Cuenco Tibetano. Sanación mental, emocional y espiritual realizadas por Ferran Prat.

Una colaboración de Lalunagatuna

 

He descubierto como viajar al otro lado que no ve la óptica de nuestro ojo biológico humano. Os preguntaréis ¿Como?. Pues simplemente utilizando la sabiduría del mundo antiguo más la del mundo contemporáneo. Aún estoy asombrado, por y como, podemos hallar la PAZ y la ARMONIA con una sola sesión de mi cuenco sagrado tibetano más la aplicación de la energía cósmica a través de la imposición de manos.

No es que quiera hacer publicidad ni mucho menos, pero creo que es el momento, de decir, que si hay otras realidades simétricas a este plano 3D en el que vivimos, y he encontrado una ventana abierta, con la cual muchas personas que han probado mis sesiones de masaje vibracional con cuenco tibetano más una tècnica adquirida a través del Munai Ki y la imposición de manos, está dando considerables buenos resultados.
Pero, como siempre, hagamos pedagogía y sepamos un poco más de todo lo mencionado:
¿Qué es la terapia con cuencos tibetanos?
Es un masaje sonoro realizado con estos instrumentos metálicos (cuencos tibetanos).
Se utilizan golpeándolos o frotándolos con una baqueta y producen un sonido cargado de armónicos de naturaleza sanadora.
El paciente se estira en una camilla, cierra los ojos, y exclusivamente se concentra en el sonido que produce el terapeuta al tocar los cuencos tibetanos.
Los cuencos tibetanos han sido creados con conciencia e intención y son utilizados como guías en ritos ceremoniales, viajes astrales, el despertar de la conciencia y en la curación de enfermedades tanto a nivel físico, psíquico, mental, emocional y espiritualmente.
Los cuencos tibetanos están compuestos por una aleación de siete metales: plata, oro, mercurio, estaño, plomo, cobre y hierro y forjados de forma artesanal.
¿En qué se basa la terapia del sonido con cuencos tibetanos?
Toda terapia basada en el sonido, se basa en el principio de resonancia, por el cual una vibración más intensa y armónica contagia a otra más débil, disonante o no saludable.
El principio de resonancia designa la capacidad que tiene la vibración de llegar más allá, a través de las ondas vibratorias y provocar una vibración similar en otro cuerpo. Es decir es la capacidad que tiene una frecuencia de modificar a otra frecuencia.
Las mujeres que viven juntas o que pasan muchas horas juntas acaban ajustando sus ritmos hormonales. El ejército sabe que cuando cruzan un puente no pueden ir en formación, por el peligro de rotura del mismo, por lo que abandonan la formación hasta que lo han acabado de cruzar. Sendos ejemplos del principio de resonancia.
Además el sonido modifica nuestras ondas cerebrales, ayudándonos a entrar en otros niveles de conciencia, donde son posibles los estados de sanación espontánea y estados místicos, haciéndonos más receptivos a la auto-sanación.
El tercer factor de la terapia del sonido con cuencos tibetanos, son los armónicos. Cada vez que se produce un sonido aparecen los armónicos. Estos armónicos tienen efectos altamente beneficiosos sobre nuestro cuerpo y sobre nuestro campo energético.
Aunque no podamos escuchar frecuencias que están fuera de nuestro campo auditivo, ni podamos producir sonidos o frecuencias que estén fuera de nuestra capacidad, sin embargo mediante los armónicos podemos resonar con ellas.
¿En qué nos puede ayudar la terapia con cuencos tibetanos?
El médium Edgar Cayce predijo que el sonido sería la medicina del futuro y esto ya está ocurriendo.
Los grandes expertos en terapia de sonido ya han descubierto científicamente que mediante el sonido se puede conseguir la auto-destrucción de las células cancerosas y la curación de infinidad de enfermedades.
Los cuencos tibetanos son instrumentos de curación, sanación, relajación y meditación, ayudándonos a establecer una vibración saludable en todo nuestro organismo, tanto a nivel físico, mental o psicológico, emocional y espiritualmente.
Son un medio maravilloso para equilibrar los chackras y cambiar la conciencia desde un estado alterado de ansiedad y estrés hacia un estado de paz, relajación y serenidad, induciendo estados de sanación espontánea y estados místicos y elevando nuestra frecuencia vibratoria.
Las personas que han experimentado un masaje sónico con cuencos tibetanos experimentan grandes cambios, mayor claridad mental, aumento de la creatividad, mayor concentración, mayor visión de futuro y una gran sensación de paz. El resultado es un individuo más productivo, más centrado, más feliz, más sereno, más equilibrado, más en paz consigo mismo.
Existe un espacio de paz en nuestro interior y los cuencos tibetanos nos ayudan a entrar en él, nos ayudan a resonar con nuestra verdadera conciencia o yo superior y con ese sentimiento de paz y serenidad que todos llevamos dentro.
A nivel físico se utilizan en la curación de cualquier enfermedad; para recargar nuestro sistema energético, para aliviar el sufrimiento y el dolor (incluye el dolor emocional), para eliminar inflamaciones, para estados de ansiedad, angustia, estrés, depresión, tristeza, insomnio, hiperactividad.
Hace que los sistemas biológicos funcionen con más homeostasis; calma la mente y con ello el cuerpo y tiene efectos emocionales que influyen en los neuro-transmisores y los neuro-péptidos, que a su vez ayudarán a regular el sistema inmunitario, el sanador que llevamos dentro.
Origen e historia de la terapia del sonido con cuencos tibetanos.
Según el gran maestro bodhisattva tibetano Gwalwa Karmaza, los cuencos cantores del Tíbet emiten el sonido del vacío, que es el sonido del universo manifestándose. Son el símbolo de lo incognoscible y como aleación datan de la época del buddha histórico, Shakyamuni (560 – 480 a C.)
Los orígenes de los cuencos tibetanos y su historia detallada se pierden en el pasado lejano y seguramente es un regalo de la religión chamánica Bon, que existía en el Tíbet varios siglos antes de la llegada del budismo.
Tradicionalmente los cuencos tibetanos se utilizaban para la meditación y la sanación en los monasterios de monjes.
Y una pregunta ¿ se puede potenciar la sanación mediante las frecuencias de un cuenco tibetano más, la impsición de manos?. La respuesta es SI.
Las manos encierran un gran poder, no sólo físicamente sino energéticamente. Una mano adiestrada es muy fuerte, pero, si se le agrega la energía interna tal cual los monjes de Shaolín, el poder se incrementa muchas veces, pudiendo romper rocas, maderas y bloques de concreto.
Pero también, para sanar muchas enfermedades. Todo es yin y yang, negativo y positivo. Así como se puede emplear la fuerza muscular de las manos, de la misma manera la energía. En los antiguos templos taoístas se menciona que se puede inclusive luchar con la energía de las manos a distancia.
Para efectos curativos, la imposición de manos ha sido considerado como milagroso, sin embargo, es un poder que todos poseemos y que se puede ir incrementando con su práctica diaria. Esto se conoce como chi kung manos de luz.
La mayor parte de las religiones han utilizado la imposición de manos como parte de la transmisión de las manos de Dios mismo. En todo caso, todos somos parte de Dios, las manos incluidas.
Al visualizar la sanación si canalizas espiritualmente, tus manos de luz serán posibles. Pero, realmente es como lo sientas. Muchas personas agnósticas aplican el poder de curación a través de las manos exitosamente.
Es decir, no se trata de creencias, sino de evidencias personales que todos podemos tener y hacer. En este post te enseñaremos la manera más fácil de activar tus energías personales y, sin que tengas que creer en algo. Tan solo activas tu energía y listo.
Este método constituye un tipo de meditación. Todas estas prácticas se hacen en meditación, relajación, activando los puntos de energía, llamados también chakras.
Imposición de manos.
La imposición de manos ha existido por miles de años. Desde las protectoras manos de los padres, hasta el llevarse las manos hacia determinadas zonas del cuerpo cuando se siente dolor.
Existen muchos métodos, algunos los llaman manos de luz, manos de Dios, Reiki, poder mental, activación de chakras, chi kung y tantos nombres que pretenden apropiarse de un poder natural.
Claro, no todos tenemos la misma fuerza. Al aplicarse la energía de imposición de manos ocurre de la misma manera que cuando una persona puede tener mayor fuerza muscular, mayor velocidad, mejor vista o cualquier tipo de diferencia entre las personas.
Todos nacemos con diferentes cualidades y fuerza. Así, existen personas que permanentemente tienen las manos calientes y otras personas con manos frías.
Aquellas que las tienen permanentemente calientes, tienen mayor posibilidad de poseer fuerza de sanación. Sin embargo, en nuestro Instituto hemos encontrado que la fuerza de curación no depende de ello, es tan solo un indicativo.
Muchas personas con manos frías, al aplicar el método que te ofrecemos, logran calentar sus manos siginifcativamente. Pero también puede darse el caso de que conserven sus manos frias y el poder de curación sea fuerte.
Sanación
¿Que es susceptible de sanación? Casi todo, desde enfermedades leves hasta graves y crónicas. Ya sean físicas, mentales o espirituales.
Todo depende de que la enfermedad o padecimiento reaccione a la energía de imposición de manos. Es como todo tipo de medicina. Ningun medicamento actua en el 100% de pacientes. En migrañas por ejemplo, los medicamentos químicos pueden sanar al 5% de pacientes, 95% solo calman momentaneamente sus dolores de cabeza.
De la misma manera, la imposición de manos, en determinados casos puede sanar al 5%, 20% o 50%, todo depende de la fuerza del que aplique la sanación y de la enfermedad que el paciente tenga, tanto en el tipo como en la antiguedad o cronicidad que se trate.
Los Evangelios trasmiten de manera reiterada diversas noticias que nos hablan del poder de sanación que tenía Jesucristo, que habitualmente practicaba a través de la imposición de manos sobre los enfermos. Nos han dejado constancia, incluso, de que la fuerza de Jesús era tal que bastaba que un enfermo que tuviera fe tocara su manto para que inmediatamente quedase curado.
En el Evangelio de Mateo (8, 1-3) se narra, a modo de ejemplo, que: “Un leproso vino a arrodillarse delante de él y le dijo: “Señor, si quieres, puedes sanarme.” Jesús alargó la mano, lo tocó y le dijo: “Quiero, queda sano.” E inmediatamente desapareció la lepra.”
Otro episodio similar se encuentra en el Evangelio de Marcos (8, 22-25): “Cuando llegaron a Betsaida le trajeron un ciego y le pidieron que lo tocara. Jesús tomó al ciego y lo saco fuera del pueblo. Después de mojarle los ojos con saliva, puso las manos sobre él y le preguntó: “¿Ves algo?” El ciego, que empezaba a ver dijo: “Veo a los hombres, pero como si fueran árboles que caminan.” Le puso nuevamente las manos en los ojos y el hombre empezó a ver perfectamente: quedó sano y veía claramente todas las cosas.”
Lucas, por su parte, nos indica (4, 40-41) que: “Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversos males se los traían; él imponía las manos sobre cada uno y los sanaba. También hizo salir de varias personas demonios que gritaban…”
Estas y otras noticias similares nos hablan del poder curativo de Jesucristo. Todo parece indicar que las manos de Jesús eran un medio a través del cual se canalizaba una fuerza o energía que permitía la sanación de los hombres que tenían fe en él. Pero es que, además, los Evangelios nos han dejado constancia expresa de que esa energía que las manos de Jesús canalizaban se podía también depositar en objetos diversos, sobre todo en la ropa. De algún modo se nos está diciendo que su fuerza era tan intensa que llegaba a impregnar los paños con que se cubría y bastaba que los necesitados de ella los tocaran con fe para que les fuera transmitida. Dice, en ese sentido, el Evangelio de Lucas (8, 42-48):
“Mientras Jesús iba a la casa de Jairo, la gente lo apretujaba hasta casi ahogarlo. Una mujer, que padecía hemorragias desde hacía doce años y había gastado con los médicos todo lo que tenía sin que nadie pudiera curarla, tocó el borde del manto de Jesús y en el mismo instante se le detuvo el derrame de sangre. Jesús preguntó: “¿Quién me ha tocado?” Como todos decían que ellos no habían sido, Pedro y sus compañeros replicaron: “Maestro, es la multitud la que te aprieta y te oprime.” Jesús dijo: “Alguien me ha tocado, pues yo he sentido que una fuerza ha salido de mí.” Al verse descubierta, la mujer se presentó muy temerosa y, echándose a sus pies, contó delante de todo el mundo por qué le había tocado y cómo había quedado instantáneamente curada. El la dijo: “Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz.”

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