Una colaboración de La luna gatuna
Poco imaginaban el efecto que iban a producir en sus colegas los científicos que examinaron el meteorito marciano caído en la Antártida. Creyeron encontrar fósiles con una antigüedad de 4.500 millones de años. Su tamaño era entre 20 y 200 nanómetros (milmillonésima de metro), así que los escépticos argumentaron que eran más pequeños que cualquier ser vivo conocido.
Pronto se organizó una riada de opiniones a favor y en contra, así que en 1998 la NASA le pidió a la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos que reuniera un grupo de expertos capaz de poner fin al polémico debate. Como resultado, dieciocho especialistas presentaron un informe de 148 páginas bajo el título de Límites de tamaño de los microorganismos minúsculos afirmando que probablemente el límite sería el de 200 nanómetros, aunque no se descartaba que algunos microbios primitivos sólo hubieran alcanzado los cincuenta.
Contrariamente a lo que estos expertos firmaron en su informe parece haberse descubierto una forma de vida mucho más pequeña. Científicos australianos de la Universidad de Queenslandpresentaron a finales de 1998 unas minúsculas rarezas de la vida, encontradas a cinco kilómetros de profundidad bajo el fondo marino del oeste de Australia en una perforación petrolífera. Recibieron el nombre de nanobios, son tan pequeños como los virus (que se consideran parásitos sin vida propia) y miden entre 20 y 150 nanómetros.
Nanobios
Mientras sus descubridores aportan pruebas en favor de la existencia de esta nueva forma de vida, los escépticos se niegan a admitirla. John A. Barros, biólogo de la Universidad de Washington en Seattle y miembro del grupo de expertos que redactó el informe para la NASA, declaró: “Es imposible que una célula viva mida menos de 100 nanómetros” añadiendo que un tamaño tan liliputiense como el de los nanobios no dejaría espacio para la maquinaria enzimática y genética necesaria para la existencia de la vida. Su colega Norman R. Pace de la Universidad de Colorado y también miembro del grupo también ve improbable que los nanobios sean seres vivos, pues su límite mínimo, 20 nanómetros, imposibilitaría el desarrollo celular necesario.
No obstante el equipo dirigido por Philippa Uwins ha obtenido sorprendentes imágenes usando el microscopio electrónico de barrido Jeol 890, capaz de aumentar los objetos un millón de veces, el doble de la mayoría de los micróscopios electrónicos corrientes. En los cortes de disección hallaron amorfas estructuras de membrana y el uso de colorantes de ADN dio positivo en los tres casos que se probaron. Las colonias de nanobios crecieron con rapidez observándose fases semejantes a los ciclos vitales de los hongos.
De confirmarse por completo el descubrimiento se abriría nuevas perspectivas para buscar vida microscópica en otros planetas, oculta quizás en sitios insospechados hasta el día de hoy, lo que podría demostrar que la vida es una propiedad inherente de la materia.
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