociedad zoológica de la India. Ambos constataron concluyentemente, que virtualmente todos los restos eran de la sub-raza mediterránea. El primer asentamiento proto-europeo de la región es de alrededor del 3500 a.C., cuando los proto-europeos mediterráneos probablemente arribaron de un largo peregrinar desde el valle del Tigris y el Eufrates. En la región, encontraron nativos a quienes ellos subyugaron fácilmente. La civilización proto-europea se prolongó hasta que la región fue invadida por indoeuropeos nórdicos alrededor del 1500 a.C. Las dos mayores ciudades de la civilización del valle del Indo fueron Mohenjo Daro, en el bajo Sind; y Harappa en el Punjab.
En muchos aspectos, las ciudades de la civilización proto-europea del valle del Indo es casi idéntica a otras civilizaciones proto-europeas, particularmente a la de Knossos en Creta. Incluso el trazado de las ciudades, con sus enormes edificios cuadrados, son idénticos. El lugar más importante en esa región es la ciudad de Mohenjo-Daro. Los restos de esta ciudadela, exhumada entre 1927 y 1930, muestra enormes semejanzas físicas con los asentamientos proto-europeos de Mesopotamia y Creta. En su apogeo, Mohenjo-Daro debe haber tenido sobre 40.000 habitantes, una cifra importante para la época. La ciudad estaba basada en un avanzado plano cuadriculado, con las calles claramente trazadas discurriendo entre manzanas de edificios. En 1921 las primeras excavaciones fueron llevadas a cabo sobre esta civilización, situada en las actuales regiones indias del Sind y el Punjab. Las ruinas de Mohenjo-Daro son verdaderas maravillas arquitectónicas. Lo más asombroso de la ciudad son, sin embargo, los restos de su sistema de alcantarillado. El pueblo de Mohenjo-Daro desarrolló una higiene pública y privada hasta un grado superior al de muchas poblaciones del mundo actual. Cada casa, grande o pequeña, estaba provista de una cañería subterránea, enclavada a través del muro y desembocando en una pequeña cloaca individual. Esta, a su turno, se unía a un alcantarillado central cubierto. A intervalos, habían agujeros de decantación donde los alcantarillados principales se unían. Estos fueron diseñados para servir como colectores de los deshechos mayores, que de otra forma podrían obstruir las cañerías. Todas las casas también tenían baños, otra innovación para la época, y el agua para este propósito era suplida por los numerosos pozos de la ciudad, algunos accesibles desde las calles, y otros situados dentro de las casas mismas. Todas las ciudades de la civilización del valle del Indo muestran grandes obras arquitectónicas y una ordenada administración basada en una economía agrícola.
Aratta se menciona a menudo en la literatura sumeria como una tierra lejana, controlada por la diosa Inanna desde su ciudad tutelar de Uruk. Según el poema Enmerkar y el Señor de Aratta, que está situado más allá de Anshan (ahora Irán), el viaje hacia Aratta requirió atravesar las siete montañas y el temido río Kur. Ha sido sugerido que Aratta puede ser Harappa, de la civilización perdida del valle de Indo. Harappa, junto con Mohenjo-daro, era una ciudad de los antiguos Dravidianos, la legendaria gente serpiente que precedió la ocupación aria de la India. Tal como ya hemos indicado, en los años 20 del siglo XX los arqueólogos hicieron algunos descubrimientos asombrosos en el valle del río Indo. Las ruinas de dos grandes ciudades antiguas fueron excavadas, una llamada Mohenjo-daro estaban en el propio río Indo, la otra Harappa estaba en Ravi, una rama importante del valle Indo situado en el Panjab o La tierra de los cinco ríos. Al igual que las ciudades de Mesopotamia y del valle del Nilo, fueron construidas en los llanos aluviales. Sin embargo, a diferencia de otras ciudades, Mohenjo-daro y Harappa parecen haber sido diseñadas completamente. Ambas eran idénticas en el diseño. Mientras que no se encontraron ziggurats, cada ciudad tenía un montículo de diez metros de alto, una especie de plataforma artificial. Estas ciudades no se desarrollaron a partir de aldeas primitivas, sino fueron terminadas como ciudades en aproximadamente un siglo. Fueron construidas a partir de “escombros” como por alguna fuerza extraña. Es decir, fueron construidas como colonia, probablemente por los sumerios, y seguramente por Enki, su principal ingeniero. Las ciudades se originaron cerca del 3.500 al 3.000 a.C; y luego tuvieron un final violento alrededor del año 2.000 a.C, según evidencia arqueológica. Lo que ha desconcertado a los historiadores es que la gente que vivió aquí no se relacionó con los arios que vinieron hace unos 500 o 600 años más tarde y se establecieron en el llano de Panjab y Gangetic. Como los antiguos sumerios, la gente de Mohenjo-daro y de Harappa hablaba una lengua desconocida. Un día, el inglés Sir Arthur Keith, que era por entonces el anatómico más famoso del Colegio de Cirujanos de Londres, observó: «Los rasgos de los viejos sumerios se pueden ver aún en los países situados más al Este, en los habitantes de Afganistán y del Beluchistán, hasta el valle del Indo, situado unos 2.400 kilómetros más a Oriente».
Apenas se había apuntado tal hipótesis, cuando en las excavaciones del valle del Indo, investigando sobre una cultura antigua muy desarrollada, se hallaron sellos de ángulos rectos, de forma muy especial, que por el estilo de sus grabados y por la inscripción se parecen a los encontrados en Sumer. Muchas de las casas de Mohenjo-daro y de Harappa fueron hechas sobre plataformas de ladrillos de barro, que protegían las construcciones de las inundaciones estacionales, y las edificaciones habitacionales de varios pisos eran comunes. Otras estructuras incluyen grandes edificios que deben haber sido usados como graneros. Los habitantes proto-europeos del valle del Indo también desarrollaron una escritura pictográfica. Han sido recuperados un gran número de sellos de barro mostrando este lenguaje, pero lamentablemente nunca han sido descifrados. A menudo se sugiere que el desecamiento de un gran río en el norte de la India – el Hakra – fue la causa del colapso del civilización del valle del Indo. Esto, sin embargo, no es la causa del colapso de la entera cultura, expandida como estaba a mayor distancia de un solo río. La verdadera razón de la desaparición del pueblo del valle del Indo es un hecho mucho más simple; como todas las civilizaciones proto-europeas, los harappas del valle del Indo fueron sobrepasados e integrados entre otros pueblos, como los arios indoeuropeos. De este modo, todas las originales civilizaciones mediterráneas, desde la Europa occidental hasta el norte de la India,- fueron absorvidas. La mayoría de los pueblos de raza blanca modernos son, en su mayor parte, descendientes directos o en parte de una gran oleada de pueblos que se expandieron por Europa desde el 5.000 a.C.hasta cerca del 500 a.C.. Estos pueblos, nórdicos de acuerdo a los sub-grupos raciales, tuvieron su origen en la región conocida hoy como Rusia central y meridional. Por esta razón la raza blanca es llamada a menudo Caucásica, por las montañas del Cáucaso en las cuales están situadas las estribaciones de aquella región. Es aún desconocido lo que causó que estos pueblos indoeuropeos empezaran a emigrar.
Recientes investigaciones indican que la inundación de la cuenca del mar Negro, desde el Mediterráneo, que parece aconteció cerca del 5.600 a.C., fue la causa probable de los primeros grandes movimientos. Y esto cuadra en la escala de tiempo. la fusión de las capas glaciales en retroceso, al final del pleistoceno, causaron que los océanos del mundo se elevaran casi 100 metros. En el 5.600 a.C., las elevadas aguas del Mediterráneo reventaron el angosto cuello del Bósforo, inundando y destruyendo las civilizaciones que florecían en la fértil cuenca del mar Negro. Es esta catástrofe la que produjo las grandes migraciones indoeuropeas y probablemente dieron nacimiento al legendario diluvio bíblico. Con la ayuda del caballo, los primeros indoeuropeos se movieron en todas las direcciones, interrumpiendo el lento pero sostenido avance en cualquier parte a la que migraron. Grandes masas colonizaron el norte de Europa, quedándose allí hasta que más tarde empezaron a moverse nuevamente hacia el sur. Otros se desplazaron hacia el medio y cercano oriente, mientras otros se aventuraban hacia el occidente, cruzando hacia Bretaña y la Península Ibérica. Abandonando la cuenca del mar Negro, los pueblos indoeuropeos nórdicos invadieron Europa y Asia. Europa fue colonizada por cuatro grupos principales: los Celtas, los Germanos, los Bálticos y los Eslavos. En el sur se asentaron en el Egipto pre-dinástico y en el medio Oriente, penetrando en la India (los indoarios); Afganistán (los arios); China (los tocarios) y el Japón (los Ainu). Los tocarios fueron los hablantes de un idioma indoeuropeo que habitaron más al este en la Antigüedad, poblando la cuenca del Tarim en lo que hoy es la Región Autónoma Uigur de Sinkiang, en el oeste de la actual República Popular China. Su peculiar cultura se extendió desde cerca el 1800 a. C. hasta finales del primer milenio de nuestra era. Su lengua se conoce como tocario. Existe cierta confusión en la historiografía tradicional en torno al término “tocario“, que parece haberse usado para designar a dos pueblos diferentes. Los tocarios propiamente dichos que hablaban una lengua “centum” y asentados en la cuenca del Tarim parecen ser identificables con el pueblo denominado wusun en las fuentes chinas. Por otra parte el término “tocario” fue usado por los árabes para referirse a un pueblo iranio que fundó el imperio kushán en el norte de India, y que podría ser identificables con el pueblo denomiando en las fuentes chinas como yuezhi (yüeh-chi).
Los ainu (palabra que significa “humano” en el idioma ainu) o ainos son un grupo étnico indígena en Hokkaidō y el norte de Honshu, en la parte septentrional de Japón, así como en las islas Kuriles y la mitad meridional de la isla de Sajalín en Rusia. Son también conocidos como Ezo o Yezo, en japonés antiguo, y como Utari (palabra que significa “camarada” en idioma ainu) que es como hoy en día prefieren ser llamados. En la actualidad, hay unos 15.000 japoneses con alguno de sus padres o ambos pertenecientes a ella. De orígenes muy antiguos, a los ainus se les ha atribuido ancestros de tipo caucasoide o australoide, sin embargo, actualmente se les relaciona con la expansión de los primeros pobladores de Asia y con los pueblos actuales de Siberia, y especialmente con los nivejí o nivji de Sajalín y los coriacos o koryak de Kamchatka, que hablan lenguas paleosiberianas, así como con los primeros pobladores de Okinawa, aunque los ainus tienen caracteríticas genéticas propias, que demuestran su antigua diferenciación de las demás poblaciones contemporáneas de la región. Estos resultados concuerdan con los hallazgos geológicos y arqueológicos: los primeros pobladores de Hokkaidô arribaron durante la última glaciación hace más de 18 mil años. La diferencia entre las migraciones occidentales y orientales de los indoeuropeos fue que, en el oeste ellos se mezclaron con poblaciones similares, mientras que en el este fueron eventualmente absorbidos por otros pueblos. Estos nórdicos lentamente se dirigieron hacia el poniente, invadiendo Europa occidental por un período de cerca de 6.000 años, resultando finalmente, en su asentamiento en la Europa septentrional. Su mayor ventaja, sobre las ya existentes poblaciones mediterráneas y proto-nórdicas, fue que traían con ellos el secreto de la metalurgia en hierro. Por ello llegaron a ser conocidos como los “pueblos del hacha de guerra“. Desde esta región originaria en el norte de Europa, sucesivas oleadas de invasores indoeuropeos nórdicos se desperdigaron por todas partes de Europa y el cercano oriente durante siglos, conquistando o desplazando a los pueblos que encontraban.
Estas tribus nórdicas originales tenían construcciones de piedra y trabajaban el bronce y el cobre. Sigue siendo una incognita cuando esta técnica metalúrgica fue introducida en el sur y en las civilizaciones del medio oriente. Sin embargo, lo que es cierto es que estas sucesivas oleadas de tribus nórdicas comenzaron a invadir Europa central y meridional, con mayor fuerza, cerca del 2.000 a.C., causando la zozobra de las antiguas civilizaciones europeas se tambalearan. Las tribus nórdicas ocuparon grandes regiones de Turquía, Creta, Grecia y el sur de Europa e Italia. Los invasores nórdicos pronto se integraron con las mayoritarias poblaciones mediterráneas de estas áreas, y en muchos casos proveyeron una elite gubernamental a estos territorios. Algunas tribus nórdicas emigraron al lejano oriente, llegando tan lejos como China, donde algunos restos han sido encontrados en cámaras mortuorias. Las tribus indoeuropeas nórdicas fueron las responsables de algunas de las principales civilizaciones del mundo conocido, tales como los arios de la India, los Casitas, los Hititas, los Persas, los Micénicos, Griegos, Romanos, Celtas, Teutónicos, Eslavos y posteriores culturas occidentales de Europa. La mayor invasión indoeuropea de Europa fue llevada acabo por cuatro grandes grupos: los Celtas, los Germanos, Los Bálticos y Los Eslavos.Todos estos cuatro grandes grupos arribaron en oleadas al continente europeo desde el 4.000 a.C.hasta el 500 d.C. Las grandes invasiones indoeuropeas nórdicas de Europa, tomaron lugar en cuatro oleadas principales. Dejando su hogar ancestral en el Cáucaso, los celtas, los germanos, los bálticos y los eslavos, colonizaron diferentes regiones de Europa, a menudo dando sus nombres a esas regiones. Sub-oleadas notables incluyen a los Micénicos, en Grecia, y los Latinos, en Italia, que originaron las grandes civilizaciones clásicas por las que estas regiones se hicieron famosas. En todas estas regiones, los invasores encontraron una población de proto-europeos. De esta forma, los latinos se mezclaron con los etruscos en Italia, produciendo un mestizaje nórdico-mediterráneo que caracterizaría al tipo original romano. El mismo proceso ocurrió en Irlanda, lo que originó el aspecto del irlandés, que varía entre nórdico y mediterráneo.
La palabra celta se deriva de la palabra Keltoi, el nombre dado a los invasores por el escritor griego Herodoto. Para los romanos, los celtas eran conocidos como Galli, o Galos, en Francia; y como Britanni, en Inglaterra. Las tribus celtas invadieron Grecia e Italia. En el 390 a.C., los celtas saquearon la misma Roma, y continuaron con el asalto al lugar sagrado griego de Delfos en el 279 a.C.. A pesar que estas tribus indoeuropeas usaban diferentes nombres, tenían un ancestro nórdico en común. Todas sus lenguas nacieron de un único y primigenio lenguaje indoeuropeo, que se formó en una época en que sus ancestros vivían juntos en su tierra original indoeuropea, en la actual Rusia. A partir de este ancestro se produjeron nuevos sub-grupos nórdicos en Europa. En áreas donde había escasa población nativa, o donde había proto-nórdicos, los indoeuropeos mantuvieron su carácter tipicamente nórdico. Donde ya existían proto-nórdicos, alpinos o mediterráneos, se produjo un mestizaje. Las áreas menos pobladas y con menor cantidad de pueblos alpinos y mediterráneos estaban en el norte y occidente de Europa, y estas regiones se mantuvieron como nórdicas, una situación que ha permanecido inalterada hasta muy recientemente. Para el 600 a.C., los celtas británicos habían ocupado lo que hoy se conoce como la Europa occidental, o sea, Francia, partes de los países bajos (Bélgica y Holanda), Bretaña y parte de la Península Ibérica. Los mismos nombres de Bretaña (en Francia) y la Britania misma se derivan de este grupo. Los celtas que emigraron en dirección oeste, encontraron regiones relativamente despobladas, con una población proto-nórdica, alpina y mediterránea. En la mayoría de los lugares los celtas se mezclaron con estos grupos, produciendo nuevos sub-grupos raciales. Esto ha llevado a que el aspecto céltico varíe entre el galés, típicamente bajo, con cabellos y ojos oscuros, hasta el escocés pelirrojo y de ojos azules, que también es catalogado de celta. Los celtas de Europa occidental fueron más tarde sojuzgados por los descendientes de otras tribus indoeuropeas que invadieron Italia y llegaron a ser, más tarde, conocidos como Romanos. Las tribus indoeuropeas germánicas colonizaron inicialmente lo que hoy es Dinamarca y el sur de Escandinavia alrededor del año 4.000 a.C., pero muy pronto empezaron a moverse hacia el sur, en Europa central, dando más tarde nombre a Alemania (Germania). Los Bálticos ocuparon la costa septentrional del continente (dándole el nombre al mar Báltico) y los países escandinavos, dominándolos, con la notable excepción de Finlandia, en la cual hasta el día de hoy, su población ha retenido en gran parte su composición original alpino-mediterránea.
El vagón Dejbjerg, en Dinamarca, alrededor del 500 a.C, resume la sofisticación técnica de los germanos pre-romanos. Es un asombroso y sofisticado sistema de transmisión, con ajustes de madera en un aro de bronce para facilitar el giro de la rueda en su eje. Tal ingeniosa tecnología demuestra que los celtas, germanos, bálticos y eslavos pre-romanos realmente no eran “bárbaros” en absoluto, sino gente evolucionada, capáz de logros tecnológicos. Desde el 1.800 a.C hasta el 400 a.C., los celtas en el sur de Alemania y Austria desarrollaron dos avanzadas culturas metalúrgicas, nombradas por los arqueólogos, por los lugares donde la mayoría de los artefactos fueron hallados: Urnfield y Hallstatt, en Austria r. Las técnicas desarrolladas en cada una de ellas se extendió por toda Europa e introdujeron el uso del hierro en herramientas y armas. En Europa central, los germanos también se establecieron en un ancho cinturón que corría desde el este de Francia hasta Polonia y el sur de los Balcanes. Se presume que las avanzadas de los germanos podrían haber sido responsables por la oleada de pueblos indoeuropeos llamados Latini, que penetraron en Italia durante aquella época, tomando el control de esa península y mezclándose con los pueblos proto-europeos ya existentes en Italia. Crearon lo que más tarde llegaría a ser el imperio más grande del mundo: Roma. Los latinos le dieron su nombre al lenguaje que llevaban con ellos, el latín. En un acto de ironía, el poder militar romano derrotaría fue más tarde a sus distantes primos indoeuropeos, los celtas de Francia y Bretaña; pero a su turno sería arrollado por los descendientes de los germanos indoeuropeos. Los latinos no fueron los únicos celtas en entrar en la península italiana. Alrededor del 400 a.C., otra tribu celta invadió el norte de Italia, desplazando un asentamiento etrusco y fundando la ciudad de Milán. En el 390 a.C., un ejército celta incluso logró invadir la misma ciudad de Roma, y solo se retiraron después que los romanos les pagaran un rescate en oro. En la Península Ibérica y el sur de Francia, los celtas tuvieron contacto y se mezclaron con la población mediterránea, perdiendo mucha de su original fisonomía nórdica. Muchos de esto pueblos celto-mediterráneos de la Península Ibérica, fueron más tarde subyugados por los ejércitos árabes islámicos.
El contacto con los conquistadores árabes produjo que mucha gente en Península Ibérica sean resultado de un mestizaje céltico, mediterráneo y árabe, que los diferenciasen de sus ancestros indoeuropeos. Hay, sin embargo, algunos ejemplos de los originales pueblos célticos y mediterráneos en la Península Ibérica actual, a pesar de que están declinando en número. El territorio griego, que fue ocupado por tipos proto-europeos mediterráneos, cayó ante la invasión de indoeuropeos llamados Micénicos. Esta tribu fue la primera en establecer la base sobre la cual se levantaría la era clásica griega, aunque solo después de otra oleada de invasores nórdicos. Los micénicos se establecieron en una parte del territorio griego conocido como el Peloponeso, alrededor del 1.900 a.C., con la repentina aparición de tribus migratorias nórdicas que rápidamente absorbieron a la población local. Hay evidencias de que los micénicos ya habían tenido contacto con otra tribu de invasores indoeuropeos, los hititas, por las pruebas de comercio existente entre ambos pueblos. En territorio griego, numerosas ciudades comenzaron a emerger en esa época, y colonias micénicas se fundaron en la costa de Turquía y en Siria. Los micénicos son denominados como los pioneros de la civilización griega clásica y dejaron una magnífica ciudad en Micenas, cuyo más famoso personaje fue el rey Agamenón. Micenas fue saqueada y destruida en el 1.100 a.C.por una invasión de otra tribu nórdica, los Dorios. Los descendientes de los dorios fueron conocidos como espartanos y corintios, dos pueblos que más tarde cambiarían dramáticamente la historia griega. La destrucción de Micenas provocó la huida de numerosos micénicos desde el Peloponeso, y en un gran número se dirigieron al este, al actual litoral turco. Esta colonia costera fue conocida como Jonia y retuvo el rico legado de Micenas, agregando también elementos de la cultura lidia. En Jonia nació la civilización que más tarde se haría famosa en Atenas. Empezando alrededor del 1.100 a.C., una nueva oleada de nórdicos indoeuropeos invadieron Grecia desde el norte: los Dorios. El período durante la época de la invasión doria (1.100 a.C.hasta el 750 a.C.), marcó la introducción del hierro en la península griega. La época de la edad dórica es conocida por los historiadores como la Era Homérica, porque muy poco se sabe de ella, excepto por los escritos del poeta Homero, en sus épicos poemas, la Ilíada y la Odisea.
En la Ilíada, Homero describe a los Aqueos indoeuropeos, término genérico para los micénicos y dorios, a los que define de esta manera: “Y ahora veo al resto de los aqueos de ojos claros, a quienes puedo reconocer muy bien e incluso nombrar. No. Les ruego, una pausa y no más guerra; ni combatan rudamente contra el rubio Menelao, y menos que sean rápidamente liquidados por su lanza. ¿No ves cuan blanco soy, y cuan alto? Provengo de un bravo padre, y una diosa madre me concibió“. Los guerreros de la era homérica fueron aparentemente muy belicosos. Las economías de la época eran esencialmente sistemas agrícolas de subsistencia, con un gobierno conformado por reyes tribales y consejeros extraídos de las familias nobles más importantes. Fue en esta época que la ciudad-estado hizo su aparición. Cada ciudad poseía un lugar elevado fortificado, conocido como Acrópolis, donde los habitantes más importantes de la ciudad podrían tomar refugio o reunirse para adorar a sus dioses. Con el tiempo, en el lugar directamente bajo el Acrópolis se desarrolló un área residencial y comercial conocida como el Astis. El Astis y el Acrópolis se combinaron bajo un gobierno jurisdiccional central, y esta unidad se hizo conocida como la Polis. La misma palabra Política deriva de la palabra griega, Polis. De todos los pueblos indoeuropeos que colonizaron Europa alrededor del 2.000 a.C., durante las grandes invasiones nórdicas. Solo un grupo, que fue conocido como los Eslavos, se estableció más cerca de sus ancestrales territorios en el sur de Rusia. La tierra que ellos habitaron, conocidas como Ucrania y Bielorrusia (Rusia blanca), era ideal para la cosecha de cereales y ello motivó a los colonizadores a dedicarse más a la agricultura más que a la guerra y la conquista. Para el 1.000 a.C., estos proto-eslavos habían empezado a moverse hacia el oeste, ocupando el territorio alrededor del Vístula, en la Polonia actual. Los eslavos tradicionalmente cremaban a sus difuntos importantes junto a todas sus posesiones. Donde era escogido el entierro en vez de la cremación, también era común enterrar todos los bienes del jefe, junto con su cuerpo.
Los eslavos originales eran herederos de los indoeuropeos que colonizaron Escandinavia y que luego se transformaron en los vikingos. Hacia el 700 a.C. la entera región fue nuevamente conquistada por otra tribu indoeuropea, los Escitas, quienes aparecieron desde el sur. Otra rama de esa tribu penetraría en Asia menor y el cercano oriente. Durante el 100 a.C. los escitas ya dominaban gran parte del área, derrotando fácilmente a los granjeros eslavos. Sin embargo, en el 200 a.C., una nueva oleada invasora indoeuropea, por parte de una tribu llamada Sármata, había reemplazado a los escitas como dueños de las tierras eslavas. Los últimos pueblos escitas fueron absorbidos por los nuevos conquistadores indoeuropeos. En el 600 a.C., otra tribu de indoeuropeos, los Godos, se desplazaron desde el norte de Europa y conquistaron a los sármatas, tomando posesión de las tierras de Europa oriental. Estas sucesivas conquistas y reconquistas por pueblos, que eran esencialmente indoeuropeos, generó los pueblos que hoy definimos como eslavos. Originalmente, los eslavos eran virtualmente pueblos indoeuropeos, y solo más tarde fue que ciertos elementos de la población eslávica, en los confines del este, se mezclaron con los sobrevivientes de los conquistadores mongoles; creando pueblos mestizos eslavo-mongoles. Probablemente por su proximidad con sus tierras ancestrales en el sur de Rusia, las tribus que eventualmente conformaron los eslavos, retuvieron en grado sumo los caracteres culturales de sus ancestros. La religión solar indoeuropea persistió hasta el siglo XII entre los eslavos, y el principal de entre sus dioses era una deidad empuñando un martillo y conduciendo un carro, compartiendo el ancestro mitológico común con el dios escandinavo Thor.
A medida que el imperio romano empezó a soltar sus riendas, los eslavos comenzaron a moverse hacia el occidente, penetrando primero en la península de los Balcanes y luego en Europa central. Para el 650 d.C., los eslavos dominaban hasta la costa del Adriático, frente a Italia, en la actual Albania. Más tarde penetraron más al sur, hasta Turquía, donde fueron absorbidos por las poblaciones que ocupaban aquel país en esa etapa de la historia. Los eslavos del este europeo no solo soportaron el peso de la invasión mongólica de los Hunos en Europa, sino también la ocupación de mil años por parte de los musulmanes Turcos. Muchos de los tipos raciales actuales son el resultado de estas mestizajes, a pesar que aún hay inmensos números de eslavos que muestran la características físicas de sus ancestros indoeuropeos. Estas tribus indoeuropeas puede que hayan tenido una raíz común, pero esto no impidió que lucharan entre ellos, tanto como con otros. Cada tribu estaba liderada por un rey y dividida en clases, como los Druidas (sacerdotes), nobles guerreros y comuneros. La conquista romana del sudeste europeo, Francia y Bretaña destruyó efectivamente la herencia céltica. Los celtas no eran letrados como los romanos, y esto los hacía tener menos tecnología y habilidades que sus conquistadores. Sin embargo, los celtas fueron los inventores de la armadura de cota de mallas, las herraduras y fueron los primeros en hacer ruedas autónomas para sus carros. Otra importante innovación celta fue el jabón. En sus formas artísticas, cuya forma intrincada llegó a ser legendaria, revelan los nexos que los celtas tenían con otras tribus indoeuropeas. El estilo céltico está marcado por una preferencia por los motivos vegetales estilizados, usualmente de origen griego, y los animales fantásticos, derivados de los escitas y otros pueblos indoeuropeos de la estepa rusa. Otros diseños favoritos son las curvas elípticas y las curvas opuestas, provenientes del arte estepario ruso.
Casi todos los indoeuropeos originales adoraban al sol, y la imagen de la rueda solar, un círculo con una cruz dentro, dominaba muchos de sus diseños. La moderna cruz céltica, clasificada como un símbolo cristiano, ha sido directamente copiada de su verdadera raíz indoeuropea, y originalmente es un símbolo completamente pagano. Hoy en día, el céltico, como lengua, ha sobrevivido solo en los confines del territorio ocupado por los celtas: Gales, Escocia y algunas áreas de Irlanda. Cuando revisamos los dioses indoeuropeos, o como después se denominaron, los dioses nórdicos europeos; se hace obvio cuan profundo estos dioses y creencias hundieron sus raíces entre estos pueblos. Muchos de los nombres de los dioses originales indoeuropeos fueron tomados por el Cristianismo o se mantuvieron de diferentes maneras, como incluso que cuatro días de la semana moderna fueron nombrados en su honor. Hel, el nombre de la diosa del submundo fue, por ejemplo, directamente copiado por el cristianismo. Entonces esto no debiera sorprendernos, porque estos dioses fueron la religión principal de los pueblos de Europa por los menos durante 6.000 años, comparado con los años que el Cristianismo ha existido en el norte de Europa. Las características principales de esta religión original y su corte de dioses era la siguiente: El mundo en si mismo fue un producto del gran árbol-mundo, Yggdrasil, el cual alcanzaba todo tiempo y espacio. Yggdrasil estaba, sin embargo, bajo el ataque de la serpiente maligna, Nidhogg. La fuente de Mimir, raíz de la secreta sabiduría, yace bajo una de las raíces del árbol. La adoración de cualquiera de estos dioses era generalmente efectuada a la intemperie, cerca de árboles sagrados o dentro de un círculo de piedras. Por esta razón los indoeuropeos usaron y construyeron sitios megalíticos en Europa. Odín, también conocido como Odhinn; llamado Woden por los anglosajones, y Wodan o Woutan por los germanos, era el rey de los dioses. Sus dos cuervos negros, Huginn (pensamiento) y Muninn (memoria), volaba alrededor del mundo para reportar los hechos de los hombres y dioses por igual.
La corte de Odín era la inmensa ciudadela del Valhalla, donde todos los valientes guerreros iban después de morir en batalla. Cuando el mismo Odín viajaba, usaba su cabalgadura de ocho patas, Slepiner; se armaba con su lanza, Gungnir; y su más preciosa joya, el anillo llamado Draupner. Odín era también el dios de la sabiduría, poesía y magia, y sacrificó un ojo por el privilegio de beber de Mimir, la fuente del saber. Odín tenía tres esposas. Thor era el primogénito de Odín y el más fuerte de los dioses. Tenía un martillo mágico, que arrojaba con la ayuda de guantes de hierro y que siempre retornaba a él. El otro hijo de Odín era Balder (o Baldur), el dios de la luz y el placer, que fue asesinado después que el dios maligno Loki engañó al hermano gemelo ciego de Baldur, Hoder, el dios de la oscuridad, para que lo matara. Frei o Freyr era el hijo de la diosa de la fertilidad Njord. Freyr era el dios de la abundancia, la prosperidad y la paz, y el dador de la luz solar y la lluvia. Él despertó a la tierra de su largo sueño invernal y se elevaron hacia él oraciones favoreciendo abundantes cosechas. Frey era el patrono de Suecia y su santuario principal está en Uppsala. Su hermana era Freya, que era la diosa del amor, la fertilidad y la belleza. A veces Freya era identificada como la diosa de la guerra y de la muerte. Freya viajaba en un jabalí de pelaje dorado, o en un carro arrastrado por gatos. En Alemania, Freya era a veces identificada con Frigg, la esposa de Odín. Frigg o Frigga, era la diosa del cielo y esposa de Odín, el jefe de los dioses. Ella era adorada como protectora del amor matrimonial y las amas de casa. Un manojo de llaves era su símbolo. Hel era la diosa de los muertos. Habitaba bajo una de las tres raíces del árbol sagrado Yggdrasil y era la hija de Loki, el espíritu de la perversión y la maldad. Odín condenó a Hel a vivir en las profundidades y la dejó encargada de aquel lugar, para nunca emerger nuevamente. Loki era un gigante que representaba el mal y que poseía un gran conocimiento y mucha astucia. En la antigua Mitología Nórdica, los gigantes Skrymir y sus hermanos, contra quienes lucharon los hijos de los Dioses, eran factores poderosos en las historias de las deidades y los hombres.
Se cuenta que el dios Thor decidió un día salir de viaje con Loki y con su sirviente Thialfe. Se dirigieron hacia el este y llegaron a un océano, lo atravesaron y en la otra orilla llegaron hasta un gran bosque. Llegada la noche decidieron buscar un lugar para dormir, y encontraron una gran casa, sin muebles, con una puerta que llenaba todo un lado del edificio. A medianoche fueron despertados por un terremoto. Toda la casa se movía, y Thor les dijo a sus atemorizados compañeros que se refugiaran en una habitación de la casa, mientras él montaba guardia con su martillo en la mano. El temblor terminó, pero de pronto empezaron a escuchar terribles rugidos. Cuando amaneció, Thor salió y encontró a un gigante dormido. El terremoto lo produjo el gigante al acostarse, y los rugidos eran en realidad sus ronquidos. El gigante se despertó, y se presentó a sí mismo como Skrymir. No tuvo necesidad de preguntar el nombre de Thor, pues era conocido en el mundo entero. En cuanto a la casa, era el guante del gigante, y la habitación en la que los viajeros se habían refugiado era el pulgar. Skrymir les pidió que le dejaran acompañarlos, y Thor aceptó. Tras desayunar el gigante puso la comida de todos en su bolsa y reanudaron el viaje. Al anochecer Skrymir le dió su bolsa a los demás para que comieran y se acostó para dormir, roncando como la noche anterior. Thor intentó abrir la bolsa para cenar, pero increíblemente sus esfuerzos fueron en vano, pues no pudo soltar ni un solo nudo. Furioso, Thor tomó su martillo y golpeó al gigante en la cabeza. El gigante despertó y dijo que le había caído una hoja en la cabeza. Cuando volvió a dormirse Thor dió otro golpe, más fuerte, en la cabeza de Srkymer, quien se despertó y dijo que una bellota había caído sobre él. Frustrado, Thor esperó a que el gigante volviera a dormir, y reuniendo todas sus fuerzas descargó un golpe descomunal contra Skrymir. El gigante despertó y dijo que seguramente un pájaro había dejado caer sobre él una ramita. Amanecía ya, y reanudaron el viaje. Después de mucho caminar el gigante les dijo: “No falta mucho para que lleguen al castillo de Utgard, y les aconsejo de que hablen con moderación, pues a los cortesanos de Utgard-Loki no les agradan los jactanciosos, sobre todo si son débiles como ustedes“.
Dicho esto, el gigante tomó su bolsa y desapareció en el bosque. Los viajeros llegaron hasta un enorme castillo, y aunque no pudieron abrir la enorme puerta pudieron pasar entre los barrotes. Encontraron una multitud de gigantes, y pasando entre ellos llegaron ante el rey Utgard-Loki. Al principio el rey no se dignó mirarlos, pero luego les dijo despectivamente: “Este es sin duda Thor, y quizá seas más grande de lo que pareces. ¿Qué habilidades tienen ustedes? Porque aquí no aceptamos a nadie que no tenga ningún talento“. Loki aseguró que nadie podía comer más rápidamente que él, y Utgard-Loki organizó una competencia. Trajeron una artesa llena de carne; en un extremo se sentó Loki, y en el otro su competidor, llamado Loge. Ambos comieron con gran rapidez, pero Loki desechaba los huesos, mientras que Loge consumió los huesos e incluso la artesa, por lo que fue proclamado vencedor. Thialfe, el sirviente de Thor, dijo entonces que nadie era más veloz que él. Utgard-Loki hizo llamar a un niño llamado Huge, para que corriera contra Thialfe. Realizaron tres carreras, y siempre Huge llegaba a la meta mucho antes de Thialfe, que fue así vencido. Al llegar el turno a Thor, éste aseguró que podría ganar a cualquiera en la bebida. Utgard-Loki ordenó que trajeran el cuerno que sus cortesanos debían vaciar al faltar a alguna regla de sus costumbres. Dijo que algunos podían vaciarlo de un sorbo, otros en dos, y que incluso quien lo vaciaba en tres sorbos era buen bebedor. A Thor no le pareció que el cuerno fuera muy grande, aunque sí muy largo. Se lo llevó a la boca y tomó un largo sorbo. Para su sorpresa descubrió que apenas había descendido un poco de nivel. Despechado tomó un segundo sorbo, más largo que el anterior, pero descubrió que el líquido casi no había descendido. A su alrededor los gigantes se burlaban, y Thor contuvo la respiración y bebió un tercer sorbo, pero el líquido descendió sólo un poco. Utgard-Loki le dijo: “Parece que el poderoso Thor no es tan fuerte como habíamos creído. Que pruebe su suerte levantando a mi gato del suelo“. Señaló así a un gato gris que estaba acostado en el piso.
Thor se sintió ofendido por un reto tan simple, pero cuando quiso levantar al gato el animal se arqueaba, y a pesar de su fuerza Thor sólo pudo levantar una de las patas del animal. “Ciertamente Thor no se puede comparar a nuestros hombres, –dijo Utgard-Loki -Que pruebe su fuerza luchando contra mi nodriza“. Entró en la sala una anciana desdentada, llamada Elle; estaba encorvada y tenía sus cabellos grises, y que se dispuso a luchar contra Thor. Parecía muy débil, pero cuando más esfuerzo hacía Thor, tanto más resistía la anciana, hasta que el dios comenzó a perder el equilibrio y cayó sobre una rodilla. Victorioso una vez más, Utgard-Loki dejó que Thor y sus compañeros se sentaran ante una mesa, y fueron tratados con gran hospitalidad, antes de ser conducidos a una habitación para que descansaran. Al día siguiente, avergonzados, los viajeros salieron del castillo para proseguir sus aventuras. El rey Utgard-Loki los acompañó hasta la puerta y les dijo: “Les voy a revelar la verdad, ahora que han salido de mi castillo, al que nunca volverán a entrar mientras yo reine. En verdad, si hubiera sabido que eran tan peligrosos nunca los hubiera recibido. Yo soy Skrymir, el gigante al que hallaron en el bosque, y éste es el significado de lo que han visto y oído: Thor no pudo abrir mi bolsa, pues la había atado con hilos de acero que él no podía ver. Los golpes que Thor dirigió contra mí me hubieran matado, incluso el primero, de no ser porque coloqué frente a mí una montaña invisible. Ahí la pueden ver: esos tres valles fueron abiertos por los golpes de su martillo“. Les mostró así una montaña con tres hendiduras, la tercera mucho más profunda que las otras. El gigante prosiguió: “Loki no podía vencer a Loge, porque él es el fuego, y por eso consumió los huesos y la artesa. Thialfe no podía derrotar en velocidad a Huge, que es el pensamiento, más rápido que cualquier criatura. El cuerno que Thor intentó vaciar tenía en su otro extremo al mar, y los tres sorbos de Thor lo hicieron descender de nivel. Mi gato es en realidad la serpiente de Midgard, que rodea toda la tierra con la cola sujeta en la boca, y Thor estuvo a punto de elevarla hasta el cielo. En cuanto a mi nodriza, Elle, es la Vejez, contra quien nadie puede hacer nada, y ante ella Thor sólo dobló una rodilla. Ahora váyanse, y si regresan nosotros resistiremos con todas nuestras fuerzas“. Thor se enfureció por estos engaños y levantó su martillo para matar a Skrymir, pero el gigante había desaparecido, y donde había estado su castillo sólo encontraron una pradera. Tras maravillarse sobre esta aventura, los tres viajeros retomaron su camino.
Loki y Hel, la diosa del submundo, liderarían las fuerzas del mal contra los dioses, en la batalla final entre el bien y el mal, el “Ragnarok“, o el fin de los tiempos. Al lado de estas deidades principales, había un gran número de otros dioses menores que fueron bastante populares en ciertas épocas: Hermod, Bragi y Forseti; Idun, Nanna y Sif. Las Valkirias eran un grupo de mujeres-guerreras que fueron descritas a veces como las propias hijas de Odín. Entre ellas se incluía a Brunhilde, que más tarde sería el carácter principal en la ópera de Wagner. Las Valkirias ayudaban a Odín a escoger a los guerreros que merecían ir al Valhalla después de morir en combate. En el Valhalla, los guerreros pasarían el tiempo peleando o festejando hasta el “Ragnarok“. Las Valkirias llevaban los cuerpos de los guerreros muertos al Valhalla, donde les esperaban con un banquete eterno. Tuesday (martes) se denomina por uno de los nombres de Thor, Tyu o Tyr (Tyrsday). Este día es llamado Tisdag en Suecia y Tirsdag en Dinamarca. Wednesday (miércoles) es llamado así por Wodan, Wotan o el mismo Odín (Wodansday). En Suecia y Dinamarca, este día es llamado Onsdag. Thursday (jueves) es directamente llamado así por el mejor conocido nombre de Thor (Thorsday); mientras su madre, Frigg, es recordada en el día llamado Friday (Frigg’s day), nuestro viernes. En su peregrinar por el sur y el este, las tribus indoeuropeas llevaron consigo numerosas especies de granos del norte de Europa, junto con herramientas de labranza y ganado, restos de los cuales se han encontrado por toda Europa hasta la actual Turquía, e incluso en el medio oriente mismo. Como con las civilizaciones proto-europeas continentales, las tribus indoeuropeas comenzaron a llegar al medio oriente solo un poco después que las primeras sociedades proto-europeas se hubieran establecido en la región, en el llamado fértil valle fluvial, entre el Tigris y el Eufrates, en el Irak moderno.
En la mitología nórdica, Ragnarök (‘destino de los dioses’) es la batalla del fin del mundo. Esta batalla será supuestamente emprendida entre los dioses, los Æsir, liderados por Odín y los jotunsliderados por Loki. No sólo los dioses, gigantes y monstruos perecerán en esta conflagración apocalíptica, sino que casi todo en el universo será destruido. En las sociedades guerreras vikingas, el morir en batalla era un destino admirable, y esto se tradujo en la adoración de un panteón en el que los dioses mismos no son eternos, sino que algún día serán derrocados, en el Ragnarök. En las propias sagas y poesía escáldica de los pueblos nórdicos aparecen claramente definidos los acontecimientos del Ragnarök. Se conoce quién luchará contra quién, así como los destinos de los participantes en esta batalla. El Völuspá (Profecías de Völva, Shaman femenino), la primera serie del Edda poética (Edda mayor), que data desde 1000 d. C., cuenta la historia de los dioses, desde el inicio del tiempo hasta el Ragnarök, en 65 estrofas. La Edda prosaica(Edda menor), escrita dos siglos después por Snorri Sturluson, describe en detalle qué ocurrirá antes, durante y después de la batalla. Lo que es único sobre el Ragnarök como historia apocalíptica, en el estilo Armagedón, es que los dioses ya saben a través de la profecía lo que va a suceder: qué avisará de la llegada del acontecimiento, quién será asesinado por quién, y así sucesivamente. Incluso saben que ellos no tienen el poder de evitar el Ragnarök. Esto está relacionado con el concepto de destino de los pueblos nórdicos antiguos. La palabra Ragnarökconsta de dos partes: ragna es el plural genitivo de regin, ‘dioses‘ o ‘poderes gobernantes‘, mientras que rök significa ‘destino‘. Etimológicamente tanto regin/ragna como rök derivan de la misma raíz proto-indoeuropea rak o reĝ- (‘llevar hacia adelante, poner en su lugar, gobernar‘). En el caso de rök, la raíz reĝ- se vuelve reig-, ‘estirar la mano’ o ‘asir una oportunidad‘, de allí el sentido del ‘alcance (máximo)‘ o ‘destino final’ (reach, ‘alcance‘, en inglés, o reichen, en alemán). En el siglo XIII, poetas nórdicos, probablemente por cuestión de estilo, cambiaron la palabra ragnarök por ragnarökkr. El término rökkr deriva por su parte del proto-indoeuropeo reg (w) os, ‘oscuridad, penumbra, atardecer’. La traducción alemana del vocablo ragnarökkr esGötterdämmerung, un término popularizado en el siglo XIX por Richard Wagner en su ciclo Der Ring des Nibelungen, cuya última ópera es El crepúsculo (u ocaso) de los dioses(Götterdämmerung, en alemán).
El Ragnarök será precedido por el Fimbulvetr, el Invierno de Inviernos: tres inviernos sucesivos se seguirán uno a otro sin verano. Como resultado, explotarán los conflictos y las peleas, y todos los mortales desaparecerán. Después de una persecución perpetua, el lobo Sköll y su hermano Hati finalmente devorarán a la diosa Sól y a su hermano Máni, respectivamente. Las estrellas desaparecerán de los cielos, sumiendo la tierra en la oscuridad. La tierra se estremecerá tan violentamente que los árboles serán arrancados de raíz y las montañas caerán; cada unión y cada eslabón se romperá y se separará, liberando a Loki y su hijo, el lobo Fenrir. El terrible hocico de este lobo se abrirá tanto, que la parte inferior de su quijada raspará contra la tierra y la parte superior de su quijada ejercerá presión contra el cielo. Las llamas bailarán en sus ojos y saltarán de sus fosas nasales. Eggthér, el vigilante de los Jotuns, se sentará en su tumba y rasgará su arpa, sonriendo severamente. El gallo rojo Fjalar cantará a los gigantes y el gallo de oro Gullinkambi cantará a los dioses. Un tercer gallo, de color rojo óxido, levantará a los muertos en Hel. Jörmundgander, la serpiente de Midgard, se levantará del lecho profundo del océano para dirigirse hacia la Tierra, retorciéndose y girando con furia sobre sí misma, provocando que los mares se alcen y azoten contra la tierra. Con cada respiración, la serpiente arrojará veneno, salpicando la Tierra y el Cielo con él. De las tierras del este, el ejército de Jotun, conducido por Hrym, saldrá de su hogar en Jötunheim y navegará en la espantosa nave Naglfar, fabricada con las uñas de hombres muertos, que serán liberados por la marejada y la inundación, hacia los campos de batalla de Vigrid. Desde el norte, una segunda nave dirigirá sus velas hacia Vigrid, con Loki, ahora desatado, como timonel, y los horrorosos habitantes de Hel como peso muerto.
El mundo entero estará en guerra, el aire temblará con los ruidos, fragores y ecos. En medio de esta agitación, los gigantes de fuego de Muspelheim, conducidos por Surt, avanzarán hacia el sur y partirán en dos el mismísimo cielo, cerca de Vigrid, dejando todo a su paso ardiendo en llamas. Mientras cabalgan hacia Bifrost, el puente del arco iris, éste se agrietará y se romperá tras ellos. Garm, el perro del infierno frente a Gnipahellir, también conseguirá liberarse. Él se unirá a los gigantes de fuego en su marcha hacia Vigrid. De esta manera, todos los Jotuns y todos los habitantes de Hel, Fenrir, Jormundgander, Garm, Surt y los hijos ardientes de Muspelheim, se reunirán en Vigrid. Todos ellos llenarán el vasto terraplén que se extiende a ciento veinte leguas en cada dirección. Mientras tanto, Heimdal, siendo el primero de los dioses que verá a los enemigos acercarse, hará sonar su cuerno Gjallarhorn, con tal ímpetu, que será oído a través de los nueve mundos. Todos los dioses despertarán e inmediatamente se reunirán en consejo. Después, Odín montará Sleipnir y galopará a la morada de Mimer para consultarle sobre el destino de su pueblo y de él mismo. Entonces, Yggdrasil, el árbol del mundo, se sacudirá desde la raíz a la copa. Todo en la tierra, el cielo y Hel temblará. Todos los Æsir y Einherjer se pondrán sus vestimentas de batalla. Este extenso ejército (432.000 Einherjer — 800 de cada una de las 540 puertas del Valhalla) marchará hacia Vigrid y Odín cabalgará al frente, usando un casco de oro y una faja brillante, blandiendo su lanza Gungnir. Odín se dirigirá hacia Fenrir; y Thor a su derecha, no podrá ayudarle porque Jörmungandr, una serpiente gigante, inmediatamente lo atacará. Freyr se enfrentará al gigante de fuego Surt, pero se convertirá en el primero de todos los dioses en sucumbir, pues él habrá prestado su propia espada a su criado Skirnir. Todavía quedará una larga batalla antes de que sucumba Freyr. Tyr logrará matar a Garm, pero será herido tan seriamente que sobrevivirá, pero sólo hasta poco después de que el mundo sea destruido por el fuego. Heimdall se encontrará con Loki, y ninguno sobrevivirá el igualado encuentro. Thor matará a Jörmungandr con su martillo Mjölnir, pero solo podrá dar nueve pasos antes de caer muerto, envenenado por la saliva que Jörmungandr escupió sobre él. Odín peleará con su poderosa lanza Gungnir contra Fenrir, pero finalmente será devorado por el lobo después de una larga batalla.
Para vengar a su padre, Vidar llegará inmediatamente y pondrá un pie en la quijada del lobo. En este pie él calzará el zapato que ha estado forjando desde el principio de los tiempos, que consiste en tiras de cuero cortadas por los hombres sobre los dedos del pie y los talones de sus zapatos. Con una mano agarrará la quijada del lobo y quebrará su garganta, matándole por fin. Entonces, Tonio quemará el universo entero con fuego. La muerte llegará a todos los seres en la Tierra. El sol se apagará y las estrellas desaparecerán de los cielos. Surgirán vapores tóxicos y las llamas estallarán, abrasando el cielo con el fuego. Finalmente, la tierra se hundirá en el mar. Después de la destrucción, una tierra nueva emergerá del mar, verde y justa. Los cereales madurarán en los campos que nunca fueron sembrados. El prado Iðavöllr, en el Asgard ahora destruido, no habrá sucumbido al final de todo. El sol reaparecerá como Sól, ya que antes de ser tragada por Sköll, habrá dado a luz a una hija, idéntica a ella. Esta hija virginal reanudará el camino de su madre en el nuevo cielo. Unos cuantos dioses sobrevivirán a la dura prueba: El hermano de Odín, Vili, los hijos de Odín, Vidar y Vali, los hijos de Thor, Modi y Magni, que heredarán el martillo mágico de su padre, Mjölnir, y finalmente Hœnir, que sostendrá la varita y preverá lo que está por venir. Balder y su hermano Höðr, quienes murieron antes del Ragnarok, emergerán del infierno y se postrarán en los aposentos de Odín, el Valhalla de los cielos. Al reunirse en Idavöll, estos dioses se sentarán juntos, discutirán su conocimiento oculto y charlarán sobre muchas cosas que han sucedido, incluyendo el mal de Jörmungandr y Fenrir. En la hierba encontrarán los tableros de ajedrez de oro, los cuales utilizaron los Æsir, y admirarán esta maravilla. Ninguna de las diosas es mencionada en las varias versiones de las consecuencias de Ragnarök, pero se asume que Frigg, Freyja y otras diosas han sobrevivido.
Dos seres humanos también escaparán a la destrucción del mundo ocultándose profundamente dentro de la madera del Yggdrasil -algunos dicen que en el Bosque de Hodmímir – donde la espada de Surt no tiene poder de destrucción. Les llamarán Líf y Lífthrasir (en nórdico antiguo,Líf ok Lífþrasir). Emergiendo de su refugio, Líf (o liv, ‘vida‘) y su esposo Lífþrasir (‘quien desea o busca la vida’) vivirán en el rocío de la mañana y repoblaran el mundo humano. Adorarán su nuevo panteón de dioses, gobernado por Baldr. Todavía existirán muchas moradas que contendrán las almas de los muertos. Según la Edda prosaica, otro cielo existe al sur y sobre Asgard, llamado Andlang, y un tercer cielo sobre el este, llamado Vidblain; y estos lugares ofrecerán protección mientras el fuego de Surt quema al mundo. De acuerdo a los dos ‘Eddas‘, después del Ragnarok, el mejor lugar de todos será Gimlé, un edificio más favorable que el sol, cubierto con oro, en el cielo. Allí, los dioses vivirán en la paz entre ellos y con otros. Existirá Brimir, un aposento en Ókólnir (‘nunca frío’), en donde una gran cantidad de buenas bebidas serán servidas. Y existirá Sindri, un excelente aposento hecho enteramente de oro rojo, en Nidafjoll (‘montañas oscuras’). Las almas de voluntad buena y virtuosa vivirán en estos lugares. La Edda prosaica también menciona otra morada llamada Náströnd (‘playa de cadáveres’). Náströnd será parte del inframundo y será tan vil como extensa: ninguna luz del sol llegará a este lugar; todas sus puertas se ubicarán de cara al norte; sus paredes y azotea serán hechas de serpientes entrelazadas, con sus cabezas mirando hacia adentro, arrojando tanto veneno que correrá como ríos en los pasillos. Los asesinos, los que rompen sus promesas, y los incestuosos nadarán a través de estos ríos por siempre. Y en el peor lugar de todos, Hvergelmir, los Nidhogg que hayan sobrevivido al Ragnarök, torturarán los cuerpos de los muertos, succionando la sangre de sus cuerpos. Después de todo, en este mundo nuevo, la maldad y la miseria no existirán más, los dioses y los hombres vivirán juntos en paz y armonía. Los descendientes de Lif y de Lifthrasir habitarán Midgard.
Las grandes invasiones indoeuropeas nórdicas del medio Oriente tomaron una forma más violenta. Algunas de las más famosas fueron: los Indo-arios hacia la actual India; los Arios hacia el Afganistán; los Hititas hacia el cercano Oriente; los Sumerios y Gutis hacia Mesopotamia; y los Gálatas hacia la moderna Turquía. Muchos nombres de los países en esta región: India, Irán, Iraq y Afganistá, derivan todos de la palabra “Ario“. Migraciones nórdicas posteriores se esparcieron más allá, hacia China y Japón. Algunas de las más notables tribus indoeuropeas nórdicas que invadieron el medio oriente, incluyen a Los Amoritas. Eran una tribu indoeuropea que invadió el Asia menor (Turquía) desde el mar Egeo alrededor del 1.500 a.C., y se destacaron entre la población nativa por adorar a un “dios del trueno” que empuñaba un martillo, obviamente relacionado con el dios nórdico Thor. Las pinturas egipcias de la época describen a los amoritas, a los que llamaban “Amurru“, como blancos, de ojos claros y caracteres nórdicos, que lanzaron ataques contra el estado egipcio hasta el 1.300 a.C.. Un gran número de amoritas colonizaron Palestina, transformándose en una de las primeras tribus indoeuropeas en mezclarse con las tribus hebreas de aquella región; y que, por lo tanto, terminaron siendo asociados con los semitas. Los escitas invadieron lo que hoy se conoce como Palestina, Israel y el Líbano en el siglo VII a.C., y algunos de sus descendientes de cabellos y ojos claros pueden aún encontrarse entre los pueblos Drusos del Líbano. Los escitas se expandieron por Asia, hasta Afganistán, y algunos grupos penetraron en el Indostán. Muchos antiguos escritores como Polemón de Ilium,Clemente de Alejandría y otros, certificaron que los escitas eran similares a los celtas en apariencia. En diferentes etapas del tiempo, el área de inlfuencia escita abarcaba desde Europa oriental hasta el cercano y medio Oriente. En las dos últimas regiones, fueron absorvidos por los pueblos que vivían en aquellas tierras. Y sin embargo, aún es posible encontrar, de vez en cuando, vestigios de los invasores nórdicos de miles de años atrás.
Escitas era el nombre dado en la Antigüedad a los miembros de un pueblo, o grupo de pueblos, de origen iranio, caracterizados por una cultura basada en el pastoreo nómada y la cría de caballos de monta. Durante la Antigüedad Clásica, los escitas dominaron la Estepa póntica, la cual recibió el nombre de Escitia. En la Antigüedad tardía fueron sometidos por los sármatas, un pueblo culturalmente afín, que terminó suplantándolos como amos de las estepas. La mayor parte de lo que se conoce sobre los escitas procede de fuentes extranjeras, concretamente griegas y latinas. Las principales de ellas son el libro IV de la Historia de Heródoto (440 a. C.), la Geografía de Estrabón y el poema de Ovidio, Epístola desde el Ponto, que describe principalmente la Escitia Menor, ambos de la misma época. La arqueología ha descubierto testimonios de la cultura escita en los montículos funerarios de Ucrania y el sur de Rusia. La denominación “escita” también ha sido usada para referirse a otros pueblos de costumbres similares o que ocuparon las regiones de Rusia, Ucrania y Asia Central, conocidas durante largo tiempo como Escitia. Se sabe que tuvieron sus antecedentes desde el año 2000 a. C., pero su primera aparición en la historia es una alianza con los asirios en el siglo VII a. C. Siglos más adelante colaboraron con los medos —tribu irania emparentada con los persas— para desmembrar al Imperio asirio. Con sus correrías por las llanuras al norte del mar Negro, estos guerreros seminómadas impresionaron a los antiguos griegos por su habilidad como jinetes y arqueros, sus costumbres y riquezas. Ágiles jinetes y diestros arqueros, tan feroces como valientes, los escitas bebían en los cráneos de sus enemigos y daban muerte a los servidores de sus caudillos para que los acompañaran en el Más Allá. Victoriosos sobre el Imperio persa, en las tumbas de sus reyes el brillo del oro atestigua su pasión por la belleza y el lujo. Los escitas fueron un temible pueblo nómada de lengua irania y probable origen en las estepas de Asia -entre el mar de Aral y el lago Baikal-, que se asentó en lo que hoy es el sur de la Federación Rusa y Ucrania. Durante aproximadamente un milenio fueron protagonistas de la historia antigua de Oriente Próximo, llegando a invadir Egipto a finales del siglo VII a.C. -tal vez en su momento de máximo poder- y siendo mencionados en el recuento de pueblos del Génesis.
En el 330 a.C. los escitas fueron vencidos por Alejandro Magno y desaparecieron de la historia de forma enigmática. Uno de los mitos sobre el origen de los escitas refiere que eran descendientes de Escita, hijo de Hércules y de un monstruo, mitad mujer mitad serpiente, que habitaba cerca del mar Negro. Las costumbres sanguinarias de los escitas reales, la élite guerrera de este pueblo, aterrorizaban a sus enemigos. Y su barbarie se hizo proverbial en Grecia y Oriente. Los nómadas escitas eran jinetes invencibles y diestros arqueros que se adornaban con pieles y cabezas humanas como trofeos. Con la piel de la mano derecha cubrían el carcaj y destinaban la del tronco a confeccionar estandartes. A su dieta, pobre y monótona, y a su modo de vida sedentario, ya que siempre marchaban a caballo o en carro, se atribuyen la impotencia y la esterilidad proverbiales entre los hombres escitas. Tras tener contacto con los difuntos, se sometían a un ritual que incluía una sauna en la que se embriagaban con el humo producido por granos de cánnabis. Tras las guerras con Persia en el siglo VI a.C., los escitas tuvieron un reino estable al norte del mar Negro entre los siglos V y IV a.C., con una potente dinastía real fundada por Ariapites. Y sus contactos con las ciudades griegas se hicieron más fluidos. El poderío de los reyes fue creciendo hasta que chocaron con otra potencia emergente, la Macedonia de Filipo II, padre de Alejandro Magno. Aunque los escitas fueron derrotados en el año 339 a.C., muriendo en combate su rey Ateas, los macedonios no consiguieron someterlos totalmente. Sin embargo, no mucho después de la muerte de Alejandro, en torno al 300 a.C., el reino escita desapareció súbitamente sin dejar rastro. No volvieron a la historia hasta que, a comienzos del siglo XX, los arqueólogos rusos excavaron los kurganes y confirmaron las noticias de Heródoto. En la hipótesis de los kurganes, la totalidad de las estepas pónticas son consideradas el Urheimat indoeuropeo (hogar original) y en ellas se habrían hablado un conjunto de dialectos del protoindoeuropeo tardío. La región cercana al Volga etiquetada como Urheimatmarca el lugar donde se han encontrado las restos más antiguos de la montura del caballo, que podrían corresponder a un núcleo de protoindoeuropeo temprano o pre-protoindoeuropeo del V milenio a. C.
Se ha propuesto la cultura “kurganizada” del ánfora globular como un Urheimat secundario, que se separó en la Cultura del Vaso Campaniforme y de la Cerámica de Cuerdas en torno a 2300 a. C. De este núcleo de indoeuropeización podrían proceder la mayoría de las lenguas indoeuropeas de Europa: las lenguas itálicas, las lenguas celtas, las lenguas germánicas y otros grupos parcial o totalmente extintos, como las lenguas paleobalcánicas y de Centroeuropa. A ello habría que añadir posiblemente el protomicénico. En las estepas, supuesto Urheimat primario, seguirían existiendo hablantes de indoeuropeo. Habría por tanto dos núcleos principales de indoeuropeización, cada uno siguiendo una evolución independiente: el Urheimat secundario o complejo europeo, y el Urheimat primario, del cual seguirían partiendo tribus, como las iranias y las indoarias. Las lenguas iranias, como el antiguo escita o el oseta, pueden considerarse herederas de la lengua indoeuropea original, hablada por tribus que nunca abandonaron su hogar primigenio. Los Filisteos eran una tribu nórdica indoeuropea que también invadió el medio oriente, llegando de Creta y mostrando muchas similitudes culturales con la civilización micénica. Los Filisteos establecieron un impopular yugo de hierro sobre las tribus hebreas que encontraron en la región. Los Cimerios eran otra pequeña tribu indoeuropea que alcanzó el medio oriente cerca del siglo VIII a.C., fundando un reinado de corta duración en la región, conocida como el norte de Irán. Los Frigios indoeuropeos llegaron a la moderna Armenia, alrededor del siglo VIII a.C., y fundaron otro reino indoeuropeo de corta duración. Alrededor del 900 a.C., otra tribu indoeuropea, conocida como los Persas, alcanzó el Azerbayán, desde donde entraron en el actual Irán, siguiendo de cerca a la tribu indoeuropea de los Medos. Los persas, que eran más numerosos, sobrepasaron a los medos, y estas dos tribus juntas, fundaron los que fue conocido como el imperio persa, gobernando sobre un gran número de tipos raciales asiáticos y arábigos. Mitanni, un reino indoeuropeo en el noroeste de Mesopotamia, establecido en el 1.475 a.C., duró hasta mediados del 1.275 a.C., siendo violentamente vencida por una tribu rival indoeuropea, los Casitas.
Los casitas (kashshû) fueron un pueblo de origen incierto que llegó a constituir la dinastía reinante en Babilonia (o Karduniash, como ellos la llamaban), desde aproximadamente 1531 a. C. hasta el año 1155 a. C., en que fueron derrocados por los elamitas. Su conquista de la vieja Babilonia de Hammurabi y el territorio mesopotámico con sus diferentes ciudades-estado dio lugar a lo que se podría llamar el estado territorial de Babilonia en la mitad sur de Mesopotamia, cuya rivalidad con el estado de la mitad norte, Asiria, configurará el futuro de la región. Los casitas son uno de los pueblos con el origen más misterioso de cuantos poblaron la antigua Mesopotamia. Se supone que proceden del suroeste de Irán y que llegaron a Babilonia a través de los montes Zagros. Las primeras menciones de los casitas los sitúan en el siglo XVIII a. C. cuando atacaron Babilonia en el noveno año del reinado de Samsu-iluna (1749-1712 a. C.) hijo de Hammurabi, en que fueron repelidos. Un siglo más tarde se tiene noticias de un rey casita en la ciudad de Hana situada al norte de Babilonia. Este periodo de la historia de Mesopotamia y Asiria es el peor documentado y se lo conoce como la Época oscura. No se conoce el modo en que los casitas ocuparon el trono de Babilonia, tras el saqueo de la ciudad llevado a cabo por los hititas que acabó con la antigua dinastía. Se acepta que el primer rey casita de Babilonia fue Agum II que trajo de vuelta a la ciudad la estatua del dios Marduk que habían robado los hititas. Los casitas impusieron la paz y el orden en el territorio, creando un periodo de estabilidad que propició una gran prosperidad. Se aprecia un descenso en el número de habitantes en las ciudades y un aumento de grandes pueblos y aldeas, lo que podría significar un mejor reparto de la tierra de cultivo y la suficiente seguridad para establecerse fuera de la protección de las murallas de las ciudades. Los precios se basaron durante un siglo en un patrón oro, como se hizo hasta el siglo XX.
Los casitas formaban una reducida élite social diseminada por el territorio, eran el núcleo del ejército, del gobierno y de la corte. La subida de la dinastía casita al trono de Babilonia no supuso una ruptura cultural ni política y poco a poco se fueron diluyendo en el elemento acadio y sumerio original. Los últimos reyes de la dinastía tienen nombres acadios. Los casitas crearon una red de provincias para administrar el reino, generalmente gobernadas por personajes locales. A nivel internacional, Babilonia queda apartada del centro político ya que primero Mitanni y luego Asiria obstaculizan su salida al norte. Aun así los contactos y relaciones comerciales son frecuentes. Así, Karaindash organizó un servicio de correo regular entre Babilonia y Egipto, Kurigalzu I financió con oro egipcio la construcción de su nueva capital, Dur-Kurigalzu. Kadashman-Enlil I dio primero a su hermana y luego a su hija en matrimonio a Amenhotep III. Se tiene constancia por las cartas halladas en Tell el-Amarna de las negociaciones que llevaron a cabo ambos monarcas para establecer una contrapartida en oro. También hay constancia de las relaciones comerciales que mantuvieron el hitita Hattusili III y Kadashman-Enlil II. Excavaciones danesas realizadas en los años 60 del siglo XX en el área de Baréin, en cuya isla se ha localizado un asentamiento comercial y una fortaleza, y textos localizados en Nippur sugieren que esa zona del Golfo era gobernada por los reyes casitas. Los casitas no dejaron nada escrito en su propia lengua, de la que sólo se conocen algunas palabras dispersas en textos acadios y un par de textos de referencia sumerio-acadio. Gracias a esto se puede decir que la lengua casita no es una lengua semítica y que no está emparentada con ninguna de las otras lenguas habladas en el antiguo Oriente medio, ni con las lenguas indoeuropeas. Los dioses tutelares de los reyes casitas, Shuqamuna y Shumaliya, parecen ser los únicos que dispusieron de templo propio en la ciudad de Babilonia y que sobrevivieron en el panteón babilónico tras la caída de los casitas. Los reyes casitas siguieron venerando a los dioses tradicionales babilónicos.
Todas estas tribus eventualmente desaparecieron, en su mayor parte, a través de la mestizaje con otros pueblos no-indoeuropeos en las regiones que ellos ocupaban. Sin embargo, el lenguaje indoeuropeo sobrevivió a la extinción de muchas de estas tribus indoeuropeas. Tal fue su poder y dominio en las regiones en las que ellos dominaron. Raíces comunes de palabras indoeuropeas aún se encuentran en una gran variedad de lenguas habladas, en las regiones en que los indoeuropeos dejaron su huella. Alrededor del año 2.000 a.C., una tribu indoeuropea originaria en el Cáucaso, adoradores del sol, que se llamaban a si mismo arios y usaban un lenguaje conocido como sánscrito, invadieron Asia central y ocuparon territorios tan lejanos como el norte de la India. Todos los países que abarcaron durante su era de conquistas poseen nombres directamente relacionados con ellos. India, Irán e Irak son todas corrupciones de la palabra original “ario“. Algunos de estos arios se dirigieron al oeste, perpetrando en Irlanda, dándole el nombre de “Eire” a esa tierra, también un derivado de la palabra ario. Después del 2.000 a.C. oleadas de arios fluyeron hacia el actual Afganistán, fundando una nación que fue conocida como Ariana, o “tierra de los arios“. Para la mitad del siglo VI a.C., el imperio persa había incorporado Ariana dentro de su territorio, y para el 330 a.C. Alejandro el Grande había ocupado la región. Para esta época la mayoría de los arios originales de Ariana ya habían sido absorbidos por la población nativa local. Durante el siglo I a.C., los Kushanes, de raza asiática, ocuparon Ariana y con su reinado destruyeron los últimos vestigios de la original cultura indo-aria. Luego Ariana cayó bajo el dominio de un gran número de diferentes pueblos, hasta que en el siglo VII d.C., los ejércitos musulmanes ocuparon la región. En 1220 d.C. el territorio fue nuevamente arrasado por los mongoles de Gengis Khan, quien arrasó el país. Para esa época, el pueblo de Ariana ya había pasado a la historia, y solo el nombre antiguo de Afganistán es recordado hoy día.
Otra rama de los arios penetró más al este, en la India, donde también fundaron y construyeron una civilización. A pesar que los arios establecieron una poderosa civilización en la India septentrional, sería incorrecto pensar que los nativos indios no habían creado nada propio. La civilización del Indo, creada por los Harappa, ya existía para la época de la invasión aria. Los invasores arios eran sin embargo más avanzados y se referían a los indios conquistados como “dasyu” (“oscuros“). La poesía indo-aria (los vedas) están llenos de historias de guerras contra los dasyu, y reflejaban las agudas divisiones raciales entre los conquistadores arios y los conquistados dasyu. En la época en que se escribieron los principales libros religiosos de los arios – los rigvedas – una distinción fue hecha entre los dos tipos de pueblos del valle del Indo. Los inmigrantes y conquistadores arios, y la población nativa. No obstante, al cabo de trescientos años estos dos grupos se habían subdividido aún más. Estas divisiones llevaron al desarrollo de un sistema de clases, siendo conocido actualmente como el sistema de castas. La palabra “casta” solo fue dada al sistema por los exploradores portugueses muchos siglos después, tomándola del latín “castus“, significando “puro“. La palabra original sánscrita para el sistema de castas era “varna“, que significa “color“. Como la asimilación y la integración entre los arios y losdasyu se incrementó, el sistema de castas se hizo más y más complejo, hasta que fueron creadas cuatro divisiones principales, con la pertenencia a cada grupo dependiente del color del individuo. Este sistema aún existe en India hoy día, desde la más alta casta, los Brahmanes (o sacerdotes), hasta los Sudras o “intocables“. Al cabo de unos pocos siglos los arios originales se habían integrado en la civilización india, pero su legado pervive en la lengua, la religión y la poesía de la India, y por supuesto, en el sistema de castas. Pocos símbolos arios son tan bien conocidos en el mundo de hoy como la esvástica. Mientras es una percepción común que la esvástica es el símbolo del partido nazi alemán, es de hecho mucho más antigua que el partido nazi, y sus orígenes nacen desde el lenguaje sánscrito que trajeron los pueblos indoeuropeos a través de sus migraciones.
Uno de los símbolos que los arios tenían era la rueda solar, representando al sol y significaba “bienestar“. Originalmente era una letra del antiguo alfabeto sánscrito indoeuropeo. Y este emblema fue ostentado por los celtas, germanos y eslavos durante su peregrinar, con la cruz céltica incorporada dentro de la simbología cristiana. Este símbolo fue desarrollado como el signo conocido hoy día como esvástica e incorporado por la religión indo-aria, desde donde fue transferido a la religión hindú, que nació de una variación de las creencias indo-arias. Esta es la razón por la que la esvástica puede ser vista hoy en los templos hindúes. Como un eterno símbolo de los pueblos indoeuropeos, la eesvástica es encontrada en todas las tierras donde estos pueblos se asentaron. Por ejemplo, la eesvástica puede ser vista en un grabado llamada una “ayagaptha“, en Madura, India. Este símbolo es uno de los ultimos restos de los indoeuropeos nórdicos, que se llamaban a si mismo Arios, y que invadieron India. También la esvástica fue también usada como un símbolo en la Grecia clásica. Puede verse en el vestuario de una imágen de Atenea, la diosa de la sabiduría, el arte y la guerra, y también patrona de la ciudad de Atenas. Asimismo la podemos ver en un vaso griego que data aproximadamente del 500 a.C. Los orígenes indoeuropeos de los romanos, en particular la tribu latina, son aparentes a través del uso de la esvástica como emblema. Como la esvástica que puede ser vista sobre el Ara Pacis Augustae, el altar construido para conmemorar la paz establecida por Augusto, el 4 de julio del 13 d.C.
La esvástica también puede ser vista en muchos diseños clásicos griegos. Estas esvásticas evidencian las originales raíces indoeuropeas de las civilizaciones clásicas. Los orígenes indoeuropeos de los vikingos también se evidencian en una nave vikinga, perfectamente preservada, descubierta por arqueólogos en Escandinavia. Es conocida como la nave de Osberg, de alrededor del 800 d.C. Una montura en un cesto encontrada en la nave describía una figura llevando un escudo con cuatro emblemas solares, o esvásticas, en sus esquinas. El hecho que la esvástica aparezca como un símbolo desde Escandinavia, pasando por Italia, y hasta la India, indica precisamente cuan lejos llegó la influencia indoeuropea. La Rueda Solar, o esvástica, era un símbolo en el antiguo lenguaje indoeuropeo nórdico, el sánscrito, y que significaba “bienestar” o “bien“, a partir del hecho que el sol era considerado como una fuente de bienestar. Este símbolo fue llevado por los invasores indoeuropeos a Europa, India e incluso China. Las tribus indoeuropeas que se dirigieron rumbo al sur y el este, hasta el medio oriente, incluyen grupos con nombres tales como los Casitas, los Mitanni, los Hitittas y los Frigios. En Turquía, los celtas fueron conocidos como los Gálatas. Otros grupos de indoeuropeos, los Aqueos, los Dorios y los Latinos, se encaminaron hacia el sur, hacia las penínsulas griega e itálica. Después de conquistar a las viejas civilizaciones proto-europeas, dominadas mayoritariamente por tipos mediterráneos, las nuevas tribus nórdicas pusieron los cimientos para las clásicas civilizaciones de Grecia y Roma.