El 25 de abril de 1974 un grupo de capitanes de las Fuerzas Armadas de Portugal decidió rebelarse y derrocar la dictadura de Salazar tras cuatro décadas de fascismo. Cuando el pueblo portugués escuchó a través de emisora de radio Renacença Grândola, Vila Morena, la canción que indicaba que el golpe había comenzado, salió a la calle para apoyar a los capitanes que traían la democracia.
Este jueves, 39 años más tarde, los portugueses han salido a la calle para recordar la revolución en plena dictadura económica que, tras dos años de medidas neoliberales, ha sumido al país en una situación extrema en la que los derechos sociales retroceden a marchas forzadas. Miles de personas han llenado Lisboa de claveles rojos, pero también de protestas.
Profesores, médicos, enfermeros, jubilados, parados, estudiantes… todos los sectores de la sociedad han clamado contra el gobierno derechista de Pedro Passos Coelho que, después del fallo del Tribunal Constitucional, que declaraba inconstitucionales varios de los recortes que efectuó para satisfacer las demandas de la Troika (BCE, FMI y CE), temen que vuelva a afilar las tijeras.
Tras suprimir la paga extra de funcionarios y pensionistas y reducir los subsidios por desempleo, el ejecutivo de Passos Coelho aplicará más recortes en políticas sociales y subirá de nuevo impuestos.
Por eso, la Avenida de la Libertad de Lisboa se ha llenado de portugueses que ven cómo la democracia que conmemoran se ha convertido en otra dictadura: la que les condena al desempleo y la precariedad para satisfacer intereses ajenos a ellos.
Según Antonio Avalance, del sindicato de profesores de Lisboa, presente en la manifestación, el Gobierno trabaja con una “tendencia a privatizar servicios de educación en un país donde apenas había centros privados” y añade que han sufrido una “reducción brutal en el número de profesores en las escuelas y un aumento del desempleo de profesores producido por la reducción de asignaturas”. También, critica, “se ha reducido el dinero destinado a educación con violentos recortes en el salario de los docentes” y, según augura, “ya no se puede recortar más en educación, así que seguramente opten por subir impuestos y aumentar el número de alumnos por aula”.
Isabel Barbosa, representante del sindicato portugués de enfermeros, ligado al CGTP, los últimos años de austeridad hemos sufrido un ataque a la sanidad. Nuestros recursos se han reducido tanto que la atención a los pacientes se ha deteriorado, a pesar de que ahora tienen que pagar más que antes por cualquier tipo de atención”. “Nos ha reducido los salarios, nos han aumentado los horarios de trabajo y han cerrado centros de salud y recortado en diversos departamentos, por eso estamos hoy en la calle”, prosigue.
Delante de la tanqueta que marcha junto a los manifestantes, simbolizando la complicidad entre los militares y el pueblo portugués, se encuentra el cortejo de la izquierda parlamentaria portuguesa. Joao Semedo, líder del Bloco de Esquerda, marcha junto al líder del Partido Comunista de Portugal.
“Los mercados están imponiendo la dictadura de la deuda y sólo la democracia y la participación ciudadana en las manifestaciones puede hacer que triunfe la voluntad popular”, ha dicho Semedo, quien propone “coherencia, firmeza y convicción contra la deuda, la austeridad y la Troika” como estrategia política. “Eso es lo que espera la izquierda de este país. El Partido Socialista cortó con el Gobierno, pero no con la troika y eso es lo que está haciendo que muchos ciudadanos nos vean como su opción política”, explica el diputado en referencia a los últimos sondeos, que le atribuyen un aumento en la intención de voto.
Hace 39 años fue el pueblo el que mandó y el que se impuso. Hoy es el mismo pueblo el que conmemora eso y se vuelve a reivindicar con los mismos valores: libertad, democracia, derecho al trabajo, a la seguridad social, a la sanidad… eso fue la revolución de abril, una revolución que valió la pena”, dice el líder comunista, que ve a un “gobierno derrotado”.
Poco a poco, los distintos cortejos han llenado la Plaza de Rosio, donde varios capitanes de aquel abril de 1974, ahora ya generales, han puesto en valor aquel levantamiento y han apelado a ese espíritu para hacer que Portugal vuelva recuperar lo que recuperó hace 39 años y ha perdido en dos.