India es uno de los países más innovadores. Desde su posición de segundo país más poblado, y con un potente sector tecnológico con base en Bangalore, está posicionándose claramente en el ámbito de la alta tecnología y los servicios de software. Junto con China, conforman el conocido y temido tigre llamado informalmente Chindia, que se cree que dominará la economía mundial dentro de no demasiado.
No hace ni dos semanas que decíamos que India plantaba cara al tratado ACTA. Pero que plante cara al tratado que defiende los intereses de las productoras de Hollywood no significa que el Estado indio haya visto cosas provechosa, que ya han decidido aplicar: las restricciones al uso de Internet usando como escudo la ‘Infracción de Copyright’ y la ‘Lucha contra la pornografía’.
Los sucesivos gobiernos progresistas del Primer Ministro Manmohan Singh llevan ya unos años restringiendo la libre expresión en la red. De hecho, la misma constitución del país prevé mecanismos para la restricción de la libertad de expresión en general. Ya en 2009 se prohibió una tira cómica titulada Savita Bhabhi, que relataba las aventuras amorosas de una ama de casa con una vida sexual muy activa. Luego también se pidió, muy amablemente claro está, a Orkut que borrase algunos artículos que resultaban ‘ofensivos’ a ciertos grupos étnicos y religiosos. También se ha prohibido una nueva biografía del héroe nacional y padre de la Patria, Gandhi, que comentaba una posible relación suya con otro hombre.
En tanto al bloqueo informativo, el gobierno indio también ha bloqueado unas cuantas webs, entre ellas un par con artículos críticos con las posibles relaciones mafiosas entre políticos y la policía de la región de Maharashtra.
Todo ello ya ha sido denunciado por el Centro para Internet y la Sociedad, que no cesa en repetir que todas esas normas solamente están destinadas a ir acotando cada vez más la libertad de expresión. La nueva normativa legal entró en vigor a principios del mes de Abril, con el acostumbrado sigilo y disimulo por parte de los legisladores. Entre otras, las normas incluyen la ya conocida capacidad de que cualquier persona, en cualquier momento, pueda lanzar un requerimiento para que se retire cualquier tipo de contenido de Internet, basándose en una lista de criterios bastante amplia que están destinados a la protección de la seguridad nacional ante cualquier contenido que
amenace la unidad, integridad, defensa, seguridad o soberanía de India, las relaciones amistosas con otros países o el orden público.
Una vez lanzada la petición, los ‘intermediarios’ de servicios, que serían los que alojasen el contenido, como por ejemplo podrían ser Google y YouTube, tienen 36 horas para contestar. Y solamente pueden contestar de una forma: cerrando el chiringuito, ya que la nueva ley no contempla la posibilidad que el reclamado pueda defenderse. Ni aún siendo el titular de los derechos, ni siendo el autor. Los intermediarios están más que contentos con la norma, ya que les exime al 100% de cualquier tipo de responsabilidad. Ellos se limitarán a atender las demandas y retirar contenidos.
A pesar de ser un país con ciertos problemas en tanto a infraestructura eléctrica, que no permite la implantación de puntos de acceso fijos a Internet, en India existen 700 millones de cuentas de telefonía móvil, que es precisamente la principal vía de acceso a la red.
Como decíamos al inicio, India es un país innovador. Tanto tecnológicamente como legalmente. India escenifica que no es necesario firmar el tratado ACTA para implantar leyes-basura destinadas a promover el retroceso tecnológico y social. Aún cumpliendo los estándares europeos de aprobar e implantar leyes con sigilo y alevosía para que nadie se percate, India innova en el aspecto de no permitir su propia defensa al demandado. Finalmente, India también innova en gestión económica, creando una legislación que tiene por fin hacer implosionar su mayor baza económica para el siglo XXI: el desarrollo y la creación de servicios web para países occidentales.
Esto nos dice algunas cosas. O bien el Estado Indio no ha calculado demasiado bien las posibilidades que tiene en el futuro de la red, o bien considera que su sector tecnológico no tiene futuro, o bien lo tiene todo muy calculado y le da igual todo con tal de tener muy bien controlado un espectro muy ancho de los canales de expresión en el país… aunque se tenga que abandonar la velocidad del cable de fibra óptica para volver al lento y traqueteante autobús.