Islas Canarias: Sus Pirámides.

En 1991, el famoso explorador Thor Heyerdahl habló de la existencia de pirámides en las Islas Canarias. Él llegó hasta esos monumentos mientras estaba tratando de encontrar pruebas que verificaran sus hipótesis referentes a los contactos transoceánicos antes de Cristóbal Colón.
Como era de lógico, tras el hallazgo el clamor no se hizo esperar, y la comunidad científica realizó inevitables comparaciones con otras pirámides: las de Egipto, las pirámides Mesoamericanas, y, ahora, debían hablar de unas nuevas pirámides encontradas por un hombre que había conseguido demostrar que los barcos primitivos podían cruzar el Océano Atlántico.

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El complejo más conocido de las islas son los seis pirámides escalonadas en la isla de Tenerife. Están situadas en la localidad de Güímar, en la costa este, a unos 40 kilómetros (24 millas) al sur de la capital, Santa Cruz de Tenerife. Las pirámides alcanzan una altura máxima de doce metros y forman parte de un complejo más amplio, que incorpora plataformas y recintos, estos últimos utilizados, al parecer, para ofrecer sacrificios de cabras, pues se encontró sangre de estas en algunas secciones del complejo.
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Con los medios de comunicación internacionales enfocando su interés en la isla, el Departamento de Arqueología de la Universidad de La Laguna llevó a cabo las excavaciones pertinentes, y el Instituto de Astrofísica de Canarias trató de encontrar evidencias sobre el posible funcionamiento astronómico de estas pirámides. Estos estudios revelaron que las pirámides fueron alineadas con los solsticios de verano y invierno. Una vez más, subrayando que muchas, si no todas las pirámides, tienen un componente astronómico relevante.

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Una parte del complejo también se encontraba alineado con una puesta de sol extraordinaria, que se produce en un lugar distintivo en el horizonte montañoso: un doble atardecer, lo que significa que el sol desaparece detrás de las montañas de Anaga, para posteriormente volver a aparecer

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Cuando nos fijamos en las pirámides de forma individual, las escaleras ascienden de una plaza de nivel en la parte superior de cada pirámide, donde hay una plataforma de cumbre plana cubierta de grava. Las escaleras están en el lado occidental, lo que podría sugerir un propósito ceremonial, ya que si alguien ascendía a la cima de las pirámides durante la mañana de un solsticio, quería decir que estaba dando la “bienvenida” al sol naciente . Bajar las escaleras por la noche sería algo así como decir “adiós” a la puesta del sol. En este caso, debido a la ubicación del complejo, el sol se ve salir de las aguas, por lo que el fenómeno es aún más significativo.

El propósito ceremonial y religioso es una opción plausible. Otra hipótesis a tener en cuenta sería la siguiente. Estas pirámides están sobre el lecho de un arroyo de evacuación de aguas de montaña y la posición de estas terrazas hacen las veces de represas para ralentizar el flujo del acuífero e ir anegando y retardando la humedad de la zona de dichas terrazas, exceptuando de la mayor de las pirámides que queda claramente por encima de la correntia del arroyo. Esta parece estar prevista para otro tipo de agricultura con menos necesidad de mantener una humedad constante, la posición y orientación sobre el terreno. Bajo mi punto de vista, opino que está más vinculada a recoger el máximo de horas solares en beneficio de la propia agricultura que a rendir culto mediante actos ceremoniales. No obstante, ambas opciones podrían ser válidas.

Por supuesto, hubo una gran controversia cuando se anunció el descubrimiento. La llamada “oposición” consideraba que este descubrimiento carecía de interés científico, pues consideraban estas estructuras como meras terrazas erigidas por los españoles cuando hicieron escala en Canarias durante su expedición marítima. Otros afirmaron que no eran más que acumulaciones de escombros, y, sin duda, la teoría más rocambolesca fue la que propuso a inicios de los años 90 un profesor natural de la localidad de Tenerife, pues aseguraba que estas pirámides fueron obra de los mismísimos masones. Tiempo después, sus propios discípulos le obligaron a reconocer su condición de masón.
Ing. Adolfo Gandin Ocampo
historiayarqueologia.com

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