En la jornada del jueves, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el despliegue de una “misión” de 12.600 efectivos Cascos Azules en Mali a partir del 1 de julio de este año.
En un contexto de supuesta retirada de las fuerzas invasoras de Francia y sus aliados, el organismo argumentó que se tratará de una “operación de mantenimiento de la paz”. Sin embargo, las denominadas “fuerzas de paz” son un ejército militar internacional al servicio de los intereses de las potencias que controlan el Consejo.
La Misión de las Naciones Unidas en Mali (MINUSMA) ocupará el territorio maliense con 12.600 hombres de Cascos Azules, integrada por 11.200 soldados y 1.440 policías. Desde la ONU se apresuraron a informar que la iniciativa buscará colaborar con la estabilización en Mali, particularmente en el norte, región donde las fuerzas francesas llevaron a cabo los mayores y más fuertes combates frente a grupos armados. La labor de las tropas se autorizaría por doce meses y se prevé la intervención de tropas francesas en caso de “peligro” y previa autorización del secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon.
“La creación de la MINUSMA es un paso importante que afianza la presencia africana en Mali con una fuerza que tiene un mandato sólido para la protección de civiles y de los derechos humanos, así como de las cuestiones humanitarias”, buscó excusar el embajador de Francia ante el organismo mundial, Gerard Arnaud. El país galo fue el que encabezó en enero de este año una invasión militar en el país africano bajo la excusa de colaborar con las fuerzas a combatir grupos armados separatistas.
Las denominadas “fuerzas de paz” -cascos azules – son un ejército militar internacional al servicio de los intereses de las potencias que controlan el Consejo de Seguridad de la ONU, tales como Francia, Reino Unido, China, Rusia y Estados Unidos, los únicos que poseen capacidad de veto . La fuerza fue acusada de crímenes de guerra, amparar grupos paramilitares y ejercer la violencia sexual contra mujeres en países de África, Haití y otros lugares del mundo. En todos los casos, las iniciativas se rotulan como proyectos de “ayuda humanitaria”.
“No se trata de una misión antiterrorista”, se alega desde la ONU en un parte de prensa oficial. Por el contrario, describieron la labor en Mali tal como la justifican en todas sus “misiones”: protección de patrimonio cultural, defensa y garantía de los derechos humanos, fomento de la conciliación política y negociación con los grupos armados.
En ese sentido, el jueves la ONU también confirmó el desarrollo de una nueva misión para Somalia, la UNAMSOM.
Invasión francesa
Francia, antigua potencia colonial de Mali, es uno de los países que más insistió en la vía militar para enfrentar la crisis en esa nación. Desde el inicio de la invasión en enero de 2013 el gobierno galo destinó alrededor de 100 millones de euros para financiar la avanzada en Mali. Bajo el argumento de colaborar con el gobierno maliense a detener a los grupos rebeldes en un marco de inestabilidad política se avanzó por sobre diversas ciudades alcanzando el control de Gao, Timbuktú y Kidal.
En sus maniobras recoloniales logró comprometer mayor participación de otros Estados y organizaciones, sea en equipamientos, logística, apoyo político o financiamiento, tales como Alemania, Estados Unidos, Gran Bretaña, la Unión Europea y la ONU.
Mientras se suceden los atentados y los bombardeos de bandera francesa, miles de malienses están abandonando sus hogares y se refugian en otras regiones o países. Según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), unas 229 mil personas ya fueron desplazadas dentro del país africano y otras 147 mil se exiliaron en países limítrofes.